Si bien los ataques punzantes se detuvieron este viernes 6, las amenazas intercambiadas aún resuenan y nadie puede asegurar que se vuelvan a lanzar. Una de las que se podría concretar más fácilmente es la que esbozó Trump contra las empresas de Musk. El jefe de Estado sugirió que podría rescindir los contratos gubernamentales con las diversas compañías del magnate nacido en Sudáfrica, incluyendo SpaceX y Tesla, y que esa sería “la manera más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto”.
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Musk dejó el 30 de mayo su rol al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), encargado de recortar los gastos federales. Ya entonces se había mostrado crítico con el proyecto de ley de presupuesto de Trump, la principal prioridad del republicano en el Congreso. Su rechazo público a la iniciativa creció en los últimos días. “Es una abominación repugnante”, dijo el miércoles 4 en X, plataforma de su propiedad.
Millones en juego
Una suspensión prolongada de los contratos con el Gobierno de EE.UU. le costaría muchísimo dinero a Musk. Sus empresas, entre ellas el fabricante de automóviles eléctricos Tesla y el de cohetes SpaceX, se han beneficiado de miles de millones de dólares en contratos gubernamentales y el año pasado se le prometieron 3.000 millones más a sus compañías. El monto fue ofrecido en casi 100 contratos con 17 agencias gubernamentales, señala el diario “The New York Times”.
El golpe más fuerte lo recibiría, en principio, SpaceX, la empresa de Musk que gestiona más contratos con el gobierno federal. De hecho, la empresa espacial es uno de los principales contratistas de la NASA y ha recibido más de 17.000 millones en contratos públicos con esa agencia en los últimos 10 años.
Starlink, dedicada a las telecomunicaciones, también mantiene varios contratos con el Ejecutivo estadounidense. La compañía brinda servicios a las fuerzas ucranianas (537 millones de dólares), otorga internet a funcionarios estadounidenses en zonas con censura y participa en el desarrollo de comunicaciones seguras para las agencias de inteligencia de Estados Unidos. Incluso el Servicio Forestal de Estados Unidos ha usado la tecnología Starlink para conectar a los equipos de emergencia que combaten los incendios forestales en California.
“Si Trump cancelara los contratos del Gobierno con las empresas de Elon Musk, este perdería unos 48.000 millones de dólares en contratos gubernamentales durante los próximos diez años. Este dinero se reparte entre SpaceX, Starlink y Tesla. De las tres, SpaceX sufrirá el golpe más duro, ya que se calcula que actualmente hay 22.000 millones de dólares en contratos gubernamentales activos para la empresa”, explica a El Comercio Nevena Trajkov, presidenta del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Jacksonville (Florida).
Además, apunta, hay otro componente en las empresas de Musk: los accionistas. El jueves último, las acciones de Tesla en bolsa se desplomaron, con más de 150.000 millones de dólares perdidos entre sus inversores.
Pérdidas en ambos lados
Pero aunque Trump podría infligir daño a las empresas de Musk, los contratos también le dan poder al magnate tecnológico. SpaceX sigue siendo el mejor ejemplo. “La empresa de cohetes del señor Musk, SpaceX, dicta el calendario de lanzamiento de cohetes de la NASA. El Departamento de Defensa depende de él para poner en órbita la mayoría de sus satélites”, apunta “The New York Times”.
Musk es consciente de que él no es el único que tiene algo que perder, pero no quiso tensar mucho más la cuerda. Aunque en el calor de la discusión pública con Trump, afirmó que desmantelaría “inmediatamente” la nave espacial Dragon de SpaceX, usada por la NASA para transportar astronautas y suministros hacia y desde la Estación Espacial Internacional, luego retrocedió y afirmó que no lo hará.
Trajkov apunta que tanto Trump como Musk tienen mucho que perder. Sin embargo, considera que la mayor vulnerabilidad puede recaer en el propio gobierno estadounidense. “Instituciones clave como la NASA y el Departamento de Defensa han llegado a depender profundamente de las empresas de Musk -especialmente SpaceX- para operaciones críticas. Sustituir esos servicios sería extraordinariamente costoso y llevaría mucho tiempo, y ninguna alternativa existente iguala a SpaceX en capacidad o preparación”, señala.
Como Musk y Trump, el curso de su relación comercial es impredecible. Y las consecuencias no serían solo económicas ni van en una única dirección. El hombre más rico del mundo podría debilitar al presidente republicano políticamente, no en vano entre los republicanos crece el temor de que Musk use sus recursos para vengarse de Trump en la próxima campaña electoral.
¿Podrían reconciliarse? “No lo descartaría. Ambos hombres son conocidos por su explosividad, pero también son muy transaccionales. Si se diera el caso de que la reunión sirviera a sus intereses financieros o estratégicos, podría verlos dejando a un lado sus diferencias. Al fin y al cabo, el dinero -especialmente la influencia en el mercado- es una poderosa motivación para ambos, y ese punto en común ya les ha unido antes”, dice Trajkov.
Hay mucho en juego y ambos lo saben. Agravios y amenazas aparte, siguen siendo hombres de negocios.