¿Qué más se puede decir del concierto de Dua Lipa en Lima? Adjetivos van a sobrar, para qué repetirlos. Lo que hizo la cantante británica de origen kosovar en la capital del Perú pasará a la historia no solo por su desempeño escénico, por la energía que mantuvo de inicio a fin, sino por su entrega a los que se dieron cita en el Estadio San Marcos. A continuación, algunos momentos que quedarán en la memoria colectiva de los peruanos.
Su llegada al escenario. No recuerdo en qué momento subió Dua, solo que ya estaba allí. Primero entre sombras, después ya bañada por la luz de los reflectores. En un momento no estaba y, al siguiente, ya interpretaba las primeras letras de “Training Season”.
No supero este inicio del concierto de Dua Lipa en Lima 🥺🥺🥹 pic.twitter.com/fUADXcIFRs
— Alfonso Rivadeneyra 🐈 (@ALRivadeneyra) November 26, 2025
La energía. Esta fue la ocasión número 78 que Dua Lipa lleva a cabo una presentación por la gira “Radical Optimism”, pero parecía la primera vez por el impulso que guiaba cada uno de sus movimientos. Tal vez sea por un cúmulo de cosas: su edad (30), su preparación física, el innegable talento. Si Dua es una estrella es por todas esas cosas, pero también por su fuerza de voluntad. Ella quería ser una estrella y lo consiguió.
Lo metódico. El show no deja nada al azar, lo cual podría llamar la atención a los más sazonados en conciertos; siempre cautiva ver un poco de humanidad. Al no salirse del guion, al mantener un control absoluto en todos los aspectos del mismo, Dua ofrece un estándar, uno muy alto, digno de alguien tan autoexigente como ella.
El show de Mesones. Pocas cosas han reivindicado tanto a la cumbia peruana como que Dua Lipa invite a Mauricio Mesones a cantar “Cariñito”. El cantante peruano estuvo a la altura luego de entonar la composición de Ángel Aníbal Rosado; Mesones llevó el peso de la canción. El público respondió eufórico.
El público. Perú le falló a Lady Gaga y Katy Perry cuando vinieron; la asistencia no fue la esperada. El cambio con Dua Lipa el Estadio San Marcos estuvo repleto. Y no solo eso, sino que respondimos con energía. Tal vez el público no coreó todos los temas, pero transmitió algo y Dua lo vio. Y por eso mismo prometió volver.
La salida. Abandonar el Estadio San Marcos es un infierno. Los exteriores, entre las combis, buses y vehículos estacionados al caballazo, avanzar por las calles puede ser una tarea imposible; mortal incluso. ¿Quieres tomar un taxi? Vas a tener que caminar para alejarte de el epicentro. Mientras más lejos, más probable conseguir la movilidad con el aplicativo. A menos que quieras arriesgarte con los colectivos. En mi caso, caminé una hora hasta Plaza San Miguel. Recién allí, con esfuerzo, encontré un taxi.
La tardanza. La productora informó que el show empezaría a las 8:30 p.m., pero arrancó una hora después. El concierto fue tan bueno que uno podría olvidar este detalle (yo lo hice, fue un error no incluirlo originalmente en mi crónica), pero aun así no podemos pasarlo por alto. Las promesas se respetan, te llames Dua Lipa o no.





