El Gobierno de Javier Milei ha suspendido de manera “preventiva” el viernes a última hora la operación de venta de la filial argentina de Telefónica a la empresa Telecom Argentina, propiedad en un 80% del poderoso Grupo Clarín, de capitales locales. En un comunicado que lleva la firma de la Oficina del Presidente, la Casa Rosada advierte que responde a una recomendación de la comisión de Defensa de la Competencia, “atento a que la fusión de ambas compañías incrementaría en forma significativa su participación en el mercado”.
Según los cálculos del Gobierno argentino, en caso de que Telecom sume los activos de Telefónica concentrará “el 61% para el mercado de telefonía móvil, el 69% para la telefonía fija” y hasta “el 80% del servicio de internet residencial en algunas zonas del país”.
“El proceso de evaluación de los efectos de la adquisición notificada a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia exige el máximo rigor, respetando la normativa aplicable y los estándares internacionales, en atención a la relevancia que tienen las telecomunicaciones en el mundo actual. Es por ello que se ha tomado la decisión de resguardar la transparencia y libre concurrencia del mercado mediante la medida preventiva hasta que se profundice el análisis de la operación notificada”, dice el comunicado.
Telefónica aprobó el 24 de febrero la venta de su negocio en Argentina por 1.245 millones de dólares estadounidenses (aproximadamente, 1.189 millones de euros al tipo de cambio actual) a Telecom Argentina. Se trató de la primera operación corporativa que rubrica el gigante español de las telecomunicaciones desde que en enero Marc Murtra asumiese la presidencia de la compañía, en sustitución de José María Álvarez-Pallete.
El Gobierno argentino advirtió que aplicaría la normativa antimonopolio, porque “el 70% de los servicios de las telecomunicaciones quedarían en manos de un solo grupo económico, lo que generaría un monopolio, formado gracias a décadas de beneficios estatales”. El mar de fondo es la pelea que Milei mantiene con el Grupo Clarín, editor del diario Clarín, el de mayor circulación del país, además de la señal de noticias 24 horas TN, el Canal 13 de televisión y radio Mitre. Aún hoy, Milei mantiene fijado en su cuenta de X un tuit del 2 de marzo que tituló “Clarín: la gran estafa argentina”. En un largo texto, acusa a sus periodistas “de hostigar con mentiras al Gobierno simplemente porque dijimos que íbamos a defender a los argentinos del abuso de la posición dominante que el Grupo quiere tener en el mundo de las telecomunicaciones”.
El celo de Milei contra un eventual monopolio contrasta con lo que él mismo sostuvo a mediados de febrero en un discurso en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington DC. Hacia el final de su alocución, dijo que, después de muchos años de estudio, había entendido que “los monopolios no son malos, salvo que sean armados por el Estado”. Según la lógica del ultraderechista, los órganos de control estatal no tendrían nada que decir sobre una operación de compra y venta de empresas privadas.
Desde Telecom Argentina aseguraron en el momento de la compra que la adquisión de Telefónica no supone la conformación de un monopolio porque “son compañías que tienen complementariedad en servicios y geografía”. “Estas consolidaciones se están dando en las empresas de telecomunicaciones de todo el mundo. Telefónica había tomado la decisión de retirarse hace ya años y eso llevó a un sistema de no inversión”, dijo a EL PAÍS el director de Comunicaciones Externas de la compañía, Pedro López Matheu. “Se da la oportunidad de que un grupo de capitales nacionales consolide sus inversiones en Argentina”, agregó.
Telefónica, que estaba presente en Argentina desde 1990, cuando el Gobierno del peronista Carlos Menem (1989-1999) privatizó la estatal Entel, había encomendado la venta de su negocio en Argentina a JP Morgan y al despacho de abogados Latham&Watkins, como parte de una estrategia más amplia de desinversión en América Latina.