La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica que afecta la forma en que el cuerpo metaboliza la glucosa, su principal fuente de energía. En las últimas décadas, su prevalencia ha aumentado de manera alarmante, convirtiéndose en una de las principales preocupaciones de salud pública a nivel mundial. Según el Atlas de la Diabetes de la Federación Internacional de Diabetes (IDF), en 2021 aproximadamente 537 millones de adultos (1 de cada 10) vivían con diabetes en el mundo, y se estima que para 2045 esta cifra aumentará a 783 millones, un incremento del 46%.
Esta condición representa cerca del 90% de los casos de diabetes a nivel global y, lejos de ser un problema exclusivo de los adultos mayores, cada vez afecta a más jóvenes, incluyendo a niños y adolescentes. Este incremento está estrechamente relacionado con cambios en la alimentación, la disminución de la actividad física y factores genéticos y ambientales. Más allá del diagnóstico, el verdadero reto está en el control de la enfermedad: a pesar de los esfuerzos médicos y nutricionales, el 65% de los pacientes no logra mantener niveles óptimos de glucosa en sangre, lo que puede derivar en complicaciones graves, como enfermedades cardiovasculares, daño renal o neuropatía diabética.
Sin duda, uno de los mayores desafíos es que el problema no se reduce solo al consumo de azúcar visible, sino también a la presencia de carbohidratos ocultos, grasas perjudiciales y combinaciones de alimentos que afectan la sensibilidad a la insulina. Además, factores como el horario de las comidas y los métodos de cocción pueden influir en la respuesta glucémica del cuerpo.
¿Cuáles son los principales grupos de alimentos que dificultan el control de la diabetes tipo 2?
Carbohidratos refinados y azúcares añadidos
Según explicó Anna Taylor, nutricionista de Cleveland Clinic a Bienestar, los carbohidratos refinados, como harinas procesadas y el pan blanco, han sido despojados de su contenido de fibra y nutrientes esenciales durante el proceso de refinamiento. Básicamente, esto los convierte en alimentos de alto índice glucémico, lo que significa que se digieren y absorben rápidamente, provocando picos de glucosa en sangre y aumentando el riesgo de glucotoxicidad en el páncreas, reduciendo así la producción de insulina.
Por su parte, Giulianna Saldarriaga, nutricionista de Clínica Internacional, refirió que los alimentos con azúcares añadidos, como bebidas azucaradas, dulces y postres pueden elevar bruscamente la glucosa, contribuyendo a la inflamación y resistencia a la insulina.
“Se recomienda a las personas con diabetes consumir alimentos que ayuden a mantener niveles de glucosa más estables. Entre ellos destacan los carbohidratos complejos, ricos en fibra, ya que este nutriente ralentiza la absorción de la glucosa, evitando picos en la sangre. Estos carbohidratos se encuentran en frutas y verduras frescas (especialmente crudas), cereales integrales como avena, quinua, arroz integral y salvado de trigo, así como en legumbres y tubérculos”, señaló Karen Velásquez Pérez, coordinadora de nutrición de la Clínica Ricardo Palma.

Muchas personas creen que las frutas deben evitarse o que los productos “sin azúcar” pueden consumirse sin límites. Sin embargo, lo importante es conocer su índice glucémico, la cantidad consumida y otros ingredientes que pueden afectar la glucosa en sangre.
Grasas trans y saturadas
Las grasas trans y saturadas afectan negativamente la resistencia a la insulina y el control glucémico. De acuerdo con la doctora Blanca Fuentes Ramírez, endocrinóloga de la Clínica San Felipe, su consumo, común en alimentos procesados y fritos, puede provocar lipotoxicidad y alterar los receptores de insulina, lo que reduce la capacidad del organismo para utilizar la glucosa eficientemente.
Marysol Olivares, directora de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Científica del Sur, agregó que estas grasas favorecen la inflamación y disminuyen el transporte de glucosa a las células, elevando sus niveles en sangre. Mientras que, la experta de Cleveland Clinic destacó que las grasas trans también incrementan el colesterol y deterioran la acción de la insulina, dificultando el control de la glucosa en personas con diabetes.
“Para mejorar la sensibilidad a la insulina y facilitar un mejor control glucémico, es recomendable sustituir estas grasas por opciones más saludables, como las monoinsaturadas y poliinsaturadas, presentes en alimentos como el pescado y la palta”, sugirió.
Frutas
Según la nutricionista Velásquez, muchas personas creen erróneamente que frutas como el plátano, el mango o la chirimoya deben evitarse debido a su sabor dulce. Sin embargo, lo realmente relevante es su índice glucémico y la cantidad consumida. Frutas como la sandía y el melón tienen un índice glucémico más alto, por lo que su consumo debe ser más controlado. Además, el grado de maduración influye en la cantidad de azúcar disponible; por ejemplo, un plátano muy maduro tiene un impacto mayor en la glucosa en sangre.
En esta misma línea, el doctor Fernando Quinto, endocrinólogo y docente de la carrera de Medicina Humana de la Universidad San Ignacio de Loyola, coincidió que no hay frutas prohibidas, aunque recomendó priorizar el consumo de bayas, cerezas, manzanas y peras debido a su menor impacto en la glucosa en sangre.
“Si bien los jugos naturales pueden parecer una opción saludable, en personas con diabetes debe ser moderado, ya que al eliminar la fibra de la fruta se acelera la absorción del azúcar y pueden provocar aumentos rápidos en los niveles de glucosa en sangre. Además, muchas personas añaden azúcar, miel o edulcorantes, lo que agrava este efecto. Por ello, es preferible optar por frutas enteras, que ayudan a regular la absorción del azúcar. Sin embargo, si se decide consumir jugo, para reducir su impacto en la glucosa, es recomendable acompañarlo con alimentos ricos en fibra o proteínas, como pan integral, avena, huevo o queso”, sostuvo la especialista de la Clínica Ricardo Palma.

No solo importa qué comes, sino cuándo lo comes. Saltarse comidas o cenar muy tarde puede generar picos de glucosa y resistencia a la insulina. Mantener horarios regulares de alimentación ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre.
Bebidas energéticas y refrescos light
Las bebidas energéticas y los refrescos light contienen edulcorantes artificiales que pueden influir en el metabolismo y la respuesta a la insulina. Aunque se consideran bajos en calorías, la doctora Fuentes mencionó que, algunos estudios sugieren que los edulcorantes pueden alterar la manera en que el cuerpo metaboliza los azúcares, afectando la sensibilidad a la insulina. Además, su consumo podría incrementar el deseo por alimentos dulces, lo que llevaría a una mayor ingesta de azúcares y carbohidratos.
“Las bebidas energéticas, debido a su alto contenido de cafeína y azúcar, pueden generar picos rápidos de energía seguidos de caídas abruptas, lo que dificulta el control de la glucosa en sangre”, añadió Ana Taylor.
Alcohol
De acuerdo con Saldarriaga, el alcohol afecta el control de la diabetes tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, su consumo puede provocar hipoglucemia, especialmente si se ingiere con el estómago vacío. A largo plazo, el consumo frecuente y excesivo aumenta la resistencia a la insulina y puede interferir con los medicamentos para la diabetes, elevando el riesgo de hipoglucemia o hiperglucemia.
“Aunque se recomienda evitar el alcohol, algunas personas con diabetes bien controlada podrían consumirlo en cantidades muy limitadas y optando por bebidas sin mezclas azucaradas. Preparaciones como cócteles con jarabes y gaseosas pueden contener grandes cantidades de azúcar, lo que eleva significativamente la glucosa en sangre. En caso de consumo ocasional, opciones como una copa de vino tinto, una cerveza pequeña o un licor sin mezclas podrían ser más adecuadas, siempre con moderación y bajo supervisión médica”, subrayó Velásquez Pérez.
Exceso de sal y proteínas
Un alto consumo de sal puede elevar la presión arterial, un factor de riesgo crítico para quienes padecen diabetes, ya que incrementa la probabilidad de enfermedades cardíacas. Asimismo, como indicó Taylor, un exceso de proteínas puede sobrecargar los riñones, órganos que en muchos casos ya presentan cierto grado de deterioro en personas con esta condición.
Por su parte, Karen Velásquez, recomendó no superar los 5 gramos de sal al día, equivalentes a aproximadamente 2 gramos de sodio. Sin embargo, en personas diabéticas con hipertensión o una enfermedad renal, la ingesta de sal debe reducirse aún más para evitar complicaciones. Por ello, la endocrinóloga de la Clínica San Felipe sugirió disminuir el consumo de alimentos procesados y optar por opciones frescas y naturales.
En cuanto a las proteínas, si bien son esenciales para el organismo, en pacientes con diabetes es importante moderar su consumo y priorizar fuentes saludables como pescado, pollo, legumbres y lácteos bajos en grasa.

Más allá de prohibiciones, es clave aprender a hacer elecciones inteligentes. Conocer el índice glucémico de los alimentos, leer etiquetas y equilibrar los macronutrientes en cada comida permite llevar una alimentación flexible sin afectar el control de la diabetes.
¿Los productos “sin azúcar” pueden consumirse sin restricciones?
Aunque pueden parecer opciones más saludables, los productos etiquetados como “sin azúcar” no deben consumirse sin control. Como recalcó Blanca Fuentes, es importante considerar varios factores:
- Sustitutos del azúcar: Muchos de estos productos contienen edulcorantes artificiales o sustitutos del azúcar. Si bien suelen tener menos calorías y su impacto en el organismo varía, algunas personas pueden experimentar efectos adversos como malestar digestivo.
- Carbohidratos ocultos: No siempre están libres de carbohidratos o calorías. Algunos contienen ingredientes que pueden elevar la glucosa en sangre, como carbohidratos refinados o grasas poco saludables.
- Efectos en la salud metabólica: Algunas investigaciones sugieren que el consumo excesivo de edulcorantes artificiales podría estar relacionado con problemas metabólicos, aunque se requiere más evidencia científica al respecto.
- Percepción errónea de salud: La etiqueta “sin azúcar” puede generar una falsa sensación de seguridad, llevando a un consumo excesivo sin evaluar su impacto nutricional. Esto puede resultar en un aumento de calorías y otros compuestos no beneficiosos para la salud.
¿Cómo influye la hora del día en la respuesta del cuerpo a los alimentos y su impacto en la glucosa?
Según la nutricionista de Cleveland Clinic, el cuerpo puede responder de manera diferente a los alimentos según la hora del día. Algunas personas experimentan el fenómeno del amanecer, que es un aumento natural de la glucosa en sangre en las primeras horas de la mañana. Además, la sensibilidad a la insulina puede variar a lo largo del día, siendo generalmente más alta por la mañana y disminuyendo hacia la noche.
Por ello, se recomienda un desayuno equilibrado que incluya proteínas y carbohidratos complejos para mantener niveles estables de glucosa. En cambio, las cenas deben ser ligeras para evitar picos nocturnos de glucosa.
“Las hormonas que regulan el metabolismo, como la insulina y el cortisol, siguen patrones de liberación a lo largo del día, lo que influye en la forma en que el cuerpo procesa los alimentos en distintos momentos. Además, factores como el sueño, el estrés y la actividad física también afectan la regulación de la glucosa. Por esta razón, considerar estos aspectos al planificar las comidas puede ser clave para mantener un mejor control glucémico, especialmente en personas con diabetes”, afirmó la doctora Fuentes Ramírez.
¿Cuáles son los mejores métodos de cocción para evitar aumentos excesivos en la glucosa?
Para evitar aumentos excesivos en la glucosa, es fundamental elegir métodos de cocción que conserven los nutrientes y minimicen el impacto en el índice glucémico. Opciones como el horneado, el hervido y la cocción al vapor permiten mantener el valor nutricional de los alimentos sin añadir grasas innecesarias. También se recomienda el salteado con pequeñas cantidades de aceite saludable, como el de oliva, y evitar la fritura profunda, ya que el exceso de grasa puede afectar el control de la glucosa.
Karen Velásquez advirtió que algunos alimentos cambian su composición al ser cocidos. Por ejemplo, la beterraga y la zanahoria, aumenta su índice glucémico tras la cocción, por lo que se recomienda consumirlas crudas. En el caso de la papa, métodos como el hervido o el horneado son adecuados, pero convertirla en puré eleva su índice glucémico, por lo que su consumo debe ser moderado.
¿Cómo mejorar la adherencia a una dieta saludable en personas con diabetes sin que se sientan restringidas?
Adoptar una alimentación saludable puede ser un desafío para las personas con diabetes, especialmente si siente que debe renunciar a sus comidas favoritas. Sin embargo, la clave no está en la restricción, sino en el equilibrio y la personalización. Algunas estrategias para mejorar la adherencia a la dieta sin generar frustración son:
- Involucramiento activo: Es fundamental que la persona participe en la planificación de sus comidas y en los cambios de estilo de vida. Esto le permitirá tomar decisiones informadas y sentirse en control de su alimentación.
- Cambios progresivos: No es necesario modificar la dieta de forma radical. Introducir pequeños ajustes, como reducir gradualmente el azúcar o incorporar más fibra, facilita la adaptación y la convierte en un hábito sostenible.
- Variedad y flexibilidad: La alimentación saludable no tiene por qué ser monótona. Explorar nuevas recetas, usar especias y adaptar platos tradicionales en versiones más equilibradas ayuda a mantener el interés y la satisfacción. Además, permitir ocasionalmente alimentos favoritos en porciones moderadas evita la sensación de prohibición absoluta.
- Educación nutricional: Comprender cómo los alimentos afectan la glucosa en sangre empodera a la persona para tomar mejores decisiones. Un nutricionista puede explicar qué opciones son más beneficiosas y cómo combinarlas adecuadamente.
- Acompañamiento profesional: Contar con el apoyo de un especialista es clave para diseñar un plan nutricional realista y adaptado a las necesidades individuales. Además, la orientación psicológica también puede ser útil para manejar la ansiedad que puede generar el cambio de hábitos.
- Horarios y porciones adecuadas: Comer a intervalos regulares y elegir alimentos ricos en fibra ayuda a mantener la saciedad y a evitar picos de glucosa. Esto disminuye la sensación de hambre constante y reduce la tentación de comer en exceso.
- Incorporación de actividad física: El ejercicio no solo mejora el control glucémico, sino que también genera bienestar y motivación para mantener un estilo de vida saludable.
“Muchas personas han logrado controlar su diabetes con buenos hábitos, al punto de reducir e incluso prescindir de la medicación bajo supervisión médica. Más que seguir una dieta estricta, se trata de adoptar un nuevo estilo de vida que sea disfrutable y sostenible en el tiempo”, concluyó Velásquez.