Comprar una casa, ahorrar para el futuro, tener un fondo de emergencia, viajar por el mundo, vestir bien, salir a comer los fines de semana. En redes sociales, todo eso —y más— no solo parece posible, sino también necesario. Como si el éxito personal estuviera ligado únicamente a una vida de estabilidad económica, consumo constante y bienestar visible. Pero detrás de esos filtros y estilos de vida idealizados, muchos adultos jóvenes viven una realidad muy distinta: ingresos inestables, deudas acumuladas, alquileres imposibles, poca capacidad de ahorro y un futuro financiero incierto.
Ese desajuste entre lo que se espera —o lo que creemos que deberíamos haber logrado— y lo que realmente podemos sostener genera un peso silencioso, pero persistente. Ese malestar, a menudo difícil de identificar, se manifesta en nuestra mente y cuerpo como estrés financiero.
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Para la psicóloga Madeli Santos, las redes sociales han potenciado esta presión. “Muestran una versión editada de la realidad y, a menudo idealizada, donde el éxito se asocia al lujo y al consumo. Todo se presenta como alcanzable, pero bajo un estándar poco realista, lo que puede generar comparaciones constantes y una sensación de no estar a la altura, de estar ‘atrasados’”, explicó a Bienestar.
Sin duda, esa sensación de estar siempre corriendo detrás de algo que no llega también se alimenta de factores estructurales y generacionales. Según Andrés Uribe, director de finanzas de MAPFRE, los millennials, por ejemplo, enfrentan condiciones especialmente desafiantes: “Están bombardeados por mensajes que glorifican el disfrute inmediato y vinculan el valor personal con logros visibles. Sin embargo, al estar comenzando sus carreras, muchos tienen sueldos bajos que no alcanzan para sostener el estilo de vida que se les vende como ideal. A esto se suman deudas universitarias, falta de ahorros para vivienda propia y una presión social constante por mostrar éxito financiero”.
El resultado es un estado de tensión crónica que no solo afecta la economía personal, sino también la salud mental, la autoestima y las relaciones. Entonces, ¿cómo identificarlo? ¿Qué podemos hacer para salir de ese círculo de ansiedad económica?
¿Qué es el estrés financiero?
De acuerdo con Yajaira Baldoceda, psicóloga de SANNA Centro Clínico Miraflores, el estrés financiero es el malestar emocional y mental que sentimos ante problemas con nuestras propias finanzas. Básicamente, cuando percibimos que nuestros recursos económicos no son suficientes para cubrir necesidades, afrontar gastos imprevistos o cumplir nuestras expectativas.

El estrés financiero no solo se siente en el bolsillo, también se manifiesta en el cuerpo y en la mente: insomnio, ansiedad, irritabilidad, conductas impulsivas o evitativas.
Aunque no se trata de un tipo de estrés diferente, su impacto es significativo porque compromete nuestra estabilidad y seguridad económica. Este tipo de preocupación puede volverse crónica si no se gestiona adecuadamente, sobre todo, cuando se origina por situaciones como deudas acumuladas, ingresos inestables, desempleo o la constante sensación de que el dinero no alcanza, incluso cuando se trabaja arduamente. Es, en otras palabras, esa sensación de que no se llega a fin de mes.
Baldoceda también advirtió que este estrés puede aparecer incluso cuando sí contamos con recursos, especialmente si intentamos mantener un estilo de vida insostenible o caemos en comparaciones constantes con quienes tienen un mayor poder adquisitivo. Sin embargo, muchas veces no reconocemos que nuestro malestar está vinculado al dinero, ya que solemos pensar que se trata de un “estrés general” y no identificamos que el origen puede estar en nuestras propias finanzas.
“Hablar de dinero sigue siendo un tema tabú. Muchas personas sienten vergüenza o temen ser juzgadas si admiten dificultades económicas, lo que refuerza un estigma social que impide reconocer la conexión entre el estado financiero y el bienestar emocional. Esta falta de apertura no solo dificulta la búsqueda de soluciones, sino que también perpetúa el impacto negativo del estrés financiero en la vida cotidiana”, aseguró la neuropsicóloga de Clínica Internacional, Patricia Cortijo.
¿Cómo se manifiesta el estrés financiero?
El estrés financiero se expresa en diferentes niveles: emocional, físico y conductual. Estas son algunas de las señales más comunes, según las psicólogas:
Señales emocionales:
- Preocupación constante.
- Irritabilidad o mal humor.
- Apatía o falta de motivación.
- Tristeza, ansiedad o miedo.
Señales físicas:
- Dolores de cabeza.
- Tensión muscular.
- Insomnio o dificultades para dormir.
- Cansancio persistente.
Señales conductuales:
- Evitar revisar cuentas o deudas.
- Tomar decisiones impulsivas con el dinero.
- Aislarse socialmente.
- Cambios en el apetito.
- Dificultad para concentrarse.
- Procrastinar pagos o enfrentar obligaciones económicas.
- Discutir frecuentemente en casa por temas de dinero.
- Gastar de forma compulsiva o, por el contrario, dejar de cubrir necesidades básicas.
- Recurrir a préstamos rápidos sin análisis.
Como destacó la experta de SANNA Centro Clínico Miraflores, el estrés financiero tiene un impacto directo en nuestra salud mental y emocional. Puede generar ansiedad, depresión, trastornos del sueño y, si no se aborda a tiempo, extenderse a otras áreas de la vida como las relaciones familiares, el entorno laboral o la salud física.
A largo plazo, el estrés crónico puede llevar al consumo excesivo de tabaco, alcohol u otras sustancias, así como al desarrollo de hábitos nocivos como el endeudamiento compulsivo, lo que termina agravando aún más el problema económico y emocional.
“El estrés financiero activa de manera constante nuestro sistema de alerta interno, específicamente el eje HHA (hipotálamo-hipófisis-adrenal), que es el mismo que se activa ante situaciones de peligro. Esta activación prolongada eleva los niveles de cortisol —la hormona del estrés— y, si se mantiene en el tiempo, puede afectar funciones esenciales como la memoria y la regulación emocional. Por eso se convierte en un factor de riesgo para el deterioro integral de la salud mental”, añadió Santos.

Nuestra relación con el dinero comienza en la infancia. El entorno familiar, los mensajes que recibimos y los modelos que observamos influyen en cómo gestionamos las finanzas de adultos.
¿Qué papel juega la infancia en la relación que desarrollamos con el dinero?
La infancia y el modelo familiar desempeñan un papel clave en la relación que desarrollamos con el dinero, ya que es en este primer entorno social donde se forman muchas de nuestras creencias, actitudes y patrones financieros.
Según Yajaira Baldoceda, la familia es el espacio donde por primera vez aprendemos normas, valores y conductas, incluidas aquellas relacionadas con el dinero. Por ejemplo, si crecimos en un ambiente donde el dinero generaba conflictos o era fuente de preocupación, es probable que esto haya condicionado nuestra propia forma de vivirlo en la adultez.
Por su parte, la neuropsicóloga de Clínica Internacional remarcó la idea de cómo los padres pueden transferir creencias inconscientes a sus hijos. Frases como “el dinero es sucio” o actitudes como el gasto compulsivo pueden generar asociaciones negativas con el dinero, que luego se traducen en comportamientos limitantes, como evitar oportunidades por miedo al fracaso o repetir patrones financieros disfuncionales.
“De ahí la importancia de la educación financiera desde edades tempranas como herramienta clave para formar hábitos saludables. Las personas que aprenden a manejar el dinero desde jóvenes tienen más probabilidades de tomar decisiones responsables, ahorrar, evitar deudas excesivas y reducir el estrés financiero a lo largo de su vida”, recalcó Andrés Uribe.
¿Qué errores financieros suelen pasar desapercibidos y generan tensión?
De acuerdo con el experto en finanzas, estos son algunos de los errores más comunes:
- No llevar un presupuesto claro.
- Gastar más de lo que se gana.
- Ignorar las deudas pequeñas.
- No planificar para el futuro.
- No contar con un fondo de emergencia.
- Comprar solo en efectivo sin registrar los gastos.
- Emprender sin asesoría financiera.
¿Qué estrategias ayudan a recuperar el control y tener una relación más sana con el dinero?
A nivel financiero
Javier Rivas, director del Máster en Finanzas de EAE Business School recomendó los siguientes hábitos financieros:
Organización y control financiero:
- Lleva un presupuesto mensual claro para saber cuánto ganas y en qué gastas.
- Ten un plan financiero y un fondo de emergencia para imprevistos.
- Evita endeudarte por consumos innecesarios.
- Endeúdate solo por necesidades reales (vivienda, negocio, salud, etc.)
Educación financiera sencilla y accesible:
- Aprende lo básico (presupuesto, ahorro, inversión)
- Usa recursos gratuitos como cursos online, blogs o canales de YouTube de finanzas.
- Si puedes, busca una aseguradora o institución confiable que te oriente según tus objetivos.
Hábitos de ahorro sostenibles:
- Ahorra el 10% de tus ingresos mensuales.
- Invierte de acuerdo con tu perfil de riesgo.
- Comienza a ahorrar desde temprano para tu jubilación.
- Ahorra ni bien recibas tu sueldo.
Identifica y reduce gastos innecesarios:
- Revisa tus “gastos hormiga” (cafés, apps, delivery, etc.) y elimina los que no aportan valor.
- Sé realista con tus metas de ahorro y gastos. No intentes ahorrar más del 30%-35% de tu sueldo.
- Recuerda que habrá etapas en tu vida (como tener hijos) donde ahorrar será más difícil.

Retomar el control financiero es posible con pequeños pasos: organizar un presupuesto, redefinir el éxito personal, hablar del tema sin culpa y practicar técnicas de regulación emocional.
Usa la tecnología para organizarte mejor:
- Revisa el saldo de tus cuentas y tarjetas al menos una vez por semana.
- Activa alertas o notificaciones para saber cuándo haces gastos grandes.
Evita el consumo impulsivo y la presión social:
- Antes de comprar algo, cuenta hasta 10 y pregúntate si realmente lo necesitas.
- Si te das un gusto, que sea con dinero en efectivo y no con la tarjeta de crédito.
A nivel mental y emocional
Las psicólogas Madeli Santos y Yajaira Baldoceda sugirieron las siguientes estrategias:
Cambia la forma en que piensas sobre el dinero:
- Redefine el concepto de “éxito” personal más allá de lo económico: pregúntate “¿Qué me da paz?” o “¿Estoy viviendo en coherencia con mis valores?” ayuda a disminuir la presión financiera.
- Deja de medir tu valor personal solo por lo que tienes o ganas.
Técnicas para reducir el estrés financiero:
- Haz pausas para respirar conscientemente y calmar la mente.
- Practica la respiración cuadrada (inhalar, retener, exhalar, retener por 4 segundos cada fase).
- Medita, aunque sea por 1 minuto al día, observando los pensamientos sin juzgarlos.
- Escribe un plan de acción paso a paso.
Hábitos sostenibles que generan bienestar:
- Revisa tus finanzas sin culpa.
- Celebra pequeños logros financieros para reforzar el progreso personal.
- Aprende algo nuevo sobre finanzas personales cada mes, sin exigirte demasiado.
- Posterga las compras impulsivas al menos 24 horas para decidir con más calma.
Regulación emocional y apoyo social:
- Practica la gratitud por lo que ya tienes, en lugar de enfocarte solo en lo que te falta.
- Identifica y cuestiona las creencias limitantes sobre el dinero que arrastras desde la infancia o tu entorno.
- Habla del tema con personas de confianza o pide ayuda profesional si sientes que la ansiedad te supera.
Toma decisiones desde la calma, no desde la emoción:
- Evita decidir en momentos de alta carga emocional.
- Cuando sientas miedo o estrés, enfócate en acciones concretas y simples.
- En vez de preocuparte, comienza a ocuparte para retomar el control.
“Si te sientes agobiado por tu situación económica, es importante que sepas que no estás solo. Sentirse abrumado no es señal de debilidad, sino una respuesta humana ante una dificultad real. Muchas personas atraviesan momentos similares, y eso no dice nada sobre tu valor personal. Es fundamental que mires la situación con amabilidad, sin culpa ni juicios. Reconocer lo que sientes ya es un acto de valentía. No tienes que resolverlo todo hoy. Basta con elegir una sola acción concreta: revisar un gasto, leer algo básico sobre finanzas o pedir ayuda. Lo importante es comenzar con pequeños pasos. La calma llega poco a poco cuando tomamos decisiones desde la información y no desde el miedo”, concluyó Patricia Cortijo.