La abundancia de su melena rizada evoca a una ferocidad juvenil que ya no le pertenece. La pericia para ubicarse en la geografía de la cancha y la depurada técnica para liquidar o asistir, sin embargo, abogan por una vigencia que, con 41 años, se la está ganando a pulso como hacen los ídolos: en la cancha. Paolo Guerrero, el mismo al que jubilamos en las olvidables eras de Reynoso y Fossati, nos recuerda hoy que sigue siendo lo mejor entre lo poco que nos queda. Que su gol (golazo) ante Bolivia no solo resucita a un Perú que hasta el martes era colero en las Eliminatorias, sino que también nos devuelve la capacidad de sonreír que habíamos perdido merecidamente.
Sin tiempo para suministrar ideas alejadas a los principios fundamentales del estilo que nos llevó a Rusia, Ibáñez, que por muchos años fue héroe siendo arquero, apostó por un heroísmo más discreto. Tomó un camerino desprestigiado y abolido por dos largos años, y resolvió como resolvían los antiguos las enfermedades: naturalmente.
Así, Ibáñez redujo a anécdota la línea de tres y restauró el orden con línea de cuatro para comodidad de un Miguel Trauco cumplidor y un Luis Advíncula entregado. En la zaga central, ante las ausencia de Zambrano y Callens, apeló a un Luis Abram correcto y un primer riesgo: Renzo Garcés.

Paolo Guerrero anotó por cuarta vez de zurda con la selección peruana en casi 21 años como seleccionado. (Foto: AFP)
No era difícil apostar por el zaguero de Alianza Lima teniendo en cuenta su último mes en la Libertadores. Prolijo para la marca, pulcro para el anticipo y resuelto para apagar incendios, el defensa de 28 años llegó para quedarse. Inamovible en el puesto más allá de que Bolivia no fue un rival de rigor para ponerlo a prueba en el límite de sus capacidades.
Más allá de los intentos por erradicar el toque corte y las sociedades maritales con la pelota con los dos técnicos anteriores, el Perú de Ibáñez parece estar disponible para recuperar la memoria. De ahí que André Carrillo, inicialmente como interior por derecha, se convirtió en el conductor habilidoso y lúcido que tanta falta nos hace. Apoyado por Sergio Peña y en sintonía con Bryan Reyna y Andy Polo, el ahora jugador de Corinthians rectificó sus últimos malos años en la selección peruana reinventado como un creativo menos físico y más pensante.
Y así, agobiado por los eventos traumáticos de los dos últimos años, Perú fue encontrando vestigios de buen toque. Hasta que a los 37 minutos, cuando ya empezaba a preocupar la falta de eficiencia en ataque, apareció Carrillo para iniciar una jugada con Reyna de protagonista y cómplice. La pelota, luego de un rebote terminaría en pies de Andy Polo, que sin titubear definiría con un derechazo preciso para el 1-0.

André Carrillo, en el duelo entre la Selección peruana y su similar de Bolivia por la fecha 13 de las Eliminatorias 2026, en el Estadio Nacional de Lima, el 20 de marzo de 2025. (Foto de Fernando Sangama / @photo.gec)
Quebrado el cero, Perú siguió acoplando una mayor dinámica en ataque con Carrillo como eje. Así fue como llegó el 2-0 en el final del primer tiempo.
Una viveza de André deja en posición inmejorable a Polo, que saca el centro rasante para una definición que también puede ser un manual para cualquier delantero: Guerrero pisa, gira, acomoda y define de izquierda para su gol número 41 con la selección peruana en 21 años defendiéndola.
Goleador, capitán y líder. A los 41.
Equipo | Pts |
---|---|
7. Bolivia | 13 |
8. Venezuela | 12 |
9. Perú | 10 |
10. Chile | 9 |
Paolo, que por cuarta vez en su carrera definió de zurda para anotar con la Bicolor, quebraba una racha de casi ocho años sin marcar con Perú. La última vez había sido en un 2-1 épico sobre Uruguay en el Nacional en 2017. Aquella vez, curiosamente, también marcó Edison Flores, que ante Bolivia ingresó a los 73 minutos por Peña y diez minutos después anotó con una situación que el recordado Daniel Peredo resumía de forma poética como “Orejas, el de los goles importantes”.
El gol, que se salvó de ser anulado por una aparente mano, llegaría en el momento ideal, cuando Bolivia se había apropiado de la pelota y preocupaba más de la cuenta. Agotado Advíncula, fundido Carrillo y cansado Guerrero, Perú tuvo que refugiarse en la defensa.

Gol de Edison Flores. Foto: Giancarlo Ávila / @photo.gec
Los ingresos de López, Aquino, Lapadula y Quevedo aplacaron sutilmente el dominio boliviano. Es entendible. Tan mal habíamos estado que este triunfo también se jugaba desde lo emocional y en esa cancha siempre nos ha costado. Por eso la ansiedad por el pitazo final. Perú no marcaba tres goles en un partido de Eliminatorias desde noviembre del 2021. Perú no concretaba en partidos de competencia hace mucho. No jugaba bien hace siglos.
Por eso la de anoche puede ser catalogada como una victoria titánica. El rival para resucitar fue el ideal, los resultados ajenos también nos dieron la mano. Que Chile pierda en Asunción hoy nos asciende al penúltimo lugar con 10 puntos, uno por encima del cuadro de Gareca, que el martes recibirá a Ecuador en Santiago y necesitamos que no gane. Hoy la resurgir bicolor debe consolidarse con una derrota de Venezuela en Quito. Si se da, las chances de pelear el repechaje con una victoria ante la Vinotinto sea hace más viable.
Mientras tanto, nos merecemos creer y aferrarnos a una resurrección que ha llegado tarde, pero que sigue siendo perfectamente acoplable a nuestra urgencia por seguir creyendo que sí se puede. Tal vez no alcance, pero este jueves fuimos felices. Aunque sea temporalmente.
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