En los últimos años, los estantes de farmacias y supermercados se han llenado de espumas, toallitas, y, sobre todo, jabones íntimos diseñados para la “higiene femenina”. La publicidad promete frescura, limpieza y hasta protección extra, pero este bombardeo de mensajes también ha generado confusión: ¿realmente necesitamos todos estos productos para cuidar nuestra zona íntima o estamos cayendo en una estrategia de marketing que aprovecha la inseguridad de las mujeres?
¿Qué significa tener una higiene vaginal saludable?
Según explicó Molly Gumucio, enfermera especializada en salud femenina de Cleveland Clinic a Bienestar, la clave está en reconocer que la vagina es un órgano auto-limpiante. Esto quiere decir que no requiere limpiezas internas ni productos especiales, pues la propia microbiota y el flujo vaginal eliminan células muertas y bacterias, manteniendo un equilibrio natural. Lo recomendable, es centrarse solo en la limpieza de la vulva —la parte externa— con agua tibia y, si se desea, un jabón suave, sin fragancia y apto para piel sensible.
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“Para una salud vaginal, intervienen dos factores inseparables: el pH vaginal y la microbiota. En condiciones normales, el pH se sitúa entre 3.8 y 4.5, creando un ambiente ácido que dificulta la proliferación de bacterias dañinas y hongos. Mientras que la microbiota, compuesta principalmente por lactobacilos, refuerza esa defensa al producir ácido láctico y otras sustancias antimicrobianas. Por eso, alterar este equilibrio con jabones fuertes, perfumes o duchas vaginales puede abrir la puerta a infecciones recurrentes”.
De hecho, como advirtió la ginecóloga Wendy Gutiérrez, de Clínica Internacional, el Colegio de Ginecólogos y Obstetras ha documentado que las duchas vaginales no solo son innecesarias, sino que se asocian con problemas serios como la vaginosis bacteriana y la enfermedad pélvica inflamatoria, con recurrencias de hasta un 30% en tan solo tres meses.
Mitos más comunes sobre la higiene íntima
Con esto claro, surge otra gran pregunta: si la vagina se limpia sola y el exceso de productos puede ser dañino, ¿por qué tantas mujeres creen que necesitan jabones especiales o limpiezas extras? De acuerdo con la doctora Paola Díaz, médico general de Sanitas Consultorios Médicos, la respuesta radica en los mitos más comunes sobre la higiene íntima, muchos de ellos reforzados por la publicidad y la desinformación.
“Es necesario usar productos específicos para la higiene íntima”
Existen productos diseñados para la higiene íntima, pero no son indispensables para todas las mujeres. El área íntima tiene un pH naturalmente ácido que actúa como barrera protectora contra infecciones. Usar jabones íntimos de manera excesiva puede, en realidad, alterar ese equilibrio y provocar irritaciones.

La higiene íntima no requiere de productos especiales o limpiadores internos. La vagina se auto-limpia gracias a su microbiota y flujo vaginal, manteniendo un equilibrio natural.
“La zona íntima no debe oler”
La Dra. Díaz recalcó que es completamente normal que exista un olor leve producto de las secreciones vaginales. Eliminarlo por completo es imposible y tampoco es necesario. Solo debe considerarse una señal de alerta cuando el olor es fuerte o desagradable y viene acompañado de flujo anormal o picazón; en esos casos, lo recomendable es acudir al ginecólogo.
“Usar protectores diarios todo el tiempo”
Aunque suelen presentarse como aliados de la higiene, su uso continuo puede ser contraproducente: los protectores generan humedad y obstrucción, aumentando el riesgo de infecciones. Lo más saludable es usarlos solo en momentos puntuales, cuando realmente se necesiten.
“La menstruación requiere un nivel extremo de higiene”
Durante la menstruación, la higiene debe mantenerse, pero no hace falta recurrir a medidas exageradas. Según la experta, es suficiente con cambiar las toallas higiénicas, tampones o copas menstruales cada 4 a 6 horas y evitar productos perfumados que puedan causar irritación.
¿Son o no necesarios los jabones íntimos?
La necesidad de los jabones íntimos depende del contexto y del tipo de producto. Como mencionó Marita Ramos, médica ocupacional de MAPFRE Perú, su uso puede ser útil en situaciones específicas como la menstruación, el embarazo, el posparto o cuando existe una sudoración excesiva. Eso sí, deben ser fórmulas diseñadas para respetar el pH vaginal, sin perfumes ni alcohol, y aplicados únicamente en la zona externa (vulva).
Gumucio coincidió en que no es necesario un lavado interno ni siquiera después de las relaciones sexuales, cuando el pH puede variar por el contacto con el semen. En estos casos, basta con una higiene externa con agua y, si se desea, un jabón suave y sin fragancia.
También puede ser útil después del ejercicio intenso, con ropa ajustada o ante la acumulación de sudor y humedad, ya que un lavado externo proporciona frescura y confort. Aun así, lo más recomendable es usar ropa transpirable y evitar prendas húmedas por mucho tiempo.
“Es importante tener cuidado, pues muchos jabones íntimos se promocionan como capaces de “equilibrar el pH” o “reforzar la flora natural”, pero estas afirmaciones responden más al marketing que a la realidad médica. El pH vaginal se regula automáticamente gracias a las bacterias propias, y ningún producto puede reemplazar ese proceso natural”, advirtió el doctor Renato Sánchez, ginecólogo de la Clínica Ricardo Palma.

El mal uso de productos para la higiene íntima, como jabones agresivos o duchas vaginales, puede causar irritaciones y desequilibrar el pH vaginal, lo que facilita la aparición de infecciones.
Ingredientes: lo que debes evitar y lo que sí es seguro
Cuando se trata de higiene íntima, los ingredientes marcan la diferencia entre proteger o irritar la zona. Según María Fernanda Piedra, ginecóloga de SANNA Centro Clínico Chacarilla, es importante evitar componentes como perfumes, alcohol, colorantes, parabenos y sulfatos agresivos (como el SLS), ya que resecan, irritan y alteran la microbiota vaginal, aumentando el riesgo de infecciones como la candidiasis o la vaginosis bacteriana.
En contraste, se recomienda apostar por fórmulas suaves que incluyan ácido láctico, glicerina, aloe vera o extractos calmantes como manzanilla y caléndula.
En cuanto a las presentaciones, tanto Wendy Gutiérrez como Paola Díaz coincidieron en que los jabones líquidos son la opción más práctica y segura, ya que permiten controlar la cantidad aplicada, se enjuagan con agua —evitando residuos— y ofrecen mejor conservación que otros formatos. En cambio, los jabones en barra no son recomendables, pues pueden dejar restos en la zona íntima o incluso favorecer la transmisión de hongos si se comparten.
Las espumas, aunque tienen una textura ligera y rinden más porque se expanden, suelen requerir más aditivos para mantener su consistencia y también necesitan enjuague, lo que puede volverlas menos favorables para un uso frecuente.
Mientras que, las toallitas íntimas se consideran útiles únicamente en situaciones puntuales, como durante viajes, después de hacer ejercicio o en la menstruación, ya que facilitan la limpieza fuera de casa. Sin embargo, no sustituyen el lavado con agua y, si se usan en exceso, pueden causar resequedad o irritación debido a los conservantes y fragancias que contienen.
“Los jabones íntimos ‘naturales’, con extractos de plantas, ofrecen propiedades calmantes y antiinflamatorias, y suelen ser libres de fragancias sintéticas. Sin embargo, no siempre son más seguros que los convencionales. Los compuestos bioactivos de algunas plantas pueden causar reacciones alérgicas o irritaciones, especialmente en pieles sensibles. Es importante revisar la lista de ingredientes y elegir fórmulas hipoalergénicas, sin fragancias, aceites esenciales ni conservantes que alteren el pH”, señaló la ginecóloga de SANNA.
Riegos de un mal uso
El mal uso de jabones íntimos puede acarrear varios riesgos para la salud ginecológica. De acuerdo con Molly Gumucio, el riesgo más inmediato del uso de productos inadecuados es la irritación de la piel vulvar, que se manifiesta con síntomas como enrojecimiento, ardor, picazón o sensación de resequedad. Estos malestares pueden convertirse en problemas más serios si no se toman las precauciones adecuadas, ya que a largo plazo predisponen a la aparición de inflamación crónica, conocida como vulvitis, lo que afecta la calidad de vida y el bienestar diario de la mujer.
Uno de los principales peligros del uso inapropiado de jabones íntimos es el desequilibrio del pH vaginal, lo que puede abrir la puerta a infecciones comunes como la candidiasis o la vaginosis bacteriana. Este riesgo no se limita a las mujeres adultas, ya que incluso en niñas, el uso de productos perfumados o baños de espuma está relacionado con irritaciones e inflamaciones recurrentes.
“La limpieza excesiva, incluso con productos hipoalergénicos, puede tener un efecto contrario al esperado, al eliminar las bacterias protectoras de la zona y aumentar la vulnerabilidad a infecciones. Por lo tanto, la clave es la moderación. En caso de duda, menos es más para mantener el equilibrio natural de la zona íntima”, sostuvo la enfermera especializada en salud femenina de Cleveland Clinic.

Lo fundamental es cuidar la vulva externa con agua tibia y, en caso de optar por un producto, que sea suave y sin fragancia.
Rutinas seguras y sencillas para el día a día
El cuidado adecuado de la zona íntima es fundamental para mantener la salud y prevenir infecciones. Para ello, la doctora Díaz recomendó una rutina diaria sencilla y suave que puede hacer una gran diferencia.
Rutina diaria para el cuidado íntimo
- Lavar solo la vulva (parte externa), nunca el interior de la vagina.
- Usar agua tibia; opcionalmente, un limpiador suave con pH entre 4–5 y sin fragancia.
- Lavar con la mano limpia, evitando el uso de esponjas o guantes.
- Secar con palmaditas usando una toalla de algodón limpia, sin frotar.
- Usar ropa interior de algodón, holgada, y cambiarla diariamente.
- Evitar ropa ajustada o sintética por largos períodos de tiempo.
- Después de ir al baño, limpiar de adelante hacia atrás para evitar el paso de bacterias de la zona anal a la vaginal.
Rutinas en situaciones especiales
- Después de deporte intenso o sudoración: Cambiar de ropa interior y, si lo deseas, hacer un lavado suave con agua.
- Durante la menstruación: Cambiar toallas, tampones o copas cada 4-6 horas aproximadamente, y realizar una higiene externa diaria sin necesidad de lavados excesivos.
- Después de relaciones sexuales: Orinar (para prevenir infecciones urinarias) y, si lo prefieres, realizar un lavado suave externo con agua.
“La vagina es un órgano autolimpiante, por lo que evitar el uso de duchas vaginales, sprays desodorantes o toallitas perfumadas es crucial. Las intervenciones excesivas pueden ser contraproducentes. Una rutina simple y constante es clave para prevenir molestias e infecciones”, recordó Molly Gumucio.
Además, es fundamental tener en cuenta que el cuidado íntimo debe adaptarse a las distintas etapas de la vida de la mujer, pues cada una tiene necesidades y características particulares.
Adolescencia
El pH vaginal es más neutro (menos ácido que en la adultez) y la microbiota aún está en desarrollo, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones e irritaciones. Por eso, se recomienda una higiene más suave, utilizando ropa de algodón y realizando una limpieza ocasional externa con agua.
Edad reproductiva
El estrógeno mantiene el pH vaginal ácido y promueve una abundancia de lactobacillus, lo que proporciona una buena protección natural frente a infecciones. Sin embargo, en esta etapa es importante evitar el uso de ropa muy ajustada y ser cuidadosa con los productos de higiene, además de seguir hábitos de higiene post relaciones sexuales para mantener el equilibrio de la zona íntima.
Embarazo
El flujo vaginal aumenta debido a la leucorrea del embarazo, y el pH tiende a ser más ácido. La humedad constante puede generar incomodidad, por lo que se recomienda realizar una higiene externa suave con agua una vez al día, usar ropa interior de algodón, cambiarla con frecuencia y evitar las duchas vaginales, ya que su uso podría aumentar el riesgo de parto prematuro e infecciones.
Postparto
Con la caída de los niveles de estrógeno, la mucosa vaginal se vuelve más seca y sensible. Es recomendable mantener una higiene suave con agua tibia, usando toallas postparto y asegurándose de que la zona esté siempre seca y cómoda.
Menopausia
La disminución de estrógeno hace que la mucosa vaginal se vuelva más fina, seca y frágil. El pH se vuelve más alcalino, lo que reduce la cantidad de lactobacillus y aumenta el riesgo de vaginosis. En esta etapa, es fundamental optar por productos de higiene con pH balanceado, y en algunos casos, el médico puede recomendar el uso de lubricantes o estrógenos locales para mantener la zona íntima hidratada y protegida.
“Tu salud íntima no se mide por olor ni fragancia, sino por equilibrio y bienestar. La vagina se protege sola; lo que necesita es que confíes en tu cuerpo. Por eso, lo más popular no siempre es lo más seguro. Acudir a tu ginecóloga no solo es importante para tratar problemas, sino también para prevenir enfermedades desde la niñez y recibir la orientación adecuada para mantener tu bienestar a lo largo de los años”, concluyó Paola Díaz.