En “Ameri” —cuarto disco de su discografía—, Duki erige su propio Macondo: un territorio donde el mito se convierte en leyenda y los sueños toman cuerpo. Un mundo que no está en Buenos Aires ni en Lima, sino en la tinta de sus canciones y en la ruta musical que lo conduce, una vez más, al Costa 21, escenario que la noche del sábado fue testigo de uno de los conciertos más memorables del artista en Perú.
Un muro de fuego lo recibe, encendiendo la noche antes de que pronuncie una sola palabra. Miles de cámaras se elevan, ansiosas por atrapar cada destello del argentino que pisa el escenario. Con botas firmes, bermuda, polo y un chaleco diseñado para él por Adidas, Duki avanza hacia el centro. No hay preludio: arranca con “Leitmotiv”, un tema vertiginoso que irrumpe como una declaración: el concierto ha comenzado.

Miles de fans asistieron para ver el nuevo concierto de Duki en Costa 21. (Foto: Fernando Sangama / @photo.gec)
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Con la segunda canción, “Nueva Era”, Duki deja constancia del imperio que ha construido. Aunque promete algo nuevo, suena más como la postal definitiva de lo que empezó a edificar en “Desde el fin del mundo”, su segundo álbum lanzado en 2021. Entre letras de superación —que ya no tienen el mismo filo cuando se canta desde la cima—, canciones de desamor —que ya no duelen al saberse en una relación sólida con Emilia Mernes— y la ostentación del dinero —que suele exhibir sin pudor en redes sociales—, Duki avanza para desplegar más piezas de Ameri.
Un guiño a “Dragon Ball” y otros recuerdos disparan los primeros gritos del público. Se desplaza sobre el escenario con la seguridad de quien sabe que manda: poses que el público imita, tatuajes replicados por sus fans, así como un outfit que presume marcas como Adidas.

El álbum rompió varios récords de ventas y streaming, a nivel regional y mundial. Logró la mayor cantidad de reproducciones en un solo día, tanto para el artista como para el álbum, en Spotify. (Foto: Fernando Sangama / @photo.gec)
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La ansiedad crece; los celulares lo siguen apuntando, superando los veinte minutos de grabación. Duki hace su primera pausa para hablar: “Si siguen haciendo lo que vienen haciendo, pasaremos una buena noche”.
La frase suena más a promesa que a advertencia: el público espera los grandes éxitos, mientras él presenta su nuevo álbum. Y, aun así, lo entrega todo: fuegos artificiales, bailes improvisados e, incluso, uno de sus guantes lanzado al público.
Con “Barro”, sentencia: “Y mi mejor frase, en la pared pintada”. Pero las mejores llegan después de “Ameri”, tema que cierra el primer bloque. Antes, detiene el show para pedir auxilio: alguien entre la multitud debe ser retirado en silla de ruedas. El público se cierra de nuevo y el espectáculo continúa.

En su nuevo álbum el artista vuelve a mostrar temas como la fama, la identidad y el amor. (Foto: Fernando Sangama / @photo.gec)
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Si “Ameri” era el lugar al que Duki aspiraba —anunciado ya en el título de su tercer disco, “Antes de Ameri” (2023)—, ahora lo habita. La ficción se volvió realidad; una hazaña heroica del protagonista de barrio cuya aspiración, al ser cumplida, se asemeja más a un recuerdo que a una novedad.
Los ritmos cambian, pero el mensaje permanece. El público lo agradece: “Type Beat 5202″, “Rockstar”, “Rockstar 2.0″. Se enciende una bengala. Duki interrumpe, tres personas deben salir del lugar. Algunos vendedores dejan sus bandejas y se suman a la euforia, mientras el argentino cede el micrófono para que el público cante por él.
El show sigue con “Agarro la plata” y “Toy Psycho”. La multitud corea su nombre; carteles se alzan con todo tipo de mensajes. Duki vuelve a detenerse: “Puede la seguridad separar a esa multitud”, grita, patea algo del suelo y sigue.

El cantante se presenta nuevamente para presentar sus nuevos temas y también su éxitos musicales en un concierto de casi dos horas. (Foto: Fernando Sangama / @photo.gec)
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Los fans arrojan banderas, polos, regalos. “No me tiren cosas que ya estoy viejo”, bromea el artista de 29 años. A mitad de canción se le escapa el micrófono; reinicia desde cero, no sin antes ver un cartel: “Quiero cantar ‘Sin Freno’”. Duki para el concierto y un ingeniero industrial se sube al escenario. Tiene tatuajes similares en el rostro y una camiseta argentina. Cantan juntos y, al terminar, el público pide un beso. “Mi jermu me caga a trompadas silo hago”, responde entre risas, no sin antes de señalar a un niño sobre los hombros de su padre: «Vos sos el siguiente, pibe“.
La música baja; Duki hace otra pausa para cambiar auriculares defectuosos mientras suena el tema de Mario Bros. Regresa con “Goteo”, uno de sus hits. El Costa 21 explota en coro, la gente se abraza en círculos, derraman energizantes, mientras dos personas más salen en silla de ruedas.

Duki también presentó en vivo su nuevo proyecto 5202, un diario visual y sonoro que ha documentado su gira mundial en tiempo real. (Foto: Fernando Sangama / @photo.gec)
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Las luces se apagan: inicia el bloque semiacústico con “Ticket”, “Me enseñaste” y “Pinifarina”. Pide tres favores: un aplauso para la banda, que disfruten y que dejen salir a tres más. Luego cumple su promesa: sube al niño al escenario. «Quiero cantar contigo Givenchy», le pide. Duki acepta. Una segunda bengala ilumina la noche. Canta uno de sus temas más virales con él y al terminar le entrega su chaleco. El niño lo viste y grita sus redes sociales al público.
La recta final llega con “Malbec” y “She Don’t Give”. Otra persona cae desmayada y es auxiliada. Duki pregunta: ¿Qué hacían en 2017? Para él, fue el año de “Hello Cotto”, tema con el que cierra el concierto junto a la promesa de regreso, un concierto de casi dos horas y un niño que se va a casa con miles de dólares encima.