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El mandatario anunció la medida a finales de mayo durante una visita a una fábrica de acero en Pittsburgh, Pensilvania, donde afirmó que ayudará a enfrentar “prácticas comerciales que debilitan la seguridad nacional” de EE.UU.
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En su orden ejecutiva, Trump acusó a países extranjeros de “deshacerse de su acero y aluminio excedente a un bajo precio en el mercado estadounidense, socavando la competitividad de las industrias locales”.
La decisión generó fastidio en países aliados de Estados Unidos como Canadá, México y la Unión Europea, proveedores de gran parte del acero y aluminio utilizado por la industria estadounidense, y ocurre en momentos en el que el poder de Trump de imponer aranceles es cuestionado por el poder judicial.
Los ojos en el acero
La problemática se da debido a que si bien la industria estadounidense utiliza toneladas de acero y aluminio, solo produce alrededor de la mitad del material que necesita, creando un vacío que hasta la fecha ha logrado subsanar mediante importaciones.
Se trata de una debilidad que sucesivos presidentes han intentado solucionar, con el propio Trump imponiendo aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio en 2018, un mandato que reforzó el pasado marzo al quitar todas las excepciones otorgadas a determinadas industrias o por tratados comerciales y que ahora ha intensificado hasta poner todos los aranceles en 50%.

Bobinas de acero se ven en un patio fuera de uno de los edificios de fabricación de acero de ArcelorMittal Dofasco en Hamilton, Ontario, Canadá, el 4 de junio de 2025. Estados Unidos importa gran parte de su acero y aluminio de su vecino al norte.
/ COLE BURSTON
En EE.UU., la orden ejecutiva fue celebrada por algunos grupos productores de bienes metalúrgicos en Estados Unidos, quienes la señalaron como vital para la continuación de sus industrias, pero fue criticada por empresas que requieren de estos materiales para seguir funcionado, con un artículo publicado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos advirtiendo que estos aranceles tendrán como consecuencia mayores costos para los negocios y consumidores estadounidenses.
Entre las industrias afectadas está la de alimentos enlatados, cuyo precio se duplicaría bajo los nuevos aranceles, según advirtió el presidente del Instituto de Productores de Latas, Robert Budway.
“Una serie de decisiones desafortunadas tomadas en los últimos ocho años por los productores nacionales de acero para hojalata condujeron a recortes drásticos que redujeron en un 75% la producción estadounidense del acero especializado utilizado en la fabricación de latas”, indicó en un comunicado. “Como resultado, los fabricantes nacionales de latas y los productores de alimentos enlatados importan ahora casi el 80% del acero para hojalata de aliados comerciales.”
No serían los únicos afectados, con las industrias como la automotriz, aeronáutica y de construcción, entre muchas otras, también dependiendo del acero y aluminio importado para satisfacer su demanda.
¿Decisión política o económica?
Para la politóloga María Puerta Riera, profesora de Gobierno Americano en el Valencia College de Orlando, la decisión del mandatario parece tener más un enfoque político que económico.
“Trump quiere ganar la narrativa de los aranceles. Si bien sostiene que quiere traer de vuelta trabajos – lo que no será posible en su totalidad en el actual mercado laboral estadounidense – la medida tendrá un impacto negativo en general”, señaló en comunicación con El Comercio. “En Pittsburg estaríamos hablando de unos 5 mil puestos de trabajos que posiblemente se beneficien, mientras que en Detroit – centro de la industria automotriz- se estarían perjudicando cientos de miles de trabajadores que trabajan en sectores que dependen del acero como materia prima. Una medida contradictoria, sin duda.”
Las cifras están de su lado y un análisis de 2020 publicado en EconoFact encontró que si bien los aranceles en torno al aluminio y el acero durante el primer gobierno de Trump generaron alrededor de 1.000 empleos en la industria metalúrgica, le costó a la economía 75 mil trabajos en otros sectores, desde el manufacturero al sector de construcción.

El sector automotriz estadounidense entre los más afectados por el aumento de aranceles al acero y alumino.
/ JEFF KOWALSKY
Mientras tanto, el analista político Octavio Pescador señaló que la medida forma parte de la estrategia de Trump para transformar los procesos globales de producción y consumo desde un punto de ventaja para los Estados Unidos.
“Esto le implica un costo al mundo y también a los estadounidenses. Es un ajuste que de inicio lo prometió en campaña, lo confirmó en su toma de posesión y lo ha venido paulatinamente ejerciendo”, consideró.
El experto estadounidense resaltó que si bien la política arancelaria de Trump puede ser vista como una táctica de negociación, buscando ventajas económicas y geoestratégicas – como concesiones en materias migratorias y de seguridad – de países como Canadá, México y Europa, esto solo se da en el corto plazo.
“A largo plazo es esta idea que tiene Trump de que Estados Unidos tiene un déficit comercial enorme con el mundo y que país por país va a tener que ir ajustando a un nuevo modelo donde habrá más producción en territorio estadounidense y más consumo de sus productos en EE.UU. y en el resto del mundo”, explicó.
Para Octavio Pescador, todavía es pronto para saber qué efecto tendrán el aumento de los aranceles del aluminio y el acero, ya que también es posible que se llegue a una negociación y se aplace como ha ocurrido con otras órdenes de este tipo por parte del mandatario.
“Lo que Trump quiere obtener son resultados concretos y rápidos, porque los costos de estas políticas arancelarias se van a pagar en Estados Unidos, incluyendo entre quienes son sus votantes como los granjeros a los que ya ha advertido que se vienen tiempos difíciles, pero que a la larga estas decisiones serán importantes para volver a esta posición de hegemonía global y para cambiar radicalmente los hábitos de producción y consumo en los Estados Unidos”, enfatizó.
Una posición que, según el experto, es vista como algo utópica por economistas de varias escuelas, que consideran que si bien las medidas tomadas por Trump son efectivas para amedrentar y negociar, no serán igualmente efectivas para cambiar las políticas de producción y distribución de un mundo cada vez más globalizado, donde países en desarrollo con energía y mano de obra más barata tienen ventajas competitivas para la producción de determinados bienes y materiales simples, mientras que las naciones más desarrolladas se enfocan en servicios y productos más complejos.
Canadá y los otros países afectados
El aumento de aranceles promete afectar especialmente a Canadá, principal suministrador de metales de Estados Unidos, afectando una histórica alianza entre vecinos ya debilitada por comentarios de Trump de convertir al país en el 51º estado.
Le siguen en importancia en cuanto a la exportación de acero Brasil, México, Corea del Sur, Vietnam, Japón y Alemania, Taiwán, Países Bajo y China, según datos del 2024 publicados por Reuters. En las importaciones de aluminio, Canadá lleva claramente la delantera, duplicando la suma total de las importaciones de Emiratos Árabes Unidos, China, Corea del Sur, Bahrain, Argentina, India, Australia, México y Omán.
Hasta el momento el único país que parece haberse salvado de la subida de aranceles es el Reino Unido, quien mantuvo la tarifa de 25% en torno a su acero y aluminio como reflejo de las negociaciones comerciales que se están llevando a cabo entre Londres y Washington.
Posibles represalias
Las medidas de Trump causaron condenas alrededor del mundo, con líderes globales no descartando represalias. Entre los primeros en declararse estuvo el primer ministro canadiense, Mark Carney, quien calificó los aranceles de “ilegales e injustificados”.

Mark Carney no descartó represalias tras el aumento «ilegal e injustificado» de los aranceles para el aluminio y el acero.
“Estamos llevando a cabo discusiones intensivas” con la administración Trump, declaró Carney a periodistas, y prometió “responder” a estos aranceles que son “una mala idea para los trabajadores estadounidenses y, sobre todo, para la industria canadiense”.
Mientras tanto, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, amenazó con tomar medidas “la próxima semana” si no se alcanza un acuerdo con Estados Unidos, su principal socio comercial, para ser excluido de los aranceles.
“Si no hay un acuerdo ya nosotros estaríamos anunciando la próxima semana algunas (…) medidas” para proteger la industria, afirmó la mandataria en su rueda de prensa habitual, sin especificar qué medidas considera su gobierno, reportó EFE.
La Unión Europea también lamentó este nuevo gesto de Trump, sobre todo después de que una reciente llamada entre el mandatario estadounidense y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se hubiera interpretado como un acercamiento de posturas.
Los comentarios se dieron a la par de que el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic tuvo un encuentro “productivo y constructivo” con su homólogo estadounidense, Jamison Greer, en París en el margen de la reunión de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), encuentro dónde la guerra comercial de EE.UU. dominó las discusiones.
Quien hasta el momento parece haber guardado un deliberado silencio respecto a los aranceles es China, país que a pesar de las barreras comerciales se mantiene entre los 10 mayores exportadores de acero y aluminio a Estados Unidos. Lo más cercano que tuvimos a un anuncio sobre cómo van las negociaciones entre Washington y Beijing fue un mensaje de Trump en la red social Truth donde profesa su admiración por el líder chino Xi Jinping, pero lamenta que es “extremadamente difícil” llegar a un acuerdo con él.
“Me gusta el Presidente Xi de China, siempre me ha gustado y siempre me gustará, pero es MUY DURO y EXTREMADAMENTE DIFÍCIL LLEGAR A UN TRATO CON ÉL”, escribió el mandatario.
¿Vendrán más aranceles?
Aumentando la incertidumbre está el hecho de que el carácter mercurial de Trump hace difícil predecir si los aranceles seguirán vigentes en los próximos días o serán suspendidos temporalmente, como ocurrió con los ‘aranceles recíprocos’ que el mandatario anunció a inicios de abril y que fueron postergados al 8 de julio.
En opinión de Octavio Pescador, si bien es posible que los aranceles del 50% no terminen de instituirse, de todas maneras “se mantendrán los aranceles del 25% vigentes ahora”.
“Esto porque independiente de la economía, la política también cuenta y los republicanos –Trump en particular – lograron arrancarle de los demócratas la base industrial estadounidense del ‘Rust Belt’ donde están los trabajadores sindicalizados, quienes no verían con buenos ojos que se dé marcha atrás a lo que ya ganaron”, consideró.
María Puertas por su parte opinó los siguientes pasos los sabe solo el propio Trump. “Lamentablemente, esta administración no tiene una agenda coherente, y todo dependerá de lo que el presidente estime serán sus siguientes pasos, que como hemos visto hasta ahora son erráticos”, afirmó. “La economía mundial pende del ‘humor’ del presidente de los EE.UU.”