Aristóteles definió la envidia como el dolor ante la visión de la buena fortuna de otro, provocado por “aquellos que tienen lo que nosotros debemos tener”.Bertrand Russell decía que la envidia era una de las causas más potentes de la infelicidad.
Para entender la envidia diremos que se trata de una emoción eminentemente social, ya que las reacciones afectivas inducidas se producen por comparación con los demás, y tanto las cogniciones como, eventualmente, las conductas manifiestas están dirigidas hacia (o en contra de) las personas que disponen de lo que carece el envidioso.
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La Real Academia Española ha definido a la envidia como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee.
Es que la envidia es una de las emociones cuya valoración moral suele ser más peyorativa, hasta el punto de que es difícil que alguien admita padecerla, especialmente porque con ella se asume no solo que se codicia lo que tienen los demás y se desea su mala suerte, sino que, de alguna manera, se reconoce —siquiera implícitamente— una inferioridad respecto a la persona que posee lo que se anhela.
¿En qué consisten los episodios emocionales de la envidia?
El primero de ellos consiste en la obsesión recurrente por poseer un objeto o cualidad de otra persona, con los sentimientos de frustración correspondientes que aparecen ante la dificultad en conseguir lo que se anhela.
Es común que se perciba como injusto que otros posean lo que se pretende, y ello facilita la aparición de hostilidad hacia los responsables y, en caso de que no puedan identificarse culpables, dicho resentimiento adquiere una dimensión global.
En ocasiones la envidia no está justificada, y a veces lo reconoce incluso quien la padece, por lo que se siente vergüenza o sentimientos de culpa por la hostilidad que se tiene hacia el otro.
Y finalmente —puesto que el padecer envidia no quiere decir que el raciocinio se encuentre fuera de la realidad— en ocasiones se admiten las cualidades del otro, por lo que se llega a tener admiración secreta hacia esa persona, o al menos reconocimiento de sus virtudes, lo que puede servir de acicate para desarrollar habilidades que permitan superarse.
¿Existe distinción entre envidia y celos?
En la envidia se implican dos agentes (uno mismo y la persona con la que se compara), y en los celos al menos tres (uno mismo, la pareja y el rival).
La envidia implica comparación con otros sobre aquellas características que son relevantes para uno mismo y sobre las que se evidencia inferioridad respecto a aquel, mientras que en los celos lo que acontece principalmente es el miedo a ser rechazado por la preferencia hacia otra persona, quien a su vez puede ser inferior a uno mismo en diversos aspectos.
Generalmente, la envidia es una emoción más censurada moral y socialmente que los celos, que pueden aceptarse más fácilmente. Los celos incluso pueden asumirse como normales en una situación específica o en un momento del desarrollo evolutivo concreto.
Aunque la envidia puede ocurrir sin celos, con frecuencia los celos se experimentan con sentimientos de envidia.
¿Existen estrategias para superar la envidia?
Sí existen, pero lo primero que tienes que tener es conciencia de que la tienes. En base a esto, te podrían servir estos consejos:
- Reconoce y acepta tus sentimientos. El primer paso para superar esta emoción negativa es reconocer y aceptar que la tienes. No intentes negarla, ya que esto puede empeorar la situación.
- Identifica las causas subyacentes. ¿Es debido a tu inseguridad, a la comparación constante o a algo más? ¿Te concentras más en los logros de otras personas que en los tuyos? ¿No te crees con la capacidad de emular y superar los logros de otras personas? ¿Consideras que la otra persona no merece sus logros a pesar de que ha trabajado duro por tenerlos? El evaluar nuestros pensamientos nos hará tener conciencia de lo mal enfocados que podamos estar en los logros de otras personas.
- Desarrolla la empatía. La empatía puede ayudarte a entender mejor a los demás y reducir los sentimientos de envidia. Intenta ponerte en el lugar de la persona que envidias y valora sus esfuerzos, y no solo el producto final que observas de él.
- Establece tus propias metas y trabaja hacia ellas. La envidia surge cuando nos sentimos estancados y nos comparamos con otros que nos van “pasando” y cuando nos sentimos sin dirección. Establece tus metas claras y trabaja hacia ellas para sentirte realizado y satisfecho.
- Practica el mindfulness. Esta técnica te ayudará a reducir tus pensamientos negativos en todo momento. Intenta practicar la meditación o la respiración profunda para calmar tu mente.
- Busca apoyo. Busca apoyo de amigos, familiares o, en SANNA, acude a un profesional de la salud mental para manejar tus emociones y encontrar estrategias para superarlas.