Paul McCartney concierto hoy: el día en que The Beatles iban a ganar “17 mil dólares por hacer un tour” en el Perú y por qué nunca llegaron a la capital | notfds | LUCES
Digamos que es 1965: no hay Internet, unos pocos tienen TV a color y YouTube es ciencia ficción. -“Los famosos Beatles vendrían en mayo: por diez días cobrarían casi medio millón”. -“El canal 4 de TV está ultimando el contrato”. -“¡Vienen Los Beatles!” -“Nos informan que grabarían para el sello ODEÓN”. -“Beatlemanía”. Esta breve selección de titulares en los medios más importantes del Perú en 1965 acompañaron durante una semana la fiebre por The Beatles en la pueblerina Lima, cuando allá afuera el mundo estaba poseído por su música, las señoritas deliraban por Lennon y McCartney y los papás se preguntaban cuándo “Los pelucones de Liverpool” -como los llamaba el irónico diario La Prensa- iban a cortarse el cerquillo. Lima, pese a su pacatería, coqueteaba con el pecado: en enero del 64 había llegado para tocar en La Plaza de Acho Dámaso Pérez Prado, el Rey del Mambo, terno italiano, cuello alto y botas de gamuza, con la única intención de romper “las reglas de la moral” junto a la bailarina portorriqueña Deysi Guzmán, experta en el acrobático movimiento de caderas apenas el tocadisco ponía El Dengue, un hit de la época (1) que hoy, si uno pone cualquier lista de Spotify de un veinteañero, sería canción de misa. En 1965 el sueño parecía posible. ¿Cómo surgió este rumor que luego se convirtió en portada de los diarios? De hecho, y antes que nadie, fue el mítico (y místico) agente de The Beatles, Brian Epstein (+), quien declaró en Londres que “se estaba evaluando la posibilidad de que la banda hiciera una gira por América del Sur”. El cable de Reuters, fechado el 7 de setiembre de 1965, fue tapa de El Comercio al día siguiente. La declaración fue fósforo en un tanque de gasolina. Y explotó. Lamentablemente, Los Beatles no llegaron al Perú. No juntos al menos. Recién cincuenta y un años después, Paul McCartney tocó en el Estadio Monumental de Universitario. Pienso en Blackbird y de inmediato pienso en los ojos cansados de mi padre, la noche en que pagué con los ahorros que no tenía por los tickets a la tribuna oriente. En sus ojos y en su sonrisa. Fue como el aterrizaje de un extraterrestre, casi una aparición fantasmal, de no ser porque se le vio en Miraflores manejando una bicicleta. Tiempo después, en noviembre del 2013, Ringo Starr, el mítico baterista de los Fab Four, tocó en Lima con su All Starr Band. El pasado 7 de julio cumplió 84 años. “Tuve tres hermanos, John, Paul y George”, dijo a los medios aquella vez que pisó Lima, en un nostálgico balance de su verdadero árbol genealógico, una frase que se multiplicó en todos los medios del mundo, como si fuera el anuncio de la vacuna contra el COVID-19. 153 soles costó la entrada más barata para ver a uno de los músicos más influyentes de la historia, luego de sufrir el tráfico de Javier Prado para llegar al Jockey Club. Laméntense quiénes prefirieron comprarse unas zapatillas. Ringo llegó a Lima a una hora en que se debería hacer siesta: las 4 p.m. Lo más excéntrico fue su avión privado aunque eso ya no siquiera lo sea: Maluma también tiene. Con una botella de agua, vestido de traje negro y sus gafas de aviador, Ringo Starr, disfraz de Richard Starkey (Liverpool, 7 de julio de 1940), pisó el aeropuerto Jorge Chávez, atendió con cortesía y luego se mudó al Marriott, donde pudo conocer ese mar bello que en noviembre, por las tardes, se vuelve lila. Fue el último Beatle en llegar la capital. Este domingo 27 de octubre, tocará nuevamente Paul McCartney en Lima. En El Nacional, allí donde debe estar aún la pelota que mandó el ecuatoriano Segundo Portocarrero en el Cristal 2, Universitario 1, prueba de desprecio por la pelota. (1) El decreto firmado por el alcalde Luis Bedoya Reyes dictaba lo siguiente: “que la bailarina Deysi Guzmán se abstenga de ofrecer exhibiciones obsenas y reñidas con la moral y buenas costumbres, bajo apercibimiento de aplicación de la correspondiente sanción”. Instituciones religiosas, organizaciones cívicas y demás limeños habían denunciado la “actuación inmoral” de la puertorriqueña, quien había llegado para mover sus caderas al son del “Dengue”. *** Es 1965, de nuevo. Una nota del diario La Crónica reseña lo que estaba ocurriendo en esos días de Beatlemanía. Y le da valor de tesoro a lo que hoy sería un ripio: “Diecisiete mil dólares (casi medio millón de soles) ganarían los intérpretes del Yeah, Yeah, Yeah por diez de actuaciones en nuestra capital. Además de sus presentaciones en el video local, The Beatles promoverán sus grabaciones para Capitol y ODEÓN”. El Comercio Gráfico habló de “una cifra récord” para el medio peruano, el sábado 26 de febrero de 1965. La Prensa fue todavía más divertida, como ya había contado en el arranque de este texto: “Los pelucones de Liverpool y sus ajustadas vestimentas (sic) arribarían con su mánager, Brian Epstein”. Ambas se pueden leer en el portal Arkiv Perú. La contundencia de la noticia adquirió mayor peso, también, por las declaraciones del Gerente General y Presidente de Directorio Don Mauricio Arbulú Bryce (+). Fue, por supuesto, precavido. Hombre de negocios y consciente de las decisiones de última hora, confesó: “Si no surge ningún inconveniente, The Beatles tocarán en canal 4 de Televisión″. Sobre la semilla que trajo al Perú John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr, Somos profundizó hace unos años y contó una teoría reveladora. El Maestro Óscar Áviles sembró la fiebre en el país, cuando no existía la TV para verlos. “La ‘Primera Guitarra del Perú’ trabajaba en 1963 como director artístico del sello Iempsa, cuando la Beatlemanía dejaba sorda a Europa, pero no llegaba a los EE.UU. Un día el jefe del sello le alcanzó al maestro una copia de She Loves You para que opine si convenía ser editado en el Perú. Aunque lo que escuchó, cuenta Pepe Ladd, hijo de uno de los guitarristas de Los Troveros