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¡Qué ironía! Los inmigrantes venezolanos, cubanos y nicaragüenses de Miami, que estaban entre los más fervientes admiradores del presidente Donald Trump, se han convertido en las principales víctimas de sus deportaciones masivas.

Trump ha emitido una nueva directiva por la cual 532.000 inmigrantes cubanos, venezolanos, nicaragüenses y haitianos en todo el país perderán su estatus humanitario o residencia temporal para quienes huyen de crisis humanitarias. Una gran parte de ellos vive en Miami y otras ciudades de Florida.

Al mismo tiempo, otros cientos de miles de inmigrantes venezolanos están por recibir órdenes de deportación tras la decisión de Trump de no extender su estatus de protección temporal (TPS).

Durante la campaña presidencial, Trump había enfatizado que deportaría principalmente a criminales peligrosos, como los miembros de la pandilla venezolana Tren de Aragua. Sin embargo, una vez en el cargo, ha extendido sus planes de deportación a residentes legales temporales sin antecedentes penales.

“Desde su primer día en el cargo, el 20 de enero, Trump ha mantenido a la comunidad venezolana en un estado de terror constante”, me dijo Helene Villalonga, presidenta de Amavex, una organización de apoyo legal a inmigrantes venezolanos.

Villalonga agregó que la comunidad venezolana se siente “estigmatizada” por las frecuentes declaraciones de Trump mezclando a los inmigrantes venezolanos con criminales del Tren de Aragua. Según el Departamento de Seguridad Nacional, solo hay 600 presuntos miembros del Tren de Aragua en Estados Unidos, de los cuales 100 podrían haber cometido delitos violentos.

Antes de analizar por qué Trump está tan obsesionado con expulsar inmigrantes, veamos el probable impacto económico de sus deportaciones masivas.

La mayoría de los indocumentados e inmigrantes con permisos temporales hace trabajos que los estadounidenses no quieren hacer en la construcción, la agricultura y restaurantes, o en servicios como la limpieza o la jardinería. Si son deportados, la escasez de mano de obra hará aumentar los precios, y la inflación.

Según me dijo David Dyssegard Kallick, director de la Iniciativa de Investigación sobre la Inmigración (IRI), un centro de estudios con sede en Nueva York, alrededor del 36% de todos los trabajadores de la construcción de Florida, o más de 150.000, son indocumentados o tienen TPS o permiso de residencia temporal humanitario. Otros 180.000 en Florida trabajan en el sector servicios como personal de limpieza, auxiliares de salud, manicuristas o jardineros, y otros 85.000 trabajan en fábricas, transporte y reparto de mercancías.

“Si se deporta a todas las personas indocumentadas o con permisos de trabajo provisionales en Florida, la economía se contraerá y es probable que más de 80.000 trabajadores (estadounidenses) pierdan sus empleos”, me dijo Dyssegard Kallick. “Si se deporta a los cocineros y lavaplatos en los restaurantes, el negocio se reduce, y todos se ven afectados, incluso los gerentes”.

En cuanto al argumento de que los indocumentados o residentes temporales podrían ser reemplazados por estadounidenses, es una ilusión. Con una tasa de desempleo cercana al mínimo histórico del 4,4%, los empleadores ya tienen dificultades para encontrar trabajadores.

Lo que nos lleva de nuevo a la pregunta de por qué Trump está tan obsesionado con deportar a millones de personas. Algunos críticos de Trump dicen que lo hace porque es un racista, citando su declaración de que los inmigrantes “están envenenando la sangre de nuestro país”.

Pero creo que la explicación más probable es otra: se trata de una estrategia política para complacer a los xenófobos dentro de su base, y al mismo tiempo desviar la atención pública de sus políticas económicas cada vez más impopulares.

Encuestas recientes de CNN y Fox News muestran que el 56% de los estadounidenses desaprueba la gestión económica de Trump, mientras que una mayoría del 51% aún aprueba sus medidas migratorias, según CNN.

Y Trump no paga un alto precio político por deportar a los venezolanos: la mayoría de los inmigrantes venezolanos son recién llegados y no votan.

Al final, los propios partidarios de Trump sufrirán dramas familiares, y serán víctimas de una escasez de mano de obra que aumentará la inflación. Con estas deportaciones, Trump no solo traiciona a gente que huyó de dictaduras, sino que también socava la prosperidad económica de Estados Unidos.

–Glosado y editado–

© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.



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