¿Tu hijo está por convertirse en hermano mayor? Si estás esperando un nuevo bebé o pensando en agrandar la familia, es probable que ya te sientas invadida por la emoción, los planes y las expectativas. La llegada de un nuevo integrante suele ser motivo de alegría, ilusión y ternura. Sin embargo, hay un aspecto que muchas veces pasa desapercibido: el impacto emocional que este gran cambio puede tener en el hijo mayor.
Lo que para los adultos representa una bendición, para los más pequeños puede convertirse en una verdadera revolución interna. La llegada de un hermano no siempre se vive como una fiesta; a veces se experimenta como una pérdida. Se tambalean las rutinas, cambian los vínculos y se altera su lugar en la familia, lo que puede generar un torbellino de emociones difíciles de entender y gestionar.
“Para un niño, sobre todo si ha sido hijo único por un tiempo, la llegada de un hermanito puede sentirse como una especie de terremoto emocional. De pronto, ya no es el único en los brazos de mamá ni el centro de todas las miradas. Aunque sigue siendo amado, su lugar en la dinámica familiar cambia. Es natural que eso le genere miedo, confusión, tristeza y celos por más amor que haya, el hijo mayor también necesita tiempo para adaptarse”, explicó Liliana Tuñoque, psicoterapeuta de Clínica Internacional a Hogar y Familia.
La psicóloga Susan Albers, de Cleveland Clinic, coincidió en que incluso en los hogares emocionalmente estables, este proceso puede ser abrumador: “El hijo mayor deja de ser el centro de atención, lo que puede generar sentimientos de desplazamiento y confusión. Este “tsunami emocional” surge de la percepción de pérdida de rol e identidad, y del desajuste en las rutinas y vínculos afectivos, sin que el niño tenga herramientas para procesarlo”.
Por eso, acompañar emocionalmente a tu hijo mayor en este proceso es tan importante como preparar la cuna o hacer la maleta para la clínica. Porque no solo estás dándole un hermano, también estás abriéndole un nuevo capítulo en su historia afectiva, uno que puede vivirse con más seguridad y amor si se construye desde el entendimiento y la empatía.
¿Qué errores cometen los padres al anunciar la llegada de un nuevo hermanito?
Uno de los errores más comunes es presentar la noticia como algo exclusivamente positivo y mágico, sin preparar emocionalmente al hijo mayor para los cambios reales que vendrán.
“Muchas veces los padres pensamos que se van a amar desde el primer momento o que tener un hermanito va a ayudar a nuestro hijo mayor; sin embargo, no siempre es así. Lo cierto es que ese vínculo se construye con el tiempo, por lo que a veces hay una conexión inmediata y otras veces no, lo cual está bien”, expresó la psicoterapeuta.
Con frecuencia, los padres suelen comunicar esta noticia con frases como: “¡vas a tener un hermanito, qué emoción!” o “van a jugar juntos”, sin aclarar que, al principio, el bebé solo dormirá, comerá y llorará. Esto puede generar confusión y hasta frustración en el hijo mayor, que espera una experiencia muy distinta.

El anuncio debe ser claro, cálido y adaptado a su edad. Usar cuentos, dibujos o juegos lo ayudará a comprender mejor la situación.
Por su parte, Albers advirtió que proyectar solo emociones positivas sin abrir espacio a la posibilidad de que el hijo mayor experimente dudas o rechazo, también es un error. Comentarios como “vas a estar tan feliz” o “lo vas a adorar” pueden invalidar emociones genuinas, haciendo que el niño sienta que hay algo mal en lo que está sintiendo.
“En lugar de imponer una narrativa idealizada, es más valioso brindar un espacio seguro para que el hijo mayor exprese lo que realmente siente: miedo, emoción y confusión. Aceptar su perspectiva desde el primer anuncio sienta una base emocional sólida para lo que está por venir”, agregó la experta.
¿Cuándo y cómo contarle la noticia?
Contarle a tu hijo que va a tener un nuevo hermano es un momento delicado, pero también una gran oportunidad para fortalecer el vínculo familiar. Como aseguró Patricia Pinedo, psicóloga especialista en educación familiar, el momento adecuado depende de la edad y del nivel de compresión del niño, aunque suele recomendarse hacerlo después del primer trimestre. “No se trata de hacer un anuncio formal, sino de abrir un diálogo con frases como: “Hay un bebé creciendo en mi barriguita, y vamos a vivir esto juntos. ¿Quieres saber más?”.
Lo más importante es usar un lenguaje claro, adaptado a su edad, y acompañar la noticia con herramientas visuales o juegos que les ayuden a comprender lo que está pasando.
Para niños pequeños, entre 2 y 4 años, la psicóloga de Cleveland Clinic recalcó que las explicaciones deben ser concretas y acompañadas de materiales visuales como libros ilustrados, muñecos o fotografías de cuando ellos eran bebés. Estas herramientas permiten que el concepto de “hermanito” deje de ser abstracto y se convierta en algo tangible. Por ejemplo, se puede mostrar cómo se cuida a un bebé usando un peluche o explicar que lloran porque aún no hablan. Este tipo de actividades les da herramientas para anticipar lo que ocurrirá y disminuir la ansiedad.
En cambio, en edades mayores, de 5 a 7 años, pueden involucrarse en tareas sencillas como decorar la habitación, elegir una prenda, ver juntos una ecografía o incluso hablar con el bebé en la panza. Estas acciones no solo ayudan a comprender la llegada del nuevo miembro, sino que también fortalecen su sensación de pertenencia y rol activo en la familia. A través del juego, la lectura o el diálogo, se crea un puente emocional que permite procesar los cambios con más seguridad.
¿Cómo identificar signos de malestar en tu hijo?
Aunque muchos padres esperan una bienvenida llena de ternura, lo cierto es que este cambio puede remover emociones intensas en los niños, razón por la cual, es clave saber leer esas señales.
De acuerdo con Marita Ramos, médica ocupacional de MAPFRE, los signos más frecuentes de malestar emocional incluyen regresiones —como volver a usar pañal, pedir el chupón o hablar como bebé—, irritabilidad, cambios en el sueño y frases como “quiero volver a ser bebé”.
Estas conductas no son retrocesos reales, sino intentos de recuperar seguridad. “Lo que pueden hacer como padres es validar estos sentimientos y no reprimirlos. Por ejemplo, si el niño dice “no quiero al bebé”, en lugar de corregirlo, una respuesta empática sería: “Sé que estás sintiendo muchas cosas nuevas, y está bien hablar de eso”, señaló la especialista.

El momento en que el hermano mayor conoce al bebé debe ser tranquilo y respetuoso con su ritmo.
Emociones como tristeza, enojo o indiferencia hacia el nuevo hermano son completamente normales. Sin embargo, el error más común es intentar corregirlas con frases forzadas como “pero el bebé te ama” o minimizar lo que siente con un “no es para tanto”. En cambio, Susan Albers recomendó acompañar con escucha activa y frases que validen lo que experimenta: “Entiendo que te sientas así”, ya que lo ayudan a fortalecer el vínculo y a procesar lo que está viviendo.
Ahora bien, ¿cuándo hay que preocuparnos? Si los celos y el malestar persisten por más de dos o tres meses, si hay cambios bruscos en el estado de ánimo, pérdida del apetito, retraimiento social, pérdida del habla o agresividad prolongada, es importante consultar a un especialista, advirtió Patricia Pinedo.
¿Cómo involucrarlo en todo el proceso?
Involucrar al hijo mayor durante el embarazo y tras la llegada del bebé fortalece su autoestima y fomenta el vínculo fraternal desde el inicio. Según Susan Albers, lo ideal es permitir que participe de forma natural, afectuosa y sin imponerle responsabilidades que no le corresponden.
Durante el embarazo, se le puede invitar a participar en actividades sencillas, pero significativas: elegir un juguete para el bebé, ayudar a doblar su ropa o armar la mochila del hospital. Estas tareas lo hacen sentir parte del proceso, refuerzan su rol dentro de la familia y promueven el sentido de pertenencia. La clave está en que la participación se dé de forma lúdica y adaptada a su edad, evitando que se sienta presionado a “actuar como un adulto”.
Cuando el bebé ya ha nacido, las oportunidades para involucrarlo continúan. Puede traer un pañal, cantarle al bebé, elegir su ropa o simplemente hablarle. Lo importante es que estas acciones se presenten como invitaciones amorosas, no como obligaciones. Frases como “¿Quieres ayudarme con esto?” o “El bebé sonríe cuando le hablas, ¿quieres probar?” son ideales para promover la colaboración sin forzarla.
Albers también sugirió reforzar el valor de su ayuda con palabras que validen su aporte, sin exagerar ni condicionar el afecto a su comportamiento. Esto fortalece su autoestima, promueve la empatía y genera momentos espontáneos de conexión entre hermanos.
“Para evitar que el hijo mayor se sienta desplazado tras la llegada del nuevo bebé, es fundamental brindarle espacios exclusivos de conexión emocional. No se trata de grandes gestos, sino de pequeños rituales cotidianos que le recuerden que sigue siendo profundamente amado y valorado: leerle un cuento antes de dormir, salir a caminar juntos o prepararle su desayuno favorito. Estos momentos, aunque breves, son esenciales para reforzar su seguridad emocional, especialmente cuando siente que ahora debe compartir el amor de sus padres”.
De igual manera, celebrar sus logros y cualidades sin comparaciones con el bebé es crucial. Reconocerlo con frases como “qué bien cuidas tus juguetes” o “gracias por tu ayuda” refuerza su identidad positiva.
Incluirlo en conversaciones familiares, pedir su opinión y asignarle roles afectivos dentro de la rutina diaria también lo ayudará a mantenerse emocionalmente integrado en esta nueva etapa.
¿Cómo manejar la separación durante el parto?
Sin duda, uno de los momentos más delicados es la separación temporal que ocurre cuando la madre debe ir al hospital a dar a luz. Por ello, para que el hijo mayor no se sienta desplazado, es fundamental trabajar en la anticipación emocional.
Como mencionó la especialista en educación familiar, es importante prepararlo emocionalmente, es decir, contarle dónde estará, quién lo cuidará y cuándo se reencontrarán. Se le puede decir algo como: “Mamá va a estar unos días en el hospital, la abuelita (o alguien de confianza) te va a cuidar, y pronto estaremos de nuevo juntos”.

Para evitar que el hijo mayor se sienta desplazado, es vital dedicarle tiempo exclusivo, involucrarlo con ternura y reconocer sus logros.
Según Liliana Tuñoque, una herramienta que ayuda mucho en este proceso, es dejarle un objeto con el olor de la madre, una nota, un dibujo o grabar un mensaje diciéndole cuánto se le quiere.
“Estos pequeños gestos generan un vínculo emocional que perdura durante la separación. Le permiten al hijo mayor sentirse seguro, amado y parte activa del proceso, evitando que viva ese momento como un abandono. La clave está en involucrarlo, hablarle con claridad y demostrarle que, aunque mamá no esté físicamente, el amor sigue presente”, afirmó Pinedo.
¿Cuál debería ser el primer encuentro entre el hermano mayor y el recién nacido?
El primer encuentro entre hermanos es un momento clave que puede marcar el inicio del vínculo, por eso debe ser cuidado y emocionalmente seguro.
Según la psicoterapeuta, lo más importante es que el hijo mayor se sienta visto y querido por sus padres antes de presentarle al bebé. “Para nuestro hijo mayor es importante que mamá lo abrace primero. Que ese momento sea tranquilo, sin mucha gente, para que se sienta querido y sepa que lo hemos extrañado”, explicó.
Un error común es dirigir de inmediato la atención al bebé con frases como “mira a tu hermanito”, sin haber mirado primero al hijo mayor. Esto puede generar tristeza y una sensación de desplazamiento. En cambio, cuando el mayor siente que sigue teniendo un lugar especial, la transición es mucho más positiva.
Por su parte, la experta de Cleveland Clinic, recalcó que es importante no forzar el contacto ni imponer frases como “dale un beso”, sino permitir que el hijo mayor observe, se acerque a su ritmo y sienta que también es protagonista del momento. Darle un pequeño obsequio “de parte del bebé” puede reforzar la bienvenida.
“Un encuentro exitoso puede incluir que el mayor se acerque con curiosidad, toque suavemente al bebé o simplemente quiera mirar. En contraste, si se siente ignorado o presionado con frase como “¿No lo amas?”, puede reaccionar con enojo o desinterés. En esos casos, lo mejor es no forzarlo ni juzgar su reacción, sino acompañarlo con calma y ofrecer otra oportunidad más adelante”
Lo esencial es priorizar el vínculo emocional del hijo mayor con sus padres en ese momento, más que una conexión inmediata con el nuevo integrante.
¿Cómo fortalecer el vínculo entre hermanos?
Para fortalecer el vínculo entre hermanos, es muy importante cuidar el lenguaje que usamos. Según Susan Albers, las palabras de los adultos tiene un gran impacto en cómo los hermanos construyen su relación.
Frases que validan sus emociones, reconocen sus esfuerzos y promueven la cooperación —como “gracias por ayudar” o “sé que esto no siempre es fácil”— promueven un clima de respeto mutuo. También es útil hablar del bebé como un nuevo miembro de la familia, no como una amenaza, y reforzar que ambos hijos son igual de importantes.
Por el contrario, frases como “eres el mayor, compórtate como tal” o comparaciones como “el tranquilo” vs. “el que molesta”, deben evitarse, ya que estas pueden consolidar rivalidades.
Un vínculo sano se cultiva con ejemplo, paciencia y un entorno que reconozca el lugar único de cada hijo sin juicios ni competencias. Ayudar al hijo mayor a integrar emocionalmente al nuevo bebé como parte de la familia implica primero asegurarle que su lugar no está siendo reemplazado. Es fundamental recordarle —a través de palabras y acciones— que sigue siendo profundamente amado. Nombrar explícitamente su rol “eres el hermano mayor y eso es muy especial” le permite reconocer su importancia en este nuevo escenario familiar”.
“Para mantener el amor y el equilibrio familiar durante esta etapa de cambios, como padres es importante confiar en el poder del vínculo. La clave no está en ser perfectos, sino en estar emocionalmente disponibles. Un niño no necesita padres que hagan todo bien, sino que lo miren con amor, incluso cuando todo cambia”, concluyó Patricia Pinedo.