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Visto en retrospectiva, se estaba despidiendo. Los últimos meses Mario Vargas Llosa, escritor peruano ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, visitó junto a su hijo Álvaro Vargas Llosa varios de los lugares que inspiraron sus novelas; desde la primera hasta la última. Eran sitios que le quedaban a solo minutos de distancia desde su casa en Barranco, a los que podía ir un momento y regresar. Y milagrosamente, pasando desapercibido.

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Todo comenzó en noviembre del 2024 cuando Mario Vargas Llosa apareció, bastón en mano, en el Colegio Militar Leoncio Prado del Callao. A su lado, un uniformado con el pulgar en alto, como el que se sabe acompañado de una leyenda de las letras y también del claustro estudiantil. Por allí caminaron el Poeta, el Esclavo y el Jaguar, tres alumnos de orígenes distintos, pero todos enamorados de la misma mujer en “La ciudad y los perros” (1963).

Ese mismo mes pasó por el centro de Lima, en el cruce de Alfonso Ugarte con Huancavelica. En principio puede parecer un corralón maltrecho, pero en su momento fue el bar La Catedral, escenario clave de la novela “Conversación en La Catedral” (1969). Como en la anterior foto el escritor posa a un costado, con zapatillas y la mirada en un punto sin determinar. En la ficción este sitio fue donde Zavalita y Ambrosio hablan del pasado y cómo este parece haberles definido el futuro.

Además, Mario Vargas Llosa también se visitó la Quinta Heeren, emblemático lugar de su destacada obra. (Foto: @AlvaroVargasLl)

Además, Mario Vargas Llosa también se visitó la Quinta Heeren, emblemático lugar de su destacada obra. (Foto: @AlvaroVargasLl)

Ya en enero del nuevo año el Nobel pasó por La Victoria, en al jirón Renovación, antes conocido como jirón Huatica, zona de prostitución al que acudían sus personajes escolares de “La ciudad y los perros” y donde trabajaba la ‘Pies dorados’. Esta vez el escritor no aparece solo en la foto, sino junto a su hijo mayor; ambos sonríen. Después tocó visitar el Penal de Lurigancho, ubicado al noreste de Lima, cuyas condiciones insalubres son descritas con precisión clínica en “Historia de Mayta” (1984).

La última visita lo llevó a Barrios Altos, a la zona que da nombre a la novela “Cinco esquinas” (2016). Lo acompañó en la foto su nieto Leandro. En esa misma jornada también pasó por la Quinta Heeren y la casa donde nació Felipe Pinglo, mencionada en “Le dedico mi silencio” (2023), su novela final. Las siguientes fotos que se conocieron del escritor fueron ya entre su familia y amigos por motivo de su 89 cumpleaños.

¿Cómo hizo el Nobel peruano para pasar desapercibido en una ciudad donde prácticamente todos los conocen? “Lo hacemos con discreción, sorpresa, buscando el momento y lugar con menos gente, siempre de improviso, sin dar tiempo a nada: ni entusiasmos, ni aglomeraciones, ni -menos aún- ceremonia o solemnidad alguna. Es lo que dicta el momento y su voluntad (y la nuestra)”, dijo Álvaro Vargas Llosa en la red social X (antes Twitter).

Una ciudad vargasllosiana

Lima está llena de lugares a los que Mario Vargas Llosa hizo referencia en sus textos. En Miraflores, Diego Ferré es la calle donde vivía el Esclavo; en la vida real el escritor pasó allí los fines de semana de su adolescencia. También en Miraflores, en la primera cuadra de la calle Porta, está la Quinta de los Duendes, donde vivió con su primera esposa, Julia Urquidi, y que bien describe en “La tía Julia y el escribidor” (1977), novela inspirada en hechos reales.

En el centro de Lima también está la casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, uno de los escenarios de “Conversación en la Catedral”, a donde Zavalita fue a parar en contra de la voluntad de sus padres que querían verlo en la Católica; en la vida real la historia no fue muy distinta para el novelista.

Y si se sale de Lima también hay más escenarios para el que sabe buscar: la Piura de “La Casa Verde” (1966), la Amazonía de “Pantaleón y las visitadoras” (1973). Vargas Llosa fue un escritor que plasmó el Perú desde varios ángulos, y el país estuvo allí para inspirarlo.





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