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China instó el miércoles a Estados Unidos a «dejar de amenazar y chantajear» después de que la Casa Blanca trasladara a Pekín la responsabilidad de iniciar una negociación  para desescalar la guerra comercial entre las dos grandes economías mundiales.

 

El presidente estadounidense, Donald Trump, lanzó una guerra arancelaria contra aliados y rivales en la que China se llevó la peor parte, con tarifas adicionales del 145% para sus productos importados al país norteamericano.

 

El gigante asiático respondió con aranceles del 125% para las importaciones estadounidenses a su territorio. «China no desea luchar, pero no tiene miedo de luchar», reiteró el miércoles un portavoz de su Ministerio de Relaciones Exteriores, Lin Jian.

 

«Si Estados Unidos realmente quiere resolver el asunto mediante el diálogo y la negociación, debería dejar de ejercer presión extrema, dejar de amenazar y chantajear, y hablar con China sobre la base de la igualdad, el respeto y el beneficio mutuo», argumentó.

 

Desde su llegada a la Casa Blanca en enero, Trump impuso aranceles adicionales del 145% a numerosos productos chinos que se suman a las tarifas aplicadas por las anteriores administraciones.

 

Inicialmente decretó un 20% por el supuesto papel de China en el suministro de fentanilo a Estados Unidos y luego añadió otro 125% para teóricamente compensar los desequilibrios en la balanza comercial entre ambos países.

 

Sin embargo, en un aparente indicio de distensión, su administración eximió de estos últimos aranceles a productos como computadoras, teléfonos inteligentes y semiconductores, de los que China es un gran productor.

 

– «En la cancha de China» –

 

El martes, la Casa Blanca trasladó a China la responsabilidad de dar el primer paso para desescalar la disputa que, según numerosos economistas, puede conducir a una recesión global.

 

«La pelota está en la cancha de China. China necesita alcanzar un acuerdo con nosotros. No tenemos que hacer un trato con ellos», afirmó Trump en una declaración leída por su portavoz, Karoline Leavitt.

 

Pese a esta disputa, la economía china creció un 5,4% en el primer trimestre. El resultado, mejor de lo esperado, no refleja todavía los efectos de la escalada arancelaria lanzada en abril.

 

En la presentación de estas cifras, un alto cargo de la Oficina Nacional de Estadística reconoció «cierta presión sobre el comercio y la economía», pero expresó confianza en su capacidad de «enfrentar los retos externos».

 

Además de la subida drástica de aranceles, Pekín tomó otras medidas de represalia hacia los negocios estadounidenses como suspender la recepción de aviones del fabricante Boeing.

 

El sector agrícola también está en el radar de los dirigentes comunistas. Según confirmó la federación de exportadores de carne estadounidense a la AFP, Pekín decidió no renovar las licencias de la mayoría de exportadores de ternera desde mediados de marzo.

 

– Negociaciones –

 

La estrategia de Trump fue más conciliadora con el resto de países, a quienes otorgó 90 días para negociar antes de aplicar la última ronda de aranceles «recíprocos».

 

El miércoles, por ejemplo, un representante del gobierno japonés, Ryosei Akazawa, se reunirá en Washington con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, con la esperanza de conseguir un acuerdo en el que «todos ganen».

 

Horas antes de este encuentro, la firma nipona Honda anunció que iba a trasladar la fabricación de sus modelos híbridos Civic a Estados Unidos, aunque este represente una pequeña fracción de su producción global.

 

Concebida con el objetivo de relocalizar a Estados Unidos la producción industrial, la política arancelaria de Trump ha golpeado algunos de los principales socios de Washington como Japón, Corea del Sur, la Unión Europea, México y Canadá.

 

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró en una entrevista a la revista alemana Die Zeit que el bloque está «en una posición de fuerza» ante unas futuras negociaciones.

 

«Nosotros, los europeos, sabemos exactamente qué queremos y cuáles son nuestros objetivos», afirmó.

 

Además de un arancel universal del 10% a todos los países, Trump decretó también tarifas sectoriales al acero y el aluminio y a los automóviles y sus componentes.

 

También estudia aplicar medidas similares a los semiconductores y los productos farmacéuticos y el martes ordenó estudiar la implementación de tarifas a minerales críticos y «productos derivados» como los teléfonos inteligentes.

 





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