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Fue un caso, en esos tiempos bastante común, de precocidad. José María Samper nadó en Honda, Tolima, Colombia, y él mismo en horas de polémica trazó sus rasgos biográficos en El Comercio, en junio de 1863: Nací en 1828, y comencé a ser escritor público en 1844, cuando apenas seguía mis primeros cursos de jurisprudencia en la Universidad de Bogotá. Si soy patriota es claro que empecé a serlo desde bien temprano. (…) José María Samper fue liberal desde muy temprana edad. En Colombia el bando liberal nació en 1840 y estaba representado por la juventud educada en los claustros de la universidad, sedienta de innovaciones, que bebí de las doctrinas benthamistas con enardecimiento y era enemiga del conservatismo que les sugería la idea de quietismo y de retroceso.

(…) Desde 1857 don Alejandro Villota, cofundador de El Comercio junto con don Manuel Amunátegui, residía en París tratando de paliar el grave cáncer que lo llevaría al sepulcro el 20 de febrero de 1861. Villota y Samper se conocieron en los círculos hispanoamericanos de la Ciudad Luz y forjaron muy pronto una estrecha y leal amistad. Pese a la diferencia de edades, Samper fue el amigo más íntimo de Villota y lo acompañó hasta sus últimos momentos. Villota le pidió a Samper que se convirtiera en corresponsal de El Comercio en Europa.

(…) Villotay Amunátegui se pusieron de acuerdo para ofrecerle a José María Samper el cargo de redactor principal de El Comercio… El proyecto de Samper era ambicioso pues quería que una revista, que a la postre sería quincenario, abarcara un abanico muy grande de disciplinas… Amunáteguiy Villota estuvieron de acuerdo en que Samper dirigiera y publicara la que sería “La Revista Americana”… Desde el punto de vista ideológico, Amunátegui también era un convencido liberal, línea que mantuvo El Comercio desde su fundación, pero al igual que Samper detestaba la violencia, los agravios y respetaba a la Iglesia Católica, aunque era partidario de que se diera libertad de culto a otras confesiones.

(…) “La Revista Americana” se gestó en París y el acuerdo entre Amunátegui y Samper quedó abierto, pues el periodista colombiano aceptó cumplir funciones diplomáticas en Europa… Ya antes de venir a Lima las correspondencias de José María Samper habían despertado polémica. Tenía fieles seguidores, pero también empecinados detractores encabezados por Manuel Atanasio Fuentes, quien por entonces dirigía el diario “El Mercurio”, ardientemente conservador y que usaba un vocabulario hiriente y hasta procaz contra sus adversarios políticos.

De un momento a otro los frecuentes cambios de gobierno que tuvieron lugar en Colombia durante el siglo XIX afectaron la posición diplomática de José María Samper, que se vio obligado a renunciar a su cargo en Londres, regresando inmediatamente a París. Allí debió considerar nuevamente la oferta de El Comercio que era abierta, sin plazos:

En los primeros días de diciembre de 1862 ya estaban Samper y su esposa en Lima y, de inmediato, asumió sus fundones… El primer número de “La Revista Americana”, que tenía doce páginas, apareció el 1 de enero de 1863. Su temario era muy ambicioso. Se presentaba a los lectores como periódico de política general, ciencias sociales, físicas y naturales, historia, viajes, crítica, biografía, costumbres, estadística, bellas artes, industria, crónica y variedades. Su director pretendía también que llegara a ser “Órgano general de los intereses de la América Republicana y Órgano especial de todas las universidades y sociedades científicas, literarias y de previsión y beneficencia del Perú”.

Nacía como portavoz de quienes junto con Samper compartían sus ideales liberales y el anhelo de un continente libre de injerencias europeas, unido, solidario, donde imperara la justicia social y los hombres —sin distingos de ninguna dase – tuvieran acceso a la educación y a la cultura. El indio, el mulato, el negro y el mestizo, decía Samper, no se han elevado aún, en la mayor parte de nuestras repúblicas, a la dignidad de ciudadanos.

(…) “La Revista Americana” tuvo pocos colaboradores, aunque todos ellos de gran calidad. Recordamos -entre otros- a José Gregorio Paz Soldán, Ricardo Palma, Numa P. liona, Ricardo de la Parra (colombiano) y Eusebio Hilo (chileno). Pero fueron Samper y su esposa Soledad los que llenaron casi todas las columnas abordando temas de literatura, viajes, historia y, sobre todo, de Derecho Constitucional tanto en sus aspectos teóricos como en su aplicación a la realidad americana.

“La Revista Americana” fue el primer suplemento cultural de El Comercio, en los pocos meses que duró su publicación, libró brillantes campañas en defensa de la forma de gobierno republicana y contra el inhumano tráfico de cufies chinos y trabajadores polinesios, los canacas. Mención aparte merece el notable apoyo brindado a México, que por entonces, luchaba contra la invasión francesa. Cuando el 8 de mayo de 1863 Puebla de los Ángeles, luego de tenaz resistencia, caía en manos de los ejércitos galos, Samper escribió emocionado: Si México llena su deber, y merece así la admiración del mundo, es preciso que toda la América republicana llene también el suyo.

Debemos recordar también que José María Samper fue nombrado secretario de la Junta Ciudadana, presidida por el egregio liberal, general Manuel Martínez de Aparicio, cuyo objetivo era recabar fondos para enviarlos a Benito Juárez, que luchaba en México contra el invasor francés. La junta se reunía en el local de El Comercio.

(…) “La Revista Americana”, en cierto modo, era continuadora de La Revista de Lima”, que tan honda huella dejó en nuestro ámbito cultural decimonónico. Manuel Atanasio Fuentes, director del “El Mercurio” y hombre que ha dejado libros valiosos como “lima”, “La estadística de Urna” y otros más, fue el primero en romper lanzas contra Samper…. Cuando entró en funciones los ataques de Fuentes llegaron a un nivel pocas veces visto. No podemos olvidar que si bien ‘El Murciélago’ era hombre culto, su personalidad fue compleja… se propuso arruinar periodísticamente a Samper. Para ello tenía dos armas formidables aunque no brillaban por su nobleza: la invectiva y la mofa.

Escribió: …Ese hombre portentoso llegó a Lima y dio a El Comercio tal empuje que, por poco, lo derrumba… Las respuestas de Samper, en un principio circunspectas, fueron endureciéndose conforme los ataques tornábanse en auténticos agravios. Fuentes, quien es generalmente tenido por el hombre más cínico -expresaba el editor de El Comercio- es el que se ha atrevido a levantar su voz desautorizada para reclamar moralidad. ¿No tenemos razón de llamarlo el Diablo predicador? Quedan, para el juicio de la posteridad, los vibrantes, macizos editoriales de Samper defendiendo la causa de México agredido por el imperio francés. Esta posición, cuya justicia era inobjetable, fue manipulada por el ‘Murciélago’ pretendiendo que se estaba cultivando una corriente xenófoba contra la colonia francesa, una de las más importantes de Lima y el Callao. ¡Nada más falso!

(…) Esta innoble faena de acoso y derribo contra Samper hubiera quebrado muy rápidamente a un espíritu de menos fortaleza que la del polígrafo colombiano. Cabe remarcar que el duelo periodístico se libró entre El Comercio y “El Mercurio”. Samper no permitió que “La Revista Americana” se involucrara en este penoso problema…

La tarea periodística que había realizado en lima era extraordinaria, no solo en El Comercio sino así mismo en “La Revista Americana”. Sin embargo, el talento, la erudición, la rectitud de José María Samper parecían resquebrajarse o desdorarse -ante los ojos de muchos- frente a la sátira, tan limeña y mordaz, de Manuel Atanasio Fuentes.

En la ciudad se repetían unas letrillas del ‘Murciélago’ contra el editor colombiano: Si “El Comercio” nos enfada / Y el Ministro nos humilla/ Al primero, banderilla /Y al segundo, con la espada. /Y si Samper enojado / Contra nos, escribe tomos / Nos montamos en sus lomos / Y hacemos toro ensillado.

(…) El 23 de junio de 1863 Samper presentó formalmente su renuncia a El Comercio. Un personaje tan valioso, cosmopolita, había sucumbido en un medio cerrado, hostil, pequeño, como el de Lima, que acabó por asfixiarlo espiritualmente. El sarcasmo administrado desde un diario de inferior calidad había doblegado a un hombre que, sin lugar a dudas, habría dejado una gran escuela en nuestro periodismo.

Es también destacable, vergonzosamente destacable, que muchos personajes imbuidos de las mismas ideas que Samper, prefirieron el silencio antes de ser tildados de ‘rojos’ o exponerse a las sátiras del ‘Murciélago’. Los hechos, muy pronto, darían la razón a Samper. Los franceses fueron expulsados de México y los conservadores de Almonte sucumbirían ante los republicanos agrupados en tomo de Benito Juárez. Aquí, en el Perú, la agresión de la escuadra española acabaría para siempre con los nostálgicos de las testas coronadas y afianzaría, definitivamente y sin asomo de oposición, la forma republicana de gobierno.



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