A lo largo de mi vida, el deporte siempre fue sinónimo de impacto, velocidad y adrenalina pura. Desde las canchas de vóley y bádminton hasta las pistas de atletismo, mi rendimiento físico me permitía entregarme al máximo sin limitaciones. Sin embargo, una lesión inesperada redujo mi capacidad para continuar con esas actividades, y la monotonía de los gimnasios tradicionales me impulsó a explorar nuevas formas de movimiento que me desafiaran sin poner en riesgo mi bienestar.
Desde hace un tiempo, el pilates me llamaba la atención, pero aún no me animaba a dar el paso. Fue entonces cuando, casi por casualidad, navegando por TikTok, descubrí algo que me intrigó por completo: el pilates aéreo. Ver cuerpos suspendidos en el aire, moviéndose con fluidez y control dentro de una hamaca, me recordó a una especie de danza suspendida en el espacio. Así fue como decidí probarlo y, lo que encontré, sin duda, fue mucho más que una disciplina armoniosa y visualmente impactante.
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Cuando entré al estudio, no imaginaba que, además de colgarme de una hamaca, viviría una experiencia tan enriquecedora que me permitiría reencontrarme con mi cuerpo desde otro lugar: más consciente, más amable y profundamente desafiante.
Mi primera inmersión en el mundo del aeropilates comenzó enseñándome sobre la importancia de encontrar la pelvis en posición neutral, un concepto fundamental en pilates que evita sobrecargar zonas como la región lumbar. A través de ejercicios guiados, fui ajustando mi postura y activando el transverso abdominal, ese músculo profundo que estabiliza el centro del cuerpo. También puse en práctica la respiración torácica lateral, expandiendo las costillas como un acordeón al inhalar y contrayéndolas suavemente al exhalar. Todo esto me ayudó a conectar con mi cuerpo desde adentro, algo que nunca había experimentado con otras disciplinas.
Al trabajar de pie con la hamaca, uno de los primeros ejercicios consistía en flexionar y extender una pierna apoyada, lo que puso a prueba mi equilibrio y coordinación. Una vez suspendida por completo, debía mantener la rodilla alineada con la cadera y extender la pierna sin que se cayera, lo cual exigía mucha fuerza abdominal y concentración.
Al trabajar en suspensión, se estimulan la musculatura profunda, la postura, el equilibrio y hasta el sistema nervioso parasimpático, generando efectos como mayor relajación, reducción del estrés y mejora del sueño.
Más adelante llegó una de las partes más relajantes de la clase: una media inversión, donde permanecí semi colgada en posición fetal. Esta postura fue profundamente liberadora y me ayudó a descomprimir la columna, mejorar la circulación y soltar tensiones acumuladas. Flotar en esa tela, contenida y sin impacto, me dio una verdadera sensación de seguridad y ligereza.
Ya dentro de la hamaca, realicé una serie de posturas, como abrazar las rodillas al pecho, estirar el tronco hacia adelante y extender los brazos sobre la cabeza. Además, descubrí patrones posturales que desconocía, como el acortamiento lumbar o la tendencia a tensar el cuello, y comprendí que el verdadero trabajo no está en hacer más, sino en hacerlo mejor.
En definitiva, esta clase no solo me desafió físicamente, sino que también me permitió escuchar lo que mi cuerpo necesitaba decir desde hace tiempo. Pero, ¿qué hace al pilates aéreo tan único y para quién es realmente beneficioso? Para responder estas y otras preguntas, conversé con expertos que me ayudaron a entender a fondo esta fascinante disciplina.
¿Qué diferencia al pilates aéreo del pilates tradicional?
A diferencia del pilates tradicional, que se realiza sobre una colchoneta o en una cama reformer, el pilates aéreo incorpora el uso de una hamaca o columpio suspendido del techo. Según explicó César Cavenago Baca, instructor certificado de aeroyoga, aeropilates y aerofitness y director de Casa Chakana Perú a Bienestar, esta herramienta permite ejecutar ejercicios desde el aire, lo que transforma por completo la experiencia corporal.
María Ynés Gutiérrez, pionera del pilates aéreo en Perú y CEO de Corponoar Perú, señaló que esta disciplina nació en 2009 como una fusión entre las artes aéreas circenses con el método original de Joseph Pilates. Aunque conserva los principios fundamentales —concentración, control, precisión, fluidez, respiración y centralización—, incorpora un elemento diferencial: “con el pilates aéreo se trabaja a 360 grados, lo que permite hacer movimientos que muchas veces no se pueden realizar en una cama reformer o mat, fomentando así una mayor educación corporal y una regeneración de todo el sistema”.
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Además, al estar suspendido, el cuerpo trabaja con su propio peso y se activan áreas difíciles de estimular en el suelo. Incluso, el balanceo en la hamaca puede actuar como una especie de “masaje cerebral”, armonizando la actividad de ambos hemisferios y favoreciendo la ejecución de principios como el imprint, que implica la retroversión pélvica.
¿Cuáles son los beneficios del pilates aéreo?
El pilates aéreo combina los principios del pilates tradicional con los desafíos y posibilidades que ofrece el trabajo en suspensión. Este enfoque no solo amplifica los beneficios físicos y mentales de la práctica, sino que también introduce nuevas dimensiones sensoriales y posturales difíciles de alcanzar en el suelo.
De acuerdo con el doctor David Creel, fisiólogo del ejercicio de Cleveland Clinic, esta práctica mejora la fuerza del core, la flexibilidad y la postura, mientras que amplía el rango de movimiento gracias al uso de telas suspendidas.
“Al estar en el aire, el cuerpo debe estabilizarse constantemente, lo que fortalece el equilibrio, la coordinación y la conciencia espacial. Además, al desafiar el sistema vestibular, se incrementa el control corporal y la percepción del propio cuerpo en el espacio. También actúa como una práctica de mindfulness, reduciendo el estrés, la ansiedad y mejorando la concentración y la calidad del sueño”.
Asimismo, la experta de Corponoar Perú destacó que es ideal para personas con hiperlaxitud, ya que contribuye a generar tono muscular sin exigir rangos articulares excesivos. También mencionó que las inversiones, facilitadas por la suspensión, son útiles para mejorar el descanso nocturno, ya que irrigan la cabeza y promueven la relajación, al igual que, estimula el uso consciente de todos los sentidos y favorece el fortalecimiento del powerhouse o centro de poder del cuerpo.
En esta misma línea, Cavenago añadió que el aereopilates tonifica la musculatura, en especial la faja abdominal y los erectores de la columna, mejorando así la alineación de la columna y previniendo lesiones vertebrales.
El pilates aéreo puede ser practicado por personas de diferentes edades y condiciones físicas. Su enfoque progresivo, acompañado por instructores capacitados, lo convierte en una disciplina inclusiva y segura.
El instructor subrayó que también estimula el nervio vago, responsable de activar el sistema nervioso parasimpático, el cual regula funciones clave como la digestión, la relajación y la recuperación del cuerpo. “Durante la práctica, las posturas y ejercicios estimulan este nervio, lo que propicia una sensación de armonía y equilibrio. Esto permite cambiar del estado de alerta propio del sistema simpático —activo en situaciones de estrés— a un estado de profunda relajación. Por eso, al terminar una clase, el cuerpo y la mente experimentan una sensación real de descanso”, explicó. Además, el manejo consciente de la respiración facilita la canalización y liberación emocional, ayudando a disminuir los niveles de cortisol y promoviendo funciones de reparación interna.
¿Qué tan accesible es el pilates aéreo?
El pilates aéreo se presenta como una disciplina sorprendentemente accesible para una amplia diversidad de personas. Uno de sus grandes atractivos es que, al realizarse en suspensión, el cuerpo se libera de parte de su peso, lo que disminuye la presión sobre las articulaciones y facilita el movimiento. Como indicó César Cavenago “una persona con sobrepeso, por ejemplo, puede moverse con más facilidad en el aire que en el suelo”.
Además, no es necesario tener experiencia previa ni una condición física específica. Gutiérrez recalcó que lo más importante no es la edad, sino la movilidad funcional. “Hay chicas de 20 con movilidad de 80, y señoras de 80 con movilidad de 50. Por eso, antes de iniciar, en Corponoar Perú, realizamos una evaluación detallada de la condición física del alumno, que incluye un análisis de la fascia y detección de puntos de dolor o acortamiento. Según el resultado, se recomienda una serie de sesiones personalizadas o incluso una terapia de liberación miofascial previa para evitar que el alumno pierda parte de los beneficios de la clase por dolor o restricciones de movilidad”.
También ha mostrado ser altamente beneficioso para personas en procesos de rehabilitación. Cavenago quien comenzó en esta práctica tras haber sido diagnosticado con hernias a nivel lumbar, dorsal y cervical, comentó que gracias al fortalecimiento del core, la conciencia postural y el trabajo respiratorio, ha podido evitar una cirugía. De forma complementaria, el fisiólogo de la Clínica Cleveland sostuvo que, esta modalidad proporciona un medio suave, pero efectivo para mejorar la movilidad, la flexibilidad y la fuerza, especialmente útil para personas sedentarias o con dolores musculares.
En cuanto a la seguridad, los instructores garantizan un acompañamiento constante, especialmente con personas que se inician o que tienen dolencias. Si la condición médica es leve o está controlada, se pueden tomar clases grupales —que se limitan a cinco personas para asegurar el seguimiento adecuado—. No obstante, en casos más delicados, como hernias o lesiones vertebrales más severas, se recomienda trabajar en clases particulares donde el seguimiento es más cercano.
Aunque se trata de una práctica inclusiva, existen ciertas contraindicaciones. El director de Casa Chakana Perú advirtió que personas con hipertensión no controlada, problemas cardíacos sin tratamiento, glaucoma, desprendimiento de retina, epilepsia, vértigo o arritmias deben consultar con un médico antes de realizar la práctica. Algunas condiciones digestivas como las hernias de hiato o el reflujo también pueden requerir precaución. Gutiérrez agregó que personas con miopía severa (más de 8 dioptrías), laberintitis, cervicalgia o ansiedad pueden requerir ajustes específicos, como hacer solo medias inversiones con la hamaca más cerca del suelo.
“Desde lo técnico, las hamacas soportan hasta 200 kilos de peso, están firmemente ancladas al techo y la progresión de los movimientos está cuidadosamente estructurada para avanzar de forma segura. Por esta razón, el pilates aéreo es una práctica adaptable, segura y terapéutica. Su versatilidad y capacidad de personalización lo convierten en una herramienta poderosa de bienestar y salud integral”, resaltó María Ynés Gutiérrez.
¿Cómo es una clase tipo de pilates aéreo?
Una clase de pilates aéreo tiene una estructura progresiva que combina técnica, conciencia corporal y bienestar emocional. Según coincidieron Cavenago y Gutiérrez, la sesión suele durar alrededor de una hora y se divide en tres grandes bloques: preparación, desarrollo de ejercicios en suspensión y cierre meditativo.
El calentamiento inicial, de unos 10 minutos, prepara el cuerpo para la suspensión. En esta etapa, como precisó la instructora, se introducen también los principios fundamentales del pilates, como la flexión cráneo-vertebral, la respiración torácica lateral, la inclinación pélvica neutra, la activación del transverso abdominal y la organización escapular, ya que esta base técnica es clave para garantizar una práctica segura y eficaz.
A continuación, se trabaja en la hamaca con secuencias que combinan movimientos del pilates clásico como el 100, círculo con una pierna o criss cross, y posturas propias del método aéreo como murciélago, el árbol, splits aéreos o el puente colgante. La progresión va de lo básico a lo intermedio o avanzado, dependiendo del nivel del alumno y del uso de otros elementos como el bungee fit o el TRX, que permiten intensificar la práctica.
“A lo largo de la clase, el cuerpo no solo trabaja físicamente. El movimiento en suspensión también permite liberar tensiones emocionales, desbloqueando cargas mentales o anímicas”, expresó César Cavenago.
Desde movimientos clásicos del pilates hasta posturas aéreas, la clase está diseñada para fortalecer el cuerpo, liberar tensiones y conectar con el bienestar interior.
Finalmente, la sesión culmina con unos 10 minutos de aeromeditación en la hamaca. Este momento de quietud y relajación permite integrar todo lo vivido durante la sesión, aflojando la mente y consolidando las conexiones neuromusculares generadas a lo largo del movimiento.
“El pilates aéreo es una invitación a salir de tu zona de confort y descubrir de lo que eres capaz. Es solo tú y tu cuerpo, desafiando tus miedos, ganando confianza y conectando con tu fuerza interior. En un mundo lleno de estrés, esta práctica te ofrece un espacio para relajarte y reconectar contigo misma”, concluyó María Ynés Gutiérrez.
¿Dónde se puede practicar el pilates aéreo?
Para más información puedes visitar la página de Corponoar Perú y Casa Chakana Perú