Hoy en día, es muy común escuchar en redes sociales y conversaciones informales términos como love bombing, ghosting o gaslighting. Dentro de ese nuevo vocabulario emocional que ha surgido en la era digital, uno que resuena con fuerza —especialmente entre los jóvenes— es daddy issues. En TikTok, por ejemplo, se multiplican los videos que mencionan este término, muchas veces en tono de burla, y otras como una confesión disfrazada de humor. La música y el cine también lo han adoptado como recurso narrativo. Basta con escuchar canciones como “Daddy Issues” de Demi Lovato para comprender que, más allá de su aparente ligereza, hay una historia emocional compleja que ha tocado fibras profundas en muchas personas. Pero ¿qué significa realmente tener daddy issues? ¿Es solo una forma moderna de hablar de nuestras heridas emocionales, o hay detrás un trasfondo psicológico serio? Según explicó la psicóloga clínica, Anna Ramírez a Hogar y Familia, este término es, sin duda, un concepto coloquial y no una etiqueta clínica reconocida en manuales diagnósticos como el DSM-5 o el CIE-11. Sin embargo, su popularidad en el lenguaje común alude a patrones de comportamiento y dificultades emocionales que una persona —usualmente una mujer— experimenta en sus relaciones adultas, a menudo románticas, y que se asocian a experiencias negativas o la ausencia de una figura paterna durante la infancia. Aunque no se trata de un término clínico, daddy issues funciona como una especie de “atajo emocional” en el lenguaje popular para explicar patrones afectivos complejos que tienen raíces mucho más profundas: inseguridades, miedo al abandono, necesidad de validación, dependencia emocional, entre otros. De acuerdo con Liliana Tuñoque, psicoterapeuta de Clínica Internacional “desde la psicología, hablamos más bien de heridas de apego o traumas infantiles, que pueden tener efectos en la vida adulta, especialmente en la forma de relacionarnos con los demás”. Si bien la popularidad del término permite a las personas abordar —aunque sea de manera superficial— temas complejos de forma accesible y aparentemente menos estigmatizante, esa misma viralidad conlleva un riesgo. “El uso frecuente del término en tono de burla es altamente problemático, ya que trivializa y desinforma sobre un problema emocional real y significativo. Al reducir experiencias de dolor, abandono o disfunción a una etiqueta humorística, se minimiza el impacto psicológico que la ausencia o las dinámicas paternas negativas pueden tener en el desarrollo de un individuo”, advirtió Ramírez. El desafío, entonces, está en ir más allá del meme y abrir conversaciones reales sobre lo que significa crecer con heridas emocionales no resueltas vinculadas al padre. Porque, aunque el término daddy issues no figure en ningún manual de diagnóstico, la experiencia que representa sí deja huellas, y muchas de ellas son dolorosamente reales. El vínculo temprano con el padre influye en cómo nos sentimos seguros, valorados y capaces de formar relaciones sanas. ¿Qué tipo de dinámicas en la relación con el padre suelen originar los “daddy issues”? El vínculo seguro con el padre desempeña un papel esencial en el desarrollo emocional saludable de los hijos. Como señaló Antonella Galli, psicóloga y psicoterapeuta de la Clínica Ricardo Palma, cuando un niño establece una relación afectiva sólida con su padre, se siente protegido y contenido dentro de un ambiente seguro, lo que le proporciona una base firme desde la cual puede explorar el mundo con confianza y autonomía. Esta relación temprana con los cuidadores primarios —especialmente con el padre— es determinante en la formación de los patrones de apego y en la capacidad para regular las emociones, elementos fundamentales para establecer vínculos sanos en la adultez. Cuando este vínculo se ve afectado por dinámicas disfuncionales, pueden surgir dificultades emocionales que, en la adultez, se conocen comúnmente como “daddy issues”. Según Andrea López Salas, psicóloga especializada en psicoterapia DBT y cognitivo-conductual, y directora de Accompany Child, las experiencias que suelen estar en el origen de estos conflictos incluyen la ausencia o el abandono, el abuso emocional, físico o sexual, la presencia de un padre autoritario o controlador, la falta de validación o apoyo emocional y la exposición a modelos de relación poco saludables. Además, la ausencia paterna puede manifestarse de diferentes formas. López destacó tres tipos principales: Ausencia física: Cuando el padre no está presente en la vida diaria del hijo debido a separación, divorcio, muerte o abandono. Esto puede generar sentimientos de rechazo y abandono. Ausencia emocional: Cuando el padre está físicamente presente, pero no está emocionalmente disponible o no muestra interés en la vida del hijo. Esto puede afectar la autoestima y la capacidad del hijo para formar relaciones saludables. Ausencia psicológica: Cuando el padre está presente física y emocionalmente, pero su comportamiento es inconsistente, negligente o abusivo, lo que puede generar confusión y ansiedad en el hijo. ¿Qué efectos emocionales y conductuales suelen observarse en adultos que tuvieron un padre conflictivo o ausente? Las personas que han crecido con una figura paterna ausente o conflictiva pueden desarrollar diversos patrones emocionales y conductuales. Como indicó Ramírez, suelen presentar una búsqueda constante de aprobación y validación externa, idealizar figuras masculinas o de autoridad, y repetir patrones disfuncionales en sus relaciones afectivas, buscando inconscientemente reproducir la dinámica paterna vivida. También pueden tener miedo al abandono, dificultad para establecer límites saludables, baja autoestima, necesidad excesiva de control o sumisión en las relaciones, y una marcada dificultad para confiar o establecer vínculos íntimos. La psicóloga clínica mencionó además que estas experiencias pueden estar relacionadas con trastornos emocionales como ansiedad —incluyendo ansiedad por separación, generalizada o ataques de pánico—, depresión, y trastornos de la personalidad como el trastorno límite, que reflejan dificultades en la regulación emocional. También son frecuentes los trastornos del apego, de la alimentación y una tendencia a relaciones interpersonales marcadas por la dependencia o la evitación. “Muchas personas con heridas emocionales paternas no resueltas desarrollan mecanismos de defensa que pueden expresarse de dos maneras: por un lado, la necesidad constante de estar en pareja como una forma de sentirse protegidas; y por otro, la evitación del compromiso afectivo como estrategia para no ser lastimadas. Esta dinámica puede llevar