Trump ha cumplido con su amenaza de fijar aranceles a la la industria del motor. El presidente de Estados Unidos confirmó el miércoles la imposición de un gravamen del 25% a la importación de coches y componentes, provocando fuertes caídas en Bolsa en el sector en todo el mundo, arrastrando al resto de mercados ante el aumento de la incertidumbre. En Europa, la industria de la automoción lidera los recortes del Stoxx 600 con una caída superior al 2%, con valores como Valeo o Stellantis cediendo más del 4%. Un castigo que se hace presente en las principales Bolsas europeas, con el Euro Stoxx 50 restando un 0,6%. Alemania es el país más afectado por la medida anunciada por la Casa Blanca y el Dax alemán se deja cerca de un 1%. El aumento del proteccionismo ha marcado también la sesión en Asia, donde el Nikkei japonés ha restado un 0,6% y el coreano Kospi, un 1,4%.
Los aranceles se han llevado por delante las ganancias que acumulaba el sector europeo del motor en lo que va de año, frente a la subida del 6,7% que acumula el Stoxx 600. A media sesión, Porsche y Stellantis son los fabricantes de coches más castigados, con caídas superiores al 4%, seguido por Mercedes-Benz (-4,8%), Porsche (-4,7%), BMW(-4,1%), Volkswagen (-3,2%) o Renault (-1,4%). Si bien, no se escapan de las caídas los fabricantes de componentes con Valeo a la cabeza, al dejarse un 6,1%, mientras que Continental recorta un 3,2%. En el mercado español, Gestamp registra leves caídas del 0,2% y Cie Automotive avanza un 0,3%.
Unos números rojos que han seguido a las registradas tanto en la Bolsa de Estados Unidos como en los mercados asiáticos. Los fabricantes de coches estadounidenses agudizaron los recortes con el mercado ya cerrado tras conocer los detalles de los aranceles. Así, General Motors llegó a caer un 7%, mientras que Ford se dejó un 5% y Tesla cayó un 5,6%. Un comportamiento que se ha extendido a los mercados asiáticos, donde Mazda se ha dejado un 6%, Subaru ha restado un 5%, Mitsubishi Motors ha caído un 3,2%, Toyota un 2% y Nissan, un 1,6%. Solo en 2024 los fabricantes de coches japoneses exportaron a EE UU modelos valorados en 4.000 millones de dólares.
En la actualidad, Europa impone un arancel del 10% a las importaciones de vehículos desde EE UU mientras EE UU grava con un 2,5% a las que provienen de Europa. Con la imposición de estos aranceles, Mercedes-Benz, Porsche y BMW serán las marcas europeas más afectadas. Según cálculos de Bloomberg Intelligence las dos primeras sufrirán un impacto de 3.400 millones de euros al afectar a un cuarta parte de las ganancias previstas para ambas compañías en 2026. Un golpe que les forzará a subir los precios o trasladar su producción a EE UU para evitar el pago de estas tasas, dado que Porsche tiene el 100% de su producción en Europa y Stellantis ensambla menos del 53% en EE UU. En el caso de BMW, el mercado estadounidense representa cerca del 15% de sus ventas.
Los analistas de Bankinter consideran que en términos de EBIT el impacto potencial en Mercedes rondaría el 25%, en Volkswagen el 20% y en BMW el 15%. Un impacto que les lleva a una recomendación de venta sobre el sector ya que, creen que “el momentum es claramente negativo y no identificamos catalizadores a corto y medio plazo” dado que ven factores de peso como la preocupación sobre el crecimiento en China, que supone entre el 30% y el 40% de las ventas, la caída de la demanda de vehículos eléctricos mientras la regulación obliga a reducir emisiones, y la guerra arancelaria no solo con EE UU, sino también con China.
Desde Julius Baer añaden que “los aranceles también afectarán a los volúmenes globales de demanda en el mercado automovilístico estadounidense, ya que se espera que tengan un impacto inflacionista de un dígito medio-alto sobre los precios de los automóviles”. Según estos analistas, los fabricantes con flexibilidad para trasladar más producción a ese país se verán menos afectados que las empresas con una base de fabricación pequeña o inexistente en Estados Unidos. Las empresas con gran poder de fijación de precios podrán repercutir parte de los aranceles a los consumidores.
Desde JP Morgan confían en que los fabricantes alemanes presenten en los próximos días planes específicos para capear el impacto de los aranceles. Y es que Alemania es el miembro de la UE que se verá más afectado por la imposición de estos aranceles, dado que en 2024 el volumen de exportaciones de coches a EE UU ascendió a 24.800 millones de dólares, muy por delante de otros países como Eslovaquia (6.200 millones de dólares), Suecia (3.900) o Italia (3.300).
En Citi abren la puerta a posibles subidas del sector europeo en Bolsa a partir de ahora. En su opinión, los aranceles “han sido una razón para no comprar automóviles de la UE y, por lo tanto, esta llegada podría proporcionar un evento de compensación después de la reacción inicial. Ya veremos”. Desde el banco de inversión estadounidense comentan que “la mayoría de los inversores necesitan más pruebas para invertir en la UE fuera de los obvios beneficiarios de la defensa y la construcción, especialmente en lo que respecta a las políticas menos onerosas de regulación y CO2. Creemos que esto sugiere que puede haber un mayor potencial de compra en los cíclicos de la UE si se pueden obtener más pruebas. La reciente volatilidad de los mercados estadounidenses y algunos datos económicos más débiles impulsan aún más la posible recuperación relativa de la UE”.
Los analistas de Berstein apuntan que la confirmación de estos aranceles puede desencadenar represalias por parte de los países afectados a EE UU pero se muestran esperanzados y confían en que estos gravámenes duren poco “dado el daño generalizado que causarán en todas las industrias y el impacto en la inflación de la economía estadounidense”. La Casa Blanca detalló ayer que el arancel del 25% se aplicará a los vehículos de pasajeros importados, como sedanes, SUV, crossovers, minivans, furgonetas de carga, así como camiones ligeros, y componentes claves para los coches. Un listado que apuntó que podría extender si lo considera preciso.
Paul Donovan, economista jefe de UBS WM, comenta que “el impuesto se aplica a los precios de importación, pero no a los costes posteriores de la cadena de suministro; los precios al consumo subirán menos del 25%. Es probable que los consumidores estadounidenses conserven sus coches actuales durante más tiempo y que pasen a comprar coches usados, por lo que los precios de estos subirán. El aumento de los precios de los coches nuevos y usados acabará incrementando los precios de los seguros de automóvil; este impuesto afecta a las personas que no compran coche”.