“Hay una expectativa muy grande de que las mamás podemos con todo, porque siempre se espera de nosotras que seamos superheroínas o supermujeres. Sin embargo, vivir bajo esta construcción cultural tan arraigada en nuestra sociedad nos hace muchísimo daño y nos condiciona a cumplir y cargar con todo el peso de este rol, incluso llevándonos a olvidarnos de nosotras mismas y de nuestro autocuidado”, expresó Giuliana Dávila, madre y creadora del blog Yo Soy Tú, en conversación con Hogar y Familia.
Lo cierto es que la idealización de la maternidad como un rol de entrega total ha llevado a muchas mujeres a creer que deben sacrificar su bienestar para ser “buenas madres”, al punto de anularse por completo. Según Tatiana Mogollón, psicóloga y docente de la carrera de psicología de Continental Florida University, esta creencia de “poder con todo”, se convierte en una trampa emocional que invisibiliza sus necesidades, e incluso puede derivar en ansiedad, agotamiento y un sentimiento constante de insuficiencia.
¿Cómo cambia la idea de autocuidado cuando una mujer se convierte en madre?
Cuando nace un hijo, el mundo entero parece volcar su atención en el bebé: los mensajes celebran su llegada y preguntan si fue parto natural o cesárea. Pero pocas veces alguien se detiene a preguntarle a la madre: ¿Cómo te sientes tú? ¿En qué puedo ayudarte?
En medio del amor profundo que despierta la maternidad, también aparece un cambio abrumador: la pérdida de tu individualidad. No puedes ir al baño cuando lo necesitas, postergas tus necesidades más básicas porque tu bebé duerme en tus brazos. Y todo esto ocurre en una sociedad que aún impone expectativas rígidas y críticas constantes hacia las madres.
“Es como si naciera un bebé y, al mismo tiempo, naciera una madre que tiene que armarse con un chaleco anticríticas mientras atraviesa por una etapa de enorme vulnerabilidad emocional. La maternidad es caóticamente hermosa, por lo que sin una red de apoyo o un compañero que te sostenga, el autocuidado desaparece. Una madre se entrega en cuerpo y alma, y muchas veces se olvida de sí misma, al punto de no notar- como me sucedió a mí- los primeros signos de una depresión postparto. Porque también eso pasa: hay un duelo silencioso, una despedida de la mujer que fuiste antes, de una piel que ya no volverá”, reflexionó la madre.
En esta misma línea, la psicoterapeuta de la Clínica Internacional, Liliana Tuñoque, destacó que, tras el parto, hay un cambio hormonal, y muchas madres atraviesan por una transición psicológica similar a la adolescencia que implica una pérdida de identidad, una transformación profunda o incluso una depresión postparto.

Romper con el mito de la “súper mamá” empieza por reconocer tus límites y aceptar apoyo sin culpa.
Por eso, el autocuidado deja de ser algo opcional y se convierte en un acto de resistencia y supervivencia. Es decir, cambia su forma, más no su necesidad. Como explicó el psicólogo Juan José Soza, en lugar de largos momentos de desconexión, puede transformarse en un “microautocuidado”: respirar profundo, tomar una ducha con calma o decir “no” sin culpa.
¿Qué debería considerar una mujer sobre el autocuidado antes de convertirse en madre?
Durante esta etapa, es importante que una madre no se pierda de vista, ya que eso implica desconectarse de su deseo, de su identidad y de sus límites. Desde luego, esto no solo la afecta a ella, sino que transmite un modelo de amor sin equilibrio. Por ello, como recalcó la psicóloga, prepararse implica generar una mayor conciencia: ¿qué necesito?, ¿cuál es mi red de apoyo?, ¿cómo voy a cuidar de mí mientras cuido?
Por consiguiente, toda madre debería saber lo siguiente:
- Cuidarte no es egoísmo, es una necesidad: El autocuidado es un acto de amor propio y una responsabilidad contigo misma. Aunque habrá momentos difíciles, cuidarte te dará las herramientas emocionales para afrontarlos con mayor fortaleza.
- No estás sola: pedir ayuda es una muestra de fortaleza: La idea de la “súper mamá” es un mito que solo genera presión. Tienes derecho a sentirte sobrepasada y a reconocer tus límites sin culpa.
- Tu cuerpo cambia y merece respeto, no castigo: La maternidad transforma el cuerpo, y ese cambio debe ser reconocido y honrado. En lugar de centrarte en una imagen idealizada, mírate con amor y valora todo lo que has atravesado. Tu cuerpo es testimonio de tu fortaleza.
- Descansar también es parte de maternar: Dormir y cuidar tus tiempos de descanso es fundamental. Un sueño reparador favorece tu salud física y mental, mejora tu claridad para tomar decisiones y previene el agotamiento extremo. No es un lujo: es parte esencial del bienestar materno.
- Tu identidad no desaparece, evoluciona: Convertirse en madre no implica perder quién eres, sino transformarte. Reconectar con tus intereses, pasiones y esencia es parte del camino. Cada experiencia suma y te permite crecer hacia una versión más consciente y auténtica de ti misma.
“Una de las cosas que descubrí con la maternidad y me hubiera gustado saber antes: es fundamental tenerte paciencia, tanto como la que le das a tu bebé, porque ser madres es un constante ensayo y error. Además, no debes minimizar lo que sientes, tus miedos y emociones son válidos y merecen atención. Está bien poner límites al entorno, porque cuidar de tu salud mental también implica rodearte de personas que te sostengan de verdad. Toda madre debería tener apoyo psicológico, porque no solo nace un hijo, también nace una nueva mujer, y ese cambio merece ser acompañado. Y sobre todo, cuidarte primero no es sinónimo de egoísmo: así como en un avión necesitas ponerte la mascarilla tú primero para poder asistir a los demás, en la maternidad también debes estar bien tú para poder cuidar de otros”, sostuvo Dávila.
¿Cómo saber si te estás descuidando?
Una forma de darte cuenta de que te estás descuidando es prestar atención a ciertas señales físicas, emocionales y conductuales que muchas veces pasan desapercibidas en medio de la rutina. Según la psicoterapeuta, algunos indicadores claros son el abandono del aseo personal, el llanto frecuente, la sensación de fragilidad, el vacío emocional, la dificultad para disfrutar e incluso la fatiga extrema. Estas manifestaciones suelen ser una alerta de que algo no está bien y que el autocuidado ha quedado en segundo plano.

Poema de Giuliana Dávila, escrito cuando se enteró de que sería mamá y sintió miedo, no de ser madre, sino de olvidarse de sí misma.
De igual manera, Soza agregó que el agotamiento profundo, la desconexión afectiva con el entorno o con el bebé y la irritabilidad, pueden ser signos de alarma. Reconocerse en ese estado implica validar lo que se siente, sin juzgarlo, y hacerse preguntas honestas como: “¿Cuándo fue la última vez que dormí bien, que comí tranquila y que hablé de mí sin referirme al bebé?”. Este tipo de chequeo interno, como lo mencionó Tuñoque, no solo ayuda a identificar necesidades, sino que también es un acto de autocuidado en sí mismo.
“Normalizar el pedir ayuda y expresar las emociones es esencial para prevenir el aislamiento y reducir el riesgo de depresión postparto, trastorno que afecta a 1 de cada 6 mujeres. La carga emocional que implica la maternidad muchas veces se intensifica por mandatos culturales que idealizan la abnegación materna, por la falta de corresponsabilidad en las tareas del hogar y por la creencia errónea de que pedir apoyo es sinónimo de debilidad. Reconocer estos patrones es el primer paso para romper con ellos y comenzar a priorizar el propio bienestar”, enfatizó el psicólogo.
¿Cómo manejar la culpa al tomarte un tiempo para ti?
Manejar la culpa implica, en primer lugar, reconocer que esta es una emoción aprendida, alimentada por estereotipos que idealizan la maternidad como una entrega total sin pausas ni límites. Como resaltó Tatiana Mogollón, se ha construido la idea de que priorizarse o pensar en el desarrollo personal y profesional convierte a una mujer en una “mala madre”, cuando en realidad tomarse un tiempo para una misma no solo es válido, sino necesario. Una madre descansada y emocionalmente disponible tiene mayor capacidad de brindar un cuidado afectivo y sostenido. Resignificar ese tiempo como una inversión en el bienestar familiar, más que como un abandono, es clave para disminuir la culpa.
Por su parte, Tuñoque reforzó esta mirada al destacar que el autocuidado no es una elección entre ser madre o ser persona, sino una integración de ambas dimensiones. Ser compasivas con nosotras mismas y hablarnos como lo haríamos con una amiga ayuda a aliviar esa carga emocional. Además, contar con una red de apoyo —pareja, familia, comunidad o profesionales— resulta fundamental para que el descanso y el autocuidado sean posibles y sostenibles. Delegar, pedir ayuda o simplemente tener un momento de calma puede marcar una gran diferencia en la salud mental materna. Así, el tiempo personal deja de ser una culpa para convertirse en una necesidad legítima y saludable.
¿Qué pequeños hábitos pueden marcar una gran diferencia en el bienestar de una madre?
Pequeños hábitos cotidianos pueden marcar una gran diferencia en el bienestar físico y emocional de una madre. De acuerdo con Juan José Soza, gestos tan simples como dormir cuando el bebé duerme, alimentarse de manera consciente, aceptar la ayuda disponible sin culpa o tomarse unos minutos para respirar profundamente, tienen un profundo efecto restaurador.
También ayuda escribir lo que se siente, moverse con suavidad, estirarse o caminar al aire libre son formas de reconectar con el cuerpo y las emociones. Estos actos, aunque sencillos, permiten a la madre recuperar energía, presencia y sentido de sí misma más allá del rol materno. Incluso acciones como tocar su piel con ternura, bailar por placer o agradecerse el esfuerzo diario ayudan a cultivar la autoaceptación y el autocuidado, recordando que el cuerpo materno no está roto, sino transformado por una experiencia vital.

La maternidad transforma, y tu cuerpo es testimonio de fortaleza. Aceptarlo con amor, en vez de rechazarlo, también es un acto de autocuidado.
“Volver al trabajo me ayudó a reconectar conmigo misma y recuperar algo de control en medio del caos de la maternidad. Empezar terapia, correr, pasar tiempo con mi mamá o simplemente salir con amigas fueron pequeñas acciones que me hicieron sentir mejor. De a pocos fui recuperando mi espacio, y hoy, si miro atrás, veo cuánto he avanzado”, aseguró Giuliana Dávila.
¿Cómo puede redescubrirse una mujer más allá del rol materno?
Es fundamental comprender que este proceso no implica renunciar a la maternidad, sino ampliar la mirada sobre sí misma. Como precisó la especialista de Continental Florida University, redescubrirse empieza por flexibilizar las expectativas sobre lo que significa tener “tiempo para una misma”. En lugar de aspirar a grandes espacios de desconexión, se trata de redefinir ese tiempo desde lo posible y compasivo, reconociendo que momentos breves pueden ser significativos.
La maternidad transforma, pero no borra, y muchas mujeres pueden sentir que han perdido contacto con quienes eran antes. En ese sentido, Mogollón recomendó reconectar con actividades que antes generaban placer, y destacó el valor del acompañamiento terapéutico para reconstruir aspectos olvidados del yo.
Asimismo, fortalecer la autoestima es parte esencial del proceso: celebrar los logros cotidianos, hablarse con amabilidad y aceptar el cuerpo y la experiencia vivida son formas de reencontrarse y validarse.
“Este reencuentro con una misma no requiere grandes gestos ni tiempos extensos, sino momentos de calidad y conexión personal, como leer una página antes de dormir o respirar en silencio. Es importante iniciar este camino con curiosidad y sin culpa, incluso escribiendo una carta desde el “yo” anterior al embarazo como forma de tender puentes con la identidad previa. Además, compartir estas sensaciones con otras mujeres favorece la comprensión y la validación emocional”, sugirió Soza.
Finalmente, los expertos coincidieron en que priorizarse debe ser concebido como un acto de amor propio que beneficia directamente a los hijos. Una madre que se cuida, se respeta y se conecta con sus propios deseos y necesidades, modela una forma de vivir basada en el bienestar emocional, la autoestima y los límites saludables. Redescubrirse más allá del rol materno es, entonces, un acto profundo de reconexión personal que fortalece tanto a la mujer como al vínculo con su hijo.