En los años 80, cuando se cortaba la luz y las casas quedaban sumidas en la penumbra, él siempre estaba ahí. Mientras la oscuridad obligaba a bajar la voz, Miguel Humberto Aguirre Guajardo encendía la suya. Salía por las radios a pilas con esa cadencia pausada transmitía compañía. Su tono era firme, pero nunca apremiante. En medio de la incertidumbre, él no gritaba: hablaba. Y con eso bastaba.
Conocido cariñosamente como Mihua, Aguirre fue uno de los pilares de RPP. No solo condujo programas emblemáticos como Domingo es Fiesta, junto al padre Clemente Sobrado por más de tres décadas, sino que también dirigió “La Rotativa Deportiva”, “Buscapersonas” y “Más allá de las canas”. En cada uno, dejó huella con su estilo: sobrio, reflexivo, cálido. El tipo de periodista que escucha más de lo que interrumpe.
En el Grupo RPP también asumió cargos clave, como coordinador general y director de Compromiso RPP. Pero incluso desde esas funciones, nunca dejó de pensar en el público. “Yo defiendo al oyente —decía—, quiero estar seguro de que todo lo que sacamos al aire realmente sirva”.

Miguel Humberto Aguirre demostró su versatilidad en diferentes sucesos noticiosos, como la primera llegada del papa Juan Pablo II al Perú, cuando viajó a Venezuela, el primer punto de la gira del pontífice. (Foto: Instagram)
Exilio, rosas y palabras
Nacido en Santiago de Chile en 1932, Aguirre estudió periodismo en la Universidad de Chile, donde vendía boletos en el hipódromo los domingos para financiar sus estudios y conseguir egresar en una época que cada vez iría complicándose más a nivel nacional.
Su vida cruzó caminos con Pablo Neruda y Salvador Allende, pero fue el golpe militar de 1973 el que cambió todo. Como miles de otros, tuvo que exiliarse. Llegó al Perú sin patria, sin hijos, sin certezas. Encontró aquí un segundo hogar y terminó quedándose medio siglo. Se nacionalizó peruano. Se convirtió en una de las voces más importantes del país.
Primero trabajó en el diario La Crónica, pero su verdadero hogar fue la radio. Allí construyó un estilo inconfundible. Durante su carrera no solo enseñó, también acompañó. Visitó cárceles, defendió a los adultos mayores, impulsó el Rotafono como un puente real entre ciudadanos y autoridades. Formó a generaciones de periodistas sin autoproclamarse maestro.

En 2022, el periodista Miguel Humberto Aguirre necesitó urgente donación de sangre tipo 0+. (Foto: Facebook Letras en el Tiempo)
Su sensibilidad era tangible. Amaba las rosas. Prefería la inteligencia y la agudeza en una conversación. Leía con devoción. Se sabía “gordo, colérico y romántico”, pero sobre todo periodista. “Lo único que sé hacer es radio —bromeaba en entrevista con Andina—, no sirvo ni para vender agua en el desierto, se me añeja”.
En el 2022, su nombre volvió a resonar entre colegas y oyentes cuando se hizo pública la urgencia médica que atravesaba. Internado en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Vesalio, su familia solicitó donaciones de sangre para salvarle la vida. La respuesta fue inmediata. En 2023, el gobierno de Chile le rindió un homenaje en Lima por su trayectoria, nombrándolo una de las figuras más emblemáticas del periodismo en el Perú y un orgullo para los chilenos fuera del país.
Este año, en el centenario de la radio en el Perú, el país pierde a una de sus voces más significativas. Y aunque ya no esté al aire, su legado prevalece dentro de la pausa oportuna, la pregunta precisa, el respeto por el oyente y el valor de acompañar a pesar del estruendo.