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Desde que Brasil tipificó el feminicidio hace exactamente una década, al menos 11.859 mujeres han sido asesinadas. Esas son solo las contabilizadas. Es decir, las registradas por el Ministerio de Justicia como asesinadas por su condición de mujeres en un contexto de en este país de 212 millones de habitantes. Esa cifra, publicada por el diario Folha de São Paulo este lunes, es un número duro, no una estimación. Son los delitos de feminicidio contabilizados desde que el 9 de marzo de 2015 la presidenta Dilma Rousseff sancionó la ley 13.104. Asomarse al perfil Quem Ama Liberta en Instagram o Facebook permite hacerse una idea del monumental vacío que dejaron esas casi 12.000 brasileñas.

La evolución de los anuales indica que los feminicidios contabilizados casi se han triplicado en esos 10 años (de 535 a 1.259 víctimas mortales). Si en 2015 suponían algo menos de dos mujeres muertas al día, ahora alcanza las cuatro muertas diarias a manos de maridos, novios, etcétera. Los especialistas atribuyen ese aumento a varios factores: un incremento de la violencia a medida que las mujeres ganan autonomía, un incremento de las denuncias y una mejora en los registros.

Ningún otro delito es castigado en Brasil en la actualidad con penas tan largas como el feminicidio, que oscilan entre 20 años y 60 años, en caso de agravantes. Brasil, en cualquier caso, es un país con altas tasas de violencia. De las casi 37.000 personas asesinadas en 2024, más 1.200 eran mujeres víctimas de feminicidio, más de 2.400 mujeres víctimas de otros delitos y más de 32.000, hombres.

La comisaria de policía Dannyella Pinheiro explica al diario Folha por qué, según su experiencia, la violencia machista aún es un enorme desafío. “Muchas mujeres creen que el agresor puede cambiar, que lo conocen porque llevan 10-20 años a su lado. Además, dudan en denunciarlo porque tienen hijos o dificultades económicas. Por eso, es fundamental que el Estado ofrezca una red de apoyo para acogerlas antes de que el caso evolucione hacia un feminicidio”, explica. Ahora mismo existen 16 Casas da Mulher Brasileira en funcionamiento, es decir, menos de una por Estado aunque el Gobierno tiene planes de que alcancen las 40 para 2027.

La reseña más reciente del memorial Quem Ama Liberta está dedicada a Evelyn Cristina Serrano, de 18 años, asesinada por su exnovio mientras el mundo conmemoraba este fin de semana el día de la Mujer. La familia de la estudiante ha convocado este lunes un acto en el cementerio, para exigir justicia y la detención del sospechoso, justo antes de enterrarla en São João de Meriti, en la región metropolitana de Río de Janeiro. Su cadáver fue localizado el 8 de marzo con una herida en el cuello en casa de su exnovio, al que dejó hace un par de semanas tras cuatro meses de relación, según contó su abuela a una emisora local y recoge Quem Ama Liberta.

Así se llama el memorial de las víctimas de violencia machista que elabora desde su casa la profesora Regina Jardim desde que su hija fue asesinada. A falta de una base de datos oficial sobre las víctimas, las reseñas que elabora Jardim permiten vislumbrar la magnitud del daño causado por los feminicidas en Brasil.

Las autoridades tienen la última palabra sobre si un crimen concreto es tipificado como feminicidio o no. Pero, por ejemplo, en el Distrito federal de Brasilia, funciona un protocolo por el cual todo homicidio de una mujer es analizado, de entrada, como un crimen machista.

Samira Bueno, la directora ejecutiva del Forum Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), sostiene en una nota de esta organización sin ánimo de lucro que radiografía la violencia, que “las iniciativas para frenar esta epidemia de violencia han sido insuficientes a pesar de la ampliación del marco jurídico para la protección de las mujeres”. Reclama que sea una prioridad presupuestaria.

La encuesta anual del FBSP, difundida este lunes, revela que el 37% de las brasileñas sufrieron violencia en el último año, el dato más alto registrado hasta ahora. También apunta a que una de cada diez sufrió abuso sexual o fue forzada a mantener relaciones sexuales, que los casos más graves ocurrieron a menudo en el hogar y que solo una cuarta parte de las agredidas acudió a las autoridades.



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