Imagina que estás preparando la primera comida sólida para tu bebé. Mientras mezclas todos los ingredientes, surge una pregunta: ¿No debería agregarle un poco de sal para darle más sabor? Después de todo, para los adultos es difícil imaginar una comida sin sal. Sin embargo, cuando se trata de la alimentación infantil, esta decisión requiere una cuidadosa consideración. La sal, o cloruro de sodio, es esencial para diversas funciones corporales, como el equilibrio de líquidos y el correcto funcionamiento de los nervios y músculos. No obstante, en los bebés, cuyos riñones aún están en desarrollo, un exceso de sodio puede ser perjudicial. Según MedlinePlus, un consumo elevado de sodio en la infancia no solo sobrecarga los riñones, sino que también puede aumentar el riesgo de problemas de salud a largo plazo. Además, introducir la sal demasiado pronto puede influir en las preferencias alimentarias futuras del niño, fomentando una inclinación por los alimentos salados que podría persistir en la adultez. A esto se suma el hecho de que muchos alimentos procesados contienen sodio oculto, lo que puede llevar a un consumo excesivo sin que los padres lo noten. ¿Cuándo pueden los bebés empezar a consumir sal? La introducción de sal en la alimentación infantil es un tema que requiere especial atención. Según explicó Christina Fink, pediatra de Cleveland Clinic a Hogar y Familia, los bebés obtienen el sodio necesario a través de la leche materna o la fórmula, por lo que no se recomienda agregar sal a su dieta antes de los 12 meses. Por su parte, la pediatra de SANNA Clínica San Borja, la doctora Martha Jaimes señaló que, algunos especialistas sugieren introducirla a partir del primer año, mientras que otros recomiendan esperar hasta los dos años. En esta línea, Ángel Samanez, pediatra neonatólogo y director de gestión académica de la Universidad Científica del Sur, coincidió en que lo ideal es evitar la sal hasta los dos años, ya que los alimentos naturales contienen sodio en su forma original. Un consumo excesivo de sal puede sobrecargar los riñones inmaduros del bebé, causando deshidratación, hipertensión y problemas renales. ¿Cuáles son los riesgos de introducir la sal demasiado pronto en la alimentación infantil? El consumo elevado de sal en la alimentación infantil puede tener consecuencias graves para la salud del bebé, ya que sus riñones aún no están completamente desarrollados y no pueden procesar grandes cantidades de sodio. Básicamente, como precisó la experta de Cleveland Clinic, esto puede generar una sobrecarga renal y desequilibrios electrolíticos que, en casos extremos, podrían derivar en daño renal. Además, una ingesta excesiva en la infancia se ha asociado con un mayor riesgo de hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares en la edad adulta. “Una introducción precoz y excesiva puede ocasionar de deshidratación y aumento de colesterol. Asimismo, puede afectar la filtración glomerular, favorecer la formación de cálculos renales y aumentar el riesgo de insuficiencia renal crónica. También puede provocar retención de líquidos, lo que conlleva hinchazón, aumento de peso y posibles alteraciones en la presión arterial”, agregó Wilfredo Ingar, pediatra de la Cínica Internacional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el consumo elevado de sodio es un problema de salud pública significativo y estima que 1,89 millones de muertes al año están relacionadas con su ingesta excesiva. Por ello, recomienda evitar la adición de sal en la dieta de los bebés menores de un año. Un exceso de sal en esta etapa puede manifestarse mediante síntomas, como sed excesiva, irritabilidad y cambios en los patrones de micción (orinar más o menos de lo normal). ¿Cómo influye el consumo precoz de sal en la formación del paladar? De acuerdo con Edison Ríos, pediatra de la Clínica Ricardo Palma, los bebés desarrollan sus papilas gustativas en los últimos meses de gestación, pero al nacer muestran una preferencia natural por el dulzor de la leche materna. Sin embargo, una vez que inician la alimentación complementaria, si se les introduce sal desde sus primeras comidas sólidas, pueden acostumbrarse a este sabor y desarrollar una preferencia por alimentos con alto contenido de sodio. El consumo precoz de sal puede hacer que los bebés desarrollen una preferencia por los alimentos salados, lo que puede llevar a una dieta poco saludable en el futuro. “Es importante tener en cuenta que las papilas gustativas continúan desarrollándose entre los seis y veinticuatro meses, un período clave para la formación del paladar. Durante esta etapa, la exposición frecuente a la sal puede reforzar su aceptación y, con el tiempo, hacer que el niño demande alimentos más salados. Además, entre el 72 % y el 75 % del sodio que consume un niño proviene de alimentos procesados como pan, quesos, embutidos, cereales y aperitivos salados. En este contexto, añadir más sal a las comidas caseras solo incrementa el riesgo de un consumo excesivo”. Por su parte, la doctora Fink respaldó está idea al recalcar que, si bien existe una predisposición innata hacia ciertos sabores, las experiencias alimentarias en la infancia son determinantes en la construcción de las preferencias gustativas. Por ello, se recomienda evitar la sal añadida en los alimentos del bebé para fomentar hábitos saludables desde el inicio y, así reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con el consumo excesivo de sodio en la infancia y adultez. ¿Cuáles son las diferencias entre la sal natural presente en los alimentos y la sal añadida? La principal diferencia entre la sal natural presente en los alimentos y la sal añadida radica en su origen, cantidad y efectos sobre la salud. Por un lado, la sal natural es aquella que se encuentra de forma intrínseca en alimentos como frutas, verduras, carnes y productos lácteos, en cantidades moderadas y acompañada de otros minerales como potasio, magnesio y calcio, que ayudan a regular el impacto del sodio en el organismo. Por esta razón, su consumo no suele representar un riesgo significativo. En cambio, la sal añadida se incorpora a los alimentos durante su procesamiento, preparación o cocción. Según la pediatra Christina Fink, esta se encuentra en productos ultraprocesados,