Esa energía, además, proviene de unos centros de datos especialmente acondicionados para poder albergar la tecnología que requiere la IA, una tecnología provista de chips de última generación y de hardware complejo construido a base de metales raros que tienen un corto período de vida. De esta manera, el uso cada vez más común de la IA está ocasionando un impacto ambiental que ya está preocupando. Suscríbete gratis al newsletter Vuelta al Mundo Francisco Sanz analiza cómo los eventos internacionales transforman el mundo, cada martes. Suscríbete Como señala un reciente informe del Programa para el Medio Ambiente de la ONU, la proliferación de centros de datos que albergan servidores de IA produce desechos de equipos eléctricos y electrónicos, además de consumir grandes cantidades de agua. Una investigación liderada por científicos de China e Israel, publicado en octubre del 2024 en la revista “Nature Computational Sciencie”, prevé que solo en el 2030 los residuos electrónicos que se usan para la IA podrían alcanzar 2,5 millones de toneladas, además de un acumulado de 5 millones de toneladas hasta ese año, un aumento exponencial si se tiene en cuenta que en el 2023 se produjeron 2.600 toneladas. Cifras escalofriantes, y que podrían convertirse en ciertas si es que no se toman medidas adecuadas para no desechar tanta tecnología a la basura. Y estamos hablando solo de los residuos que genera la IA generativa, pues la basura tecnológica que proviene de laptops, computadoras de escritorio, tablets o teléfonos celulares sumó 62 millones de toneladas en el 2022, según el Monitor Mundial de Residuos Electrónicos de la ONU. “Aunque los beneficios de la IA están bien documentados, los aspectos de sostenibilidad, y en particular la generación de residuos electrónicos, se han pasado por alto en gran medida”, señala Asaf Tzachor, uno de los investigadores israelíes. Hay que tener en cuenta que los microprocesadores que se suelen utilizar para la IA tienen un tiempo de vida de entre tres y cinco años, y casi no son reciclados porque a las empresas de inteligencia artificial no les conviene económicamente, y porque prefieren sustituir los chips por otros de última generación. Así, al cabo de pocos años terminan siendo incinerados o en vertederos, constituyendo un peligro ambiental por la cantidad de metales que contienen, como plomo, arsénico y mercurio. Un articulo de Harvard Business Review apunta que la fabricación de semiconductores requiere más de 300 materiales, incluyendo el oro, cobre, níquel y paladio, y minerales raros como el coltán, cobalto y estaño, que suelen ser extraídos de China y algunos países africanos. Pero este no es el único problema. La explosión de la IA ha aumentado exponencialmente la implementación de centros de datos, que se calcula ahora en 8 millones en todo el mundo. Según la Universidad de Harvard, la construcción de estos lugares consume mucho más acero y hormigón que los edificios comerciales debido a que deben adaptarse al mayor peso de los equipos de alta densidad. Para poder entrenar a la IA no solo se necesitan microprocesadores, sino servidores, equipos de red, almacenamiento de datos, sistemas de control, además de una buena infraestructura de refrigeración que permita su buen funcionamiento. ¿Reciclaje o reinvención? En medio de este panorama no se trata de satanizar la inteligencia artificial, que no solo sirve para crear ‘fotos al estilo Ghibli’ o preguntarle recetas al ChatGPT, sino que su impacto en nuestra vida diaria no implique la destrucción del ecosistema. Para ello, los expertos ya están hablando de sostenibilidad digital y de aplicar la economía circular en esta tecnología. Los mismos científicos que elaboraron el informe para “Nature Computational Science” sugieren que el 62% de los servidores de IA que se descartan cada año (3,1 millones de toneladas) se podrían mantener si se aumentara en un año su vida útil, que, según los autores, suele ser de tres. Para Karina Chuquispuma, decana de Ingeniería Ambiental de la Universidad Científica del Sur, se trata de fomentar e incentivar la reutilización y el reacondicionamiento de esta tecnología, lo que no implica solo reciclaje. “En algunos países se están estableciendo marcos regulatorios para fomentar el ‘upcycling’, es decir, un reciclaje de alto valor. Así, los residuos o las piezas de un componente que ya se usaron pueden pasar a una línea de producción que aumente su valor”, explica a El Comercio. La idea es que los chips y demás infraestructura tecnológica tengan una duración mucho más prolongada, con componentes de biodegradabilidad y que los residuos sean mínimos. “Es darle otra perspectiva al tema de la circularidad y no verlo como un reciclaje normal o el uso de un producto de segunda mano”, agrega. Consumo de energía La empresa de investigación SemiAnalysis, según informa la cadena DW, sugiere que la IA podría hacer que los centros de datos utilicen el 4,5% de la producción mundial de energía para el 2030. Jesús Bellido, decano de la Facultad de Computación de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), considera a este Diario que “la innovación en los algoritmos y técnicas de entrenamiento ya está permitiendo que los modelos de IA sean mucho más eficientes, lo que ayuda a reducir tanto el consumo energético como la generación de basura electrónica asociada al entrenamiento masivo de modelos”. Y añade: “Es posible aplicar la economía circular para reciclar baterías y chips, aunque cada uno requiere procesos distintos. Las baterías pueden reutilizarse en sistemas de almacenamiento o reciclarse para recuperar metales valiosos como litio, cobalto y níquel. En el caso de los procesadores y chips, se pueden extraer metales preciosos (como oro y paladio) y reutilizar algunos componentes, aunque separar los materiales es más complejo por su diseño”. El objetivo ideal es que, con el auge de la IA en nuestra vida cotidiana, su utilización se haga de modo responsable, así como la producción de la tecnología que la sostiene. Si los recursos se depredan sin control, simplemente no habrá con qué producir chips de alta generación. Como considera Chuquispuma, esta industria va a seguir creciendo y ya es imparable,