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Novelas de romance hay para todos los públicos, más aún en esta época en la que Wattpad ha promovido que los antes lectores se conviertan en creadores. También están los que todavía publican del modo usual: escriben el libro, encuentran una editorial y lanzan la ficción. El Perú le ha legado romances a la historia del género: “La tía Julia y el escribidor” de Mario Vargas Llosa, “El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz” de Alfredo Bryce Echenique, “Matalaché” de Enrique López Albújar. Hay escritores que buscan estar a la altura de sus predecesores; otros solo quieren contar su historia.

“Me parece que el que el amor puede ser un tema quizás anacrónico, trillado, pero tiene vigencia porque pone en crisis al individuo”, contó a El Comercio Marco García Falcón (Lima, 1970), autor de una novela de romance de dos adultos de mediana edad, cada uno con su respectivo matrimonio, cada uno en un país distinto; ellos se enamoran por internet, donde los chats de Whatsapp reemplazan las cartas y los emojis se suman al lenguaje afectivo. “Mañana te escribo” (La Revuelta, 2025) sigue al escritor peruano Mariano Fernández y a la profesora mexicana Paula Bermúdez.

“Es una novela que trabaja la infidelidad como motor de la historia, pero que en realidad es como un estudio de dos personas que aparentemente tienen una vida ya construida y de pronto aparece el amor y lo sacude todo”, dijo García Falcón, quien ganó el Premio Nacional de Literatura 2018 por su tercera novela, “Esta casa vacía”, y que se desempeña como profesor de talleres de escritura (este redactor llevó clases con él). “Lo que me ha interesado ver es cómo las relaciones afectivas o de amor terminan manifestando tensiones entre la vida vivida y la vida deseada; de alguna manera es una exploración en la complejidad de del deseo”.

El autor no solo se queda en la aventura amorosa, y por momentos sexual, de los protagonistas, sino en los efectos que este vínculo tiene en las demás personas. Dicen que los escritores huyen de lo cursi, que según Falcón sería el desborde sentimentaloide; él cree haber evitado el calificativo al hacer que su historia tenga los pies en la tierra. Porque el amor no existe en el vacío, funciona en un contexto y trae consecuencias.

Y hablando de lo cursi, puede que en esa categoría entren las tantas novelas de Wattpad que existen. García Falcón dijo que intentó leer una; la tarea no prosperó. ¿Lo que se encuentra en esta plataforma es o no es literatura? Él no se atreve a hacer ese juicio; no ha leído suficiente de allí como para saberlo. Sí conoce en cambio otros libros que exploran los vínculos, como “Intimidad” de Hanif Kureishi, la historia de un hombre dispuesto a abandonar a su familia para irse con su amante. Porque el amor también tiene sombras.

A continuación, la entrevista completa:

—De un modo reduccionista podría decirse que esta novela es sobre la infidelidad, pero ¿realmente es así o cómo describirías tú tu propia novela?

Es una novela que trabaja la infidelidad como motor de la historia, pero que en realidad es como un estudio de dos personas que aparentemente tienen una vida ya construida y de pronto aparece el amor y lo sacude todo. Lo que me ha interesado ver es cómo las relaciones afectivas o de amor terminan manifestando tensiones entre la vida vivida y la vida deseada; de alguna manera es una exploración en la complejidad de del deseo. Me ha interesado también no quedarme en la infidelidad, vista solo como la relación entre dos personas y el vínculo con terceros, sino también ver cómo se ven involucradas sus familias, los hijos, que a su vez pueden tener una versión de los hechos.

—Me quedo con lo que dijiste, que es una relación que hace replantear el futuro y el pasado. Creo que tenemos momentos que nos hacen replantearnos cómo hemos llevado nuestras vidas.

Me parece que el que el amor puede ser un tema quizás anacrónico, trillado, pero tiene vigencia porque pone en crisis al individuo. Y sobre todo en una relación como esta, creo que se nos caen nuestras armaduras, nuestras caretas, y nos vemos en una situación de vulnerabilidad.

—El amor tampoco está en una en una burbuja, funciona en un contexto, afecta a varias personas. No está en el vacío.

Exactamente. Y creo que son dos personas que no se están buscando, se han encontrado de casualidad y descubren que tienen algo en común que es una carencia; de alguna manera se descubren solos. Eso me parece interesante, o sea hay muchas relaciones de pareja que son funcionales como una cáscara, pero en el núcleo no están funcionando. Por el lado de él tenemos como proyecto el cuidar a la hija, que tiene una condición especial; eso los mantiene unidos. Y por el lado de ella está ese negocio familiar, esa escuela. Hay una frase que a mí me gusta de Lorrie Moore que dice que en el amor no se trata de dos personas que se entienden perfectamente, sino dos personas que descubren que tienen una forma parecida de estar rotos. Y descubren una serie de afinidades, como la de ser lectores, como la de ser soñadores, y eso los va vinculando más. Lo que al final establecen es una relación de compañía, una conexión muy profunda más allá de que estén casados o no. Eso es como un obstáculo añadido.

—Mientras leía tu libro pensaba que la infidelidad es un tema muy versátil, pues puede ser un romance, puede ser un drama, pero también puede ser un thriller por el miedo a ser descubiertos.

Claro, eso es interesante. Yo creo que en la literatura el motor de las historias es la aventura, el obstáculo y la posibilidad de un cambio; un proyecto que puede fracasar o no. Y los seres humanos, hasta los de vida más rutinaria, al abrirnos a esta posibilidad del amor nos insertamos en ese camino. Es un camino lleno de sorpresas que puede tener satisfacciones, pero también reveses y los amantes están frente a una situación que es peligrosa. Algunos dicen que justamente la gracia del ser amante es que estás tocando lo prohibido, y que eso lo hace más intenso. También está el que los amantes muestran su mejor lado. Digamos que en una relación más estable quizás no seas tan interesante para el otro, pero en una situación prohibida, donde en cualquier momento te pueden descubrir, todo se hace más interesante. Incluso la otra persona.

—En otras épocas un romance literario habría incluido, además de los encuentros, las cartas de los amantes, ¿pero ahora quién escribe cartas? En estas épocas el chat de WhatsApp ha reemplazado lo epistolar. Tú como escritor afrontas esto en la novela.

Sí, y te cuento una cosa que me ha parecido curiosa. He recibido comentarios personales de unas seis mujeres, que curiosamente son las que más se sienten identificadas con este tipo de relación. Todos tenemos relaciones que no confesamos, pero parece que las mujeres las ocultan mejor, las guardan para sí mismas, ni siquiera se las cuentan a las amigas. Y el WhatsApp es como como el denominador común, sobre todo si hay una hay una distancia.

—¿Se puede ser romántico en un chat?

[Risas] Yo te diría que lo fundamental es ser sincero, porque también el lenguaje que se usa en el chat es despersonalizado. Lo importante es que cada uno con sus recursos personalice, haga más más afectivo ese lenguaje, no sé si con chats, no sé si con palabras más o menos coloquiales o como en el caso de esta pareja, a través de poemas, fotos, reflexiones. Cada uno desplegará sus recursos, pero creo que lo importante es tener esa intimidad. Estas parejas de las que estamos hablando sienten esa soledad y encuentran en la otra persona complicidad, intensidad, libertad y una verdad emocional. Creo que es muy importante eso, ser sincero, sientes que otro te escucha. Hay una frase de Simone Weil que dice que la atención es una de las formas más raras y puras de la generosidad. Vivimos en una época donde la gente no te presta atención y eso lo vemos en las redes sociales, donde estás conectado pero no re comunicas verdaderamente, y eso se ve agravado en las parejas. Están juntas, duermen juntas, comen juntas, pero cada uno está en sus cosas. Y es bien difícil que a veces el otro te esté prestando atención, que te esté escuchando. Y [eso es] lo que encuentra esta pareja, o estos amantes que se enamoran, porque quiero resaltar eso, no son los amantes que están por el juego, por lo meramente sexual, sino por esta por esta compañía, por esta conexión. Y agrego una cosa más: Me ha interesado que el sexo fracase; el sexo que tienen no es bueno.

—No es el que uno encontraría en “Cincuenta sombras de Grey” o esta clase de novelas que están en los primeros puestos de ventas.

Exactamente, y de alguna forma es un tipo de idealismo el que manejan. Pero creo que está ese tema de la intensidad. Me parece importante que los dos tengan como intereses o sean artistas, porque los artistas estamos buscando un absoluto, sobre todo en este tiempo donde todo es precario y se habla del amor líquido, ese amor que es utilitario, de poca durabilidad. Ellos están buscando algo que dure. Pero además creo que los artistas siempre estamos buscando intensidad; Rosa Montero, en su libro “El peligro de estar cuerda”, señala una cosa interesante: que los artistas son yonquis de la intensidad, y eso se prueba porque generalmente están asociados a vicios, a relaciones amorosas muy intensas, a locuras, porque necesitan esa cuota de intensidad porque la vida tal cual les parece monótona, predecible. Entonces creo que todo eso que estamos hablando, de que el ser amante es una aventura, es riesgoso, se acrecienta por esta búsqueda de intensidad y de absolutos.

—Noto algo de inocencia en tu novela, por momentos parece un romance adolescente.

No sé si sea inocencia o cierta pureza, pero me gusta subrayar una frase de Hanif Kureishi. Porque uno de los libros que de alguna manera es referente del mío, y de todos los que tratan la intimidad en la edad adulta o la mediana edad, es “Intimidad”. Él dice justamente que cuando amamos nos quitamos nuestras máscaras, nuestras armaduras, nos volvemos más vulnerables, más inocentes. Entonces ellos se muestran así, un poco despojados. Ahora me resulta curioso que no sienten culpa. Tienen dudas, incertidumbres, ciertos miedos, pero no sienten culpa. Creo que se dan cuenta justamente de que la relación que están teniendo es necesaria.

—Esto del despojarse, de la honestidad, ¿es por el amor en sí de tus personajes o crees que la edad los ha hecho más los ha hecho más francos? Porque uno podría suponer que uno es más sincero cuando es un más joven o cuando ya un poco más mayor, pero que en el intermedio uno es más bien cínico.

Yo creo que tiene que ver mucho con el tipo de personalidad, de educación sentimental que has tenido. Creo que sería muy reduccionista decir que los jóvenes, si ven obstáculos o que la situación no evoluciona tan rápidamente, lo van a abandonar todo y no van a correrse los riesgos. Pero creo que ya en una edad adulta como la que tienen ellos, creo que empiezas a valorar más lo que sí tienes que lo que no tienes. Y en esa medida lo puedes arriesgar todo. En general todas las personas que tienen ya una experiencia, que tienen fracasos, creo que tratan de relacionarse mejor. Y también toman sus precauciones, pero no por eso son tan utilitarios como para abandonar esta posibilidad.

—En tu libro das a entender que escribir de amor es arriesgarse a ser cursi, que es una palabra de la que parecen huir los escritores. ¿Por qué dirías que es tan mal visto ser cursi?

Lo cursi está ligado no a lo sentimental, sino al sentimentalismo o a lo sentimentaloide. A los sentimientos un poco deformados, exagerados. En general pienso que aquellos temas que son más comunes, como escribir un poema por el Día de la Madre, tienen justamente esa dificultad porque caen fácilmente en lo cursi. Y entonces en este caso yo creo que ampliar un poco la mirada al tema de la familia, de las parejas, de los hijos, me ha liberado un poco de caer en lo cursi. Y también lo que hemos mencionado de pensar que son personas que solamente buscan la satisfacción sexual, porque realmente no la encuentran.

Portada de "Mañana te escribo" (La Revuelta, 2025).

Portada de «Mañana te escribo» (La Revuelta, 2025).

—Sin ánimo de decir que lo cursi está mal, pero tal vez el antídoto para lo cursi sea tener los pies en la tierra.

Yo creo que sí. Digamos que el problema de lo cursi es la superficialidad. Tú regalas un oso [risas] y eso está ya muy codificado, muy trillado. Quizás no estás poniendo ninguna emoción real, no estás poniendo ningún tipo de creatividad. Entonces es cursi. ¿Cómo haces que eso readquiera significado? Una opción sería ya no regalar el oso y otra sería hacer otra cosa, que es un poco lo que se busca en la literatura, cambiar un poco la mirada sobre algo que obviamente existe y seguirá existiendo como es el amor.

—En apariencia la infidelidad es algo moralmente sancionado por la sociedad peruana, pero todos conocemos a alguien que ha sido infiel y al que al final no le pasa absolutamente nada. ¿Hay hipocresía en nuestra sociedad sobre este tema? ¿O es que los peruanos somos indecisos a cómo reaccionar ante el engaño?

Has tocado un tema que es muy importante. Alguna vez vi una estadística de no recuerdo exactamente qué porcentaje de los peruanos que rechazaban la infidelidad en una encuesta, pero eso, cotejado con el número de hostales y el número de usos que hay de los hostales, no se condecía. Es un poco lo que estás señalando, que mucha gente es infiel y no lo muestra. Hay muchas razones. Ahora creo más que nunca que ya no solamente puedes perder a tu familia, sino que puedes perder la reputación, puedes perder el trabajo; ser infiel hoy en día es mucho más peligroso, y justo salió mi libro en la época de esta parejita de Coldplay, que salieron enfocados, y ese es el tema: quizás el miedo ahora se ve agravado porque te puede pueden funar y puedes perder absolutamente todo por una infidelidad. Y claro, la gente actúa con doble cara. Dirá, “no, qué horrible, es infiel”, pero es muy probable que también tenga una relación de infidelidad escondida.

—Tal vez esté el temor de que en el futuro uno vaya a caer en eso, o que simplemente hay demasiada gente con robo de paja.

Yo creo que es eso. Y siempre se ha hablado mucho del limeño, que tiene una idea muy particular de lo que es la discreción.

—El romance es un género explotadísimo en la ficción. Lo menciono porque tenemos ya varias escritoras peruanas, mujeres jóvenes que desarrollan este género en la plataforma Wattpad. ¿Has tenido la oportunidad de leer alguna de estas historias?

Lo he intentado [risas], porque como sabes yo dicto talleres de narrativa y las talleristas me dicen “tienes que leer esto”. Y justamente cae en lo sentimentaloide, son relaciones muy estereotipadas, muy codificadas, todo es muy predecible. Particularmente a mí no me parece que convoque como en los libros que yo suelo leer, a una reflexión profunda sobre el tema, que de alguna manera te haga identificar, salvo que tú también tengas una imagen bastante estereotipada de ti mismo. Creo que la literatura sobre todo tiene profundidad en la mirada. Puedes ver lo mismo que otra persona, pero el verdadero artista va hasta las últimas consecuencias, hasta las raíces de la condición humana. Eso creo que marca la diferencia, y en esta literatura de consumo, comercial, todo es muy superficial, todo es cáscara.

—¿Tú dirías que los romances de Wattpad no son literatura de verdad?

Imagino que hay excepciones. No lo he leído todo, no podría calificarlo. Traté de leer este libro de una chica que se enamora de un baterista, tenía como como cuatro tomos y realmente no pude avanzar. Te podría dar una lista alternativa de libros que sí entran con profundidad en el tema de la intimidad tanto masculina como como femenina.

—¿Y a tu parecer, qué grandes romances le ha dado al mundo la literatura peruana?

En el sentido de amantes que estén casados y tengan una relación intensa, ahora que recuerdo, una que tiene mucho de eso es el cuento “Otras tardes”, de Luis Loayza, que da título a su célebre libro de cuentos. Es la relación de un profesor universitario con una alumna que está casada. Es un cuento intenso y misterioso con personajes muy bien construidos.

—Ya para terminar quería volver a lo que mencionaste, que tus personajes están vinculados a las artes porque que siempre buscan la perfección y me parece curioso que tu novela también funciona como una reflexión sobre los procesos creativos.

¿Y recuerdas alguna parte en particular del libro de sobre eso?

—Sí. Pienso en el sueño que tuvo la protagonista femenina, de que compone algo perfecto. Y también lo da a entender el mismo Mariano, por los momentos donde él se aproxima a la escritura.

Sí. Esa parte a mí me gustó mucho, en efecto ella sueña cómo componer como la lluvia, como el viento, y él también cita poemas y en determinado momento se termina metiendo al mar, tiene esos esos ímpetus. A mí me interesa mucho cómo uno vive el arte en general. Creo que es una puerta muy grande y otra vez volvemos al tema de los estereotipos; hay gente que piensa que la lectura es ver un crepúsculo tomándote un café. Y no necesariamente es eso. En la lectura y escritura hay un proceso de autodescubrimiento, de revelación de ti mismo, y no es gratuito que mis personajes sean escritores o lectores en este caso. Y creo que naturalmente se involucra qué es lo que sienten cuando leen y qué es lo que sienten cuando escriben. A mí en general me interesan los temas vinculados con la intimidad, me interesan los escritores y los lectores y obviamente tenía que poner qué es lo que sienten, qué es lo que experimentan cuando leen y escriben.

Marco García Falcón junto a su libro, "Mañana te escribo".

Marco García Falcón junto a su libro, «Mañana te escribo».

/ JOEL ALONZO



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