sábado, 27 diciembre, 2025
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Mariano Sigman analiza las implicancias de la Inteligencia Artificial: “No debemos perder el amor por el pensamiento humano” | ENTREVISTA | ELDOMINICAL

“La gente dice que Dragón ya no podrá levantar la pierna»: «La Gran Sangre» vuelve y Aldo Miyashiro da detalles exclusivos | Carlos Alcántara | Pietro Sibille | LUCES

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27 de diciembre de 2025

Mariano Sigman analiza las implicancias de la Inteligencia Artificial: “No debemos perder el amor por el pensamiento humano” | ENTREVISTA | ELDOMINICAL

Desde siempre sintió curiosidad por la experimentación y por cosas que lo hicieran pensar. Hoy le interesa tanto la neurociencia como la música, la pintura y el arte, además del ajedrez. Mariano Sigman ha escrito un puñado de libros que buscan explicar nuestro tiempo, marcado por algoritmos, códigos y modelos de inteligencia artificial generativa, desde eso que él llama “el contorno de lo humano”. “Hay neurocientíficos que tienen un interés mucho más biológico en el cerebro, sus neuronas, su sinapsis, a mí me interesa más la emoción, entender la tristeza, la memoria, los recuerdos, la motivación, esa pulsión que nos hace hacer cada cosa”, dice, sentado en uno de los ambientes del hotel Westin, donde acaba de dar una charla sobre IA, en un evento organizado por Credicorp. MIRA: El manuscrito de una amistad – Resulta sugerente que un neurocientífico hable de inteligencia artificial, ¿cómo analiza este fenómeno que tiene fascinado al ser humano del siglo XXI? Hay fascinación, también hay miedo, hay todo lo que pasa cuando de repente llega algo nuevo sobre la mesa. Me cuentan que mi bisabuela ya era grande cuando vio al Apolo llegar a la Luna, entonces dijo: “Hasta acá llego, esto no puedo asimilarlo”, porque la volvía loca la idea de que una persona estuviera caminando en la Luna. De alguna manera con la inteligencia artificial pasa eso. Al principio es la sorpresa, la incredulidad, ¿cómo puede ser que una máquina tenga sentido el humor, que escriba más o menos bien, que haga música?, todo eso es sorprendente y frente a eso afloran todas las emociones humanas. Aparece el rechazo, el miedo genuino, pero también la adoración, un ejemplo de eso sería el típico artículo malísimo que dice: “La inteligencia artificial revela cuáles son las 10 mejores películas de la historia”, como si la IA fuera un dios que resuelve todo, cuando en realidad esa pregunta no tiene solución. No hay las 10 mejores películas de la historia. Hay las tuyas, las mías, las suyas, entonces la inteligencia artificial también ocupa ese lugar ilusorio que a veces buscamos de alguien que nos dé calma y certezas, entre tanta duda. – En “Artificial” pide entender el contorno humano, ¿qué significa esta idea? Eso tiene muchas acepciones. La primera es que las primeras personas que estudiaron la inteligencia artificial científicamente eran en su mayoría psicólogos o neurobiólogos que, justamente, para entender el pensamiento humano se preguntaban: “¿Es que acaso podemos emularlo?”. En su origen era una pregunta muy filosófica y poco práctica, pero cuando iban encontrando soluciones, se preguntaban: “¿Acaso puedo armar un programa que sea capaz de hacer eso?”… Ahora, por supuesto, han explotado tantas cosas prácticas que la inteligencia artificial no es un terreno de la ciencia ficción o de ciertos poetas del pensamiento, sino de ingenieros, de economistas, de gente del mundo corporativo, y aparece otra pregunta que es: ¿Cómo va a cambiar la IA nuestra propia inteligencia? ¿La va a atrofiar, la va a modificar? Ahí es cuando te das cuenta de que el pensamiento humano es mucho más volátil de lo que uno cree. (Foto: Eduardo Cavero/ GEC) / Eduardo Cavero Sibille – Entre esas adaptaciones que menciona, ¿cuánto está cambiando nuestra mente en más de una década de redes sociales? Cambia mucho y conviene recordar que no es la primera vez que pasa. Hace más de 2000 años, Sócrates se quejaba contra la escritura porque decía que era de perezosos que no podían recordar su propio pensamiento y tenían que ponerlo en un sustrato externo. Hoy eso pasa frecuentemente. Mucha gente dice: “es una película espectacular, pero no me acuerdo, la tengo que buscar”… Es decir, uno tiene un repertorio de ideas, pero las perdemos poco a poco cuando las depositamos en sitios. Originalmente era un papel escrito, luego fue Google y ahora uno no se acuerda nada. Y eso pasa, por ejemplo, con la capacidad de desplazarnos, una capacidad fundamental del ser humano y de todos los mamíferos y nos la hemos cargado. Piensa que antes los seres humanos cruzaban el Atlántico viendo las estrellas, triangulando con sextantes primitivísimos, y ahora no sabes ir de San Isidro al Rímac, que son los dos barrios que conozco en Lima, si no tienes un navegador. Hay estudios que muestran que la capacidad de sostener la atención está bajando peligrosísimamente y la atención es un recurso elemental del pensamiento humano porque es la capacidad de decidir a dónde quieres dirigir tu pensamiento. – Hoy nuestra capacidad de atención a las justas llega a 47 segundos… Es difícil saberlo, porque depende de cómo la mides, pero lo que es bastante claro es que disminuye y no por un pequeño margen. Hay estudios que muestran que también ya pasa eso con las inteligencias generativas. La gente que resuelve problemas utilizándolas pierde la facultad de resolver problemas por sí misma… El mundo del ajedrez es un lugar interesante para mirar. Hace mucho tiempo que las inteligencias artificiales juegan mejor que cualquier ajedrecista, pero eso no ha destruido el juego, al revés, lo ha mejorado. En el ajedrez hay una cosa como de amor por el pensamiento humano que no debemos perder. Algunos ajedrecistas juegan a un ritmo clásico y a lo mejor están 30 minutos pensando una jugada. ¿Hoy en qué otra parte conoces a una persona que se pasa 30 minutos tratando de encontrar una verdad sobre algo? La gente, en general, quiere resolver todo en 30 segundos… Para mí algo terrible en Perú es que tiene a uno de los ajedrecistas más legendarios de los últimos 50 años, se llama Julio Granda, y poquísimamente aquí gente lo conoce. Tienen a un héroe del pensamiento, a quien tendrían que reivindicar. – En ese sentido, cuánto puede ayudar también volver a la lectura. Lo que tiene la lectura es que requiere cierto esfuerzo y algo que hoy está muy en riesgo que es sostener ese esfuerzo durante un tiempo, lo que hablábamos del ajedrez. Es decir, la capacidad de persistir… Hay mucha gente

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“La gente dice que Dragón ya no podrá levantar la pierna»: «La Gran Sangre» vuelve y Aldo Miyashiro da detalles exclusivos | Carlos Alcántara | Pietro Sibille | LUCES

Durante años, Aldo Miyashiro y Jorge Carmona se repitieron la misma idea —“hay que volver a hacer ‘La gran sangre’”— como un mantra que siempre chocaba con agendas imposibles, proyectos cruzados y momentos que no terminaban de alinearse. Cuando por fin lograron coincidir, la pandemia volvió a postergarlo todo. Hasta que, casi sin buscarlo, uno de los personajes dio la señal. “Justo cuando empezamos a conversar otra vez sobre la posibilidad de volver, hice una publicidad y regresé a Tony Blades después de años. Y explotó en redes”, cuenta Miyashiro. La reacción del público fue inmediata y contundente. “Eso nos llevó a decidir hacerlo. ‘La gran sangre’ no se puede hacer si no está Jorge, si no estoy yo. La idea salió de los dos. Y había que sumar a Cachín, Pietro y Lucho. Y se dio”. El teaser fue escrito, producido y rodado en tiempo récord. “Fue ultra rápido”, recuerda Carmona. “Dos días después de escribir las escenas, las empezamos a producir, y rodamos prácticamente una semana después. En dos semanas hicimos todo. Se decidió y le dimos duro. Y fue loquísimo, era como si nunca hubiéramos dejado de grabar entre nosotros”. “Estábamos encapuchados para grabar la escena saliendo de la cárcel y veo a Cachín moviéndose sin parar”, recuerda Aldo. “Le digo: ‘¿qué te pasa?’ y me dice: ‘estoy muy emocionado, no puedo controlar la emoción’. Tuvimos que calmarnos para grabar. El humor, la camaradería, todo seguía ahí”. Detrás de cámaras del teaser de «La gran sangre». / Sebastian Rivera Han pasado casi veinte años desde que se estrenó la serie, pero el vínculo permanece. “Hemos hecho carreras distintas, a cada uno le ha ido bien, y ahora nos reencontramos siendo otros. Conservamos las mismas ganas y el mismo rollo, pero han pasado 20 años y cada uno ha vivido sus propios procesos. Volver a juntarnos en un proyecto que nos dio tanta felicidad fue brutal, y reencontrarnos con el cariño de la gente lo hizo todavía más especial”, reflexiona Miyashiro. Detrás de cámaras del teaser de «La gran sangre». / Sebastian Rivera Ese cariño no se evaporó con los años fuera de pantalla. Por el contrario, se volvió más fuerte y más nostálgico. La gente no solo los recordó, los extrañó. Y en ese vacío, “La gran sangre” fue creciendo como un recuerdo compartido que se transmitió de generación en generación. “Son antihéroes que puedes ver en la calle. Son del barrio, compran en el kiosco, en el mercado. Esa cercanía genera identificación. Son como tu alter ego, lo que tú también quisieras ser. Hay chibolos de 10 años que saben quiénes son Tony, Dragón y Mandril. Los padres les enseñan la serie y se genera una unión bien linda entre generaciones”, dice Carmona. Para Aldo, la clave está en que nunca fueron perfectos: “Son falibles. No son dechados de virtud. Tienen problemas y miedos”. La película, que retoma casi 20 años después la historia de Tony Blades, Mandril y El Dragón, se estrenará en el 2026 (Foto: Difusión) Más allá de la ficción Esa conexión con el público dejó momentos difíciles de borrar. Aldo recuerda una presentación en MegaPlaza, cuando anunciaban la segunda temporada. “A Jorge se le ocurrió que no fuéramos como Aldo, Pietro y Cachín, sino como Mandril, Tony Blades y Cobra. Yo no quería, pero me convencieron (ríe). Afuera, más de 15 mil personas nos esperaban con carteles. Parecíamos Servando y Florentino”, dice entre risas. Hubo también episodios insólitos relacionados a expresidentes peruanos que confirmaron hasta dónde había llegado el fenómeno. “Alejandro Toledo quería aparecer en la serie, saludándonos o de alguna otra forma. No aceptamos. Y en el gobierno de Alan García, nos invitaron formalmente a marchar en la Parada militar junto a las Fuerzas armadas. Pudo ser una foto histórica, pero también peligrosa. Preferimos decir que no porque ‘La gran sangre’ siempre fue independiente, justicieros del pueblo, no de un poder político”, asevera Aldo. La nueva película no esquiva el paso del tiempo: lo asume y lo convierte en una herramienta narrativa clave, permitiendo mostrar a los personajes en su versión más vulnerable, humana y real. “La gente nos dice que el Dragón ya no podrá levantar la pierna”, comenta el director. “Y claro, el tiempo pasa y estamos conscientes de ello. La historia se trata así, tal cual. No ocultamos nada. Somos más viejos, pero tenemos las mismas ganas, los mismos hue… e intenciones de solucionar las cosas que se solucionaban, pero adaptándolas a la realidad”. Después de la caída Esa realidad pesa sobre los personajes. Salen de prisión tras veinte años de condena injusta, cargando rabia y pérdidas. “Veinte años es toda una vida. Dejaron familia, amigos, no tienen nada. Y eso cambia la forma en la que resuelven los casos. El Dragón, que era sereno, probablemente ya no lo sea. Tony está amargado, molesto con la vida. Mandril dejó a un hijo afuera. Son otras emociones”, cuenta Miyashiro. Carmona lo resume como una búsqueda consciente: “Queremos personajes multidimensionales. Que cambien, que tengan otro propósito, otro móvil. Son seres humanos, como todos”. Vínculo intacto El pacto de sangre —ese símbolo que marcó a toda una generación— también vuelve resignificado. “Conmovió tanto que algunos chicos se hicieron cortes para decir que se habían hecho el pacto de sangre. Tuve que ir a varios colegios a decirles que no lo hagan. Pero más allá de eso, el pacto era unión, cercanía, respeto”, detalla Miyashiro. Este regreso al cine también dialoga con una historia pendiente. «La gran sangre» ya tuvo una primera película, estrenada el 2 de agosto del 2007, en pleno auge de la serie. Sin embargo, el resultado no fue el esperado. “Trece días después del estreno ocurrió el terremoto de Pisco”, recuerda el realizador. “La gente dejó de ir a lugares públicos por temor a las réplicas. Las salas de cine estaban vacías. El resultado no fue el que esperábamos”. Casi dos décadas después, esta nueva película aparece también como una revancha: una oportunidad de cerrar ese capítulo

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¿Cuál es el origen de Papá Noel? La historia de Santa Claus y su corazón literario | Washington Irving | ELDOMINICAL

Curioso viaje el de San Nicolás. Un santo que nace en Turquía, que originalmente se le rinde culto en Europa, y que termina siendo reinventado como ícono de las fiestas navideñas en la nevada ciudad de Nueva York. Para el escritor español Javier Peña, creador del podcast literario “Grandes Infelices”, más allá de su origen histórico, el bondadoso San Nicolás resulta un personaje tan literario como el avaro Ebenezer Scrooge, inventado por Charles Dickens en su “Un cuento de Navidad” (1843). MIRA: El manuscrito de una amistad Fue Washington Irving quien en 1809 escribió “La historia de Nueva York” (cuyo título completo es “Una historia de Nueva York desde el principio del mundo hasta el fin de la dinastía holandesa”), crónica exagerada que parodiaba el discurso académico, fusionaba leyendas con hechos históricos y celebraba con ironía el papel de las primeras autoridades holandesas en la que fuera la antigua Nueva Ámsterdam. Irving publicó el libro bajo el seudónimo de Diedrich Knickerbocker, un anciano y excéntrico historiador holandés que había desaparecido dejando el manuscrito en su hotel sin pagar la cuenta. Todo ello fue parte de una brillante campaña de márketing ideada por el mismo Irving, la cual tuvo tal repercusión que hoy a los neoyorquinos se les conoce como “knickerbockers” y, por lo mismo, a su equipo de baloncesto se le llama los New York Knicks. Washington Irving. (Foto: Wikimedia Commons) Al principio de la historia, Oloffe Van Kortlandt, un adinerado colono holandés, tiene un sueño en el que San Nicolás desciende de las copas de los árboles en una carreta voladora, enciende una pipa cuyo humo arremolinado toma la forma de una ciudad con torres y se frota el dedo junto a la nariz antes de ascender al cielo. El relato de Irving partía de la tradición holandesa de San Nicolás, donde cada 5 de diciembre los niños dejaban sus zapatos con la esperanza de que ‘Sinterklaas’ los juzgara con ternura y les dejara dulces en lugar de carbón. Al ser estadounidense, el escritor era mucho más cercano a la cultura popular de su país que al santo turco enterrado en Bari. Por ello, no lo retrató como el típico bienhechor que hoy conocemos; su figura se parece más bien a la que recoge Tim Burton en la adaptación de otra de sus historias, “La leyenda del jinete sin cabeza”: un personaje un tanto tétrico, a pesar del tono satírico. En el relato de Irving, el santo patrón holandés devino en Santa Claus. Más tarde, otros autores neoyorquinos como Clement Clarke Moore (con su poema “A Visit from St. Nicholas”) se basaron en el personaje de Irving para construir la imagen definitiva de Santa Claus, con su trineo tirado por renos, el traje rojo, la barba blanca y la nariz color cereza. Décadas más tarde llegarían Dickens y Hans Christian Andersen para terminar el paisaje navideño actual. Escritor español Javier Peña. (Foto: Hugo Pérez) / HUGO PEREZ “No creo que Washington Irving hubiera llegado a adivinar la influencia de su personaje”, advierte Javier Peña. “Lo cierto es que su San Nicolás tomó vida literaria, y luego el mercado empezó a sacarlo del libro hasta convertirlo en un ícono cultural independiente. Sucede lo mismo con Drácula o Frankenstein: la gente habla de Papá Noel sin haber leído sus libros de origen”, afirma. Al escritor español le resulta fascinante un dato poco conocido: Irving, Dickens y Andersen se conocían en persona. Algo difícil que suceda a mitad del siglo XIX, cuando no existían vuelos ‘low cost’. Bien leídas, las historias de estos tres autores tienen mucho de complementarias. ¿Cuánto influyó “Una historia de Nueva York” en “Un cuento de Navidad”, “La niña de los fósforos” o “El muñeco de nieve”? Es difícil precisarlo, pero como asegura el divulgador español, está claro que todos ellos tuvieron el propósito de reinventar la Navidad. Source link

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