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Multitasking hacer muchas cosas a la vez no te hace eficiente: puede reducir tu productividad hasta en un 40 % y aumentar tu estrés | SOMOS

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Responder mensajes mientras escuchamos una reunión y revisamos las redes sociales parece algo muy normal hoy en día, pues vivimos en una época en la que hacer muchas cosas al mismo tiempo se ha convertido en sinónimo de éxito y eficiencia. Sin embargo, detrás de ese aparente “superpoder” se esconde una gran paradoja: cuanto más intentamos hacer, menos productivos —y más estresados— nos sentimos.

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“El multitasking puede dar la falsa impresión de estatus o mayor productividad, pero en realidad no permite realizar las tareas de forma eficiente”, explicó Tomás Caycho-Rodríguez, psicólogo e investigador titular de la Universidad Científica del Sur a Bienestar. De hecho, en un mundo altamente competitivo donde se premia la rapidez y la respuesta inmediata, esta tendencia se ha convertido en un símbolo de estatus. Pero la ciencia nos advierte que nuestro cerebro no está diseñado para funcionar así.

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Juan Carlos Fangacio

El neurólogo Richard Cytowic, autor del libro “Tu cerebro de la Edad de Piedra en la era de la pantalla” (2024), señala que intentar hacer varias cosas a la vez nos pasa factura: “El multitasking puede provocar que trabajemos más lento, cometamos más errores y suframos más estrés y agotamiento mental. Cambiar rápidamente de una tarea a otra disminuye la energía cerebral y la capacidad de concentración”.

Esta dificultad para mantener el foco, sin duda, se ve agravada por la hiperconectividad en la que estamos sumergidos. Según la psicoterapeuta Liliana Tuñoque, de Clínica Internacional, estamos rodeados de sobreestímulos —notificaciones, mensajes, correos— que saturan el cerebro y erosionan nuestra capacidad de atención en una sola cosa. Y aunque parezca que avanzamos, muchas veces terminamos el día agotados y con la sensación de no haber logrado nada.

Además, esta conducta profundamente arraigada responde más a la presión social que a una estrategia real de bienestar mental, mencionó Cynthia Kubu, neuropsicóloga de Cleveland Clinic. Basta con mirar las redes sociales, las cuales se han convertido en una vitrina de la cotidianidad donde estar ocupado se asocia con ser productivo. Desde luego, esta constante exposición nos impulsa a compararnos y, muchas veces, a cuestionarnos si estamos haciendo lo suficiente.

Entonces, vale la pena preguntarnos: ¿de verdad ser multitarea nos hace más productivos o simplemente más estresados?

El mito del cerebro multitarea

Aunque la cultura actual asocia el multitasking con productividad, desde la neuropsicología, se sabe que esta idea es un mito. De acuerdo con la doctora Claudia Cortez, directora de la carrera de psicología de la Universidad San Ignacio de Loyola, el cerebro humano no está diseñado para concentrarse en más de una tarea a la vez. Lo que realmente ocurre es que cambiamos el foco de atención de una actividad a otra con gran rapidez, un proceso conocido como task switching.

El multitasking eleva los niveles de estrés, reduce la concentración y genera una sensación constante de cansancio, incluso cuando no has terminado nada.

El multitasking eleva los niveles de estrés, reduce la concentración y genera una sensación constante de cansancio, incluso cuando no has terminado nada.

Básicamente, este constante cambio de “marcha cognitiva” implica la activación de distintos circuitos neuronales, lo que genera un costo en atención y concentración. En otras palabras, cada vez que interrumpimos una tarea para atender otra, perdemos eficiencia en ambas.

“Cada cambio de tarea obliga al cerebro a reiniciar su enfoque, generando lo que se conoce como switching cost. Este proceso consume energía mental y tiempo, disminuyendo tanto la velocidad como la precisión. Además, sobrecarga la corteza prefrontal, responsable de la atención y la toma de decisiones, provocando fatiga y afectando la memoria a corto plazo. Incluso breves interrupciones, como revisar el teléfono mientras trabajamos, pueden acumular este efecto y reducir significativamente el rendimiento”, precisó Cynthia Kubu.

En esta misma línea, Tomás Caycho-Rodríguez refirió que estudios como el de Rubinstein, Meyer y Evans (2001), demostraron que el multitasking puede reducir la productividad hasta en un 40% debido a los bloqueos mentales que genera. “Alternar entre actividades no solo aumenta el tiempo necesario para completarlas, sino que también deteriora la calidad del resultado, especialmente en tareas que demandan concentración, memoria y precisión, como el aprendizaje, la escritura o la resolución de problemas complejos”.

Estrés, ansiedad y fatiga: el costo invisible

Muchas veces, las personas creen que pueden con todo y que rendir al máximo implica no parar. “Pero en la práctica, lo que podemos observar es agotamiento, ansiedad y sensación de frustración, esto incluso puede llevar a la depresión a quienes ya sufren de ansiedad. Ciertamente, este ritmo acelerado y sin pausas termina pasándonos factura porque tanto el cuerpo como la mente necesitan descansar para funcionar bien”, advirtió Tuñoque.

Asimismo, para la neuropsicóloga de Cleveland Clinic, esa sensación de “poder con todo”, tiene en realidad un costo biológico, ya que quienes creen manejar múltiples estímulos suelen estar en un estado de alerta constante, no de concentración real. Cada vez que el cerebro cambia de tarea, activa el sistema de estrés porque percibe múltiples demandas simultáneas. Este proceso eleva los niveles de cortisol y adrenalina, lo que genera tensión, ansiedad e incluso irritabilidad. Con el tiempo, esta sobreestimulación se traduce en agotamiento mental y en la dificultad para relajarse, aun en momentos de descanso.

El impacto no se limita al estado emocional. De acuerdo con Caycho-Rodríguez, la multitarea también afecta la calidad del sueño: diversos estudios muestran que quienes realizan muchas tareas al mismo tiempo duermen menos, tienen más dificultades para conciliar el sueño y presentan mayor somnolencia diurna. Además, diversas investigaciones han encontrado que el multitasking deteriora la memoria de trabajo y, con el tiempo, la memoria a largo plazo. Esto ocurre porque la mente dispersa su atención entre estímulos relevantes e irrelevantes, lo que impide que la información importante se consolide adecuadamente.

Paradójicamente, a pesar de todos estos efectos, muchas personas siguen practicando la multitarea porque produce una sensación engañosa de productividad. “Esto se debe a que cambiar de tarea activa el circuito de recompensa del cerebro. Cada vez que completamos algo, el cerebro libera dopamina, generando una gratificación instantánea que se confunde con logro real. Esta satisfacción momentánea refuerza el hábito, aunque en el fondo estemos sacrificando concentración, descanso y bienestar”, aseguró Kubu.

¿Existe una multitarea “positiva”?

Según la neuropsicóloga, sí puede existir una forma de multitarea “positiva”, siempre que una de las actividades sea automática o relajante. Por ejemplo, escuchar música suave mientras se realiza una tarea repetitiva o caminar mientras se reflexiona sobre un proyecto. En estos casos, ambas acciones se complementan, porque no compiten por los mismos recursos mentales.

Concentrarte en una sola tarea mejora el rendimiento, la memoria y la creatividad. Hacer menos puede ser la clave para lograr más.

Concentrarte en una sola tarea mejora el rendimiento, la memoria y la creatividad. Hacer menos puede ser la clave para lograr más.

La clave está en distinguir entre la multitarea funcional —que puede favorecer la concentración y el bienestar— y la multitarea cognitiva, que exige atención dividida y termina generando fatiga y menor rendimiento.

¿Cuáles son los beneficios de la monotarea?

Concentrarse en una sola tarea (o evitar las interrupciones crónicas), según la doctora Cortez ofrece importantes beneficios psicológicos y biológicos, ya que revierte los costos de la multitarea:

  • Eficiencia cognitiva: Al no cambiar continuamente el enfoque, el cerebro conserva la glucosa necesaria para permanecer en una sola tarea.
  • Aprendizaje y memoria mejorados: Sin la distracción de la multitarea, la información ingresa al hipocampo, donde se organiza y clasifica, facilitando su posterior recuperación.
  • Bienestar y motivación: Cuando se logra superar un desafío (trabajo sano y productivo), se genera relajación y satisfacción. El orden y la concentración reducen la frustración y el estrés.
  • Reducción del estrés fisiológico: Al concentrarse y evitar el cambio constante, se evita la activación sostenida del eje de respuesta al estrés, lo que ayuda a prevenir la elevación de cortisol y adrenalina. Básicamente, esto permite que se active el sistema nervioso parasimpático, el cual es el responsable de la calma y la recuperación.
  • Sueño reparador: Dormir las horas necesarias permite que el cerebro recupere energía y refuerce su capacidad de concentración.

“Cuando logramos enfocarnos en una sola tarea, el cerebro entra en un estado conocido como flow o flujo, en el que la atención y la motivación se alinean. Este estado mejora la memoria, la creatividad y la satisfacción personal. Concentrarse plenamente también fortalece las redes neuronales vinculadas con la autorregulación y la toma de decisiones. Desde la psicología clínica, vemos que la monotarea reduce la ansiedad, aumenta la sensación de control y ayuda a experimentar el presente con mayor claridad”, resaltó Kubu.

Algunas estrategias para entrenar el enfoque

Una forma de romper con la multitarea es desarrollar la monotarea, y para lograrlo, el psicólogo Tomás Caycho-Rodríguez, recomendó las siguientes estrategias:

  • Elegir dos prioridades diarias: Si se tienen varias tareas pendientes, conviene identificar solo dos principales y dejar las demás para otro momento o día. De esta forma, se evita dispersar la atención.
  • Reservar un tiempo específico para cada tarea: Los estudios han demostrado que trabajar en intervalos definidos ayuda a mantener la concentración, especialmente en personas a las que les cuesta sostener la atención.
Practica la atención plena, elimina distracciones digitales y dale pausas a tu mente. El enfoque se entrena igual que un músculo: con constancia y descanso.

Practica la atención plena, elimina distracciones digitales y dale pausas a tu mente. El enfoque se entrena igual que un músculo: con constancia y descanso.

  • Trabajar en ciclos: Dedicar un tiempo determinado a la tarea, tomar un breve descanso mental y luego repetir el ciclo. Esto establece un ritmo que le permite al cerebro distinguir cuándo trabajar y cuándo descansar.
  • Bloquear distracciones: Interrumpir por solo tres segundos puede duplicar el riesgo de cometer errores. Por eso, es importante crear un entorno libre de estímulos —lejos del celular, el internet o la televisión— para cuidar la concentración.
  • Realizar actividades para reducir el estrés: El ejercicio, actividades sociales o prácticas espirituales contribuyen a que el cerebro esté más dispuesto a enfocarse.

Una herramienta útil es la técnica Pomodoro, que divide el trabajo en bloques de 25 minutos con breves pausas. Cada cuatro ciclos, se recomienda un descanso más largo. “Sin embargo, la técnica debe adaptarse al nivel de energía y concentración de cada día. La flexibilidad es clave”, señaló el especialista de la Universidad Científica del Sur.

Estas estrategias también pueden aplicarse fácilmente en el trabajo: eliminar las distracciones (notificaciones, pestañas abiertas o el celular al alcance), definir una sola tarea prioritaria y colocarla a la vista (una nota frente al escritorio) y realizar pausas breves (estirarse, beber agua o descansar unos minutos) ayudan a mejorar la concentración y prevenir el agotamiento.

De igual manera, la psicóloga Antonella Galli, de la Clínica Ricardo Palma, indicó que para entrenar el enfoque también es clave:

  • Trabajar la autoconciencia: Esta permite reconocer cuándo nos distraemos, regular las emociones y reconducir la atención hacia una sola tarea. Esto no solo mejora la productividad, sino que reduce significativamente el estrés.
  • Establecer límites personales claros: Quienes los tienen bien definidos, protegen mejor su tiempo y energía. Saber cuándo y cómo se puede ser interrumpido evita asumir tareas o favores que no corresponden, lo que previene el agotamiento mental. En este sentido, aprender a decir “no” sin culpa es una forma de cuidar la salud mental y mantener el enfoque en lo realmente importante.
  • Ser autocompasivos: Ser amables con nosotros mismos cuando no cumplimos todo lo planeado. La autocompasión permite afrontar los desafíos sin pánico, recuperarse de los errores y mantener la motivación. Adoptar esta actitud flexible y comprensiva fortalece la confianza en las propias habilidades y facilita completar las tareas con mayor serenidad y eficacia.



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