El hábito de fumar es, sin duda, una de las prácticas más arraigadas en la historia de la humanidad, a pesar de que durante décadas ha sido señalado como el responsable de innumerables problemas de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aún existen más de 1,300 millones de fumadores en el mundo, de los cuales el 36,7% son hombres y el 7,8% mujeres. Lamentablemente, el tabaquismo provoca más de 8 millones de muertes cada año, siendo una de las principales causas prevenibles de ciertas enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, las respiratorias y el cáncer. Por esta razón, con frecuencia se destacan los posibles riesgos a largo plazo tanto del cigarrillo como del vapeo en órganos como el esófago, la garganta y, sobre todo los pulmones, los cuales suelen ser el centro de atención en las campañas de salud. Sin embargo, hay otro órgano que sufre en silencio las consecuencias: los ojos. En definitiva, estas pequeñas, pero complejas ventanas al mundo, son sorprendentemente vulnerables a las sustancias químicas presentes en estos productos, pues más allá de la irritación pasajera, el daño puede ser progresivo y devastador, afectando desde la calidad de la visión hasta el desarrollo de enfermedades oculares graves. ¿De qué manera el humo del tabaco y el vapeo puede afectar a la salud ocular? Según explicó la neumóloga de Cleveland Clinic, Neha Solanki a Bienestar, el humo del tabaco contiene más de 7,000 sustancias químicas, muchas de las cuales son tóxicas y pueden dañar diversas partes del cuerpo, incluyendo los ojos. Básicamente, la exposición constante puede reducir el flujo sanguíneo hacia los tejidos oculares lo que disminuye el suministro de oxígeno y nutrientes esenciales para la salud ocular, incrementando así el riesgo de afecciones visuales. El humo, tanto al fumar como al vapear, incluye una serie de sustancias como la nicotina y compuestos volátiles que afectan la salud ocular. Como señaló María Zuñiga, Oftalmologa de la Clínica Ricardo Palma, uno de los problemas más comunes asociados es el ojo seco, el cual ocurre debido a alteraciones en las tres capas de la película lagrimal: Capa acuosa: Se incrementa la evaporación de la lágrima por la disminución de la humedad en la zona periocular. Capa lipídica: Los compuestos volátiles del tabaco, incluidos los saborizantes en el vapeo, modifican la composición química de los lípidos, lo que aumenta la incomodidad ocular. Capa mucosa: Disminuye la producción de las células responsables de esta capa, afectando la hidratación de la superficie ocular. Las partículas inhaladas pueden generar radicales libres, aumentando el daño oxidativo en los tejidos oculares y contribuyendo al desarrollo de enfermedades como la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Asimismo, a nivel de la córnea, la capa superficial del ojo, se ha observado que, las personas que fuman, vapean o realizan las dos actividades, tiene una mayor sensibilidad corneal, lo que a la larga puede desencadenar mayores complicaciones con el uso de lentes de contacto. “Al generar un estrés oxidativo, el tabaquismo acelera el envejecimiento y el deterioro de la retina y el cristalino. En concreto, este proceso que daña las células y los tejidos del ojo debilita las defensas naturales de dicho órgano, aumentando así el riesgo de desarrollar enfermedades oculares, como la degeneración macular relacionada con la edad (DMAE) y cataratas. Además, en personas diabéticas que fuman, el riesgo de retinopatía diabética se incrementa considerablemente debido a la inflamación y la reducción del flujo sanguíneo en los vasos de la retina”, expresó la doctora Karen Barraza Lino, médico oftalmólogo especialista en retina y vítreo. Por su parte, el doctor Juan Alberto Dios, oftalmólogo de la Clínica Internacional, refirió que las personas que fuman también corren el riesgo de tener problemas en el nervio óptico, por lo que un daño en esta zona que conecta al ojo con el cerebro puede provocar ceguera. De igual forma, el consumo de tabaco, vapear o una combinación de ambos puede aumentar los factores de riesgo de glaucoma. Igualmente, fumar puede causar uveítis, una inflamación de la úvea, la capa media de la pared ocular, que provoca ojos rojos, dolor y problemas de visión. Además, la enfermedad ocular tiroidea que es una afección relacionada con la glándula tiroidea y que tiene como síntomas característicos la protuberancia de los ojos, en personas fumadoras, esta puede evolucionar de manera más grave, ya que el tabaco intensifica la inflamación y reduce el flujo sanguíneo de los tejidos. En sí, esto no solo aumenta el riesgo de complicaciones, sino que también puede llevar a la pérdida significativa de la visión si no se trata adecuadamente. ¿Qué población es más vulnerable a los daños oculares por consumo de tabaco o vapeo? Es importante tener en cuenta que, si bien los fumadores activos enfrentan mayores riesgos oculares, las personas expuestas al humo de segunda mano también pueden desarrollar problemas significativos, como cataratas o degeneración macular. Según la experta de Cleveland Clinic, la exposición prolongada y frecuente al humo puede ser particularmente perjudicial en los niños, quienes desde una edad temprana pueden empezar a mostrar signos de daño ocular. Al igual que el tabaco, el vapeo afecta la microcirculación ocular, privando a los ojos de los nutrientes y oxígeno necesarios para su correcto funcionamiento. “La exposición al humo durante el embarazo o en los primeros años de vida puede dejar secuelas visuales duraderas, detectadas incluso en niños de 6 años. De igual forma, fumar durante la gestación puede aumentar significativamente el riesgo de que los bebés desarrollen complicaciones neurológicas, como algunos tipos de meningitis, los cuales pueden producir daños oculares a largo plazo”, aseguró la doctora Zuñiga. El tabaquismo materno afecta el desarrollo de los músculos extraoculares, que son responsables del movimiento ocular, lo que incrementa el riesgo de problemas como el estrabismo (ojo perezoso). Además, el tabaco interfiere en la formación de la retina, lo que puede dar lugar a defectos refractivos, como miopía, hipermetropía y astigmatismo. La doctora Valentina Gracia, oftalmóloga de la Clínica OfatlmoMedic recalcó que, si a esto se suma el