El tratamiento del cáncer se ha convertido en uno de los mayores desafíos sanitarios a nivel global. Aproximadamente “una de cada cinco personas recibió un diagnóstico de cáncer a lo largo de su vida”, según los datos expuestos por el director médico de Oncología para Latinoamérica de Pfizer, Luis Alberto Suárez. El reto principal para la región, sin embargo, radica en las dramáticas cifras de supervivencia.
Latinoamérica y el Caribe registraron 1’551.000 nuevos casos de cáncer. No obstante, el dato más preocupante es la tasa de mortalidad: “La mitad de los pacientes mueren por cáncer. Es una cifra altísima”. La región presenta una mortalidad cercana al 50%, cifra que se proyecta mantener hasta el 2045, llegando a 1’350.000 muertes.
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Suárez enfatizó que este 50% de mortalidad es característico de las regiones subdesarrolladas. En contraste, en Estados Unidos y Europa, la mortalidad es de poco más del 30%, una diferencia que se explica por “el diagnóstico temprano, en el seguimiento del paciente, en el acceso a la medicación”. Por lo tanto, el problema en Latinoamérica es doble: diagnóstico tardío y la falta de equidad.
Estas cifras fueron compartidas por el doctor Suárez durante su participación en el Seminario Educativo Latinoamericano de Oncología, organizado por Pfizer, en Lima.

El desarrollo de la “medicina de precisión, técnicas de secuenciación masiva y biopsia líquida y la llegada masiva de la inmunoterapia” está siendo clave para cambiar la mirada hacia la oncología.
Prevención, la herramienta más eficaz
Para controlar la enfermedad, el experto destacó que “si hay algo que ayuda a controlar y a mejorar estos números es la prevención del diagnóstico”. El éxito de las campañas en tumores específicos, como el cáncer de mama, demuestra cómo “las cifras como empiezan a cambiar”.
Entre los factores que impactan en el diagnóstico de cáncer, el tabaco fue señalado como “el gran problema del mundo”, siendo la primera causa de cáncer de pulmón (80% de los diagnósticos) y estando asociado a 15 tipos de tumores diferentes. Otros contribuyentes son el alcohol y la obesidad, que aumentan la incidencia de tumores digestivos y de mama.
Suárez insistió en que el control se debe dar en la fase subclínica, el momento del “punto de detección”. Cuando un paciente ya tiene síntomas, “la chance de control de la enfermedad decrece y mucho”. Por ello, el mensaje a la población es crucial: “Nosotros necesitamos que todos nos hagamos controles como las señoras se hacen controles de la mama… si nos hiciéramos todo, ¿saben cómo bajaría la incidencia de o diagnosticaríamos, pero en estadios tempranos? Es un tratamiento quirúrgico o rápido y se acabó“.
Innovación y el desafío de la complejidad terapéutica
Frente a la complejidad del cáncer, la innovación es esencial. El desarrollo de la “medicina de precisión, técnicas de secuenciación masiva y biopsia líquida y la llegada masiva de la inmunoterapia” está siendo clave para cambiar la mirada hacia la oncología, según indica Suárez. La inmunoterapia, que es un “cambio en el arsenal terapéutico fabuloso”, funciona estimulando el linfocito T para que “vuelva a atacar el tumor”.
Sin embargo, el cáncer es difícil de tratar porque es como si tuviera “un cerebro propio” que busca crear “una clona diferente para que la medicación que le estoy dando le haga más nada”. Por esta razón, la inmunoterapia a menudo se asocia con quimioterapia, ya que en el microambiente tumoral “hay cosas que todavía requiero que la quimioterapia lo destruya”, agrega el especialista.
El costo de la investigación y la necesidad de políticas de salud
El desarrollo de nuevas moléculas requiere una inversión de “millones y millones de dólares”, lo que lógicamente encarece el tratamiento. En Latinoamérica, el acceso a diagnósticos precisos, como el NGS (secuenciación de nueva generación de todo el ADN), es limitado debido a los costos. Esto significa que los médicos pierden un “arsenal terapéutico enorme”, obligando a recurrir a una “quimioterapia general. Es como si tiráramos bombas a ver qué pasa”, puntualiza el médico.
Para enfrentar la alta mortalidad, Suárez subrayó que “una de las cosas que tienen que hacer los gobiernos es sentarse y armar políticas de salud”. Un buen control temprano disminuye los costos al evitar la progresión de la enfermedad avanzada (cirugía, radioterapia, internación), asegura.
El compromiso final es doble: innovar en tratamientos y superar el obstáculo del paciente. El miedo que siente el paciente al cáncer es una razón por la que “va tarde la consulta”. Por ello, Luis Alberto Suárez concluyó con la frase: “diagnóstico temprano y prevención. Esto creo que es el mensaje ustedes como medios deben llevar a la población, que la gente se haga los controles y que no tenga miedo”.





