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En 1996 faltaban ocho años para que Facebook irrumpiera como un estallido. Whatsapp, Instagram o TikTok eran nombres inexistentes. Aquel año, en la semifinal de la Eurocopa, después de empatar a cinco la ronda de penaltis contra Alemania, el capitán Gareth Southgate lanzó para Inglaterra el sexto penalti. Falló. La pelota rodó sin fuerza ni propósito a las manos del portero alemán.

La estadística dice que, de promedio, todo jugador falla uno de cada cinco penaltis. Y alguien, inevitablemente, tiene que fallar para que el partido acabe. Y sin embargo, aquel hombre de 26 años arrastró durante mucho tiempo esa pesadilla, y recibió toneladas de odio y carga negativa. Resulta inconcebible pensar cómo hubiera sido todo aquello en un mundo de redes sociales.

“Creo que el mundo en el que están creciendo hoy nuestras chicas y chicos es cada vez más difícil. No porque sean más débiles, o porque no tengan la resistencia de generaciones pasadas, sino porque las presiones a las que se enfrentan hoy son únicas”, afirmaba Sir Gareth Southgate, hoy con 54 años y la admiración de gran parte de Inglaterra por su papel como seleccionador nacional (a pesar de que España le arrebató finalmente su sueño en la Eurocopa de 2024), el pasado 19 de marzo.

Southgate dimite seleccionador de Inglaterra

“Y en el corazón de este problema está el incesante impacto que tienen hoy las redes sociales”, señalaba Southgate en la Conferencia Richard Dimbledy, un acto organizado anualmente por la BBC en el que pide a un personaje relevante que imparta una lección magistral.

El ex seleccionador nacional no podía haber escogido un tema más ajustado a la realidad, con la sociedad británica (y la de medio mundo) inmersa en el debate suscitado por la miniserie Adolescencia, en la plataforma Netflix.

Aclamada por la crítica como una obra maestra de la televisión, por su original y complejo formato (una única secuencia para cada uno de sus cuatro capítulos) y por su ajustado realismo, Adolescencia ha puesto sobre la mesa un debate aterrador y todavía desconocido: la influencia tóxica de las redes sociales en los menores. Una chica popular y atractiva abusada por sus compañeros en Instagram; un adolescente de 13 años recluido en su miseria, seducido por el discurso misógino de la “manosfera” y que acaba acusado de asesinato por matar a puñaladas a su compañera, que se había burlado antes de él en las redes.

Southgate, que ha demostrado elegancia a lo largo de su trayectoria profesional, se cuida mucho de elegir bando. Entiende los retos a los que deben enfrentarse las mujeres adolescentes en un entorno digital frágil para su autoestima y su salud mental. Pero de lo que sabe es de chavales, aclara, porque ese ha sido siempre el entorno en que ha trabajado, “y como me dijo hace poco una madre, una de las cosas que podemos hacer para mejorar la vida de las mujeres es concentrarnos en mejorar a los hombres jóvenes”.

El ex seleccionador nacional inglés denuncia la falta de identidad, relaciones y entorno con que se enfrentan hoy muchos chicos, que buscan en internet referentes peligrosos. “Caen en alternativas poco saludables como los juegos, las apuestas y la pornografía. El hueco que tienen es ocupado por un nuevo tipo de modelo que no defiende los intereses de estos chavales”, ha señalado Southgate, “sino que son más bien influencers tóxicos, crueles y manipuladores que funcionan en su propio beneficio”. No hacía falta dar nombres. Todo el mundo sabe a quién señalaba en su conferencia: personajes como Andrew Tate, el luchador de kick-boxing con millones de seguidores, que promueve una masculinidad retorcida en la que las mujeres son las culpables de sus propios abusos.

Debate político

La voz de Southgate se ha sumado a la de los políticos que reclaman ya que se aborde de frente el problema. La diputada laborista Anneliese Midgley ha pedido que la miniserie Adolescencia sea proyectada en las aulas de todos los institutos del Reino Unido. El primer ministro, Keir Starmer, con hijos adolescentes, admite que también en su casa han quedado hipnotizados con la historia, y ha respaldado la idea de la diputada de su grupo.

Casi 25 millones de personas vieron la serie en sus primeros cuatro días de emisión. Está en la lista de las más vistas en decenas de países, y ha generado un debate en torno a la masculinidad tóxica que habita en las redes que va más allá del propio Reino Unido.

“Engañan a los hombres jóvenes haciéndoles creer que el éxito se mide por el dinero o por la dominancia de las mujeres. Les adiestran para no mostrar emoción alguna, y les convencen de que el mundo entero, sobre todo las mujeres, están en su contra”, describía Southgate ese mundo en su conferencia.

A mediados de julio, la policía británica detuvo a Kyle Clifford, de 26 años, acusado de asesinar con una ballesta su novia Louise Hunt, junto a la hermana y la madre de esta. Poco después, se supo que Clifford, antes de cometer su crimen, había estado buscando en internet el pódcast de Andrew Tate.

Han sido necesarios una serie de Netflix y el discurso de un ex seleccionador nacional venerado para que la sociedad británica comience a atar cabos.



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