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La resistencia a los antibióticos está convirtiendo infecciones comunes en amenazas cada vez más difíciles de tratar, y en el Perú la situación es especialmente alarmante. Según datos del Instituto Nacional de Salud, el país presenta altos niveles de resistencia antimicrobiana en casos de tuberculosis, neumonías e infecciones de transmisión sexual, con un riesgo aún mayor en los entornos hospitalarios, donde los patógenos multirresistentes se vuelven más agresivos.

La Organización Mundial de la Salud estima que para el 2050, la resistencia a los antimicrobianos será la principal causa de muerte en el mundo. En el Perú, esta amenaza se ve alimentada por múltiples factores: desde el uso excesivo de antibióticos sin receta, hasta la automedicación y la falta de control sanitario tanto en hospitales como en el ámbito agropecuario.

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¿Qué infecciones están siendo más difíciles de tratar en Perú?

Entre las infecciones más afectadas por la resistencia a los antibióticos, la doctora Fernández menciona cinco que deberían generar especial atención:

  • Infecciones urinarias: Antes tratadas con antibióticos simples, ahora muchas son provocadas por cepas resistentes como E. coli productoras de BLEE (enzimas que destruyen los antibióticos). Esto las convierte en infecciones recurrentes y complejas de erradicar.
  • Infecciones respiratorias, como neumonías: Se presentan con más frecuencia en pacientes hospitalizados o con ventilación mecánica. Algunas son causadas por bacterias como Klebsiella o Acinetobacter, que ya no responden a los antibióticos más comunes.
  • Infecciones postoperatorias o de heridas: Estas se ven sobre todo en entornos hospitalarios. Algunas bacterias desarrollan “biofilms”, una especie de escudo que las protege de múltiples tratamientos.
  • Infecciones del torrente sanguíneo (sepsis): Altamente peligrosas, especialmente si son provocadas por bacterias resistentes. El riesgo de muerte aumenta significativamente.
  • Tuberculosis resistente: Aunque es menos frecuente, la tuberculosis multirresistente (TB-MDR y TB-XDR) representa un desafío creciente en el país.
Infecciones urinarias, respiratorias y del torrente sanguíneo son algunas de las más afectadas por bacterias resistentes en el Perú, principalmente producido por la automedicación.

Infecciones urinarias, respiratorias y del torrente sanguíneo son algunas de las más afectadas por bacterias resistentes en el Perú, principalmente producido por la automedicación.

¿A qué poblaciones y regiones afecta más esta amenaza?

No todas las personas están expuestas de igual manera. Hay poblaciones particularmente vulnerables:

  • Pacientes hospitalizados, sobre todo en UCI, donde el uso intensivo de antibióticos y dispositivos invasivos incrementa el riesgo.
  • Personas con enfermedades crónicas o inmunodeprimidas, como quienes padecen diabetes, VIH o cáncer.
  • Adultos mayores y recién nacidos, cuyas defensas son naturalmente más bajas.
  • Personas que se automedican o no completan sus tratamientos, lo cual fortalece la resistencia bacteriana.

Además, ciertas regiones del país presentan condiciones propicias para el desarrollo y expansión de bacterias resistentes. Lima Metropolitana, Trujillo y Arequipa, por su alta densidad hospitalaria, y regiones como Amazonas, Loreto, Puno o Ucayali, por el difícil acceso a servicios de salud y la venta libre de antibióticos, son zonas de especial preocupación.

¿Qué comportamientos están empeorando la situación?

Desde su experiencia hospitalaria, la Dra. Fernández identifica varias prácticas alarmantes en la comunidad y los centros médicos:

En la comunidad:

  • Comprar antibióticos sin receta.
  • Usarlos “por si acaso”, incluso para resfriados o diarreas sin diagnóstico.
  • Interrumpir los tratamientos al sentirse mejor.
  • Consumir alimentos provenientes de animales tratados con antibióticos sin control.

En hospitales:

  • Prescribir antibióticos sin confirmar infecciones bacterianas.
  • Usar antibióticos de último recurso sin necesidad real.
  • No seguir prácticas básicas de higiene como el lavado de manos entre pacientes.
  • Mantener prolongadamente dispositivos como sondas o catéteres, que pueden ser focos de infección.

“El mal uso de antibióticos hace que las bacterias aprendan a defenderse, sobrevivan y se vuelvan más fuertes”, señala la doctora. Estas bacterias, además, pueden transmitirse a otras personas, multiplicando el riesgo.

El uso de antibióticos sin receta médica es una de las principales causas del aumento de la resistencia en el país.

El uso de antibióticos sin receta médica es una de las principales causas del aumento de la resistencia en el país.

¿Qué pueden hacer los ciudadanos para frenar esta resistencia?

Existen medidas efectivas que todos podemos adoptar para prevenir infecciones y reducir el uso innecesario de antibióticos:

  • Lavarse las manos frecuentemente, sobre todo antes de comer y después de ir al baño.
  • Mantener las vacunas al día, incluyendo aquellas contra enfermedades que podrían requerir antibióticos, como la neumonía.
  • Cocinar bien los alimentos para evitar intoxicaciones y eliminar bacterias resistentes.
  • No automedicarse ni exigir antibióticos si el médico no los considera necesarios.
  • Seguir el tratamiento completo incluso si uno se siente mejor.

“Un antibiótico no es una solución mágica”, insiste la Dra. Fernández. “Tomarlo cuando no se necesita solo empeora el problema”.

¿Qué pueden hacer los profesionales de salud y las autoridades?

El sector salud también tiene un rol crucial. Algunas recomendaciones clave para el personal médico incluyen:

  • Prescribir antibióticos solo con evidencia clínica o microbiológica.
  • Solicitar cultivos antes de iniciar tratamientos.
  • Reevaluar el uso de antibióticos cada 48–72 horas para ajustarlos o suspenderlos si no son necesarios.
  • Educar a los pacientes sobre el uso responsable de estos medicamentos.
  • Cumplir protocolos de higiene hospitalaria y participar en los Programas de Optimización de Antimicrobianos (PROA).

Por otro lado, la doctora Fernández destaca medidas institucionales y políticas urgentes como:

  • Fiscalizar la venta ilegal de antibióticos.
  • Desarrollar un sistema nacional de vigilancia de la RAM.
  • Financiar programas de prevención, educación e investigación.
  • Controlar el uso de antibióticos en el sector agropecuario.
  • Implementar campañas masivas de concientización.

“La resistencia no es un problema del futuro, es un problema de ahora”, advierte con énfasis.

¿Qué avances existen para combatir la resistencia?

A pesar del avance de las bacterias resistentes, la ciencia no se queda atrás. Existen tecnologías y terapias emergentes que están mostrando resultados prometedores:

  • Nuevos antibióticos y combinaciones innovadoras, diseñados para atacar bacterias antes consideradas intratables.
  • Terapias no antibióticas, como los fagos (virus que destruyen bacterias específicas) y los anticuerpos monoclonales contra toxinas bacterianas.
  • Diagnósticos rápidos y personalizados, que permiten identificar en pocas horas si una infección es bacteriana y qué antibiótico usar.
  • Estrategias hospitalarias basadas en inteligencia artificial, para detectar prescripciones inapropiadas o brotes de bacterias resistentes.
  • Alianzas internacionales que facilitan el acceso a medicamentos de última línea y financian investigaciones urgentes.

La resistencia antimicrobiana es una amenaza silenciosa, pero creciente. “Es hora de dejar de ver los antibióticos como un recurso inagotable y comenzar a usarlos con responsabilidad”, concluye la doctora Fernández.



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