Las comedias de enredos siempre tienen un mercado en Lima, y allí es donde entra “Un robo hasta las patas”. Escrita por Henry Lewis, Jonathan Sayer y Henry Shields del grupo Mischief Theatre, se estrenó originalmente en Londres en 2016 y desde el último fin de semana tiene funciones en el Teatro Peruano Japonés. Dirige Juan Carlos Fisher, que desde hace unos años divide su vida entre Lima y Madrid, donde maneja con soltura el humor (“Escape Room”), el suspenso (“2:22”) y el drama (“Personas, lugares y cosas”).
“[La obra] me ha hecho bien al alma porque venía de hacer bastantes obras bien dramáticas y a mí me gusta ir balanceando un poco, como en la vida. No todo el día podemos ver a Tarkovski”, contó Fisher a El Comercio. El dramaturgo ya estaba familiarizado con el trabajo del Mischief Theatre, del cual ya había adaptado una comedia anteriormente. “‘Un robo hasta las patas’ me cautivó. No solamente por este manejo del humor que tienen los autores, sino por cómo juegan con el género y todos los riesgos, las dificultades que te proponen y que necesita el montaje”.
Este Diario fue testigo de su proceso de trabajo en los ensayos, donde dice claramente lo que necesita no solo de sus actores, sino de todo el equipo técnico. Performance, posición de los actores y disposición de la escenografía; todo eso forma un conjunto que da cuerpo a la obra. Y en el interín también hay tiempo para para reírse un rato con el elenco.
El robo que sale mal
La obra sigue a Mitch (Andrés Wiese) y Neil (Óscar Meza), criminal y guardia de prisión que unen esfuerzos para robar el banco donde será resguardado un diamante. Pero todo lo que podría salir mal, sale mal en una treta donde también se involucran Betty (Patricia Barreto), hija del gerente del banco, y Sam (Emanuel Soriano), estafador experto.
El director hace parecer fácil lo que en realidad es un trabajo complejo. Eso se cumple particularmente en esta obra, que en varias escenas requiere de sincronización, donde dos situaciones pueden estar ocurriendo al mismo tiempo y el humor surge del contraste entre ambas. Si una se adelanta a la otra, no funciona. ¿Cómo consigue Fisher este nivel de precisión? “Para eso es importante tener un elenco con ganas de volverse loco, con ganas de probar, de arriesgarse en términos escénicos, de jugar y ver hasta dónde podemos estirar la situación”, dijo. Y si hay una escena que representa mejor esta propuesta, esa es la del dormitorio, donde todo parece a punto de desmoronarse para los personajes.
Últimamente Fisher ha estado trabajando con escenarios minimalistas, hechos para que el espectador los complete en su cabeza. No es así en “Un robo hasta las patas”, donde incluso escenas que solo duran pocos minutos tienen escenografía elaborada que sumerge al espectador en la historia. Por eso mismo ha dispuesto que al acabar la función el equipo técnico también salga a escena a recibir los aplausos del público.
Y volviendo con los actores, en su mayoría se trata de personas con las que ha trabajado anteriormente o que son sus amigos. En cambio alguien con el que no había trabajado es Claret Quea, quien interpreta al practicante del banco; el actor da vida a un pusilánime que se roba las escenas. Lo mismo ocurre con Sebastian Ramos, quien da vida a otro trabajador del banco. Para Fisher ambos son el futuro del teatro peruano.

Sepa más
“Un robo hasta las patas” (“The Comedy About a Bank Robbery”)
Fechas: Desde el 29 de junio al 21 de julio
Lugar: Teatro Peruano Japonés (Av. Gregorio Escobedo 803, Jesús María)
Horarios: Lunes, jueves, viernes y sábados a las 8:30 p.m. Domingos a las 7:00 p.m.
Entradas: A la venta en Joinnus.