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A medida que el clima se torna más frío, muchas personas notan cambios en su estado de ánimo, niveles de energía y motivación. Si bien para algunos el invierno representa una oportunidad de recogimiento, para otros puede ser una temporada difícil, caracterizada por la tristeza, la irritabilidad, el desgano o una sensación de desconexión con uno mismo y con los demás. Esto no es casual: el frío, la reducción de horas de luz solar y los cambios en la rutina impactan nuestra salud mental.

¿Por qué el frío puede afectarnos emocionalmente?

El descenso de la temperatura suele venir acompañado de días más cortos y menos exposición a la luz solar. Esto puede influir directamente en nuestro reloj biológico y en la producción de hormonas claves para nuestro bienestar emocional. Por ejemplo:

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Samanta Alva
  • Reducción de serotonina: la luz solar estimula la producción de serotonina, una sustancia relacionada con la sensación de bienestar. Con menos luz natural, disminuyen sus niveles y esto puede generar cambios en el estado de ánimo.
  • Alteración del ritmo circadiano: nuestro cuerpo regula muchas funciones (como el sueño y el apetito) mediante un reloj interno sincronizado con la luz natural. Los cambios de estación pueden alterar este ritmo, provocando cansancio o insomnio.
  • Incremento de melatonina: en invierno, el cuerpo tiende a producir más melatonina, la hormona del sueño, lo que puede generar mayor somnolencia y menor motivación para realizar actividades.

Además, el clima frío limita las actividades al aire libre y puede aumentar el aislamiento social, factores que contribuyen a un estado emocional más vulnerable, especialmente en personas propensas a la ansiedad o la depresión.

Si sientes que los cambios emocionales se intensifican, si la tristeza no desaparece o si te cuesta realizar tus actividades cotidianas, no estás solo. Acudir a un psicólogo puede ayudarte.

Si sientes que los cambios emocionales se intensifican, si la tristeza no desaparece o si te cuesta realizar tus actividades cotidianas, no estás solo. Acudir a un psicólogo puede ayudarte.

¿Qué es el Trastorno Afectivo Estacional?

En algunos casos, estos cambios emocionales pueden intensificarse y dar lugar a un cuadro conocido como Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Se trata de un tipo de depresión que aparece en ciertas estaciones del año, especialmente en otoño e invierno, y cuyos síntomas incluyen:

  • Tristeza persistente
  • Aumento del apetito, especialmente por carbohidratos
  • Fatiga constante
  • Dificultad para concentrarse
  • Desinterés por actividades que antes resultaban placenteras
  • Aislamiento social

Si bien el TAE es más común en regiones con inviernos severos, también puede presentarse en climas menos extremos, especialmente si hay un cambio brusco en el ambiente o en la rutina de la persona.

¿Qué podemos hacer para cuidar nuestro estado de ánimo en el frío?

Afrontar el impacto emocional del frío implica hacer ajustes conscientes en nuestra rutina diaria. Aquí algunas recomendaciones:

  1. Aprovecha al máximo la luz natural: Intenta exponerte a la luz del día, aunque esté nublado. Sal a caminar por la mañana o al mediodía, mantén las cortinas abiertas y, si es posible, coloca tu escritorio cerca de una ventana. También existen lámparas especiales de fototerapia que pueden ayudar a combatir los síntomas del TAE.
  2. Mantén una rutina estructurada: Aunque el cuerpo pida descanso, tener horarios regulares para dormir, alimentarte y realizar tus actividades es clave para estabilizar el estado de ánimo. Evita pasar demasiado tiempo en la cama y trata de mantenerte activo.
  3. Realiza actividad física: El ejercicio libera endorfinas, que generan una sensación de bienestar. No necesitas ir al gimnasio; una caminata diaria, una rutina en casa o bailar tu música favorita pueden hacer una gran diferencia.
  4. Aliméntate conscientemente: Durante el frío es común sentir antojos por alimentos más pesados o azucarados, pero una alimentación equilibrada ayuda a mantener estables tus niveles de energía. Incluye frutas, verduras y alimentos ricos en omega 3, como el pescado o las nueces.
  5. Fomenta el contacto social: Aunque el clima invite a quedarte en casa, busca mantener el vínculo con personas significativas. Una llamada, una conversación por videollamada o una reunión pequeña pueden ayudarte a combatir el aislamiento emocional.
  6. Practica el autocuidado emocional: Tómate tiempo para ti. Leer, escuchar música, escribir un diario o realizar técnicas de relajación como la respiración consciente o la meditación son formas efectivas de conectar contigo y reducir la tensión emocional.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

Si sientes que los cambios emocionales se intensifican, si la tristeza no desaparece o si te cuesta realizar tus actividades cotidianas, no estás solo(a). Acudir a un(a) psicólogo(a) puede ayudarte a comprender lo que te está ocurriendo y brindarte herramientas para sentirte mejor.

Recuerda que pedir ayuda no es una señal de debilidad, sino un acto de valentía y cuidado hacia ti mismo.



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