«Su familia [de mi esposo] no me aceptaba»: Alexandra Hörler habla de sus heridas más profundas, su carrera y su embarazo a los 40 | TVMAS
Cuando Alexandra Hörler había aceptado que la maternidad no formaría parte de su historia, la vida le cambió los planes. A los 40 años, entre mareos, cansancio y síntomas que atribuyó a la perimenopausia, una prueba de embarazo marcó positivo. Una niña crecía dentro de ella. Y con esa pequeña vida, también comenzaba a gestarse una nueva versión de Alexandra: madre, periodista, mujer que resiste y renace. “Llevaba mucho tiempo intentando y no pasaba nada. La ginecóloga me dijo que era casi imposible lograrlo de forma natural, que debí congelar óvulos o intentar un tratamiento hormonal. Pero yo no quería eso. Si no era natural, prefería dejarlo ahí. Así que tiré la toalla. Solté la idea de ser mamá. Incluso le dije a mi esposo que no lo intentaría más”, recuerda la periodista. Hasta que los síntomas llegaron. Primero el cansancio, luego las náuseas. “Le dije a mi esposo: ‘Esto ya se acabó. Estoy entrando la perimenopausia’. Me venía poquísimo la regla y la última vez apenas había sangrado. Estaba triste, pero tranquila. Ya había hecho las paces con eso”. Lo que vino después fue una cadena de sospechas que iban creciendo a medida que los días avanzaban. Hasta que, un día, sola en casa, sacó una prueba de embarazo que había comprado un año antes. “Pintó positivo al segundo. Me quedé en shock. No sabía si gritar de alegría o llorar de miedo. Ya tenía otros planes, ya había cerrado esa puerta”, confiesa. “Apenas le envié la foto de la prueba a mi esposo, me llamó emocionado, pero me dijo que cómo se me ocurre decirle algo así por WhatsApp. Canceló todas sus citas y vino a casa”, cuenta Alexandra. Luego, una prueba de sangre arrojó que tenía ocho semanas y media de gestación. “Ahí fue cuando me cayó todo el peso de los últimos dos meses. Me puse a pensar en las salidas, los tragos, los cigarrillos…. Lo primero que quise fue asegurarme de que mi bebé estuviera bien”. Se realizó un tamizaje genético, y los resultados fueron alentadores: todo estaba en orden. Los primeros cuatro meses fueron los más duros. “Vómitos, náuseas todo el día, mareos, no podía con los olores. Me costaba hacer el programa. Luego vino el insomnio, la ansiedad. Dormía dos o tres horas. Bajé de peso. Tuve sangrado. El doctor me mandó descanso médico por doce días. La clínica se volvió mi segundo hogar”, señala. Su embarazo fue clasificado como de alto riesgo, lo que la obligó a cambiar por completo su ritmo de vida. Dejó la radio, guardó los tacos, y ahora conduce sentada el programa “Paren de todo” en Panamericana TV. “Nada ha sido fácil, encima en redes me dicen de todo: que soy irresponsable, que voy a parecer su abuela, que mi bebé nacerá con deformidades. Pero ya hice todas las pruebas. Tengo cinco meses y tres semanas. Mi hija está bien. Y eso es lo que importa”, asiente. Heridas que marcan Las cicatrices del pasado no siempre se ven, pero Alexandra Hörler aprendió a reconocer las suyas y a enfrentarlas con ayuda profesional. “Mucha gente no lo sabe, pero tuve depresiones fuertes. A los 18 o 19, y luego otra cuando comenzó mi relación con mi esposo. Estuve medicada”, cuenta con honestidad. Cuando quedó embarazada, sabía que no podía enfrentar esa etapa sin apoyo profesional. Su ginecólogo y su psiquiatra trabajaron juntos para ajustar el tratamiento. “No podía dejar la medicación del todo. Hoy se prioriza también la salud mental de la madre”, explica. El insomnio, entonces, se convirtió en un nuevo enemigo. “El doctor me dijo que si yo no dormía, la bebé no se desarrollaba bien. Podía terminar en un parto prematuro o una amenaza de aborto. Fue muy duro adaptarme”. Las heridas emocionales más profundas de Alexandra tienen raíces en su adolescencia. Su padre era alcohólico y agresivo en los momentos más oscuros. A los 18 años, junto a su familia, tuvieron que tomar la difícil decisión de alejarlo del hogar. Ella, muchas veces, corría a casa con la urgencia de evitar que las tensiones terminaran en violencia contra su madre. Esa etapa dejó marcas difíciles de borrar. Años después, ya en pareja, enfrentó una nueva etapa dolorosa: el rechazo de su familia política. No entendía las razones, y esa incomprensión la sumió nuevamente en una fuerte depresión. “Cuando inicié la relación con mi esposo tuvimos unos cuantos problemas con su familia, no me aceptaban. Hubo rechazo, pasaron cosas muy complejas, muy duras, que me llevaron a deprimirme. No podía asimilar, no entendía por qué me trataban así”, rememora. Pero el tiempo ayudó a sanar esas heridas. Hoy, dice con gratitud, mantiene una relación amorosa con ellos. “Estoy feliz de que mi hija nazca en un entorno que yo no tuve: uno estable, amoroso y unido”. Una voz en la cancha Alexandra lleva más de 15 años en el periodismo deportivo. Comenzó en CMD (hoy Movistar Deportes), cuando tenía apenas 23 años. “Era un ambiente bonito, la gente me ayudaba mucho. Muy distinto a la televisión de señal abierta, donde hay más competencia, más egos y donde vuelan los cuchillos”, asegura. Su experiencia la curtió. En cada programa y panel tuvo que demostrar que sabía de fútbol y enfrentó estereotipos y prejuicios que aún persisten. “Le hice una entrevista a Farfán, que no suele dar entrevistas, y apenas se emitió empezaron los comentarios: que si había algo, que si lo estaba ‘gileando’. Jamás me pidió el teléfono, nunca salimos. Ni siquiera conozco su famoso búnker. Siempre mantuve todo en un plano estrictamente profesional”, aclara. Hoy, aunque no está en deportes, sigue frente a cámaras con un programa de actualidad. “Soy un animal televisivo. Me encanta la TV, también la radio. No me cierro. Si algo me gusta, lo hago. Y si vuelve a salir algo en deportes, feliz de regresar”, remarca. Source link