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El papa Francisco se ha dejado ver por primera vez en público al mediodía de este domingo, después de 37 días ingresado con una neumonía en el hospital Gemelli de Roma. Ha salido a uno de los balcones del hospital y, durante apenas dos minutos y con evidentes dificultades de movimiento y para hablar y respirar, ha saludado a los fieles congregados frente al centro sanitario. Aunque no estaba previsto que hablara, ha dicho unas palabras: “Gracias a todos. Veo a esa señora con flores amarillas, muy bien”, ha señalado, en referencia a una mujer que estaba entre los asistentes.

Jorge Mario Bergoglio, de 88 años, ha reaparecido a las 12.02. Iba en silla de ruedas ―ya se movía así antes de su ingreso, desde hace dos años, por problemas en las rodillas―y no ha podido levantar los brazos, solo las manos y los antebrazos. Impedido de moverse con facilidad, ha hecho un saludo levantando el pulgar y luego ha impartido la bendición con visible dificultad para hacer la señal de la cruz con la mano. Ha hablado con voz débil y después se ha podido ver una mueca de contracción en su rostro, debido a la dificultad para respirar. A las 12.04 ha vuelto a ser introducido en la habitación por sus ayudantes.

Los médicos ya admitieron el sábado que ha afrontado “dos episodios en los que su vida corrió peligro” y que ahora debe continuar su recuperación, con reposo, terapia y rehabilitación, durante al menos dos meses. En su fugaz aparición se han podido comprobar las secuelas de la enfermedad, que prácticamente le ha dejado sin habla, aunque los médicos esperan que pueda recuperarla “en tiempo breve”.

Luego, a las 12.13, ha abandonado ya el hospital tras recibir el alta médica, en un Fiat Cinquecento de color blanco, en el asiento del copiloto, desde el que ha saludado a los fieles sin bajar la ventanilla. En principio se dirigía al Vaticano, pero cuando la comitiva ha llegado a las inmediaciones del pequeño Estado ha cambiado de rumbo hacia la basílica de Santa María la Mayor, en el centro histórico de Roma, donde siempre acude a rezar al regreso de cada uno de sus viajes, y también en esta ocasión.

No estaba previsto y ha causado sorpresa entre los turistas que en ese momento se encontraban en el lugar, con escenas de cierto desconcierto e improvisación de los servicios de seguridad. El Vaticano ha detallado luego que el Papa ha entregado al cardenal lituano Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de la basílica, un ramo de flores para depositarlo en la imagen de la Virgen de Salus Popoli Romani (Protectora del Pueblo Romano). A las 12.58 su coche ha entrado finalmente en los muros vaticanos. Se ha apreciado que en el interior del vehículo respiraba oxígeno con cánulas nasales, con una bombona colocada en la parte posterior de su asiento.

Esta ha sido la segunda convalencencia más larga de un papa en el hospital Gemelli, desde los 55 días que pasó allí en 1981 Juan Pablo II, el primer pontífice en ser ingresado en este centro.

Durante las últimas cinco semanas, Francisco ha ocupado un apartamento privado reservado para los papas en la décima planta del Gemelli, un hospital privado dependiente de la universidad católica del Sagrado Corazón. Además de su habitación, contaba con una pequeña capilla privada y otras estancias. Hoy no se ha asomado desde este recinto sino desde la quinta planta, para ser más visible a los fieles congregados frente al edificio.

Decenas de personas saludan al Papa al paso de su coche tras recibir el alta del hospital, este domingo.

El Vaticano ha divulgado a mediodía un mensaje escrito por el Papa para el Ángelus, que en sus primeras líneas dice así: “Durante este largo período de hospitalización, he tenido la oportunidad de experimentar la paciencia del Señor, que veo reflejada también en la incansable atención de los médicos y trabajadores de la salud, así como en el cuidado y la esperanza de los familiares de los enfermos”.

Hasta hoy la única imagen del Pontífice que había difundido el Vaticano era una fotografía en la que aparecía de espaldas, rezando en la capilla del apartamento, una imagen que se hizo pública el pasado domingo. Antes, el 6 de marzo, el Vaticano divulgó un mensaje grabado que se emitió en la plaza de San Pedro durante el rezo del rosario. En aquel momento, más que transmitir tranquilidad, el sonido de su voz, frágil y doliente, causó aprensión. Ahora deberá afrontar al menos dos meses de rehabilitación y cuidados, sin poder juntarse con grupos grandes de personas y limitando su agenda.

El Papa volverá a instalarse ahora en la residencia de Santa Marta en la que vive desde que fue elegido pontífice en 2013. Este lugar es una especie de hotel, dentro de la pequeña ciudad, a la izquierda de la basílica de San Pedro, que construyó Juan Pablo II para alojar a los cardenales en los cónclaves y que el resto del tiempo hospeda a los clérigos de paso por Roma. Tras su elección, Jorge Mario Bergoglio prefirió no ocupar los apartamentos pontificios del apartamento apostólico y optó por vivir en una suite, la 201, de esta residencia. Ahora se está preparando la habitación para su rehabilitación, con equipos de oxígeno y lo necesario para la fisioterapia respiratoria y motoria.

El retorno a la vida pública del Pontífice es una señal importante en medio de las preguntas recurrentes durante este último mes sobre una posible renuncia. El Vaticano ha transmitido continuamente la idea de que Francisco siempre ha estado consciente y lúcido y ha mantenido cierta carga de trabajo, salvo en los momentos críticos de su convalecencia. El propio Bergoglio ha dicho en varias ocasiones que dimitiría, como hizo en 2013 su predecesor, Benedicto XVI, si no se viera en condiciones de seguir, pero solo en caso extremo. Ni él ni el Vaticano están pensando en ello en este momento. Pero está claro que se abre una nueva etapa del pontificado de Francisco, pues se encuentra en condiciones de fragilidad y deberá reducir el ritmo de trabajo que ha llevado hasta ahora.



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