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Entre expresiones como “desayunar como rey, almorzar como príncipe y cenar como mendigo”, los consejos heredados de las abuelas, las dietas de moda y las tendencias respaldas por influencers del mundo fitness, no es raro que en algún momento de nuestra vida nos hayamos sentido confundidos sobre cuál es la mejor forma de alimentarnos.

Lo cierto es que, durante años, uno de los debates más comunes en el campo de la nutrición ha sido sobre la frecuencia de las comidas. Básicamente, si es mejor hacer tres comidas grandes al día o dividir los alimentos en cinco porciones más pequeñas. Esta discusión abarca desde el impacto en el metabolismo y las hormonas hasta la influencia en la energía y la digestión. Y por si fuera poco, la creciente popularidad del ayuno intermitente ha puesto en duda muchas de las reglas tradicionales sobre horarios y número de comidas.

Sin embargo, más allá de las modas y los dogmas nutricionales, hay algo que no se puede ignorar: cada cuerpo es distinto. Mientras algunas personas sienten que comer más veces en el día les ayuda a evitar la ansiedad y mantener la concentración, otras prefieren pocas comidas contundentes que les den saciedad por más tiempo. Factores como el estilo de vida, el nivel de actividad física e incluso el estado emocional influyen directamente en cómo, cuándo y cuánto comemos.

Entonces, ¿cuál estrategia favorece realmente la salud? ¿Hay una frecuencia de comidas más efectiva para controlar el peso, prevenir atracones, mantener el metabolismo activo o simplemente sentirse bien durante el día?

¿Cuál es la principal diferencia entre comer 3 comidas grandes y 5 pequeñas?

La diferencia clave entre ambos enfoques radica en cómo se distribuyen las calorías y la energía a lo largo del día, así como en la respuesta hormonal, digestiva y emocional del cuerpo.

Según explicó la nutricionista y dietista Grecia Bellmunt, del Centro de Terapias Alternativas y Antienvejecimiento a Bienestar, el enfoque de cinco comidas pequeñas ayuda a mantener estables los niveles de glucosa y a regular las hormonas del apetito.

“Tenemos hormonas como la grelina, que estimula el apetito, y la leptina, que nos brinda saciedad. Cuando pasamos muchas horas sin comer, la producción de grelina aumenta, lo que puede llevarnos a sentir hambre constante y elegir alimentos menos saludables. En cambio, comer a intervalos regulares permite mantener estas hormonas en equilibrio y evita esos impulsos de “picoteo” que muchas veces responden al hambre emocional”.

Dividir tu alimentación en cinco tiempos puede ayudarte a mantener estables los niveles de glucosa, controlar el apetito y evitar atracones.

Dividir tu alimentación en cinco tiempos puede ayudarte a mantener estables los niveles de glucosa, controlar el apetito y evitar atracones.

Por su parte, Vivian Geller, docente de la carrera de nutrición y dietética de la Universidad San Ignacio de Loyola, agregó que la frecuencia de las comidas también influye en los niveles de energía. “Cuando los tiempos de alimentación se espacian demasiado, pueden disminuir los niveles de energía, generando cansancio, irritabilidad y falta de concentración. Por eso, comer más veces al día permite un suministro constante de nutrientes y favorece una energía más estable”.

En cuanto a la digestión, comer cinco veces al día puede facilitar un proceso más ligero y constante, evitando grandes cargas de comida en una sola ingesta. No obstante, este efecto solo es positivo si se eligen alimentos saludables. Las comidas grandes, o incluso las meriendas, pueden ser más pesadas si contienen grasas saturadas o porciones excesivas, lo que puede causar malestar gástrico.

Por ello, Bellmunt resaltó que más allá del número de comidas, lo que impacta realmente es la calidad de los alimentos. “No es lo mismo comer un paquete de galletas con relleno a media mañana que un puñado de frutos secos. El primero puede generar inflamación y ralentizar la digestión debido al exceso de azúcares y grasas trans, mientras que el segundo aporta grasas saludables que benefician la función cerebral y ayudan a regular el cortisol, la hormona del estrés”.

En este sentido, Giulianna Saldarriaga, nutricionista de la Clínica Internacional destacó que lo más importante es qué se come: la calidad nutricional de los alimentos, es decir, la presencia de fibra, grasas saludables y nutrientes, influye mucho más en cómo el cuerpo digiere y aprovecha lo que comemos que la frecuencia por sí sola.

¿Qué estrategia favorece más al control de peso?

El control del peso no depende únicamente de la cantidad de calorías consumidas, sino también de cómo estas se distribuyen a lo largo del día y de la calidad de los nutrientes que se ingieren.

De acuerdo con Saldarriaga, diversos estudios sugieren que realizar cinco comidas equilibradas al día favorece un mejor control del peso, ya que un patrón alimenticio más frecuente contribuye a regular el apetito y puede reducir la ingesta calórica total. Además, advirtió que saltarse comidas o dejar largos periodos sin comer se asocia con un mayor riesgo de obesidad y enfermedades metabólicas, tal y como lo indica también la Academy of Nutrition and Dietetics.

Esta perspectiva es complementada por la nutricionista del Centro de Terapias Alternativas y Antienvejecimiento, quien refirió que si bien no hay una diferencia significativa en consumir las calorías diarias en tres o cinco comidas —siempre que se mantenga la constancia—, los periodos prolongados sin comer pueden generar desbalances hormonales y aumentar la ansiedad por la comida. Por ello, si se opta por hacer tres comidas al día, estas deben ser completas y balanceadas, incluyendo carbohidratos complejos, proteínas, grasas saludables, vegetales y frutas.

Incluir proteínas, grasas saludables, vegetales y carbohidratos complejos es clave para la saciedad y la salud digestiva.

Incluir proteínas, grasas saludables, vegetales y carbohidratos complejos es clave para la saciedad y la salud digestiva.

“Estos nutrientes no solo aportan energía, sino que también ayudan a mantener la masa muscular, regular las funciones hormonales y mejorar la digestión. Asimismo, es clave una buena hidratación (entre 2 y 3 litros de agua al día), ya que el agua no solo ayuda a controlar el apetito, sino también a reducir la acidez estomacal que puede aparecer en ayunos prolongados”.

Sin embargo, más allá de la estrategia elegida, es importante distribuir correctamente las calorías a lo largo del día. La docente en nutrición y dietética recomendó lo siguiente:

Para tres comidas:

  • Desayuno: 30 %
  • Almuerzo: 40 %
  • Cena: 30 %

Para cinco comidas:

  • Desayuno: 25 %
  • Media mañana: 5 %
  • Almuerzo: 35 %
  • Media tarde: 5 %
  • Cena: 30 %

Todo depende del objetivo personal. Si se busca perder peso, será necesario hacer ajustes, especialmente en la cena, en cuanto a los porcentajes de calorías y la cantidad de carbohidratos. Sin embargo, las comidas intermedias no deben superar el 5% del requerimiento energético total diario.

¿Qué factores se deben considerar para definir cuántas comidas al día necesita una persona?

Para definir cuántas comidas al día necesita una persona, es esencial considerar diversos factores que permiten adaptar el plan de alimentación a cada individuo. Según la especialista de la Clínica Internacional, se deben tomar en cuenta la edad, las condiciones médicas (como diabetes o colesterol alto), el nivel de actividad física, los horarios laborales o de estudio, las preferencias personales y los objetivos nutricionales.

“Por ejemplo, los niños y adolescentes en etapa de crecimiento se benefician de comidas más frecuentes, al igual que los deportistas que requieren fraccionar su alimentación para favorecer el rendimiento y la recuperación. Asimismo, en personas con diabetes tipo 2, una mayor frecuencia de comidas puede ayudar a controlar mejor la glucemia”

Aunque de forma general, podría recomendarse hacer cinco comidas diarias tanto en niños como en adultos y adultos mayores, Bellmunt subrayó que la diferencia radica en los requerimientos energéticos y nutricionales de cada grupo. Los niños, por ejemplo, necesitan un mayor aporte de proteínas por la fase de desarrollo en la que se encuentran, mientras que en los adultos mayores se debe ajustar cuidadosamente la ingesta para prevenir complicaciones relacionadas con la edad o ciertas enfermedades crónicas.

Dicho esto, la alimentación debe ser personalizada, considerando siempre el contexto individual.

¿Qué señales indican que debemos ajustar la frecuencia de nuestras comidas?

Existen diversas señales físicas y emocionales que pueden indicar que no estamos comiendo con la frecuencia adecuada. Como mencionó Saldarriaga, la fatiga constante, la ansiedad por la comida, los problemas digestivos, los cambios de humor y la dificultad para concentrarse son signos claros de que el cuerpo necesita un ajuste en su patrón alimentario.

Es importante personalizar tu alimentación según tu edad, nivel de actividad, estado de salud y objetivos nutricionales.

Es importante personalizar tu alimentación según tu edad, nivel de actividad, estado de salud y objetivos nutricionales.

En esta misma línea, la diestista del Centro de Terapias Alternativas y Antienvejecimiento agregó que omitir comidas puede provocar una baja en los niveles de glucosa, lo cual se manifiesta en forma de cansancio y dolores de cabeza. Además, pasar muchas horas sin comer incrementa la producción de ácido estomacal, lo que puede causar irritación y, a largo plazo, gastritis.

“A esto se suma un impacto psicológico significativo: el aumento del cortisol, la hormona del estrés, puede desencadenar atracones y un consumo excesivo de alimentos, con consecuencias en el peso y el bienestar emocional”, advirtió.

¿Qué errores son comunes al intentar seguir un esquema de 5 comidas al día?

Aunque dividir la alimentación diaria en cinco tiempos puede ser útil para mantener estables los niveles de energía y evitar atracones, muchas personas cometen errores que terminan afectando su salud o dificultando la adherencia a este esquema. Según la Giulianna Saldarriaga, algunos de los más frecuentes son:

  • Confundir snacks con comida chatarra: Muchos optan por galletas, papas fritas o barras azucaradas como colaciones. Un snack saludable debe aportar nutrientes, no calorías vacías. Las mejores opciones son frutas, yogurt natural, frutos secos o sándwiches integrales pequeños.
  • No controlar las porciones: Comer cinco veces al día no significa comer más, sino distribuir mejor lo que se consume.
  • Comer por aburrimiento o ansiedad: Muchas veces las comidas intermedias responden a emociones, no a hambre real, lo que puede llevar al sobrepeso o a una mala relación con la comida.
  • Falta de planificación: No contar con opciones saludables a mano puede llevar a elecciones poco nutritivas o a saltarse comidas.

“Mantener horarios regulares —más allá del número de comidas— es fundamental. Comer a intervalos similares cada día ayuda a regular el ritmo circadiano, mejora la digestión y favorece el balance hormonal. Esta constancia puede optimizar el metabolismo y reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 o problemas cardiovasculares”, aseguró la nutricionista.

Algunas recomendaciones

Menú para tres comidas al día

Desayuno:

  • Bowl de avena con frutos secos
  • 1 yogurt descremado
  • 1 huevo duro
  • ¼ de palta
  • Café

Almuerzo:

  • Ensalada de verduras con aliño de yogurt y aceite de oliva
  • Pollo al horno con arroz y choclo
  • 1 manzana

Cena:

  • Verduras salteadas con finas hierbas y aceite de oliva
  • Pescado a la menier
  • 1 camote mediano
  • 1 pera

Menú para cinco comidas al día

Desayuno:

  • Porción de fruta fresca
  • Sándwich mixto en pan multigranos
  • 1 vaso de leche descremada
  • Café o infusión

Media mañana:

Almuerzo:

  • Ensalada fresca
  • Guiso de carne con ½ choclo desgranado y ¾ de taza de arroz
  • Mazamorra de membrillo

Media tarde:

  • 3 galletas de maíz con 50 g de queso cottage

Cena:

  • Crema de zapallo con ½ tostada de pan picada como croutones
  • Trucha a la plancha con puré de papa
  • 1 melocotón



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