-China le respondió a Trump y ha impuesto aranceles del 84% a Estados Unidos, que contraatacó estableciendo gravámenes que alcanzan nada menos que el 145%. ¿Hasta dónde llegará esta guerra comercial entre las dos potencias?
Es bastante difícil de prever y hay mucha incertidumbre porque ya, de facto, hay un embargo comercial. Este nivel de aranceles implica que las dos grandes economías del mundo se están boicoteando mutuamente y que están intentando imposibilitar el comercio con la otra parte. Lo racional sería esperar que esa situación desescale y que progresivamente llegue a un punto en común. Pero para desescalar, uno de los dos va a tener que hacer la primera llamada e intentar contactar a la otra parte, pero estamos en una situación en la que ninguno quiere aparentar debilidad. Entonces están en una situación en la que ambos no quieren ceder, por eso es difícil prever cómo va a evolucionar la situación.
-De un lado tenemos a Trump, con una personalidad volcánica que siempre quiere mostrarse como que el que gana e impone sus condiciones; y del otro lado está Xi Jinping, que es más calculador y cuyos tiempos políticos son distintos…
Ahí se podría decir que el tiempo juega en favor de China. Trump necesita éxitos de carácter económico en un año, para cuando sean las elecciones legislativas de medio término. Y lo que estamos viendo, ahora mientras conversamos, es que se han evaporado 10 billones de dólares de riqueza financiera bursátil, que hasta hace unos días estaban ahí. Lo que quería Trump era reducir el coste de la financiación de la deuda pública estadounidense, es decir, que esa financiación fuera más barata para el Tesoro, para las arcas públicas. Pero estamos viendo cómo estos costos están más altos de lo que estaban antes de comenzar toda esta guerra comercial. Las posibilidades de una recesión en Estados Unidos son de un 60%, y eso repercute en el electorado…
-Un problema que no preocupa tanto a China …
En el caso de China puede que esta guerra comercial genere dificultades en su propia economía. Pero de cara a la legitimidad del Partido Comunista, no es lo mismo que haya un deterioro económico simplemente por una mala gestión o un agotamiento del modelo de crecimiento chino, a que se trate de un ataque externo de carácter comercial. Entonces, puede aparecer ese nacionalismo, ese orgullo nacional y una cercanía hacia las autoridades políticas que “están defendiendo el país”, lo que generaría un fortalecimiento mayor del poder político. Trump corre el riesgo de acabar debilitando su posición política en el país, y terminaría en desventaja.

El líder chino Xi Jinping.
-¿Es realista pensar que Estados Unidos pueda aislar económicamente a China?
Una cosa es el plan que tenga Trump, y otra cosa que vaya a funcionar. Puede ser que, para renegociar la disminución de aranceles en algunos países, Estados Unidos pida a cambio ciertas condiciones desde el punto de vista comercial, pero también que ponga condiciones respecto a la relación con China. Pero claro, una cosa es que tú quieras hacer eso y otra cosa es que la otra parte lo vaya a aceptar. Entonces, todo esto parece parte de un plan que no se ha elaborado demasiado, y a nivel económico no está teniendo éxito y a nivel geopolítico aún habrá que verlo. Estados Unidos ahora ya no se ve como un país fiable sino como un socio volátil, mientras que China se está mostrando como un socio estable y confiable que además defiende el libre comercio.
-¿Estados Unidos no se esperaba esta respuesta de China? ¿Será que los chinos elaboraron mejor su plan de contención con anticipación?
Sí, ciertamente podría verse así. Es posible que Donald Trump tuviera en mente la experiencia del 2018, que es cuando comienza esta primera guerra comercial, que en un primer momento sentó mal a China, pero luego acabó negociando. Desde entonces han pasado siete años, y China ha ido gradualmente reduciendo su dependencia económica y comercial de Estados Unidos, hasta el punto de que ahora puede mostrar una mayor asertividad. China comenzó a comerciar mucho más con el Sur Global e invertir en el sector tecnológico y tiene una postura de mayor consistencia y firmeza. Quizá en Estados Unidos han pasado también por alto que el Partido Comunista de China quiere mostrar una posición de fuerza ante sus propios ciudadanos.

Antonio Pagán es investigador del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico, Universidad del Pacífico.
/ GUILLERMO VILCHERREZ
-China también está pasando por una ralentización de su economía, el consumo interno ha bajado y todavía están lidiando con la crisis inmobiliaria. ¿Cómo van a paliar esta guerra comercial?
El modelo de crecimiento chino, basado en las exportaciones, está mostrando unos síntomas de agotamiento evidentes, por eso es fundamental para ellos desarrollar su mercado interno. El problema es que ese desarrollo tampoco ha tenido el crecimiento que debería tener para que se produjera un balance económico saludable. Hay muchos desafíos y también cierto pesimismo sobre el estado de la economía, lo cual hace que la gente quiera gastar menos. Como dices, está el problema de la burbuja inmobiliaria pero también la cuestión demográfica. Es un momento difícil, pero debido a esa capacidad de planeamiento y de implementación de políticas a nivel centralizado que tienen en China, quizás puedan tomar algunas medidas útiles y exitosas para conseguirlo.
-¿Y América Latina cómo podría beneficiarse de esta guerra comercial entre China y Estados Unidos?
De momento lo que veo son desafíos. Una de las cuestiones importantes de cómo se relaciona China con América Latina es a través de la inversión, pero si esta guerra comercial afecta económicamente a China quizás va a tener menos margen para realizar inversiones o no va a comprar tantas materias primas, con lo cual esa relación comercial se podría ver afectada.