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A lo largo de mi vida he tenido como una especie de dinámica con mi alimentación. Durante la semana comía de forma saludable y balanceada, realizaba ejercicio de alta intensidad y, la verdad, es que me sentía muy bien con esa constancia. Pero los fines de semana eran diferentes. Sin caer en excesos, me permitía algunos caprichos culinarios. Entre cumpleaños, reuniones familiares o simplemente un poco de tiempo libre, terminaba comiendo cosas que no estaban en mi plan. Eso sí, siempre lo justificaba con la misma lógica: “si hago ejercicio y me cuido el resto de la semana, no hay problema”.

Durante mucho tiempo, esa fórmula me funcionó bastante bien. Sin embargo, con el paso de los años y un ritmo más pausado de actividad física, empecé a notar algo distinto. Cada vez que intentaba retomar un régimen nutricional más estructurado, saludable y con objetivos claros, ese día libre o “cheat day” se convertía en un auténtico obstáculo. Sentía que ese momento de permiso, lejos de motivarme, me alejaba del equilibrio que buscaba.

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Samanta Alva

Y entonces me hice una pregunta que quizás también te has hecho tú: ¿el cheat day es realmente una herramienta útil dentro de un plan nutricional o es una trampa disfrazada que sabotea silenciosamente el progreso?

¿Qué es el cheat day?

Un cheat day, o también conocido como “día trampa” es una práctica que consiste en romper por completo el plan de alimentación durante un día entero, consumiendo alimentos que normalmente se evitarían. Según explicó Linda Flores, nutricionista de Sanitas Consultorios Médicos a Bienestar, se diferencia del “cheat meal” (o comida libre) en que este último se limita a una sola comida, no a un día completo.

“Aunque ambos conceptos tienen distinta duración e impacto calórico, comparten una misma lógica: la de dividir los alimentos entre “buenos” y “malos”, lo que puede reforzar una relación poco saludable con la comida”.

Esta práctica surgió en el contexto del fitness y las dietas altamente restrictivas, como una supuesta estrategia para “romper la rutina” o estimular el metabolismo. Sin embargo, su respaldo científico es limitado. Como señaló la nutricionista Anna Taylor, de Cleveland Clinic, el cheat day no cuenta con evidencia sólida que lo respalde como herramienta efectiva para la pérdida de grasa o la salud metabólica, y más bien puede derivar en sentimientos de culpa, promover el ciclo de restricción y exceso, y alimentar una relación disfuncional con la alimentación.

Un día de excesos puede alterar tus hormonas, inflamación y digestión. El problema no es solo lo que comes… sino cómo lo integras a tu rutina.

Un día de excesos puede alterar tus hormonas, inflamación y digestión. El problema no es solo lo que comes… sino cómo lo integras a tu rutina.

De acuerdo con Raquel Medrano, nutricionista de Clínica Internacional, suele tolerarse en planes muy restrictivos o con objetivos específicos, como algunas dietas para deportistas, siempre y cuando, sea manejado adecuadamente. Sin embargo, no se recomienda en personas con trastornos de la conducta alimentaria o quienes están aprendiendo a construir una relación más sana con la comida.

“Se debe tener especial cuidado con las dietas que tienen restricciones muy estrictas como las dietas hipograsas (dislipidemias o hígado graso) o dietas hipoglucidas (diabéticos), entre otras condiciones de salud”, agregó Karen Velásquez Pérez, coordinadora de nutrición de la Clínica Ricardo Palma.

¿Qué pasa en tu cuerpo durante un cheat day?

Según la nutricionista Linda Flores, un día de alto consumo calórico puede generar efectos fisiológicos puntuales en el organismo, especialmente si incluye alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares simples y grasas saturadas.

A corto plazo, puede elevar los niveles de insulina y glucosa en sangre, aumentar la inflamación sistémica y alterar la función intestinal, sobre todo en personas con sensibilidad digestiva. Igualmente, puede producir cambios transitorios en hormonas relacionadas con el apetito como la leptina y la grelina.

Sin embargo, cuando estos “días trampa” se repiten con frecuencia, pueden afectar la autorregulación del hambre, favorecer el aumento de grasa corporal y alterar la microbiota intestinal, lo que impacta negativamente en la salud metabólica e inflamatoria”, advirtió la experta de Sanitas.

“Si bien un solo día libre no arruina por completo una semana de alimentación saludable. El verdadero problema aparece cuando esta práctica se convierte en un hábito o se vive desde una mentalidad de “todo o nada”. Ese enfoque rígido puede generar frustración, desmotivación y una relación peligrosa con la comida”, aseguró Taylor.

Es importante tener en cuenta que, su impacto también puede variar según el estilo de vida de cada persona. Por ejemplo, en el caso de un deportista, el cuerpo puede utilizar ese exceso de calorías como parte del proceso de recuperación o recarga energética, gracias a su metabolismo más activo.

Culpa, ansiedad y atracones: si tu cheat day te deja más angustia que satisfacción, es momento de revisar cómo lo estás viviendo.

Culpa, ansiedad y atracones: si tu cheat day te deja más angustia que satisfacción, es momento de revisar cómo lo estás viviendo.

En cambio, Medrano refirió que, en alguien con una vida sendentaria, ese mismo exceso puede traducirse en acumulación de grasa y repercutir negativamente en la salud cardiovascular y metabólica.

¿Cuál es el costo emocional del cheat day?

Cuando no se maneja con conciencia y control, el cheat day puede generar frustración y sensación de fracaso, especialmente si la persona siente que su esfuerzo semanal no está dando resultados visibles. “Además de sentir culpa por todo lo que comió en un solo día, muchas personas deciden restringirse los días siguientes comiendo muy poco, lo que provoca desórdenes alimentarios y dificulta la consolidación de hábitos saludables”, recalcó Karen Velásquez.

Por su parte, la licenciada Flores añadió que, uno de los mayores riesgos es que el cheat day se convierta en una válvula de escape emocional, sobre todo en planes alimentarios demasiado rígidos.

Por eso, conviene estar alertas a algunas señales que reflejan que el cheat day no se está manejando de forma saludable y está generando un costo emocional significativo.

  • Sentir culpa o ansiedad después de comer.
  • Comer de forma excesiva y descontrolada durante el cheat day.
  • Usar ese día como excusa para restringirse severamente antes o después.
  • Depender emocionalmente del cheat day como único momento de libertad alimentaria.
  • Acumular ansiedad durante la semana que culmina en atracones el fin de semana.
  • Compensar lo comido con ayunos prolongados o ejercicio excesivo.

¿Cuándo y cómo un cheat day puede mejorar tu adherencia al plan nutricional?

Un cheat day bien planificado puede convertirse en una herramienta para mejorar la motivación y la adherencia a un plan nutricional, siempre que se integre de forma consciente y equilibrada.

De acuerdo con Anna Taylor, cuando una persona tiene un buen control emocional y sigue un plan alimenticio estructurado, permitir indulgencias ocasionales puede reducir la sensación de restricción y aumentar la sensación de libertad.

Esto no solo ayuda a sostener una dieta saludable en el tiempo, sino que también refuerza la motivación al saber que es posible disfrutar sin romper con los objetivos. La clave está en la mentalidad: si se ve como un permiso dentro de un marco saludable —y no como una excusa para el descontrol—, el cheat day puede favorecer una mejor adherencia a largo plazo.

No necesitas romper tu rutina para disfrutar la comida. Con educación nutricional y flexibilidad, el bienestar no está en un día especial, sino en tus elecciones diarias.

No necesitas romper tu rutina para disfrutar la comida. Con educación nutricional y flexibilidad, el bienestar no está en un día especial, sino en tus elecciones diarias.

“Lo más recomendable sería elegir una o dos comidas especiales en ese día, sin excesos y manteniendo hábitos como la hidratación y el consumo de vegetales y frutas, lo que ayuda a mantener el equilibrio sin culpa ni ansiedad”, resaltó la nutricionista de Cleveland Clinic.

Sin embargo, como advirtió Linda Flores, no todas las personas experimentan este efecto positivo. En algunos casos, el cheat day puede reforzar una relación poco saludable con la comida, basada en la lógica de la restricción y la recompensa.

Por eso, es más efectivo construir un plan flexible desde el inicio, donde se incluyan alimentos placenteros con moderación, sin necesidad de romper la rutina, lo cual favorece una adherencia más estable y sostenible, sin riesgos emocionales ni fisiológicos.

¿Qué otras alternativas podríamos considerar?

Existen opciones mucho más sostenibles y saludables que el cheat day para manejar antojos y mantener flexibilidad a largo plazo.

Una de las alternativas más efectivas es la alimentación consciente o mindful eating. “Esta práctica invita a reconectar con el cuerpo, prestar atención real a las señales de hambre y saciedad, y diferenciar si un antojo responde a una necesidad física o emocional. En lugar de prohibir o acumular “permitidos” para un día específico, se trata de disfrutar la comida sin culpa ni excesos, en el momento presente”, precisó la nutricionista.

Otra muy buena alternativa es la flexibilidad cognitiva, es decir, dejar de etiquetar los alimentos como “buenos” o “malos”, lo cual permite construir una relación más libre y estable con la comida. Esto fortalece la autorregulación, el disfrute cotidiano y la constancia, sin necesidad de recurrir a compensaciones extremas.

En esa misma línea, Raquel Medrano sugirió enfocarse en construir hábitos, no en seguir reglas rígidas. Comer con equilibrio implica poder disfrutar de un pastel sin culpa, y también ser capaz de decir “no, gracias” desde el deseo genuino, no desde la restricción.

“aplicar la regla del 80/20 puede ser muy útil: si el 80% del tiempo eliges alimentos nutritivos, el otro 20% puede incluir tus gustos sin afectar tu salud.

Por eso, como enfatizó Flores, la educación nutricional juega un papel fundamental para romper con la visión dicotómica de la alimentación, en la que lo saludable se asocia con castigo o restricción y lo placentero con descontrol o recompensa.

Cuando entendemos el valor real de los alimentos —no solo desde lo calórico, sino también desde lo funcional, emocional y social— dejamos de comer por obligación o culpa, y comenzamos a elegir desde el autocuidado y el bienestar.

“Así, comer sano deja de ser una carga para convertirse en una elección consciente y placentera. De esta forma, el cheat day pierde su sentido, ya que no habrá nada que compensar”, concluyó la nutricionista.



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