Imagina estar en una reunión de trabajo, en una cena con amigos o simplemente caminando por la calle y, de repente empiezas a sentir que el cuerpo no responde como debería, ya que la mitad del rostro se entumece, el habla se vuelve confusa y los movimientos se tornan cada vez más torpes y difíciles. En este contexto, lo más probable es que estemos ante la presencia de un accidente cerebrovascular (ACV), el cual es una de las emergencias neurológicas no solo más predominantes entre la población, sino también más devastadoras, pues en cuestión de minutos la vida de una persona puede cambiar drásticamente, dejando secuelas irreversibles o incluso fatales si no se actúa con rapidez. Según señaló el doctor Andre Machado, neurólogo de Cleveland Clinic a Bienestar, cada año se estima que alrededor de 6.2 millones de personas mueren a causa de algún tipo de accidente cerebrovascular en todo el mundo. De estos casos, el 15% corresponde a ACV hemorrágicos, mientras que el 85% son ACV isquémicos o también conocidos como infartos cerebrales, cuya prevalencia es tan alta que ha incrementado en un 50% en los últimos 20 años. Se calcula que una de cada cuatro personas sufrirá de un infarto cerebral en algún momento de su vida. “El infarto cerebral agudo es considerado como la segunda causa de muerte en el mundo, representando el 7% de todas las defunciones, y la principal causa de discapacidad a nivel global. Sin embargo, lo que muchas personas desconocen es que también es la segunda causa de demencia, después de la enfermedad de Alzheimer, ya que la demencia vascular se produce como resultado de múltiples infartos cerebrales. Ciertamente, este es un problema de salud pública muy grave que requiere atención y concienciación, sobre todo, porque ya no es una enfermedad exclusiva de los adultos mayores, pues el 63% de este tipo de ACV sucede en poblaciones menores a 70 años”, expresó Marla Gallo, neuróloga y coordinadora de la unidad de ictus de la Clínica Ricardo Palma. ¿Qué es un infarto cerebral agudo? A diferencia del accidente cerebrovascular hemorrágico, el cual sucede cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe y causa un severo sangrado, un infarto cerebral agudo es la obstrucción súbita de una arteria que irriga el cerebro, lo cual interrumpe el flujo sanguíneo y provoca la muerte de las células cerebrales en la zona afectada. Básicamente, como explicó Oswaldo Cachay, neurólogo de la Clínica Internacional, este accidente cerebrovascular de produce de un momento a otro, ya que cuando el cerebro se priva de oxígeno y nutrientes, las células cerebrales comienzan a morir en minutos, lo que puede llevar a daños neurológicos permanentes o incluso a la muerte si no se trata de inmediato. El infarto cerebral agudo generalmente se debe a la obstrucción de una arteria en el cerebro, siendo una de sus causas principales la trombosis y la embolia cerebral. “La oclusión de la arteria puede ser causada por un trombo, es decir, un coágulo de sangre dentro de una arteria que irriga el cerebro, así como también puede producirse por un coágulo o fragmento de placa que se forma en otra parte del cuerpo, como el corazón y, que viaja por el torrente sanguíneo hasta llegar al cerebro, donde bloquea una de las arterias”, indicó la neuróloga. Asimismo, es importante tener en cuenta que existen una serie de factores específicos que son los causantes del 90% del riesgo de un infarto cerebral agudo, incluyendo: hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso u obesidad, sedentarismo, mala alimentación, contaminación ambiental, tabaquismo, niveles altos de colesterol LDL, consumo excesivo de alcohol y disfunción renal. No obstante, como refirió Machado, las enfermedades cardíacas, como la fibrilación auricular, el estrés crónico y un historial de enfermedades cerebrovasculares también pueden aumentar significativamente la probabilidad de que una persona sufra un infarto cerebral. ¿Cuáles son los signos que indican que una persona está sufriendo un infarto cerebral agudo? Los signos de un infarto cerebral agudo suelen aparecer de manera súbita, y entre los más comunes se encuentran: Dificultad para hablar o entender el habla. Debilidad o parálisis en un lado del cuerpo, particularmente el brazo, la pierna o la cara. Pérdida repentina de visión en uno o ambos ojos Dolores de cabeza intensos. Confusión repentina. Pérdida del equilibrio o coordinación Dificultad para caminar. “El 80% de la población no suele reconocer los síntomas, por ende, muchas veces las personas no son conscientes de que están padeciendo de un infarto, por lo que no acuden a un centro de salud. Sin embargo, una herramienta muy útil que nos permite recordar la sintomatología de este tipo de ACV es el acrónimo FAST (Face, Arms, Speech, Time). En otras palabras, esto hace referencia a los elementos claves que tenemos que tener en cuenta: F: asimetría facial o caída del rostro, A: debilidad de los brazos, S: alteración en el lenguaje y T: tiempo, ya que se debe actuar rápidamente”, sostuvo la doctora Gallo. Por su parte, el especialista de Cleveland Clinic mencionó que, si bien los síntomas son comunes en personas de ambos sexos, las mujeres pueden experimentar síntomas adicionales o más sutiles, como fatiga generalizada, cambios en el estado mental, náuseas, vómitos y dolor en el pecho o en el rostro, que a menudo no se reconocen inmediatamente como signos de un infarto cerebral. Como resultado, es más posible que las pacientes no reciban un diagnóstico tan rápido como los hombres, lo que puede retrasar el tratamiento, razón por la cual, las mujeres presentan un mayor riesgo de muerte por esta condición. Factores como la hipertensión, la diabetes, el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad incrementan en un 90% el riesgo de sufrir un infarto cerebral agudo. “De igual modo, algunas pueden llegar a experimentar advertencias previas a un infarto cerebral completo, conocidas como ataques isquémicos transitorios (TIA), los cuales ocurren cuando hay una interrupción temporal en el flujo sanguíneo al cerebro. Generalmente, los síntomas de un TIA son muy similares a un infarto cerebral, pero suelen durar