La menstruación puede ser un periodo especialmente complejo para muchas mujeres. Más allá de la incomodidad que implica usar una toalla higiénica o un tampón, y de los cólicos, los dolores de cabeza o la montaña rusa emocional que suelen acompañarnos en esos días, se suma un invitado poco mencionado, pero muy común: los malestares digestivos.
Diarrea, hinchazón, gases o incluso estreñimiento son síntomas que forman parte de una serie de cambios naturales que el cuerpo experimenta cuando las hormonas se encuentran en plena actividad. Según explicó el ginecólogo José Luis Mercado, de la Clínica Ricardo Palma a Bienestar, entre un 30 y 50% de mujeres presentan alguna alternación en su tránsito intestinal durante la menstruación.
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¿Por qué el ciclo menstrual afecta al sistema digestivo?
El ciclo menstrual puede alterar el funcionamiento del sistema digestivo debido a los cambios hormonales que ocurren en el cuerpo femenino. De acuerdo con la doctora Wendy Gutiérrez, ginecóloga de Clínica Internacional, durante la menstruación el organismo libera prostaglandinas, unas sustancias que hacen que el útero —que es un músculo— se contraiga para eliminar el contenido endometrial. El problema es que estas mismas también actúan sobre los músculos del intestino, aumentando así la velocidad del vaciamiento intestinal. Como consecuencia, el intestino absorbe menos agua y pueden aparecer síntomas como diarrea, cólicos o sensación de inflamación pélvica.
Por otro lado, la progesterona, otra hormona que interviene en el ciclo, tiene el efecto contrario: relaja los músculos intestinales. Cuando sus niveles son altos, sobre todo antes de la menstruación, puede causar estreñimiento. En cambio, cuando disminuye y las prostaglandinas aumentan, el tránsito se acelera. Básicamente, el equilibrio entre ambas es lo que determina si una mujer tiende más a la diarrea o al estreñimiento durante su periodo, agregó el doctor Mercado.
“Las variaciones hormonales también pueden afectar la microbiota intestinal, es decir, el conjunto de bacterias que habitan en el intestino. Cuando los niveles de estrógenos y progesterona bajan, puede alterarse ese equilibrio y aumentar la sensibilidad digestiva, causando hinchazón, gases o diarrea. Además, la microbiota intestinal y la vaginal están estrechamente conectadas, por lo que cuando una se altera, la otra también puede verse afectada”, aseguró la ginecóloga.

Las prostaglandinas y la progesterona influyen directamente en el movimiento intestinal. Su equilibrio determina si una mujer tiende más a la diarrea o al estreñimiento durante su ciclo.
/ Anna Bizon
Por lo general, tal como señaló Donald Ford, jefe del Departamento de Medicina Familiar de Cleveland Clinic, los síntomas incluyen diarrea, aumento de las deposiciones, hinchazón, cólicos y sensación de estómago revuelto. No obstante, en algunos casos, especialmente cuando hay síndrome premenstrual o “period flu”, pueden aparecer náuseas, vómitos y malestar general, parecidos a los de una gripe.
Por su parte, la doctora Nora Oyarce, ginecóloga de SANNA Clínica El Golf, precisó que estas molestias suelen comenzar uno o dos días antes del sangrado, alcanzan su punto máximo 24 horas después de iniciada la menstruación y pueden durar dos o tres días más. “Sin embargo, es importante distinguir el dolor abdominal de origen digestivo del llamado “cólico menstrual”, que proviene directamente de las contracciones del útero”.
¿Qué hace que las molestias digestivas varíen entre mujeres?
Las molestias digestivas durante el ciclo menstrual varían mucho de una mujer a otra porque dependen de varios factores. Como indicó el doctor Ford, estas diferencias se explican principalmente por el efecto de las hormonas. En los días justo antes y al inicio del sangrado predominan las prostaglandinas, que tienden a “acelerar” el intestino; por eso una parte de las mujeres nota más deposiciones o diarrea en esos días.
En cambio, la progesterona alcanza su pico alrededor de la ovulación y en la fase lútea; esta hormona puede enlentecer el tránsito, favorecer la retención de líquidos y promover el estreñimiento. Sin embargo, esta misma hormona puede causar el efecto contrario —diarrea— en mujeres con mayor sensibilidad intestinal o con trastornos digestivos de base, lo que explica por qué la respuesta del cuerpo no es igual en todas.
A ello se suman los factores de estilo de vida, que pueden intensificar las molestias. Según Mónica Ramírez, médico ocupacional y jefa de Gestión de Riesgos de Sanitas, una alimentación rica en productos ultraprocesados, picantes, dulces o grasosos, así como el consumo de alcohol, café o bebidas gaseosas, puede agravar los síntomas. También influyen la falta de sueño, el estrés, el sedentarismo y la deshidratación, ya que aumentan la inflamación y la sensibilidad del intestino.
Por otro lado, los anticonceptivos y tratamientos hormonales también pueden modificar la intensidad o el tipo de molestia. Como mencionó Gutiérrez, “los anticonceptivos combinados suelen mejorar los síntomas, ya que regulan los niveles hormonales y reducen la liberación de prostaglandinas. No obstante, los métodos basados solo en progestágenos pueden causar estreñimiento o alteraciones en la motilidad intestinal, dependiendo de la sensibilidad individual. Por eso, es importante que su uso sea siempre supervisado por un especialista”.

El estrés, la falta de sueño y una dieta rica en ultraprocesados pueden agravar los síntomas digestivos menstruales. Mantener hábitos saludables ayuda a reducir la inflamación y el malestar.
Igualmente, las variaciones dependen de la etapa de la vida. Por ejemplo, en la adolescencia, las prostaglandinas se liberan en mayor cantidad, por eso las molestias digestivas y los cólicos son más intensos. Después del parto, los niveles hormonales se estabilizan y muchas mujeres notan una mejoría. Mientras que en la perimenopausia y la menopausia, las fluctuaciones hormonales pueden volver a generar irregularidades intestinales o episodios de diarrea y distensión.
¿Cuándo los síntomas dejan de ser “normales”?
Aunque es común que entre el primer y segundo día de la menstruación se presenten molestias digestivas leves —como diarrea o cambios en el ritmo intestinal— es importante saber identificar cuándo estos síntomas podrían estar indicando algo más.
Generalmente, como refirió la ginecóloga de Clínica Internacional, este patrón suele resolverse sin necesidad de tratamiento, ya que coincide con el pico de liberación de prostaglandinas. Sin embargo, si la diarrea es intensa, se prolonga más de 3 o 4 días, interfiere con la rutina diaria o si los síntomas empeoran con los meses o se asocian con dolor durante las relaciones sexuales o al defecar, es importante acudir con un especialista, ya que podrían ser signos de endometriosis, problema intestinal u otra condición que requiere tratamiento.
“Deben considerarse señales de alerta la presencia recurrente de sangre en las heces, la combinación de diarrea con fiebre o dolor abdominal fuerte, la pérdida de peso inexplicable o un cambio persistente en el patrón de las deposiciones (por ejemplo, pasar de evacuaciones regulares a episodios frecuentes de diarrea o heces muy finas). También debe generar preocupación si el dolor o la diarrea interrumpen el sueño nocturno, si las deposiciones dolorosas se acompañan de sangrado rectal o si los síntomas no mejoran con medidas básicas o antiinflamatorios”, advirtió Donald Ford.
En estos casos, es fundamental realizar una evaluación ginecológica y digestiva para descartar enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal, pólipos, cáncer colorrectal u otras patologías.
¿Cómo aliviar las molestias digestivas menstruales?
Además de los analgésicos comunes para aliviar el dolor menstrual, Wendy Gutiérrez afirmó que existen terapias complementarias que pueden ayudar a mejorar los síntomas digestivos que aparecen durante el periodo. Medicamentos como la hioscina pueden ser útiles para reducir los cólicos intestinales y uterinos, mientras que el magnesio contribuye a relajar los músculos, disminuir la inflamación abdominal y regular el tránsito intestinal.

Infusiones suaves, compresas tibias, ejercicio regular y una alimentación antiinflamatoria pueden aliviar los síntomas digestivos que acompañan al periodo y mejorar el bienestar general.
/ Volkan Sezai Suda
Entre las opciones naturales, las infusiones suaves como la de manzanilla son las más recomendadas gracias a sus propiedades antiinflamatorias, así como el uso de compresas tibias en la región pélvica, que favorecen la vasodilatación y alivian la tensión muscular. Además, visitar al ginecólogo es fundamental para recibir orientación personalizada y descartar otros trastornos que puedan agravar los síntomas.
Por su parte, el doctor Ford destacó que los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), iniciados uno o dos días antes del sangrado, pueden ayudar a bloquear las prostaglandinas responsables del dolor y la diarrea. En algunos casos, el uso de anticonceptivos hormonales permite reducir la frecuencia o intensidad de los ciclos y, con ello, los síntomas digestivos. Cuando los episodios son más severos, pueden emplearse de manera ocasional antidiarreicos o laxantes suaves, siempre bajo indicación profesional.
Asimismo, la alimentación juega un papel clave. Nora Oyarce añadió que una dieta rica en fibra, frutas, verduras, probióticos y prebióticos ayuda a mantener una microbiota intestinal equilibrada. Mientas que los alimentos antiinflamatorios, como el pescado graso, las verduras de hojas verdes, los frutos secos, el aceite de oliva, la cúrcuma o el jengibre, contribuyen a controlar la inflamación intestinal.
- Si hay diarrea durante la menstruación: Se recomienda priorizar la hidratación y reducir el consumo de café y fibra.
- Si predomina el estreñimiento: Es importante aumentar la ingesta de agua y fibra, incluyendo cereales integrales, legumbres y vegetales para aumentar y ablandar el tamaño de las heces.
- En caso de gases o distensión abdominal: Se debe identificar en cada mujer qué alimentos desencadenan malestar, como los carbohidratos, los lácteos o productos azucarados, especialmente si hay intolerancias.
En definitiva, mantener un estilo de vida activo también marca la diferencia. Como recalcó el experto de Cleveland Clinic, el ejercicio aeróbico regular— caminar rápido, correr suave o andar en bicicleta— tiene un efecto beneficioso sobre el síndrome premenstrual, mejora el estado de ánimo y puede ayudar a que los síntomas físicos, incluidos los digestivos, sean menos intensos.
Dormir adecuadamente y practicar técnicas de manejo del estrés, como la meditación, el yoga o la respiración consciente, también ayudan a equilibrar el eje cerebro–intestino, lo que se traduce en un mejor control de los síntomas digestivos, sobre todo en mujeres con síndrome de intestino irritable.
“Lo principal, es que no normalicemos el malestar. Es cierto que algunos cambios digestivos pueden acompañar a la menstruación, pero vivir cada mes con dolor o con una digestión alterada no debería ser lo habitual. Escuchar a tu cuerpo y conversar con tu médico ginecólogo puede marcar la diferencia: existen tratamientos eficaces que alivian los síntomas y te permiten sentirte bien durante tu periodo. Cuidarte también es una forma de conocerte y de vivir tu ciclo con mayor bienestar”, concluyó la ginecóloga Wendy Gutiérrez.





