Si te dice “Bailemos otra vez”, ¿cómo negarte? Si el hombre que provocó tus primeros suspiros adolescentes regresa, sonriente y con el mismo swing de siempre, ¿cómo no entregarte a la fiesta? Y si te canta “Completamente enamorado”, como quien revive una historia que nunca se cerró, ¿cómo no rendirse?
Chayanne volvió a Lima tras casi siete años con su gira “Bailemos otra vez”, iniciada en agosto del 2024 en San José, y dejó claro que el tiempo solo ha pulido su magnetismo. A sus 57 años, el puertorriqueño se mueve con la agilidad de un veinteañero y la elegancia de quien domina el arte del encanto. A las 9:10 p.m., el Estadio Nacional se encendió con la fuerza de una noche que fue mucho más que un concierto: fue reencuentro, memoria, fiesta y emoción.
Vestido de negro, desató la euforia con un medley explosivo: “Bailemos otra vez”, “Salomé” y “Boom Boom”, el combo perfecto para liberar caderas y nostalgias. La ovación fue inmediata y, desde ahí, ya no hubo vuelta atrás. Siguió con “El centro de mi corazón”, una pausa tierna para tomar aliento antes de encender otra vez el fuego con “Provócame” y “Caprichosa”, dos clásicos que despertaron gritos, manos alzadas y una ola de coreografías improvisadas.
Con la sonrisa intacta y el carisma elevado al máximo, se dirigió a la multitud: “¡Qué placer estar en Lima otra vez! ¡Qué energía tienen, mi gente hermosa!”. Y el público respondió como se responde a quien nunca se ha ido.

El último jueves, el concierto de Chayanne convirtió el Estadio Nacional en el escenario de una noche inolvidable. (Foto: Eduardo Cavero)
/ Eduardo Cavero Sibille
La noche avanzó con “Cuidarte el alma” y “Atado a tu amor”, donde la balada se volvió himno colectivo. Luego llegó “Baila baila”, y su energía arrolladora dejó boquiabiertos a todos. “La edad no importa si el alma sigue bailando”, bromeó, entre sudor y encanto.

El último jueves, el concierto de Chayanne convirtió el Estadio Nacional en el escenario de una noche inolvidable. (Foto: Eduardo Cavero)
/ Eduardo Cavero Sibille
Llegó el momento íntimo: unplugged, una sección que fue puro corazón. “Yo te amo”, “Volver a nacer” y “Completamente enamorado” desataron un oleaje de emociones. Lágrimas discretas y miradas que se decían lo que la letra no podía.
“Esta gira la hacemos con el alma, para ustedes, los de siempre, los que están desde el inicio. Gracias por tanto”, dijo con la voz quebrada. Luego, con una sonrisa, añadió: “Gracias por esta presencia, por darme la bienvenida. Todo esto que ven se ha hecho con entusiasmo, amor y mucho cariño para ustedes. Como siempre digo: ustedes mandan y yo obedezco”. Y entonces, el Estadio se vino abajo en una ovación imparable.
Luego vino la fiesta sin freno: “Palo bonito”, “Este ritmo” y Fiesta”, una ráfaga de sabor caribeño que convirtió el recinto en pista de baile. “¡Lima está caliente, caliente!”, gritó, antes de bajar del escenario para saludar a su gente. Cercano, auténtico, irresistible.
“Si nos quedara poco tiempo” bajó las revoluciones solo lo justo para recordarnos que el amor y la vida no esperan. Fue uno de los momentos más íntimos del show. Le siguieron “Te amo y punto” y el poderoso dueto “Humanos a Marte” y “Como tú y yo”, con imágenes planetarias en pantalla y un Chayanne entregado, como si en cada verso se le fuera la vida.

El último jueves, el concierto de Chayanne convirtió el Estadio Nacional en el escenario de una noche inolvidable. (Foto: Eduardo Cavero)
/ Eduardo Cavero Sibille
El que parecía el final fue un estallido de emoción. “Madre tierra” hizo saltar a todos como en ritual tribal, y “Dejaría todo” coronó la noche con una ovación larga, sentida, casi dolorosa. Era el canto de quienes no querían que terminara. “¡Papi, papi, papi!”, le gritaban algunos desde las tribunas. Él, con una sonrisa tierna, respondió: “Hijos, lleguen temprano a casa que los voy a meter a la cama, contarles una historia bonita… y hacerlos dormir”. Y por un instante, todo pareció detenerse en esa imagen de despedida, dulce y melancólica.
Pero aún no acababa. El after party fue un regalo extra: “Tiempo de vals” —ese vals que marcó generaciones de quinceañeras—, “Bailando bachata”, donde una afortunada subió al escenario y vivió su película romántica, y finalmente “Un siglo sin ti” y “Torero”, la última estocada a un corazón ya entregado.
“¡Qué noche, Lima! ¡Me la llevo en el alma!”, dijo al despedirse, con esa sonrisa que derrite y ese cuerpo que desafía la lógica.
Sí, Chayanne volvió. Y como siempre, lo dio todo. Porque cuando él baila, el tiempo se detiene. Y cuando canta, el amor vuelve a empezar.