MIRA: Israel vs. Hezbolá: ¿El Medio Oriente se acerca a una guerra total que involucre a Irán? Una valla metálica y apenas un kilómetro de campo separan a esta zona de Israel del enclave palestino desde el que el grupo islamista Hamas lanzó una serie de ataques terroristas contra el sur del país hebreo el fatídico 7 de octubre del 2023. Un año después, las cicatrices no solo siguen abiertas en Israel, sino que han crecido hacia diferentes frentes llevando a la región al borde de una guerra total. Recorremos las calles del kibutz Nir Oz, uno de los símbolos de la barbarie sufrida a manos de los terroristas. Un año más tarde, las casas calcinadas, puertas de refugios agujereadas a balazos y manchas de sangre seca dificultan que los pocos vecinos que decidieron volver puedan olvidar aquella pesadilla en la que cientos de hombres armados lo tomaron por asalto, asesinando a 110 de sus 417 habitantes y secuestrando a otro medio centenar. Cada rincón del kibutz Nir Oz refleja la barbarie desatada por los terroristas de Hamas hace un año. / RENZO GINER / EL COMERCIO “Yo desde el primer día siento que están con vida. Y hablo con ellos, desde el corazón y en voz alta también. De repente grito sus nombres, grito y me pongo a reír. Mi pareja me ve reír y no entiende qué me pasa, pero es porque imagino que el día que vuelvan me van a preguntar por qué les gritaba tanto”, cuenta con la voz entrecortada Ruthy Strum, madre de Iair y Eitan, dos de los secuestrados en Nir Oz. El ataque coordinado de Hamas comenzó con un bombardeo masivo a todo el sur de Israel, seguido de una ofensiva en la que unos dos mil terroristas tomaron el control de 15 localidades durante horas, mataron a unas 1.200 personas y raptaron a otras 251. Ruthy Strum espera desde hace 364 días que sus hijos Iair y Eitan sean liberados por Hamas. / RENZO GINER / EL COMERCIO – Festival sangriento – El día del ataque, a solo diez minutos en auto desde Nir Oz, en el desierto del Néguev, se celebraba el festival de música Tribe of Nova, creado para honrar “la amistad, el amor y la libertad infinita”, según sus organizadores. Hoy, casi 400 banderas instaladas a modo de homenaje recuerdan a los jóvenes que fueron asesinados ahí por las decenas de terroristas que llegaron a bordo de camionetas pick-up, motocicletas y parapentes. Otros 40 asistentes fueron golpeados y tomados como rehenes. Omer Wenkert, de entonces 22 años, estaba entre ellos. “Fue secuestrado del festival, había ido con su amiga Kim, a quien mataron. Omer trabajaba en un restaurante, es un chico muy positivo, muy amoroso y sufre de colitis. Fue al festival a celebrar por la paz y terminó viendo cosas que no se pueden entender, no hay lógica detrás de las barbaries que sucedieron ahí”, cuenta Ricardo Grichener, tío de Omer, desde el interior de una réplica de los túneles construidos por Hamas y en los que mantendrían cautivos a los 101 rehenes que aún no han sido liberados. La inteligencia estadounidense estima que solo la mitad sigue con vida. Ricardo confía en que Omer es uno de ellos, pese a que no tiene noticias de su sobrino desde el día 59 después del ataque, cuando uno de sus amigos fue liberado en el único intercambio de rehenes por presos acordado entre Hamas e Israel hasta la fecha. Este lunes, la familia de Omer y las del resto de rehenes se reunirán frente al Museo de Arte de Tel Aviv, en la rebautizada como Plaza de los Secuestrados, para exigir su liberación como cada sábado del último año. El pedido no solo va a Hamas, sino también a su propio gobierno, al cual muchos acusan de no haber negociado lo suficiente. El recinto frente al Museo de Arte de Tel Aviv ha sido rebautizado como la Plaza de los Secuestrados y ahí se concentran las familias de los rehenes que Hamas aún no ha liberado. / RENZO GINER / EL COMERCIO – Conflicto regional – “Esto fue peor que el 11-S. Los estadounidenses sufrieron unos atentados terribles, con aviones estrellándose contra las Torres Gemelas, pero el grado de crueldad que vimos aquí no tiene comparación. Hubo mujeres mutiladas, sus cuerpos fueron abusados, metieron a bebes a hornos y los encendieron. Fue terrible, eso no es humano”, dice un conductor israelí de ascendencia iraquí mientras su mirada se pierde entre las fotos de las víctimas instaladas en el memorial de Nova. Las fuerzas de seguridad israelíes tardaron hasta horas de la tarde en controlar la situación en el país. Ese mismo día, el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu prometió “destruir” a Hamas y le declaró la guerra de forma oficial. Desde entonces, Israel bombardeó la franja de Gaza y mandó a sus tropas al terreno, consiguiendo eliminar a casi todas las brigadas armadas de Hamas, pero, al mismo tiempo, dejó alrededor de 42 mil muertos, según el Ministerio de Salud gazatí, que asegura que al menos una de cada cuatro víctimas era un niño. La contraofensiva israelí ha sido objeto de una crítica generalizada de la comunidad internacional. El país hebreo es señalado de responder desproporcionadamente e incluso ha sido acusado de genocidio por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. Los encrispamientos que mantenía desde hace largo tiempo con la ONU, además, han empeorado y llevado a declarar al secretario general António Guterres persona non grata en el país hebreo. En cuanto a la opinión pública local, la única encuesta realizada al respecto por el Pew Research Center a fines de mayo arroja que el 39% está de acuerdo con las medidas del gobierno y un 34% siente que podrían ir más allá. Pero este conflicto está lejos de limitarse al plano diplomático y social. El 8 de octubre del 2023, cuando Israel aún contaba a sus víctimas, la milicia libanesa chiita Hezbolá lanzó una ola