lunes, 29 diciembre, 2025
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Museos Perú | Año 2025: las exposiciones que marcaron el 2025 | Arte en Lima | ELDOMINICAL

Brigitte Bardot (1934-2025): la actriz que ejerció su libertad | LUCES

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29 de diciembre de 2025

Museos Perú | Año 2025: las exposiciones que marcaron el 2025 | Arte en Lima | ELDOMINICAL

En las artes visuales, este año estuvo caracterizado por centenarios y celebradas retrospectivas. En el primer caso, se recordaron cien años del nacimiento de Fernando de Szyszlo (1925-2017) con exposiciones que no significaron grandes miradas sobre su trayectoria (una deuda pendiente), sino más bien focos de atención en determinados aspectos, como la exposición Szyszlo. 100 años desarrollada en el Museo de Arte Contemporáneo que reunió diez piezas de la colección del museo y buscó destacar el vínculo entre el artista y la institución; o la muestra bibliográfica en el Centro Cultural Garcilaso que exhibió documentos, fotografías, cartas, libros, videos y objetos, con los se trató de abarcar las múltiples dimensiones del personaje. MIRA: El manuscrito de una amistad Los otros centenarios que pasaron prácticamente desapercibidos fueron los de David Herskovitz (1925-2020) y Jorge Piqueras (1925-2020). En ambos casos han quedado pendientes exposiciones bien desarrolladas que permitan revisar y debatir la obra de estos grandes maestros de nuestra escena artística. Retrospectivas Una de las primeras retrospectivas del año fue “La piel de mi reino”, de Claudia Coca, realizada entre febrero y mayo, en la galería Germán Krüger Espantoso, del ICPNA, donde se reunieron desde sus primeros autorretratos hasta sus diversas intervenciones en el espacio público. En la misma sala se desarrolló, entre mayo y julio, la esperada exposición “Pinturas: dos décadas de color y memoria”, que reunió el trabajo pictórico de Enrique Polanco desarrollado entre 2004 y 2024. Se presentaron cerca de sesenta pinturas y una decena de serigrafías que nos permitieron ver en conjunto la obra de un artista que retrata una ciudad como Lima en todo su trágico esplendor. Enrique Polanco reunió en la sala del Icpna los veinte últimos años de producción pctórica. (Foto: César Campos/ GEC) / Cesar Campos Este mismo espacio fue el escenario, entre agosto y octubre, de “Miguel Aguirre: volumen I”. Exposición antológica, que posibilitó revisar el trabajo de uno de los artistas e investigadores más destacados del medio local, cuya obra —pinturas, instalaciones— explora en la representación y los significados de las imágenes en relación con la memoria familiar, la política, la historia y el arte mismo. En esta misma línea antológica, se presentó desde noviembre, en la galería miraflorina del ICPNA, la exposición “Los alambristas. Gilda Mantilla & Raimond Chaves” que sintetizó 24 años de diálogo creativo entre ambos artistas. Y en el Museo del Grabado del ICPNA destacó la exposición “Álex Ángeles: Conexiones internas” (1984-2005), desarrollada entre setiembre y diciembre, que permitió ver la producción de una figura clave para el desarrollo del arte gráfico peruano. El kené y otros sueños Uno de los acontecimientos del año sucedió entre marzo y agosto en el Museo de Arte de Lima, con la presentación de “Sara Flores. Non Nete. Un sueño para una nación indígena”. La exposición reivindicó a una de las pioneras del arte del kené, esos patrones geométricos surgidos del conocimiento y la cosmovisión del universo shipibo-konibo. Las creaciones de Flores no solo han llamado la atención de curadores y coleccionistas, sino también de marcas internacionales de la moda y el diseño y de museos como el MET y el Guggenheim de Nueva York. Su nombre cobró mayor relevancia cuando fue elegida para representar a nuestro país en el Pabellón Peruano de la próxima Bienal de Venecia que se inaugurará en mayo de 2026. En el MALI, «Sara Flores. Non Nete» fue una reivindicación de una pionera del arte del kené. Nos representará en la Bienal de Venecia en 2026. Otro artista indígena contemporáneo que destacó en el circuito internacional fue Rember Yahuarcani, con exitosas participaciones en renombradas ferias como la londinense Frieze, Tokio Gendai y Art Basel Miami, además de su muestra individual en la Josh Lilley Gallery de Londres, con importantes adquisiciones de sus obras. En el arte vinculado con la Amazonía también sobresalió Roberto Huarcaya, quien fue finalista del prestigioso premio Prix Pictet 2025 y recreó, entre octubre y diciembre, en la Galería Juan Pardo Heeren, del ICPNA, su instalación Huellas cósmicas, presentada en la Bienal de Venecia 2024. En Galería del Paseo, entre junio y julio, Nereida Apaza exhibió sus creaciones recientes bajo el título de “Luna nueva” y en el Centro Cultural Garcilaso, en setiembre y noviembre, el artista Brus Rubio presentó “Hijo del clan Siuekuduma, pinturas que recrean las mitologías de las naciones bora y murui”. También fue auspiciosa la inauguración, en octubre, de “Río Corrientes”, en Barranco, un nuevo taller galería dedicado al arte amazónico contemporáneo. Paisaje, fotografía y grandes proyectos Uno de los proyectos consolidados este año fue la publicación de “La mirada persistente”, un libro editado por Marisa Mujica que recupera la historia de la fotografía peruana desde el siglo XIX hasta la actualidad, y que dio origen a la didáctica muestra colectiva Retóricas del paisaje, en el Centro Cultural de la Universidad de Lima. Esta exposición formó parte del Festival MAC Foto, donde sobresalió también la antológica de Javier Silva “La luna del cóndor. Retrospectiva 1974-2024″, presentada en el MAC de Barranco, entre agosto y octubre. Otro interesante proyecto de largo aliento fue “Cartografías XXY”, una exposición colectiva de artistas y curadores chilenos y peruanos, realizada en Casa Fugaz-Monumental Callao, entre junio y agosto, la cual reflexionó sobre los significados sociales y políticos de la migración, el mestizaje, la memoria y las formas colaborativas en el arte, a través de pinturas, serigrafías, tejidos, videoarte e instalación. Sobre final de año, se materializó en el MALI y el MAC la imperdible exposición “El pensamiento es un jardín híbrido. Archivo Mariotti-Luy” (1964-2024), donde se exhiben centenares de objetos, documentos y obras que evidencian buena parte de la historia del arte vanguardista peruano y europeo. La diversidad de las individualidades y colectivas En un cruce entre arquitectura y pintura, este año también destacó la individual “Desde la vereda”, de Piero Quijano, desarrollada entre setiembre y noviembre en el Centro Cultural Garcilaso. La exposición reproduce algunos de los edificios más emblemáticos del movimiento moderno limeño (1940-1960). En este espacio, el artista Gonzalo García Callegari

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Brigitte Bardot (1934-2025): la actriz que ejerció su libertad | LUCES

La vida de Brigitte Bardot se podría sintetizar en dos portadas de la revista “Elle”. En enero de 1952 el magacín la presentó con un abrigo verde, todo el cuerpo cubierto, y con cabellera marrón. Tenía 17 años y los aparentaba. En cambio, la portada de junio de 1960 cuenta una historia distinta. Bardot, iluminada para marcar sus atributos, casi dibujándolos, ya es rubia. Esos ocho años convirtieron a la modelo y actriz en potencia en un ícono de erotismo que resonó en todo el mundo. Ella falleció el último domingo a los 91 años de edad en su casa al sur de Francia. Le sobreviven su cuarto esposo y un hijo del que estuvo distanciada. “Mi cuerpo nunca fue mío; perteneció antes a los demás que a mí”, dijo la actriz en su libro de memorias, “Iniciales B.B” (1996). Casada a los 18 años con el cineasta Roger Vadim, él escribió sus primeros papeles, construyéndola como sujeto de deseo hasta que los intentos dieron fruto con la película “Y Dios creó a la mujer” (1956). Le siguieron otros éxitos, como “El desprecio” (1963), “Viva María” (1965), “Si Don Juan fuese mujer” (1973), etc. La actriz misma menciona que con la fama “todo se desbocó” en su vida; no es un recuerdo nostálgico, podría hacer referencia al acecho permanente de la prensa, que documentó al detalle sus relaciones con maridos y amantes. Las reacciones al fallecimiento no tardaron. “Una existencia francesa, un resplandor universal. Nos conmovió. Lloramos a una leyenda del siglo” (Emmanuel Macron, presidente de Francia); “no fue solo una de las mujeres más bellas del mundo: fue la mujer más bella del mundo y, de hecho, todavía lo es” (Pierre Arditi, actor); “le encantaba reír, amaba la vida, amaba compartir esos momentos de felicidad” (Chico Bouchikhi, músico). Bardot junto con el actor Antoine Bourseiller y el cineasta Jean-Luc Godard, en la filmación de «Masculino, femenino», en 1965. / AFP Vida intensa Bardot hizo lo que quiso en todo momento, sean películas o música, con cinco álbumes de estudio y varios singles. Al dejar el cine, en su mejor momento según ella misma, encontró otro objetivo de vida: defender a los animales de la explotación, sea el ganado, para que tenga mejores condiciones de vida; las focas, cazadas indiscriminadamente; o los elefantes, utilizados en circos. Su más reciente donación para estas causas fue de 350.000 euros en 2018. La organización ambientalista PETA la ha llamado “el ángel de los animales”. Bardot actuó solamente por 21 años, épocas en las que vivió con depresión; tuvo por lo menos cuatro intentos de suicidio. En su momento se habló mucho sobre su maternidad no deseada, un hijo que tuvo con el actor Jacques Charrier; en los años 90 ella ahondó más en este tema, al punto de que exesposo e hijo la denunciaron y cobraron una indemnización. A lo largo de su vida Bardot terminaría pagando varios miles de euros en multa a consecuencia de sus palabras; cinco veces fue condenada por el delito de incitar al odio racial, particularmente contra los inmigrantes musulmanes en Francia. De acuerdo al diario francés Le Monde, Bardot fue por tres décadas la única celebridad francesa en defender abiertamente a la extrema derecha, algo que se veía desde su matrimonio con Bernard d’Ormale, su viudo, asesor de la candidata ultraconservadora Marie Le Pen. Su vida también tuvo un legado académico. La filósofa Simone de Beauvoir la hizo figura central de su ensayo “Brigitte Bardot y el Síndrome de Lolita” (1959), donde describe la imagen que proyecta en el cine como la fantasía masculina de una mujer incapaz de decidir y que no pide nada; todo lo da. “Ella no piensa, no juzga, no elige; ella es”, indicó el texto. Y sigue siendo. Source link

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¿Qué leer? Libros 2025 | Balance de las novelas, cuentos, libros de no ficción, poesía y más que destacaron en Perú | Cultura | ELDOMINICAL

Novela, cuento, poesía y no ficción ofrecieron este año un panorama diverso y estimulante. Autores consagrados y nuevas voces dialogaron con la historia, el presente y el lenguaje, dejando libros que marcaron debates, renovaron miradas y confirmaron la vitalidad de la literatura peruana en 2025. MIRA: El manuscrito de una amistad Este es el balance de las publicaciones del 2025 de José Carlos Yrigoyen: Novela Dos libros sobresalieron en este rubro. “Preludio a los delirios de un joven pianista sin cabeza”, ambiciosa y audaz ficción de Stuart Flores, quien se erige como la más consolidada de las voces jóvenes en nuestra narrativa de largo aliento. Es una convulsa distopía, poblada de personajes complejos y atormentados, donde emerge uno de los temas que más obsesionan a Flores: la libertad de la vocación literaria y las escaramuzas del Poder que desea castrarla e instrumentalizarla. Al mismo nivel está “Tierra de canes”, la magnífica novela histórica de Carlos Enrique Freyre, protagonizada por los perros que los conquistadores españoles utilizaron para vencer en combate a los taínos y caribes en las Antillas, auténticas maquinarias del exterminio encargadas de sembrar el terror en los pueblos sojuzgados. Notable resultó, asimismo, “Los restos de la piel”, de Jhemy Tineo Mulatillo, de aliento animalesco y sensual, escatológico y lírico, angustiante e incitador, amalgama que halla armonía en una trama que sabe ceder paso a una hipnótica danza con el lenguaje que deja al lector zarandeado y agradecido. Mención especial merece “Un animal que se deja caer”, de Melanie Pérez-Arias, extraña y melancólica historia contada con humor cálido, conocimiento del prójimo y dotada imaginería sentimental. (Difusión) Jeremías Gamboa es un narrador que suele polarizar a los lectores: su última novela, la colosal “El principio del mundo”, no lo ha librado de esa condición. Aquí creemos que en esas mil páginas hay largos trechos donde demuestra un virtuosismo y una sensibilidad poco comunes, así comos tramos en los que tiende a una hagiográfica autorreferencialidad que resiente el interés por lo que se cuenta. “Coreografía para trenzas solas”, de Teresa Ruiz Rosas es también un libro de extenso recorrido, pero al mismo tiempo una aventura riesgosa y exigente que se formula como fresco sobre la campaña por la independencia, animado por un confluir de lenguas y de destinos que demanda alta pericia técnica. Los riesgos se sortean a veces y otras no, lo que deriva en una novela escarpada e irregular. Repercutieron este 2025 “Criaturas virales” de Dany Salvatierra, cataclísmica ofrenda de un narrador que va encontrando un decir intransferible; “Chocano o la vida nómade”, atendible arremetida de Mario Pera en la ficción y “Fascinación”, entretenida fábula a cargo de Diego Molina Rey de Castro sobre la juventud y el deseo destructivo que su tentación encierra. Hay que agregar a esta nómina “Mamita” de Gustavo Rodríguez, “Clara en el reino Moche” de Luis Nieto Degregori, “Denle de comer al olvido” de Alejandro Susti, “Cantan al hablar” por Zoila Vega, “El informe, pequeña novela burocrática” de Ezio Neyra, “El ancho mundo” del veterano Eduardo González Viaña, “Última salida de Palomino” de Diego Lazarte, “Obras completas de A” de César Torres Aguirre, la dinámica “La heroína silenciosa” de Hugo Coya, y “Días de Zorba” de Alicia del Águila. Cuento Un fructífero año en este apartado. “Viendo tu vida derrumbarse desde una distancia segura” de Gianni Biffi se convirtió en la sensación del 2025. Acumuló una muy positiva recepción crítica y dos ediciones en pocos meses: respuesta insólita para un libro de humor pop radical que rivaliza con los preceptos de la ideología literaria tradicional. Katya Adaui, una de nuestras cuentistas mayores, volvió con “Un nombre para tu isla”, conjunto de relatos que puede resignificarse como una cartografía del desasosiego. “E-mails con Roberto Bolaño” fue una gran sorpresa por parte de J.J. Maldonado, quien retorna dejando atrás los lastres del realismo sucio para afianzarse como un narrador seguro en sus indagaciones metaliterarias. Lo de Pedro Llosa con “Los gatos mueren con los ojos abiertos” es, en cambio, confirmación de las virtudes de un autor entendido en los lazos más débiles que enhebran las relaciones humanas. (Difusión) “Huaraca”, segundo libro de Luis Francisco Palomino, comprobó su vocación por dibujar la tensa psicología de quienes perviven en el extrarradio, de soltar sus voces y criaturas por los cerros y urbanizaciones de los paisajes suburbanos. Juan Carlos Cortázar también trasunta esos predios en “Lo que nos hace tan fuertes”, narraciones con fondo sociológico que logran penetrar en ciertas esencias de una marginalidad estridente y trágica. Más orientado hacia el humor y la desinhibición cómplice, “Un lugar en la familia de las cosas”. nos hizo descubrir a la divertida Claudia Paredes Guinand. Por su lado, “No podemos explicar por qué lloramos” de Giovanna Pollarolo “Cuentos de ángeles, unicornios y amarus” de Edgardo Rivera Martínez y “Huellas nada más”, de Roberto Reyes Tarazona brillaron en este género con la enjundia que se les conoce. (Difusión) Vale la pena mencionar la antología de Alexis Iparraguirre “Nada humano sobrevive aquí”, reunión de breves ficciones locales inspiradas en la teratología de Lovecraft, “Sangre para los dioses” de Daniel Salvo, uno de nuestros mayores expertos en ciencia ficción vernacular, “El hallazgo” por Jorge Ramos Cabezas, la frescura de “Tan simple, tan puro” de Alessandra Pinasco y la transgresora propuesta de Yasser Zola, que parece brotada de una serie B de tintes eróticos: “Cuerpos ajenos”. Poesía Jorge Nájar es un poeta ascético, lejano del ruido de las escenas literarias, forjador paciente de una de las obras más regulares y esmeradas de la generación del 70. “Jazz profundo y otros delirios” constituye una muestra de ese trabajo de orfebre, esta vez enfocado en la construcción de un infierno donde el poeta asume una identidad sufriente y comprometida, intrínsecamente vallejiana. “Una canción que no termina de salir de mi boca” es la continuación de esa lúcida interpelación a la realidad y al lenguaje que la sostiene desplegada por la talentosa Roxana Crisólogo desde su distante “Abajo, sobre el cielo”. Otro importante poeta de los noventa,

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