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Cada noche en Marripón, una comunidad rural de Motupe, Aracely Quispe miraba el cielo, se perdía entre las estrellas y soñaba con alcanzarlas. Con disciplina y perseverancia, convirtió ese sueño en una carrera brillante como ingeniera aeroespacial de la NASA, liderando misiones clave como la del telescopio James Webb, que abrió una nueva era en la astronomía. Aracely ha trabajado en proyectos de exploración satelital y misiones interplanetarias, pero su mayor propósito sigue siendo terrenal: inspirar. “No importa de dónde vengas. El cielo no es una barrera, y tus circunstancias tampoco deberían serlo”, afirma. Por eso escribe ahora un libro sobre su vida: para que otros, al leerlo, también se atrevan a mirar arriba y crean que, como ella, también pueden llegar lejos.

Pero llegar a la NASA no fue sencillo. Aracely Quispe enfrentó, desde muy joven, realidades que para muchos resultan paralizantes: pobreza, machismo, bullying, abandono, escasez de oportunidades. “Pasé muchas de esas circunstancias, pero no me amilané. Al contrario, fueron mi motor”, dice. En lugar de rendirse, convirtió cada obstáculo en impulso. Y encontró en el karate no solo un escape, sino una disciplina que le dio equilibrio, fortaleza y enfoque. “Muchas veces no llegamos a nuestras metas por falta de enfoque, no por falta de inteligencia. El deporte te entrena para romper barreras, mentales y físicas”.

Gracias al karate Shotokan —con el que representó al Perú en competencias internacionales y consiguió importantes preseas— llegó a Estados Unidos a los 21 años. Ya tenía un título en Ingeniería de Sistemas y una tesis destacada, pero fue esa combinación de logros académicos y deportivos lo que le permitió solicitar una residencia por habilidades extraordinarias. La obtuvo. Y con ella, se abrieron las puertas para becas, estudios avanzados y, finalmente, la posibilidad de trabajar en la agencia aeroespacial más importante del mundo.

Historia que inspira

Aracely se encuentra en Perú y en medio de su agenda recargada, participó como invitada en el Comet Fest, un evento que reunió a jóvenes, familias y entusiastas de la ciencia y la tecnología. Desde el escenario, compartió no solo sus logros como ingeniera aeroespacial de la NASA, sino también los desafíos que enfrentó para llegar hasta allí. “Me llena de emoción estar en mi tierra, la que amo. Quiero que los jóvenes sepan que sí se puede, que el miedo no los paralice”, dice con firmeza.

Comet Fest 2025 reúne a ponentes de la NASA, Amazon y a las mejores universidades de EE.UU. en el mayor festival educativo del Perú. (Foto: Hugo Pérez)

Comet Fest 2025 reúne a ponentes de la NASA, Amazon y a las mejores universidades de EE.UU. en el mayor festival educativo del Perú. (Foto: Hugo Pérez)

/ HUGO PEREZ

Durante sus charlas, Aracely puso énfasis en la importancia de romper los llamados techos mentales, esas ideas heredadas que nos hacen creer que no somos capaces. “Muchos creen que no pueden estudiar cierta carrera porque vienen de una familia en pobreza extrema, porque fueron abandonados, porque crecieron rodeados de carencias. Yo viví todo eso. Pero es posible salir adelante”, aseguró ante una audiencia atenta.

Pasión que trasciende

Aracely Quispe Cuenta con siete títulos académicos, entre ellos una maestría en Ingeniería Aeronáutica por Capitol Technology University, una maestría honoraria en Inteligencia Geoespacial otorgada por la Universidad de Maryland y un doctorado honorario en Ciencias, centrado en la seguridad de las comunicaciones satelitales frente a ciberataques.

Toda esta área, como dicen los chicos, tan cool, tan bonita… yo la tomé como una pasión que disfruto cada día”, confiesa. Cree profundamente en el poder del aprendizaje constante: “El día que dejas de aprender, baja la pasión por la vida, por lo que haces, por lo que amas”.

De todos sus logros, hay uno que guarda en el corazón con especial emoción: su participación en el lanzamiento histórico del telescopio espacial James Webb. “Ha sido la cúspide más grande que he alcanzado. Me siento orgullosa como peruana, como mujer latinoamericana, por haber representado a mi gente en una hazaña tan impresionante”, refiere con la voz cargada de sentimiento. “Soy una mujer que cree firmemente en Dios, pero también en el trabajo duro. Todo lo que he logrado ha sido a base de perseverancia”.

Aracely Quispe ha sido reconocida como la primera mujer latinoamericana en liderar tres misiones exitosas de la NASA en los Estados Unidos. (Foto: Hugo Pérez)

Aracely Quispe ha sido reconocida como la primera mujer latinoamericana en liderar tres misiones exitosas de la NASA en los Estados Unidos. (Foto: Hugo Pérez)

/ HUGO PEREZ

IA con cautela

Como ingeniera e investigadora en la NASA, Aracely Quispe no es ajena al avance vertiginoso de la inteligencia artificial. Observa con interés —y también con cautela— su irrupción en la industria aeroespacial. “La IA tiene un alcance muy interesante en la tecnología y la innovación. Va a ser clave en muchos de los grandes logros científicos del futuro”, señala. Sin embargo, también advierte que aún estamos en una etapa de prueba. “Muchos de esos prototipos y ecosistemas tecnológicos están siendo evaluados. Me gustaría esperar a ver los resultados reales que pueden ofrecer, sobre todo en una industria tan delicada como esta”, afirma.

Más allá del espacio

A la par de su trabajo en la NASA, ha desplegado una constelación de proyectos que reflejan su compromiso con la educación, la equidad y el futuro de la ciencia. Dirige su propia empresa, Space Tech Inspira, con sede en Estados Unidos, dedicada al desarrollo de talento STEM, mentorías, investigación aplicada y vinculación con corporaciones y jóvenes profesionales de distintas partes del mundo. También lidera AQN, un movimiento con sus iniciales, enfocado en empoderar a mujeres y jóvenes latinoamericanos a través del conocimiento, con charlas, encuentros y actividades voluntarias que cruzan fronteras.

Pero su mirada sigue más allá. “Quiero aplicar a una misión que vaya a Marte”, confiesa. También espera fundar en su natal Lambayeque, una pequeña agencia aeroespacial que sirva como semillero de ideas, inspiración y ciencia. Imagina un espacio equipado con telescopios, modelos de satélites y réplicas de misiones que ella misma comandó, abierto a los estudiantes del norte del Perú. Y mientras esos proyectos se incuban, prepara el que será quizá su testimonio más poderoso: un libro biográfico previsto para fines del 2025.

Quiero que mi historia sirva para iluminar a otros, como esas estrellas que me guiaban de niña bajo el cielo de Marripón, cuando aún me alumbraba con lámparas y candiles y ya soñaba con el espacio”. Porque en su vida, soñar nunca fue solo mirar hacia arriba, sino aprender a despegar.



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