Capturar niebla a gran escala podría proporcionar agua potable a algunas de las ciudades más áridas de Chile y otras zonas urbanas del mundo. MIRA: La inteligencia artificial será “clave” para mitigar los impactos del cambio climático, según estudio Esto es lo que han concluido investigadores de ese país tras analizar el potencial de la recolección de niebla en Alto Hospicio, una ciudad ubicada en el norte de Chile, en la región árida del desierto de Atacama. Con poca o ninguna precipitación, la principal fuente de agua de las ciudades de la zona son los acuíferos subterráneos, que se recargaron por última vez hace miles de años. La precipitación promedio es de menos de 5 mm al año. Y, en algunas zonas, la escasez hídrica obliga a abastecer de agua a la población con camiones aljibe. Pero la ciudad de Alto Hospicio tiene una particularidad geográfica que favorece la formación y captura de la niebla. «Se ubica en uno de los corredores de entrada de la niebla al continente», explica a BBC Mundo la investigadora Virginia Carter Gamberini, de la Universidad Mayor de Chile. Precisamente esas condiciones son las que podrían permitirle a la ciudad apoyarse en la cosecha de niebla como una alternativa viable y sostenible para abastecer de agua potable a su población. Las conclusiones del estudio, que fue publicado en febrero en la revista Frontiers of Environmental Science, apuntan a que las nubes de niebla que se acumulan regularmente sobre la ciudad montañosa son una fuente desaprovechada de este recurso tan valioso. Con el crecimiento de la población urbana y la creciente demanda de agua por parte de la minería y la industria, los investigadores advierten que es urgente encontrar otras fuentes sostenibles. Sobre todo, considerando que en el caso particular de Alto Hospicio, se enfrentan graves problemas de pobreza y un acceso reducido de sectores de la población a redes de suministro de agua limpia. Una “nueva era” en la cosecha de niebla La idea de capturar el agua de niebla no es nueva. De hecho, Carter cuenta que ella ha participado en proyectos similares en otras zonas de Chile, Guatemala, Canadá y África. Uno de los sistemas de recolección de agua de niebla más grandes se encuentra en Marruecos, en el borde del desierto del Sahara, mientras que experiencias emblemáticas en América Latina son las del Chungungo, también en Chile, o los atrapanieblas de las colinas del sur de Lima. La novedad, señala la investigadora, es que hasta ahora los proyectos de esta naturaleza se habían entendido con la perspectiva de abastecer a comunidades rurales y no así a poblaciones urbanas. La ciudad de Alto Hospicio se ubica en el norte de Chile, en la región de Tarapacá. «Esto apunta a un cambio de percepción. Siempre se pensaba en usar agua de niebla para abastecer a pequeños poblados o asentamientos rurales. En este caso, queremos explorar la posibilidad de abastecer una ciudad», afirma. «Nuestros hallazgos demuestran que la niebla puede servir como suministro urbano complementario en zonas áridas donde el cambio climático exacerba la escasez de agua». Carter recalca que una «nueva era» de recolección de niebla a una escala mucho mayor podría proporcionar un suministro de agua más seguro y sostenible en entornos urbanos donde más se necesita, no solo en Chile sino también en otras urbes del mundo. ¿Cómo se captura la niebla? Capturar el agua de la niebla es extraordinariamente sencillo: se cuelga y tensa una malla entre dos postes y se forma el «atrapaniebla». Cuando las nubes cargadas de humedad atraviesan esa fina malla, se forman pequeñas gotitas, que se canalizan hacia tuberías y tanques de almacenamiento. La niebla de Alto Hospicio se forma sobre el océano Pacífico cuando el aire cálido y húmedo fluye sobre el agua fría y luego es empujado hacia las montañas. Las condiciones de niebla constantes en la zona permitieron a los investigadores identificar las áreas donde se podría recolectar el mayor volumen de agua de manera regular. Con un trabajo de campo que se extendió por un año, realizaron evaluaciones in situ, lo que combinaron con datos obtenidos mediante un método predictivo (AMARU), que procesa información meteorológica y la cruza con datos que se obtienen mediante sensores remotos. Durante la temporada alta del estudio, entre agosto y septiembre de 2024, el potencial de recogida alcanzó hasta 10 litros por metro cuadrado al día, según los investigadores. Basándose en una tasa promedio anual de recolección de agua de 2,5 litros por metro cuadrado de malla al día, calcularon que: 17.000 m² de malla podrían producir suficiente agua para cubrir la demanda semanal de 300.000 litros que actualmente se entrega en camiones a los barrios marginales urbanos. 110 m² serían suficientes para satisfacer la demanda anual de riego de los espacios verdes de la ciudad. El agua de niebla podría utilizarse en agricultura hidropónica (sin suelo), con rendimientos de 15 a 20 kg de vegetales verdes al mes. Carter explica que Chile es «muy especial» en cuanto a la niebla marina, «porque tenemos el océano a lo largo de todo el país y también tenemos la cordillera». Su equipo está trabajando actualmente en un «mapa de recolección de niebla» con el objetivo de identificar otros lugares en donde este modelo se pueda implementar. El “agua de las nubes”, como la describe Carter, podría, según ella, “mejorar la resiliencia de nuestras ciudades ante el cambio climático y, al mismo tiempo, mejorar el acceso al agua potable”. La investigadora destaca, sin embargo, que la posibilidad de alcanzar esos volúmenes en otras zonas que enfrentan una grave escasez hídrica dependerá siempre de su potencial de formación y captación de niebla, que está dado por diversos elementos. «Los factores clave que influyen en la eficiencia de la recolección de niebla incluyen la dirección y la velocidad del viento, así como las características geográficas, especialmente la presencia de montañas», explica. Por ejemplo, Petorca, una de las zonas más afectadas por la escasez hídrica en Chile, no tendría -a primera vista- las