Giorgio Armani murió a los 91 años: ¿qué unía al genio de la moda con Perú y por qué eligió Cusco para presentar uno de sus perfumes? | De qué murió Milan | Piura | | LUCES
Su madre le enseñó que la verdadera elegancia se esconde en la sobriedad y en la discreción. Giorgio Armani lo entendió y lo convirtió en la esencia de su imperio. Desde los pasillos de La Rinascente en Milán hasta las alturas del Cusco, donde eligió lanzar su fragancia My Way, y las tierras de Piura, de donde tomó el algodón pima para sus colecciones, su historia se enlazó con la nuestra. Re Giorgio no solo vistió al mundo con impecable sencillez: inventó un lenguaje nuevo, un estilo de vida sobrio y refinado que hombres y mujeres de todo el mundo adoptaron como bandera. Cuando el diseñador italiano eligió Cusco para dar a conocer el espíritu de “My Way”, no fue casualidad. El diseñador entendía que la elegancia debía dialogar con la historia y la grandeza de los pueblos. En las alturas sagradas, rodeado de muros incas y cielos infinitos, en el 2022 presentó un aroma que hablaba de encuentros y celebración de la mujer libre. El lanzamiento no fue solo un evento de moda: fue un tributo al Perú, a su cultura milenaria y a su fuerza espiritual. Pero su vínculo con el país venía de antes. Armani había reconocido en Piura una joya natural: el algodón pima, famoso por su suavidad y resistencia. Con él, construyó colecciones que vestían al mundo con una textura que nacía de manos campesinas peruanas. El diseñador, perfeccionista por naturaleza, halló en los algodoneros piuranos la misma obsesión por el detalle. Aquella alianza unió tradición y modernidad, campo y pasarela, mostrando que la moda más refinada podía brotar de la tierra. Lenguaje de sobriedad De Milán al mundo, Armani nunca cedió ante los excesos. Creó un estilo atemporal que se convirtió en bandera para quienes entendieron que menos es más. Fue pionero en desdibujar las fronteras entre lo masculino y lo femenino en el vestir, en dar a la mujer trajes que eran armadura y caricia a la vez. Vistió a Hollywood, a la realeza, a deportistas y artistas. Origen austero En una Italia marcada por la escasez de la posguerra, Armani aprendió a valorar lo esencial. Ese origen austero se convirtió en la raíz de su estilo: sobriedad, discreción y durabilidad frente al exceso. Su encuentro con Nino Cerruti fue decisivo: juntos imaginaron trajes más ligeros, liberados de rigidez, que darían inicio a una revolución silenciosa en el vestir masculino. En 1975, con el apoyo de Sergio Galeotti y la colaboración de Irene Pantone, fundó la casa Giorgio Armani en un modesto departamento de Corso Venezia. Desde el inicio, eligió un camino distinto al de sus competidores: mantener la independencia frente a los grandes conglomerados. “Mi autonomía es la única garantía de mi autenticidad”, declaró en más de una ocasión. Ese principio guio cada decisión durante medio siglo. Estética Armani Su sello pronto se expandió más allá de las pasarelas. En los años ochenta, Armani definió a la mujer profesional con el power suit, una silueta de hombros firmes y líneas limpias que simbolizó poder y libertad. Al mismo tiempo, Hollywood abrazó su estética: Richard Gere en “American Gigolo” se convirtió en embajador involuntario de un estilo que combinaba sensualidad y sobriedad. El águila, símbolo de su firma, representaba esa ambición global. Armani no solo vistió a modelos y actores, vistió una época: su visión permeó en la cultura, el cine y la sociedad, abriendo espacio a nuevas formas de entender la elegancia sin género ni fronteras. Independencia a toda prueba Armani no solo fue diseñador; fue estratega, empresario y guardián de su libertad creativa. Mientras otros cedían a los grandes grupos del lujo, él defendió con disciplina su independencia. Esa coherencia marcó también a quienes lo acompañaron: Sergio Galeotti en los primeros años, Leo Dell’Orco en el área masculina y su sobrina Silvana, quien asumió la dirección creativa femenina y hoy encarna la continuidad de su visión. En plena pandemia, Armani levantó la voz para cuestionar la voracidad de la industria: “Nos hemos vuelto adictos al ruido y la instantaneidad. Es tiempo de buscar durabilidad y conciencia al comprar”, escribió en una carta abierta. Era su manera de recordar que la moda también podía ser resistencia. Legado irrepetible Su muerte a los 91 años, en la ciudad de Milán, marca el fin de una era, pero no el de su influencia. Giorgio Armani no fue solo un diseñador: fue un narrador de identidades, un creador de lenguajes. En cada prenda dejó un manifiesto de dignidad y refinamiento. En cada fragancia, un pasaporte hacia lo eterno. Source link