El asesinato del cantante Paul Flores, el último fin de semana, ha precipitado una situación que era latente hasta entonces: el probable fin del período de Juan Santiváñez al frente del Mininter. Con ello, y con otras revelaciones que complican su permanencia, también ha empezado a hablarse de otro final: el de la gestión gubernamental de la presidenta Dina Boluarte.
Sobre lo primero, la sola existencia de cuatro mociones de censura es la expresión de la fragmentación de ánimos necesarios para prolongar la gestión de Santiváñez. El ministro irá al pleno con 309 días encima y apenas habrá superado la extensión de un predecesor suyo, Vicente Romero (308), quien, como se recuerda, fue censurado por este mismo Congreso.
Además, es relevante mencionar el abrigo que recibe Santiváñez por parte de sus colegas. Como se recuerda, hace unos días, el Gabinete, en pleno, acogió al aún ministro casi entre vivas, luego de que fuera objeto de un allanamiento. Eran los días del “golpe blanco” [sic] que denunciaba el gobierno.
Con este gesto, el pasado domingo, Santiváñez era implícitamente ratificado, cuando los funerales de Flores ni siquiera se habían iniciado. Como se recuerda, esa misma tarde se había convocado a un grupo de ministros y, quizás ilusamente, la expectativa de que se pidiera la renuncia del ministro del Interior circuló. Ello, como se sabe, finalmente no ocurrió.
Con estos hechos, Santiváñez resulta más relevante que un ministro promedio. Se trata de un alfil más que de un peón, digamos. Ratifica esta afirmación que el Gabinete, en conjunto, estuviese dispuesto a acompañar a Santiváñez al pleno. Veremos si es un gesto que sus recargadas agendas permiten.
Como sostuve en este espacio, la eventual salida de Santiváñez podría significar un alivio para Boluarte (6/3/2025). Es un desenlace que, al cierre de esta columna, parece incierto. De hecho, con la presentación del ministro en el Congreso programada para la mañana de hoy jueves y el allanamiento de su domicilio en la víspera, hasta podría revertirse una censura que parecía inminente.
En cualquier caso, la vulnerabilidad supina de Santiváñez da pie para hablar de un quiebre del pacto tácito de permanencia Ejecutivo-Legislativo. Un reciente titular de “La República” apuntó en esa línea y lo presentó así: “Se fractura alianza de Gobierno” (18/3/2023).
No es un escenario que deba descartarse, dada la precariedad congénita de la presidencia de Boluarte. Pero su inminencia no parece tan cercana, a pesar del próximo cumplimiento del plazo para convocar a los comicios generales del 2026.
Quizá sirva ponerle a la coyuntura una tonada de huaino y recordar ese pasaje del anónimo “Adiós, pueblo de Ayacucho” que dice: “Ya me voy, ya me estoy yendo”. ¿O es muy pronto?
*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.