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Salud

Cada dos segundos, alguien en el mundo sufre un ACV: Conoce las afecciones neurológicas más comunes y cómo identificarlas | BIENESTAR

Según un estudio publicado por The Lancet Neurology (2021), con la contribución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 3000 millones de personas en todo el mundo viven con una afección neurológica. Este año, la OMS publicó que este tipo de enfermedades son la principal causa de mala salud y discapacidad a nivel mundial. Por lo tanto, es fundamental saber cómo identificarlas para poder tratarlas lo antes posible y garantizar el bienestar del paciente. “De acuerdo con el estudio que realizamos en 2020, hasta ese entonces, las enfermedades neurológicas más comunes en los peruanos, y las que tienen un mayor impacto en términos de salud, son la migraña, el infarto cerebral y las demencias, sobre todo el Alzheimer. En ese sentido, es crucial conocer los síntomas y formas de tratamiento de estas afecciones”, señaló el Dr. Carlos Alexander Alva Díaz, neurólogo e investigador titular de la Universidad Científica del Sur (Científica). ¿Cuáles son los síntomas de estas afecciones neurológicas? La OMS define la migraña como una cefalea primaria que suele aparecer en la pubertad y afecta principalmente a personas entre los 35 y 45 años de edad. “Se calcula que la prevalencia mundial de la cefalea (al menos una vez en el último año) en los adultos es de aproximadamente el 50%. Entre la mitad y las tres cuartas partes de los adultos de 18 a 65 años han sufrido una cefalea en el último año, y el 30% o más de este grupo ha padecido migraña”, publicó la organización. “El principal síntoma de la migraña es el dolor de cabeza, descrito como pulsátil o tipo latido, que afecta principalmente una mitad de la cabeza y se intensifica con la exposición a la luz, al ruido u otros desencadenantes, que varían según cada paciente”, explicó el Dr. Alva Díaz. Según la OMS, las cefaleas (caracterizadas por dolores de cabeza recurrentes) son uno de los trastornos más comunes del sistema nervioso. / Seva Levitsky Además, el Dr. Manuel Moquillaza, neurólogo endovascular y coordinador del servicio de Neurología de la Clínica Ricardo Palma, mencionó otros síntomas como náuseas y vómitos. “Los desencadenantes más comunes suelen ser el café, chocolates, quesos amarillos, ajinomoto, frutos secos, edulcorantes y parrillas, así como el estrés, dormir mal, niveles hormonales alterados (ciclo menstrual) y la exposición a ruidos intensos”, destacó el doctor. “Nunca subestimen el dolor de cabeza, especialmente si es intenso y refractario al tratamiento médico. La persona debe acudir a su neurólogo de cabecera para buscar otras opciones diagnósticas como aneurisma cerebral o tumores”, aconsejó Moquillaza. En cuanto al infarto cerebral, el doctor hizo énfasis en que una de cada cuatro personas corre el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), cobrándose cada año más de 6,6 millones de vidas. “Un accidente cerebrovascular sucede cuando el flujo de sangre a una parte del cerebro se detiene. Este puede ser isquémico, cuando la arteria se ocluye, o hemorrágico, cuando la arteria se rompe y el cerebro se inunda de sangre. A este último se le conoce popularmente como derrame cerebral”. El Dr. Alva Díaz indicó que el principal síntoma del infarto cerebral es la debilidad súbita de una parte del cuerpo, siendo la más frecuente la mitad de la cara, junto con el brazo y la pierna del mismo lado. “El paciente que ha sufrido un infarto cerebral debe ser atendido durante las primeras 4.5 horas de presentar los primeros signos, a fin de reducir el riesgo de mortalidad y de secuelas, dependiendo de la ubicación y tamaño del suceso. Cuanto más rápido sea atendido, mayores serán sus probabilidades de recuperación”, enfatizó el Dr. Pablo Zumaeta, neurólogo de la Clínica Ricardo Palma. Al sufrir un infarto cerebral, es vital actuar inmediatamente. Es preciso mencionar que, conforme a la Fundación para la Cobertura del Aneurisma Cerebral (Fucac), cada 2 segundos alguien en el mundo sufre un accidente cerebrovascular (ACV), también llamado infarto cerebral, ictus o stroke. Finalmente, en el caso de la demencia, el Dr. Alva explicó que el principal síntoma es el olvido recurrente y progresivo de recuerdos presentes y/o pasados, que puede ir acompañado de una disminución en las habilidades para realizar actividades laborales y cotidianas de manera independiente, como comer, lavarse y vestirse. ¿Cuáles son las causas y factores de riesgo de estas enfermedades? Carlos Alva estableció los siguientes puntos en relación con cada una de las afecciones neurológicas mencionadas: En la migraña, los factores que se han demostrado que favorecen la ocurrencia de crisis incluyen la falta de sueño, saltarse comidas, la deshidratación, el sedentarismo, la alta exposición solar (especialmente en verano y al mediodía) y el distrés (exceso de estrés). En el infarto cerebral, entre los factores de riesgo se encuentran las enfermedades cardiovasculares como la fibrilación auricular y/o la hipertensión, las enfermedades metabólicas como la diabetes, la obesidad y las dislipidemias (elevación anormal de colesterol o lípidos en sangre), además del hábito de fumar y el consumo excesivo de alcohol. En la demencia, existen actualmente hasta 14 factores de riesgo que pueden contribuir a aproximadamente la mitad de los casos. Entre los más importantes se encuentran el bajo nivel educativo durante la infancia, la pérdida de audición y la dislipidemia en la adultez, así como la soledad en la vejez. ¿Cómo puedo prevenir las afecciones neurológicas? El neurólogo de la Científica afirmó que existen seis factores principales que pueden dañar o deteriorar el cerebro: Inactividad física Falta de sueño Mala nutrición Falta de estimulación cerebral Soledad Riesgos cardiometabólicos “Estos factores contribuyen al deterioro cognitivo y pueden aumentar el riesgo de enfermedades cerebrales”, recalcó el experto. Para contrarrestar estos riesgos y prevenir enfermedades cerebrales, se aconseja adoptar seis hábitos saludables: Realizar ejercicio físico de manera regular Mantener un sueño adecuado Seguir una dieta equilibrada Estimular la actividad mental Socializar y mantener conexiones sociales Someterse a controles cardiometabólicos periódicos El ejercicio es sumamente útil para prevenir estas enfermedades. ¿Qué chequeos preventivos son necesarios para garantizar nuestro bienestar cerebral? Alva Díaz respondió que son tres los chequeos necesarios para monitorear

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Infarto cerebral agudo: Los pacientes tienen 4 horas y media para ser atendidos a tiempo y salvar sus vidas | accidentes cerebrovasculares | tratamientos | signos de alerta | BIENESTAR

Imagina estar en una reunión de trabajo, en una cena con amigos o simplemente caminando por la calle y, de repente empiezas a sentir que el cuerpo no responde como debería, ya que la mitad del rostro se entumece, el habla se vuelve confusa y los movimientos se tornan cada vez más torpes y difíciles. En este contexto, lo más probable es que estemos ante la presencia de un accidente cerebrovascular (ACV), el cual es una de las emergencias neurológicas no solo más predominantes entre la población, sino también más devastadoras, pues en cuestión de minutos la vida de una persona puede cambiar drásticamente, dejando secuelas irreversibles o incluso fatales si no se actúa con rapidez. Según señaló el doctor Andre Machado, neurólogo de Cleveland Clinic a Bienestar, cada año se estima que alrededor de 6.2 millones de personas mueren a causa de algún tipo de accidente cerebrovascular en todo el mundo. De estos casos, el 15% corresponde a ACV hemorrágicos, mientras que el 85% son ACV isquémicos o también conocidos como infartos cerebrales, cuya prevalencia es tan alta que ha incrementado en un 50% en los últimos 20 años. Se calcula que una de cada cuatro personas sufrirá de un infarto cerebral en algún momento de su vida. “El infarto cerebral agudo es considerado como la segunda causa de muerte en el mundo, representando el 7% de todas las defunciones, y la principal causa de discapacidad a nivel global. Sin embargo, lo que muchas personas desconocen es que también es la segunda causa de demencia, después de la enfermedad de Alzheimer, ya que la demencia vascular se produce como resultado de múltiples infartos cerebrales. Ciertamente, este es un problema de salud pública muy grave que requiere atención y concienciación, sobre todo, porque ya no es una enfermedad exclusiva de los adultos mayores, pues el 63% de este tipo de ACV sucede en poblaciones menores a 70 años”, expresó Marla Gallo, neuróloga y coordinadora de la unidad de ictus de la Clínica Ricardo Palma. ¿Qué es un infarto cerebral agudo? A diferencia del accidente cerebrovascular hemorrágico, el cual sucede cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe y causa un severo sangrado, un infarto cerebral agudo es la obstrucción súbita de una arteria que irriga el cerebro, lo cual interrumpe el flujo sanguíneo y provoca la muerte de las células cerebrales en la zona afectada. Básicamente, como explicó Oswaldo Cachay, neurólogo de la Clínica Internacional, este accidente cerebrovascular de produce de un momento a otro, ya que cuando el cerebro se priva de oxígeno y nutrientes, las células cerebrales comienzan a morir en minutos, lo que puede llevar a daños neurológicos permanentes o incluso a la muerte si no se trata de inmediato. El infarto cerebral agudo generalmente se debe a la obstrucción de una arteria en el cerebro, siendo una de sus causas principales la trombosis y la embolia cerebral. “La oclusión de la arteria puede ser causada por un trombo, es decir, un coágulo de sangre dentro de una arteria que irriga el cerebro, así como también puede producirse por un coágulo o fragmento de placa que se forma en otra parte del cuerpo, como el corazón y, que viaja por el torrente sanguíneo hasta llegar al cerebro, donde bloquea una de las arterias”, indicó la neuróloga. Asimismo, es importante tener en cuenta que existen una serie de factores específicos que son los causantes del 90% del riesgo de un infarto cerebral agudo, incluyendo: hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso u obesidad, sedentarismo, mala alimentación, contaminación ambiental, tabaquismo, niveles altos de colesterol LDL, consumo excesivo de alcohol y disfunción renal. No obstante, como refirió Machado, las enfermedades cardíacas, como la fibrilación auricular, el estrés crónico y un historial de enfermedades cerebrovasculares también pueden aumentar significativamente la probabilidad de que una persona sufra un infarto cerebral. ¿Cuáles son los signos que indican que una persona está sufriendo un infarto cerebral agudo? Los signos de un infarto cerebral agudo suelen aparecer de manera súbita, y entre los más comunes se encuentran: Dificultad para hablar o entender el habla. Debilidad o parálisis en un lado del cuerpo, particularmente el brazo, la pierna o la cara. Pérdida repentina de visión en uno o ambos ojos Dolores de cabeza intensos. Confusión repentina. Pérdida del equilibrio o coordinación Dificultad para caminar. “El 80% de la población no suele reconocer los síntomas, por ende, muchas veces las personas no son conscientes de que están padeciendo de un infarto, por lo que no acuden a un centro de salud. Sin embargo, una herramienta muy útil que nos permite recordar la sintomatología de este tipo de ACV es el acrónimo FAST (Face, Arms, Speech, Time). En otras palabras, esto hace referencia a los elementos claves que tenemos que tener en cuenta: F: asimetría facial o caída del rostro, A: debilidad de los brazos, S: alteración en el lenguaje y T: tiempo, ya que se debe actuar rápidamente”, sostuvo la doctora Gallo. Por su parte, el especialista de Cleveland Clinic mencionó que, si bien los síntomas son comunes en personas de ambos sexos, las mujeres pueden experimentar síntomas adicionales o más sutiles, como fatiga generalizada, cambios en el estado mental, náuseas, vómitos y dolor en el pecho o en el rostro, que a menudo no se reconocen inmediatamente como signos de un infarto cerebral. Como resultado, es más posible que las pacientes no reciban un diagnóstico tan rápido como los hombres, lo que puede retrasar el tratamiento, razón por la cual, las mujeres presentan un mayor riesgo de muerte por esta condición. Factores como la hipertensión, la diabetes, el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad incrementan en un 90% el riesgo de sufrir un infarto cerebral agudo. “De igual modo, algunas pueden llegar a experimentar advertencias previas a un infarto cerebral completo, conocidas como ataques isquémicos transitorios (TIA), los cuales ocurren cuando hay una interrupción temporal en el flujo sanguíneo al cerebro. Generalmente, los síntomas de un TIA son muy similares a un infarto cerebral, pero suelen durar

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Videojuegos: ¿amigos o enemigos de tu salud? La ciencia revela los efectos de jugar hasta 3 horas diarias | estrés | PS5 | BIENESTAR

En la actualidad, los videojuegos se han convertido en una de las formas de entretenimiento más populares y accesibles del mundo. Desde los más pequeños hasta los adultos, millones de personas dedican parte de su día a sumergirse en mundos virtuales llenos de desafíos y aventuras. Sin embargo, durante décadas, estos han sido objeto de debate debido a su influencia en la salud mental. Las preocupaciones sobre las adicciones y su impacto en las relaciones sociales han dominado la narrativa, proyectando una imagen predominantemente negativa. No obstante, un reciente estudio publicado en la revista Nature Human Behaviour desafió esta visión al revelar que los videojuegos pueden mejorar el bienestar mental cuando se usan de manera moderada. A medida que el mundo se vuelve cada vez más digital, los juegos de video han evolucionado más allá de ser simples pasatiempos, ya que hoy en día, abarcan un amplio espectro de géneros que van desde contenidos más educativos y de estrategias, hasta simulaciones de la vida real o experiencias colaborativas. Sin duda, esta diversidad ha permitido que las consolas y los juegos en línea se conviertan en herramientas útiles para fomentar una serie de habilidades cognitivas. Sin embargo, como cualquier forma de entretenimiento, el abuso de estas actividades virtuales puede tener consecuencias negativas, tanto en la salud física como en la emocional, lo que continúa generando dudas sobre su impacto. José Soza, psicólogo y docente de Continental University Of Florida explicó a Bienestar que la relación entre los videojuegos y la salud mental es compleja, ya que depende de varios factores, como el tipo de juego, la cantidad de tiempo invertido y el contexto en el que se juega, así como también la personalidad del jugador. Por lo tanto, algunos videojuegos pueden fomentar habilidades sociales y emocionales, mientras que otros, si se utilizan de forma desmedida, pueden exacerbar problemas preexistentes como la ansiedad o el aislamiento social. Por ello, para profundizar en esta cuestión, la investigación titulada “Causal effect of video gaming on mental well-being in Japan 2020–2022″, liderada por Hiroyuki Egami, analizó el impacto de los videojuegos en el bienestar mental y el malestar psicológico de los jugadores durante la pandemia de COVID-19. El estudio, que se basó en un experimento natural utilizando la distribución aleatoria de consolas Nintendo Switch y PlayStation 5 debido a la escasez de estos dispositivos, contó con la participación de 97,602 personas de entre 10 y 69 años en Japón. Los resultados revelaron que quienes jugaban entre 1 y 3 horas diarias experimentaron mejoras en su salud mental y satisfacción con la vida. Consolas como el Nintendo Switch, que suelen utilizarse en entornos familiares o sociales, fomentan la interacción positiva entre amigos y familiares, fortaleciendo así las conexiones sociales y por ende, una mejora en el bienestar mental. ¿Cuáles son los factores que influyen en el bienestar mental de los jugadores de videojuegos? Cantidad de tiempo de juego Según el estudio publicado el pasado mes de agosto, uno de los principales factores que determina el bienestar mental es el tiempo, pues se observó que jugar menos de tres horas al día se asocia con efectos positivos en la salud mental, como la reducción del malestar y un aumento en la satisfacción con la vida, así como también actúa como una forma de entretenimiento relajante. Sin embargo, al exceder este rango, los efectos contraproducentes pueden aparecer. “El uso excesivo de videojuegos puede generar diversas consecuencias negativas en la vida cotidiana. Entre los efectos más comunes se encuentran la adicción, la disminución de habilidades sociales, el bajo rendimiento académico o laboral, y el deterioro de la salud física debido a la inactividad. Además, puede agravar problemas de salud mental preexistentes, como la depresión y la ansiedad, creando un ciclo de dependencia emocional donde los videojuegos se convierten en una vía de escape y la principal fuente de satisfacción. Sin duda, este ciclo puede llevar al aislamiento social, ya que las personas tienden a evitar enfrentar sus dificultades a través del juego, lo cual no solo empeora la salud mental, sino que también limita el desarrollo de habilidades de afrontamiento adecuadas. Asimismo, la falta de interacción cara a cara y la inactividad física intensifican sentimientos de soledad, desesperanza y fatiga, lo que afecta tanto la concentración como el bienestar general”, expresó el psicólogo. Tipo de consola Asimismo, Egami y el equipo de investigadores determinó que los efectos varían según la consola utilizada. En este caso, el Nintendo Switch, que fomenta un juego cooperativo y familiar, mostró mayores beneficios en los adolescentes. Como destacó la psicóloga clínica, Ana Rodríguez, este tipo de consola les permite una mayor interacción social y conexión con amigos y familiares, además de que los juegos suelen ser más accesibles y menos intensivos, lo que reduce el riesgo de adicción y promueve un uso más equilibrado En contraste, la PlayStation 5, con juegos más complejos, resultó ser más beneficiosa para jugadores adultos y “hardcore”. De acuerdo con Soza, aunque esta consola también ofrece juegos multijugador, tiende a estar más centrada en experiencias individuales y competitivas, lo que puede limitar sus beneficios sociales en comparación con el Nintendo Switch. Los adolescentes pueden ser más vulnerables tanto a los efectos positivos como negativos de los videojuegos debido a su etapa de desarrollo, ya que están en un período crítico de formación de identidad y habilidades sociales, lo que puede hacerlos más susceptibles a influencias externas. “Igualmente, las características de los videojuegos pueden influir en la salud mental. Aquellos con niveles ajustables de desafío y una curva de aprendizaje equilibrada pueden mejorar la autoestima y fomentar la perseverancia. Los juegos narrativos que promueven la empatía, y los cooperativos que impulsan la socialización, también tienen un impacto positivo en el bienestar emocional. Además, los juegos que permiten la creatividad y la personalización ofrecen satisfacción y un sentido de control, lo que favorece a la salud mental. Sin embargo, los videojuegos violentos pueden aumentar la agresividad y disminuir la sensibilidad hacia la violencia real, afectando negativamente el comportamiento emocional”. Contexto

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Ansiedad estrés salud mental de los peruanos vivir en medio de crisis e inseguridad | miedo | BIENESTAR

En las últimas décadas, la salud mental ha dejado de ser un tema relegado exclusivamente a los consultorios para ocupar un lugar cada vez más relevante en el debate público. Actualmente, vivimos en una sociedad que se enfrenta a desafíos constantes que ponen a prueba nuestro bienestar emocional. En el caso del Perú, factores, como la inestabilidad económica, la incertidumbre política, la creciente violencia urbana, así como las secuelas sociales y psicológicas causadas por la pandemia del COVID-19, están dejando una huella profunda en la población, desencadenando así una crisis de salud mental que está llevando a miles de peruanos a vivir en un estado permanente de ansiedad y estrés. En definitiva, las noticias sobre la delincuencia en las calles, los conflictos sociales y la corrupción política en la cual está inmersa nuestro país, hacen que cada paso que damos fuera de nuestros hogares se convierta en un ejercicio de gestión emocional constante, con la incertidumbre y el miedo dominando nuestras vidas y atrapándonos en una atmósfera de tensión. En este contexto, el estrés y la ansiedad son respuestas naturales del organismo ante las amenazas percibidas en el entorno. Sin embargo, cuando estas emociones se prolongan por mucho tiempo y se vuelven crónicas, las consecuencias para la salud pueden ser devastadoras. Según reportes del Ministerio de Salud (MINSA), la ansiedad ocupa el primer lugar entre los trastornos mentales atendidos en el país, con un total de 433, 816 casos diagnosticados en el año 2022. Mientras que, en el 2023, se registraron 42,302 casos por estrés agudo y postraumático en los diferentes establecimientos de salud a nivel nacional. ¿Cuál es el impacto de las crisis en la salud mental de una población? Cualquier crisis, ya sea política, económica o social, crea un ambiente de inseguridad y falta de control que afecta directamente en la salud mental de la población. Según explicó el doctor Alberto Alegre Bravo, psicólogo y coordinador académico de la carrera de psicología de Continental University of Florida a Bienestar, los niveles de estrés y ansiedad se incrementan debido a factores, como la incertidumbre, la pérdida de empleo y recursos, la violencia o la represión. Sin duda, estas situaciones no solo afectan la cohesión social, sino que también agravan problemas preexistentes y dificultan el acceso a servicios de salud mental. La crisis económica y social que atraviesa Perú ha dejado una huella profunda en la salud mental de sus ciudadanos. En las calles, cada día es más común ver a personas lidiando con episodios de ansiedad, estrés y desasosiego, mientras intentan sobrevivir a un entorno que parece volverse más hostil. “Una crisis puede erosionar tanto en la percepción de seguridad personal como colectiva, generando miedo y desconfianza hacia el entorno. Esta sensación de vulnerabilidad que incrementa el estrés y la ansiedad, puede llevar a un comportamiento de aislamiento, que repercute en las relaciones sociales y el bienestar emocional. Además, esto hace que las personas se sienten más expuestas a peligros físicos, económicos y sociales, lo cual provoca un estado de hipervigilancia crónica que puede empeorar algunos problemas de salud mental, como el trastorno de ansiedad generalizada o el trastorno de estrés postraumático”, expresó la psicóloga y docente, Tatiana Mogollón. Asimismo, el impacto de una crisis a nivel mental puede manifestarse también en una serie de síntomas físicos. Por ejemplo, el estrés emocional puede generar dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, fatiga crónica y trastornos del sueño, al igual que puede debilitar el sistema inmunológico, aumentando así la susceptibilidad a ciertas enfermedades. ¿Cuáles son las emociones y reacciones psicológicas más comunes ante una crisis? Durante una crisis, las emociones predominantes en una población como la peruana, suelen ser el miedo, producto del temor a la violencia, la inestabilidad o la pérdida de control, seguido de la tristeza, que refleja el duelo por las pérdidas y cambios en la vida cotidiana. Mientras que, la ira se manifiesta como frustración hacia las autoridades o situaciones percibidas como injustas. “A medida que estas emociones evolucionan, es común que las personas se sientan abrumadas y desesperadas, lo que a menudo genera una sensación de impotencia ante la falta de soluciones claras. La confusión también aparece, dificultando el procesamiento de la información y la toma de decisiones. Ciertamente, esta combinación de emociones puede desencadenar un ciclo de pérdida de control, que a su vez alimenta la depresión y la ansiedad, afectando gravemente el bienestar emocional y mental”, sostuvo la psicóloga. Asimismo, el estrés colectivo o el trauma compartido puede genera respuestas contrapuestas: por un lado, puede impulsar un sentido de solidaridad y empatía, fomentando el apoyo mutuo y la colaboración en la comunidad. Por otro, puede intensificar conductas violentas, desconfianza, miedo, irritabilidad y conflictos interpersonales. La falta de confianza en las instituciones del país y los cambios abruptos en el gobierno han generado un clima de incertidumbre que afecta profundamente la estabilidad emocional de la población. ¿Cuáles son los factores externos que influyen en la salud mental en tiempos de crisis? Los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental en tiempos de crisis, pues como refirió la doctora Mogollón, estos pueden amplificar o disminuir los sentimientos de angustia, ansiedad e incertidumbre dependiendo la forma en cómo se enfoque la noticia. Una cobertura sensacionalistas o alarmistas tiende a generar un estado de hipervigilancia y refuerza los miedos de la población. “La cobertura repetitiva de eventos negativos, imágenes impactantes y pronósticos alarmantes puede aumentar la percepción de riesgo y desestabilizar emocionalmente a las personas. Además, la falta de información contextual y soluciones puede dejar a los individuos sintiéndose desinformados y desamparados”, aseguró el experto de Continental University of Florida. Por supuesto, la desconfianza a las diversas instituciones también intensifica la ansiedad y el estrés. Cuando las personas sienten que han sido abandonadas por el gobierno o las autoridades, incrementa la sensación de vulnerabilidad y desesperanza, lo que impide que busquen la ayuda que necesitan, exacerbando así ciertos problemas de salud mental y dificultando la recuperación colectiva. ¿Cómo afecta una crisis a los diversos grupos poblacionales? De acuerdo

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Otitis infección al oído que el 80% de los niños sufre antes de los 3 años y cómo prevenirlo según especialistas| pérdida de audición | dolor | HOGAR-FAMILIA

Tener un bebé enfermo en casa representa uno de los mayores desafíos para todos los padres. Si bien las primeras etapas de la vida de un hijo están llenas de descubrimientos, aprendizajes y momentos de ternura, también puede estar muy presente la incertidumbre, especialmente cuando la salud del pequeño se ve comprometida. En definitiva, esta incertidumbre se vuelve aún más tangible cuando surge una afección común pero dolorosa, como la otitis, la cual se destaca por su frecuencia y su capacidad para generar malestar significativo en los bebés, quienes todavía no pueden expresar con claridad lo que sienten. Aunque puede parecer una condición relativamente simple, quienes han experimentado una noche en vela con un pequeño que llora inconsolablemente por el dolor en el oído, saben que la otitis puede ser una experiencia angustiante, tanto para los bebés como para sus padres. Sin duda, esta infección del oído medio, que se manifiesta con síntomas, como dolor agudo, fiebre y, a veces incluso problemas de audición temporal, es un enemigo silencioso que afecta el bienestar de los más pequeños en una etapa crucial de su desarrollo. ¿Qué es la otitis? Según explicó la doctora Sarah Vega, pediatra y neonatóloga de la Clínica Ricardo Palma a Hogar y Familia, la otitis es una inflamación que puede afectar distintas partes del oído. Por un lado, está la otitis externa, la cual afecta el conducto auditivo externo, generalmente causada por el ingreso de agua a los oídos, como ocurre cuando los infantes están en las piscinas, así como también es frecuente en menores con eczema en el oído, lo que provoca picazón y malestar. Mientras que, la otitis media es una infección del oído medio, la parte que se encuentra detrás del tímpano, donde virus o bacterias pueden quedar atrapados, causando inflamación y acumulación de líquido. Como refirió Heidi Szugye, pediatra de Cleveland Clinic, esta afección es especialmente común en bebés y niños pequeños por varios motivos anatómicos y fisiológicos. En primer lugar, porque las trompas de Eustaquio, que conectan el oído medio con la parte posterior de la garganta, son más cortas y horizontales en los bebés, lo cual dificulta el drenaje del líquido acumulado y facilita la entrada de patógenos hacia el oído. Además, el sistema inmunológico de los bebés aún no está completamente desarrollado, lo que aumenta su susceptibilidad a las infecciones. La otitis en bebés suele ser el resultado de una infección viral o bacteriana. Las infecciones respiratorias, como los resfriados, pueden hacer que las trompas de Eustaquio se inflamen o se bloqueen, lo que dificulta el drenaje del líquido del oído medio y favorece la acumulación de bacterias o virus. ¿A partir de qué edad los bebés pueden desarrollar esta condición auditiva? Los bebés pueden desarrollar otitis en cualquier momento; no obstante, el riesgo es mayor entre los 6 meses y los 2 años, ya que diversos estudios señalan que alrededor del 80% de los niños experimentan al menos un episodio de otitis media antes de los 3 años. Durante este período, las características anatómicas de las trompas de Eustaquio, sumadas a un sistema inmunológico en desarrollo, hacen que las infecciones sean más frecuentes. ¿Cuáles son los factores de riesgo de la otitis en bebés? Uno de los principales factores de riesgo de la otitis en bebés son las infecciones respiratorias, como resfriados y gripes, ya que pueden generar una inflamación en las trompas de Eustaquio, lo cual bloquea el drenaje adecuado del oído medio, permitiendo que el líquido se acumule. Como indicó la especialista de Cleveland Clinic, en estas condiciones, las bacterias y virus se multiplican fácilmente, causando la infección. “Es importante tener en cuenta que, el clima o las estaciones del año pueden ser factores muy influyentes en el desarrollo de esta condición auditiva. Por ello, al ser las infecciones respiratorias más comunes durante el invierno, esto puede llevar a un aumento significativo en los casos de otitis media entre la población infantil. Asimismo, la temporada de primavera, en la cual son más comunes las alergias, como la rinitis, también puede incrementar su incidencia”, sostuvo la doctora Marcela Abarca, otorrinolaringóloga de Clínica Internacional. De igual forma, la manera en la que se alimenta al bebé influye significativamente en el riesgo de otitis, pues como aseguró la neonatóloga, el uso del biberón cuando el bebé está acostado puede facilitar la entrada de líquidos a las trompas de Eustaquio, aumentando así la probabilidad de la infección. En contraste, la lactancia materna se asocia con un menor riesgo, ya que porta anticuerpos que fortalecen el sistema inmunológico del menor, protegiéndolo de infecciones respiratorias y del oído, destacó Szugye. “Los bebés y niños que están expuestos al humo del cigarro también tienen mayor riesgo de infecciones de oído, ya que irrita las vías respiratorias. Igualmente, las guarderías o los entornos concurridos pueden ser un factor de riesgo a considerar, pues el contacto cercano con otros niños aumenta la posibilidad de infecciones respiratorias que pueden desencadenar un cuadro de otitis”. La otitis media provoca una acumulación de líquido e inflamación en el oído medio, lo que aumenta la presión detrás del tímpano. Esta presión irrita las terminaciones nerviosas en el oído, generando dolor que es difícil de manejar para los bebés, ya que no pueden comunicarlo de otra manera que no sea llorando o estando irritables. ¿Cuáles son los síntomas más frecuentes de la otitis en bebés? De acuerdo a la doctora Heidi Szugye, la otitis media es una infección que se distingue de otras afecciones del oído por sus síntomas más intensos, debido a la acumulación de líquido en el oído medio. A diferencia de infecciones leves, que pueden presentar malestar sin fiebre ni inflamación significativa, la otitis generalmente presenta: Fiebre alta: Un aumento de la temperatura corporal es un signo habitual de infección. Dolor intenso en el oído: Suele empeorar al acostarse debido a la presión acumulada. Irritabilidad y llanto frecuente: Los bebés pueden mostrar incomodidad constante debido al dolor en el oído. Tirar o frotarse las orejas: Esta es

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Descubren que el cerebro de las mujeres adolescentes habría madurado más rapido en la pandemia: estrés y todos los factores implicados | neurodesarrollo| ansiedad | aislamiento social | HOGAR-FAMILIA

La pandemia del COVID-19 no solo trajo consigo una crisis sanitaria sin precedentes, sino que sus repercusiones se extendieron a diversos ámbitos de la vida humana. Sin duda, uno de los grupos más afectados fueron los adolescentes, quienes vivieron momentos cruciales de su desarrollo en un contexto de aislamiento social. Un estudio reciente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), reveló que las medidas de confinamiento tuvieron efectos significativos sobre la estructura cerebral de los adolescentes, especialmente en las mujeres, lo que demuestra una mayor vulnerabilidad frente a los cambios provocados por el estrés prolongado y la falta de interacciones sociales típicas de esa etapa. La adolescencia es una etapa marcada por importantes cambios emocionales, sociales y neurológicos. Como explicó Donald Cabrera, médico psiquiatra de la Clínica Internacional a Hogar y Familia, el neurodesarrollo es un proceso continuo que comienza en la gestación y se extiende hasta la adultez. Durante la infancia, el cerebro crece rápidamente en tamaño y establece conexiones neuronales, mientras que, en la adolescencia, se da un proceso de remodelación estructural significativo, caracterizado por la poda sináptica, donde se eliminan conexiones ineficaces y la mielinización, la cual acelera la comunicación entre las neuronas. Básicamente, estos cambios están influenciados en gran medida por el entorno y las experiencias, pues factores, como el apoyo familiar, la educación, las relaciones interpersonales y el entorno socioeconómico tienen un impacto directo en el desarrollo cerebral en la regulación emocional. En este contexto, la pandemia generó un entorno particularmente estresante para los adolescentes, limitando así su capacidad para socializar y explorar su identidad en interacción con sus pares. La investigación titulada “COVID-19 lockdown effects on adolescent brain structure suggest accelerated maturation that is more pronounced in females than in males”, fue liderada por Neva Corrigan, Ariel Rokem y Patricia Kuhl de Instituto de Ciencias del Aprendizaje y del Cerebro (I-LABS) de la Universidad de Washington (EEUU). A través de un análisis longitudinal en el que se utilizaron imágenes de resonancia magnética (MRI) para medir el grosor cortical, aplicaron un modelo normativo para comparar los datos pre (2018) y post pandemia (2021) de 160 adolescentes de entre 9 y 17 años. El equipo identificó un adelgazamiento cortical acelerado, un fenómeno asociado con la maduración prematura, en diversas regiones del cerebro relacionadas con la regulación emocional, la percepción social y el control de impulsos. Este adelgazamiento fue notablemente mayor en las adolescentes femeninas, con una aceleración promedio de 4.2 años en su desarrollo cerebral, en comparación con los 1.4 años observados en los adolescentes masculinos. El grosor cortical suele disminuir de manera gradual durante la adolescencia debido a la poda sináptica, un proceso natural en el cual el cerebro elimina conexiones neuronales innecesarias para optimizar su funcionamiento. Sin embargo, los adolescentes evaluados post-confinamiento mostraron una reducción más acelerada del grosor cortical que lo esperado en condiciones normales. ¿Cómo puede el estrés prolongado acelerar la maduración cerebral en los adolescentes? De acuerdo al experto, la maduración cerebral en los adolescentes se encuentra estrechamente vinculada con el proceso de mielinización, que inicia al nacer y se extiende hasta aproximadamente los 30 años. Este proceso es fundamental para el funcionamiento eficiente del sistema nervioso, ya que la mielina, una sustancia aislante que recubre las fibras nerviosas, permite una comunicación más rápida y efectiva entre las neuronas. “Sin embargo, la mielinización requiere de una cantidad significativa de energía. Por esta razón, en situaciones de estrés prolongado, el cuerpo redistribuye los recursos energéticos hacia funciones de supervivencia inmediata, lo que puede afectar negativamente la mielinización. Esto puede provocar atrofia en áreas cerebrales clave para la regulación emocional y cognitiva, además de estimular un desarrollo anómalo en otras regiones, como las relacionadas con la hipersensibilidad. Estos cambios no solo comprometen el desarrollo cognitivo, sino que también repercute en la salud mental, dificultando la capacidad del adolescente para enfrentar los retos de la vida y afectando su bienestar emocional a largo plazo”. El estudio mencionó que, la aceleración en la maduración cerebral en situaciones de estrés crónico se asocia con una mayor vulnerabilidad neurobiológica. La hipótesis más común que explica este fenómeno es la llamada “hipótesis del estrés acelerado”, que propone que cuando los adolescentes se ven expuestos a entornos de alta adversidad o estrés prolongado, como el confinamiento, el cerebro madura más rápidamente como una adaptación evolutiva para sobrevivir en ambientes hostiles. Además, el estrés prolongado debido a la incertidumbre, el aislamiento social, la falta de interacción con los compañeros, la alteración de rutinas y la ansiedad provocada por la pandemia podría haber activado mecanismos relacionados con el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (HPA), lo que incrementó la liberación de cortisol, una hormona relacionada con la respuesta al estrés. En concreto, este aumento podría haber acelerado la poda sináptica y, por tanto, el adelgazamiento cortical. ¿Existen diferencias entre cómo reaccionan los cerebros de hombres y mujeres al estrés crónico? La investigación realizada por el Instituto de Ciencias del Aprendizaje y del Cerebro (I-LABS) de la Universidad de Washington (EEUU), encontró que el confinamiento aceleró el proceso natural de adelgazamiento de la corteza cerebral, especialmente en adolescentes femeninas. En promedio, el desarrollo cerebral de las adolescentes avanzó 4.2 años durante este período, mientras que en los varones este avance fue de solo 1.4 años. El estrés prolongado puede desviar recursos cerebrales necesarios para los procesos de maduración hacia funciones de supervivencia, lo que altera el desarrollo esperado. El confinamiento, al reducir las interacciones sociales y aumentar el aislamiento, generó un entorno de estrés crónico que afectó principalmente a los jóvenes. Las mujeres mostraron un adelgazamiento cortical más pronunciado, ya que afectó a 30 regiones cerebrales, incluidas algunas áreas clave para la cognición social, como el giro fusiforme, la ínsula y la corteza temporal superior, todas involucradas en la regulación de emociones, la interpretación de expresiones faciales y la empatía. En cambio, en los hombres solo se produjo en dos regiones, ambas en el lóbulo occipital, como la corteza occipital, relacionada con el procesamiento visual. Ciertamente, estas diferencias podrían tener

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Cáncer de mama: ¿qué es, síntomas y por qué hay más casos en mujeres jóvenes? | Tumores | Diagnóstico oncológico | OPS | Enfermedad | Mujeres | BIENESTAR

En 2020, Jhoana Tapia (27) fue diagnosticada con cáncer de mama, enfermedad detectada en más de 491.000 mujeres anualmente en las Américas, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Tras un diagnóstico erróneo, realizado un año antes, la paciente oncológica y estudiante de medicina, fue en busca de una segunda opinión profesional para resolver el intenso dolor en la axila derecha, que incluso le impedía dormir con tranquilidad. “En ese momento estaba llevando el curso de Oncología en la universidad y supe identificar una masa en la mama. Es importante acudir a una segunda opinión, pues el cáncer no solo aparece en pacientes adultas de 40 años en adelante. Ahora vemos muchos casos en pacientes jóvenes como yo, que tienen el diagnóstico de cáncer de mama”, cuenta Tapia, haciendo un llamado de atención a los profesionales de la salud. Se estima que hacia el 2024, los casos de cáncer de mama aumentarán en 39% en la región, alcanzando más de 684.000 mujeres diagnosticadas con esta enfermedad, anualmente. Organización Panamericana de la Salud (OPS) El cáncer de mama es una afección de la glándula mamaria que surge debido al crecimiento incontrolado de células anómalas. Estas células tienen la capacidad de generar tumores en el tejido mamario y de propagarse a otras áreas del organismo. Según el Ministerio de Salud, el cáncer de mama es el segundo tipo de cáncer más común entre las mujeres de nuestro país, aunque también puede manifestarse en hombres. “El inicio del cáncer de mama se produce con la entrada de una sustancia cancerígena. Esa célula que se contagia, se duplica, luego se multiplica por cuatro, ocho y así sucesivamente. Cuando el cáncer ya es palpable o más visible entre los exámenes médicos es porque ha pasado un promedio de 2 a 5 años desde que inició y eso es lo que lo hace silencioso”, explica el doctor Yan Carlos Vargas, médico oncólogo, radioterapeuta y director de ONCODRIP. ¿Cuáles son los síntomas del cáncer de mama? La cirujana oncóloga Lia Rebaza, especialista en mastología en Oncosalud – Auna, explica que las primeras señales que una paciente puede percibir en su cuerpo son los nódulos al palpar la axila y mama, la retracción del pezón, y secreción en el pezón de coloración roja, transparente o negra. También es posible ver hoyuelos en la mama, similar a una celulitis, y cambios de coloración en la piel. Cualquiera de estas señales indican que es momento de acercarse a un especialista para solicitar una evaluación y pasar por las pruebas de descarte. Sobre la identificación temprana mediante el autoexamen, Mauricio León, jefe de la Unidad de Mastología de la Clínica Ricardo Palma indica que toda mujer debe adquirir el hábito de autoexaminarse los pechos desde que comienza a menstruar. “La mujer debe autoexaminarse 10 días después del inicio de su periodo. Es decir, si el primero comenzó su menstruación el diez deberá examinarse. Los senos estarán menos turgentes y será más fácil palparse. Este examen va a permitir identificar en forma prematura cualquier señal de alarma como bultos, secreciones del pezón o engrosamiento de la piel del busto”, explica. ¿Por qué hay más casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes? Si bien los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que alrededor de la mitad de los casos se desarrollan en mujeres mayores de 40 años sin factores de riesgo identificados, situaciones como las de Jhoana Tapia no son casos aislados, pues la aparición de cáncer en pacientes jóvenes va en aumento. Aunque aún no hay estudios específicos en nuestra región al respecto, este mes se publicaron dos reveladoras investigaciones con muestras globales y en Estados Unidos. Según el estudio publicado en la revista BMJ Oncology, se ha registrado un aumento del 79% en la incidencia de tumores en personas menores de 50 años a nivel global en un período de tres décadas. Los investigadores involucrados señalan que este incremento en la incidencia de cáncer en personas jóvenes puede atribuirse a una serie de factores, como los hábitos de vida poco saludables, una dieta deficiente, la falta de actividad física, la exposición a la contaminación ambiental, el uso excesivo de antibióticos y factores reproductivos, entre otros. En tanto, el estudio publicado en JAMA Network Open reveló que, aunque la incidencia de cánceres en adultos mayores ha disminuido, se ha observado un ligero aumento en la incidencia de cánceres en personas menores de 50 años en general, siendo las mayores tasas de aumento detectadas en el grupo de edad de 30 a 39 años. La cirujana oncóloga Lia Rebaza indica que la comunidad médica aún no tiene una respuesta definida sobre la razón del aumento de cáncer de mama en mujeres jóvenes. “Puede deberse al cambio de estilo de vida. Ahora somos mucho más sedentarias y usamos más suplementos hormonales desde temprana edad por los métodos anticonceptivos. Otro factor del aumento de las cifras es que ahora hacemos muchas más mamografías y ecografías. Estos dos factores se suman y vemos que la incidencia aumenta”, explica Rebaza. A partir de los 40 años, todas las mujeres deben realizarse una mamografía anual. ¿Cuáles son los factores de riesgo en el cáncer de mama? Existen dos tipos de factores de riesgo: inmodificables y modificables. Factores de riesgo inmodificables Envejecimiento: El riesgo de desarrollar cáncer de mama se incrementa con la edad, y la mayoría de los diagnósticos se efectúan después de los 50 años. Historial reproductivo: El inicio temprano de la menstruación (antes de los 12 años) y la menopausia tardía (después de los 55 años) exponen a las mujeres a niveles más prolongados de hormonas. Mutaciones genéticas: Mujeres que heredan mutaciones en genes específicos, como BRCA1 y BRCA2, tienen un riesgo mayor de padecer cáncer. Densidad mamaria: Las mamas densas, con una mayor proporción de tejido conectivo en comparación con el tejido adiposo, pueden dificultar la detección de tumores en mamografías. Antecedentes personales o afecciones mamarias: Quienes han padecido cáncer de mama o alguna afección en el área

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cáncer de mama “Solo el 15% de los casos son hereditarios”: ¿qué está causando que las mujeres desarrollen esta enfermedad? | BIENESTAR

El cáncer de mama es una de las enfermedades más prevalentes entre las mujeres a nivel mundial. Aunque existe la creencia común de que los antecedentes familiares son un factor determinante, solo un 10% a 15% de los casos son considerados hereditarios, según explica el oncólogo Dr. Juan Carlos Samamé, oncólogo creador del portal Aprendiendo sobre el cáncer. “Definimos cáncer de mama hereditario como aquel en el cual se demuestra que hay un gen involucrado, un gen mutado que se puede heredar de generación en generación”, aclara el especialista. Este grupo reducido de casos puede ser identificado mediante estudios genéticos, especialmente cuando existen antecedentes familiares directos de cáncer de mama u ovario, o casos de cáncer de mama en varones. En línea con esta perspectiva, la Dra. Sarah McLaughlin, cirujana oncóloga de Mayo Clinic, también menciona que “alrededor del 5% de las mujeres que tienen cáncer de mama presentan una mutación genética que las predispone a sufrir la enfermedad”. Sin embargo, la mayoría de los casos no tienen un antecedente genético claro, lo que ha llevado a la comunidad médica a estudiar los factores externos y de estilo de vida que están contribuyendo al aumento de casos de cáncer de mama. Sin embargo, lo que resulta alarmante es el crecimiento de casos esporádicos, es decir, aquellos que no están vinculados a una mutación genética conocida. Según el Dr. Samamé, “el cáncer de mama esporádico, que ocurre sin ningún tipo de antecedente genético, representa la mayoría de los casos”. Esto ha llevado a los especialistas a estudiar con mayor profundidad los factores externos que podrían estar detrás de este aumento. De acuerdo al informe “Mejorando los resultados de las mujeres con cáncer de mama triple negativo en América Latina – Un análisis extendido” del Instituto Sueco de Economía de la Salud, el cáncer de mama es la neoplasia más frecuente entre las mujeres peruanas con aproximadamente 1.600 diagnósticos anuales y una de las mayores prevalencias de la región con cáncer de mama triple negativo (CMTN) subtipo agresivo y de rápido crecimiento con un índice de 21%. ¿Qué factores están causando el cáncer de mama? “La mayoría de mujeres no tiene una historia de cáncer de mama, no tiene un factor de riesgo identificable mas allá de su edad y ser mujer. Es algo que no podemos evitar. Hoy tenemos muchos esfuerzos de investigación de biopsias benignas para conocer los riesgos a largo plazo. Sabemos que algunas biopsias que no tienen cáncer, tienen celular atípicas y esas lesiones atípicas pueden aumentar el riesgo de cáncer de mama en el futuro”, advierte la Dra. Sarah McLaughlin. Una de las principales razones por las que el cáncer de mama puede desarrollarse en mujeres sin antecedentes familiares conocidos está relacionada con factores ambientales y de estilo de vida. Entre los más destacados, el Dr. Samamé señala el sobrepeso y la obesidad como elementos determinantes. “El sobrepeso y la obesidad son condicionantes muy importantes, sobre todo en mujeres postmenopáusicas. Este grupo representa aproximadamente el 40% de los casos”, afirma el oncólogo. El exceso de tejido graso en el cuerpo aumenta los niveles de estrógenos, una hormona que puede estimular el crecimiento de células cancerosas en las mamas. “Es crucial desterrar el tabaco y el alcohol. Aunque hemos avanzado mucho en la lucha contra el tabaco, el alcohol sigue siendo un tema pendiente, especialmente por su vinculación con el cáncer”, comenta el Dr. Samamé. De manera similar, la Dra. McLaughlin añade que “el exceso de grasa corporal es un factor de riesgo importante para el cáncer de mama, especialmente en la recidiva de la enfermedad”. Este vínculo entre el peso corporal y el riesgo de desarrollar cáncer de mama ha sido confirmado por varios estudios, que también asocian el sedentarismo y una mala alimentación con un aumento en la incidencia de esta enfermedad. Además, otros factores como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, y la exposición a carcinógenos en el entorno también contribuyen al desarrollo de esta enfermedad. “Normalmente asociamos el tabaco con cáncer de pulmón o el alcohol con problemas hepáticos, pero ambos están fuertemente vinculados al cáncer de mama”, explica el Dr. Samamé. Más recientemente, estudios han explorado la posible relación entre el cáncer de mama y la exposición a sustancias químicas presentes en productos cotidianos, como los plásticos. “Hay evidencia que sugiere que los carcinógenos presentes en los recipientes plásticos pueden ingresar a los alimentos y aumentar el riesgo de cáncer de mama”, indica el especialista. ¿Cómo impacta el estilo de vida moderno en el desarrollo de cáncer de mama? En los últimos años, se ha observado un aumento preocupante de casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes, muchas de ellas menores de 40 años. El Dr. Samamé menciona que este fenómeno podría estar relacionado con cambios en los hábitos de vida y el entorno. “La exposición a factores como el trabajo nocturno y la falta de sueño también han sido asociados a un aumento en los casos de cáncer de mama”, asegura. “Estamos viendo más casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes vinculados a factores hormonales, como el uso de anticonceptivos orales o la concepción tardía, lo cual está siendo motivo de estudio”, comenta el Dr. Samamé. Sin embargo, recalca que aún no hay suficiente evidencia para afirmar con certeza que los anticonceptivos hormonales sean un factor de riesgo definitivo. “Es necesario continuar investigando, pero es una posibilidad que no podemos ignorar”, añade. “Definitivamente estamos notando un aumento en el cáncer de mujeres más jóvenes, y no estoy segura si sabemos por qué está sucediendo. Sin embargo, lo que parece claro es que el sedentarismo, el consumo de alimentos poco saludables y la exposición a factores ambientales tienen un papel importante en este incremento”, complementa la Dra. McLaughlin. Si se detecta a tiempo, es posible curar el cáncer de mama Aunque el cáncer de mama se puede desarrollar sin antecedentes familiares y está influenciado por factores externos, uno de los aspectos más importantes en su tratamiento es la detección

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Cáncer de mama | mamografía a partir de los 35 o 50 años: qué chequeos necesitas según edad e historial familiar | detección precoz | factores de riesgo | autoexamen | BIENESTAR

El cáncer de mama es una de las principales causas de mortalidad en mujeres a nivel mundial, por lo que su impacto en la salud pública sigue siendo significativo. Según la Organización Mundial de la salud (OMS), en el 2022 se registraron 670,000 defunciones por esa enfermedad y, además se calcula que, 1 de cada 8 mujeres desarrollará cáncer de mama a lo largo de su vida. Por esta razón, en la última década se han ido sumado diversos esfuerzos en la lucha contra este terrible padecimiento, con la finalidad de generar concienciación, fomentar la investigación y, sobre todo, destacar la importancia de las herramientas de diagnóstico temprano como la mamografía. Este tipo de cáncer, que se produce cuando las células mamarias comienzan a crecer de manera descontrolada, se va desarrollando de manera silenciosa. Por ello, la mamografía se ha consolidado como una medida de prevención y detección precoz clave, que brinda a las pacientes la oportunidad de un tratamiento más eficaz y, en muchos casos, menos invasivo. “El cáncer de mama detectado a tiempo tiene una tasa de supervivencia de más de 90%. Por ello, las mamografías son fundamentales en la prevención del cáncer de mama, ya que permiten detectar la enfermedad en sus etapas iniciales. La ciencia ha demostrado que este método puede disminuir hasta un 35-40% la mortalidad por esta neoplasia. Es importante tener en cuenta que, hay hasta 47 tipos de cáncer de mama diferentes y que aún no se conoce la causa exacta. No obstante, la mamografía es la mejor herramienta que tenemos para detectarla en una fase temprana, en donde las células cancerosas están limitadas al seno y aún no se han diseminado a otras partes del organismo. Esto hace que los tratamientos sean más efectivos y menos invasivos, reduciendo así la necesidad de procedimientos agresivos, como la quimioterapia o la cirugía radical”, expresó la doctora Liana Falcón, jefe de la unidad de diagnóstico integral de mama de la Clínica Internacional a Bienestar. ¿A qué edad se debe realizar una mamografía? De acuerdo a Steffi González, mastóloga de la Clínica Ricardo Palma, las recomendaciones sobre la edad de inicio y la frecuencia de las mamografías pueden variar ligeramente según las organizaciones de salud, pero en general, la American Cancer Society indica que, las mujeres deben comenzar a realizarse mamografías anuales a partir de los 40 años. Sin embargo, también depende del perfil de riesgo de las personas, pues existen algunas consideraciones especiales que hacen que las mujeres deban comenzar con estos chequeos a partir de los 30 o 35 años. Las mamografías pueden detectar múltiples manifestaciones de cáncer, como: pequeñas masas o nódulos, microcalcificaciones, cambios en la forma o contornos del tejido mamario, y otras anomalías que no se pueden palpar en un autoexamen o en un examen médico físico. Uno de los principales factores de riesgo es tener antecedentes familiares de cáncer de mama, especialmente si un pariente cercano, como la madre o hermana, han sido diagnosticadas con la enfermedad antes de los 50 años. Además, aquellas que presentan mutaciones genéticas conocidas como BRCA1 o BRCA2, tienen una mayor predisposición a desarrollar este cáncer, por lo que amerita iniciar con una vigilancia más intensa y temprana. Asimismo, otros factores a tomar en cuenta son: la exposición a radiación en la zona del pecho, menstruación precoz o menopausia tardía, densidad mamaria alta, estilo de vida (obesidad, falta de actividad física, consumo de tabaco o alcohol), no haber tenido hijos o no haber dado de lactar. “La frecuencia con la que se debe realizar una mamografía también varía. Las mujeres en sus 40 y 50 años deben considerar hacerse mamografías anualmente, mientras que después de los 55 años, algunas pueden optar por mamografías cada dos años si su médico lo considera adecuado. En cualquier caso, es crucial que las mujeres consulten a sus médicos para determinar el mejor plan de detección basado en su historial médico y familiar”, destacó la doctora Laura Dean, especialista en radiología diagnóstica de Cleveland Clinic ¿En qué consiste la mamografía? Una mamografía es una prueba de imagen que utiliza rayos X para obtener imágenes detalladas de las mamas, con el objetivo de detectar cambios o anomalías que podrían ser indicativos de cáncer de mama u otras condiciones. Durante este procedimiento, el seno se coloca entre dos placas que lo comprimen ligeramente, lo que permite obtener imágenes más claras del tejido mamario. Aunque la mamografía puede causar cierta incomodidad, es muy rápida, además de ser una de las herramientas más poderosas para detectar este cáncer en sus primeras etapas. Sin duda, su importancia recae en que, puede identificar el cáncer de mama mucho antes de que se puedan palpar los bultos o que se presenten otros síntomas. A menudo, como indicó la doctora Dean, las mamografías detectan microcalcificaciones, que son pequeños depósitos de calcio en los senos, los cuales pueden ser uno de los primeros signos de cáncer. Por ello, al identificarlos, les permite a los médicos hacer un seguimiento más cercano o proceder con otras pruebas en caso sea necesario. “Otro gran beneficio de la mamografía es que puede diferenciar entre tumores benignos y malignos, lo que reduce el riesgo de procedimientos innecesarios. También se pueden detectar distorsiones en la arquitectura del tejido mamario o cambios en los conductos, como dilataciones, que podrían ser indicativos de condiciones precancerosas o cancerosas. Si bien ninguna prueba es perfecta, las mamografías han demostrado ser altamente eficaces para reducir la mortalidad por cáncer de mama, especialmente en mujeres mayores de 50 años. Además, es muy importante, ya que forma parte de un plan de detección de cáncer de mama regular, lo que ayuda a establecer una línea base para comparar cualquier cambio en los senos a lo largo del tiempo”. Las mamografías permiten detectar una variedad de cambios en el tejido mamario que no son visibles mediante la autoexploración o el examen físico. Por ejemplo, estas pruebas revelan la densidad mamaria, un factor importante en la detección del cáncer. Las mujeres con senos

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¿Te has sido infiel a ti mismo? 8 estrategias para reconectar con tus sueños y recuperar tu esencia | miedo al rechazo | presión social | insatisfación | BIENESTAR

Solemos asociar la fidelidad a las relaciones de pareja, las promesas y compromisos que hacemos hacia los demás. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre la fidelidad hacia nosotros mismos. Todos los días tomamos decisiones que impactan en nuestro bienestar, nuestros objetivos y nuestra satisfacción personal, por lo que en ocasiones terminamos traicionándonos sin siquiera darnos cuenta. Básicamente, esta “infidelidad personal”, la cual es mucho más íntima, profunda y a menudo ignorada, suele ser devastadora, ya que lentamente erosiona nuestra autoestima, nuestras metas e incluso nuestra propia felicidad, alejándonos de quienes realmente somos y de los que verdaderamente queremos lograr. Probablemente, todos hemos experimentado alguna vez ese malestar silencioso que surge cuando decimos “sí” a algo que en el fondo queríamos rechazar, o cuando nos obligamos a encajar en moldes ajenos, sacrificando nuestras pasiones y autenticidad. En un mundo que constantemente nos empuja a adaptarnos a las expectativas de los demás, es fácil perder el contacto con nuestra verdadera esencia. Desde pequeñas decisiones cotidianas, como aceptar compromisos que no deseamos, hasta grandes elecciones de vida, como seguir una carrera que no nos llena, la infidelidad hacia uno mismo se manifiesta de muchas maneras. Aunque puede pasar desapercibida durante mucho tiempo, puede que un día nos demos cuenta de que hemos estado viviendo para complacer a los demás en lugar de a nosotros mismos. ¿Qué es la infidelidad hacia uno mismo? La infidelidad representa una ruptura de confianza y una violación de los acuerdos implícitos que existen entre dos personas, como en una relación de pareja. No obstante, como señaló Zendy Pinedo, estratega de vida, coach ontológica y autora del libro “Consciencia de un Infiel” a Bienestar, este tipo de quiebre también puede ocurrir en la relación que tenemos con nosotros mismos. A menudo, establecemos una serie de metas o deseos personales, como trabajar en cierto lugar, vivir de determinada manera, bajar de peso o estudiar una maestría; sin embargo, nuestras acciones no siempre están alineadas con estos objetivos, lo que resulta en una traición personal, al ignorar todas aquellas promesas que un día nos hicimos. Nos volvemos infieles a nosotros mismos cuando dejamos que las expectativas ajenas dirijan nuestras decisiones. Al priorizar constantemente lo que los demás desean por encima de nuestros propios sueños y aspiraciones, estamos traicionando nuestra verdadera esencia. “La infidelidad hacia uno mismo ocurre cuando no honramos nuestros valores, deseos o necesidades genuinas. Es una traición a nuestro propio ser, nuestra identidad y a lo que consideramos importante, por lo que surge cuando vivimos en desacuerdo con lo que verdaderamente sentimos o pensamos. A diferencia del autoengaño, donde nos convencemos de una realidad distorsionada, en la infidelidad somo conscientes de que estamos traicionándonos, pero seguimos actuando en contra de nosotros mismos, ya sea por conformismo, miedo al rechazo, presión social o por la creencia de que no somos lo suficientemente valiosos para seguir nuestros propios sueños o aspiraciones”, expresó Madeli Santos, psicóloga clínica y experta en relaciones conscientes y gestión emocional. ¿Qué lleva a una persona a traicionarse a sí misma? En definitiva, el miedo es una de las principales razones por las que una persona puede llegar a traicionarse. Como mencionó la coach ontológica, esta emoción está presente cuando se comete una infidelidad, ya que nos alerta de la posibilidad de perder algo valioso. Por ejemplo, alguien que es infiel a sí mismo podría temer perder la aprobación de su familia, su estabilidad financiera o cualquier otra cosa que valore. “El miedo al rechazo o al juicio de los demás, sin duda, es uno de los principales motores de la infidelidad. Este temor nos lleva a actuar de manera que obtengamos la aprobación social o de las personas que nos rodean, aún cuando esas decisiones van en contra de nuestros deseos auténticos. En las decisiones cotidianas, este miedo puede manifestarse en la elección de palabras, acciones, e incluso en decisiones importantes como la carrera que seguimos, las relaciones que mantenemos o las metas que nos proponemos. Cuando una persona prioriza lo que otros piensan sobre lo que ella realmente quiere, está traicionándose a sí misma para encajar en un molde ajeno, lo que genera frustración y desconexión con su propio ser”, explicó la especialista en relaciones conscientes. Las expectativas sociales y familiares también juegan un papel importante, pues muchas veces podemos sentir una gran presión por cumplir con lo que los demás esperan de nosotros, lo cual puede llevarnos a ignorar nuestros propios deseos. La realidad es que, el miedo a decepcionar a los demás o a ser juzgados puede hacer que traicionemos lo que realmente queremos, creando una brecha entre nuestras acciones y nuestras necesidades internas. “Venimos de una cultura y, muchas veces de familias muy verticales, donde no queremos decepcionar a nuestros padres. Sin lugar a duda, esta es una preocupación común mientras crecemos, especialmente porque nuestros padres, de generaciones anteriores, suelen valorar la estabilidad, ya que, para ellos, el tener un trabajo fijo o un matrimonio duradero representa seguridad. Por esta razón, esa necesidad de validación permanente, de asegurar que nuestros padres o la sociedad aprueben nuestras decisiones, está profundamente arraigada en nosotros, por lo que siempre optamos por ser percibidos como personas exitosas o estables”, expresó Pinedo. Todos poseemos un conjunto de valores que guían nuestras vidas. Sin embargo, cuando actuamos en contra de esos principios, traicionamos nuestra esencia, la cual puede manifestarse de manera sutil, como aceptar comportamientos de otros que normalmente no toleraríamos. De igual manera, como refirió Santos, el perfeccionismo puede ser una forma de infidelidad a uno mismo. Al tratar de ser “perfectos”, dejamos de ser auténticos, lo que nos lleva a ignorar nuestras verdaderas emociones y necesidades, generando una desconexión interna. La autocompasión es clave para sanar la infidelidad hacia uno mismo y construir una relación más saludable, ya que nos permite reconocer los errores sin sentir vergüenza y nos impulsa a avanzar con la convicción de que merecemos ser feliz. ¿Qué señales podrían indican que una persona está siendo infiel a sí misma?

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