El Gobierno de Javier Milei logró el aval del Congreso para intentar cerrar un nuevo crédito con el Fondo Monetario Internacional y conseguir recursos frescos que fortalezcan la endeble economía argentina, en un clima de incertidumbre financiera. Con 129 votos a favor y 108 en contra, la Cámara de Diputados aprobó un decreto del presidente ultra que se autorizaba a sí mismo a tomar deuda con el FMI sin precisar montos ni otros detalles. La sesión legislativa no llegó al escándalo de la semana pasada, que incluyó golpes y agresiones entre diputados oficialistas, pero sí incluyó una caótica sucesión de gritos, insultos y duras acusaciones. Mientras los legisladores pronunciaban sus discursos, el Congreso estaba rodeado por un vasto operativo policial, dispuesto por el Gobierno ultra para contrarrestar una nueva manifestación social en rechazo al ajuste que sufren jubilados y pensionados.
Ni bien comenzó el debate comenzaron también las tensiones dentro del recinto. Fueron los ecos de la sesión frustrada hace siete días, cuando la oposición buscaba investigar a Milei por su rol en la millonaria estafa con la criptomoneda $Libra y el presidente de la Cámara baja, Martín Menem, aprovechó las trifulcas entre los propios diputados ultraderechistas para levantar la sesión por una supuesta falta de quórum.
En la mañana de este miércoles, a Menem le recriminaron aquella decisión desde la bancada peronista de Unión por la Patria. “¿Quién te creés que sos?”, le espetó el jefe de ese bloque, Germán Martínez. “Vos pedís respeto y después no lo cumplís”. Mientras, el Frente de Izquierda exigía suspender la sesión hasta que se desactivara “la militarización del Congreso”, teniendo en cuenta la violenta represión que la semana pasada dejó a un fotógrafo al borde de la muerte. “No se haga el gil, presidente, entre nosotros no nos hagamos los giles”, lanzó la diputada Vanina Biasi ante las objeciones de Menem. Su propuesta fue rechazada.
Pero los mayores problemas para el encargado de conducir el debate llegaron desde su propia bancada, La Libertad Avanza (LLA). Primero, para acallar los reclamos opositores, Menem tuvo que exigirle al diputado Lisandro Almirón que le pidiera disculpas públicas al legislador Oscar Zago, con quien había intercambiado puñetazos en la última sesión. En un desbocado discurso, Almirón lo hizo y gritó: “¿Zago, querés que te de un pico [beso]?”. A su turno, la diputada libertaria Marcela Pagano atacó directamente a Menem: lo acusó de “fascista” y de obturar su designación como titular de la comisión de juicio político, aprobada pero nunca oficializada. Luego, cuando ya tenían la palabra otros legisladores, enarboló un megáfono y volvió a cargar contra el presidente de la Cámara.
La jornada se terminó de complicar para Menem cuando se conoció un mensaje de audio enviado por él a la bancada de LLA, que fue filtrado a la prensa local. El mensaje era una arenga y un llamado a los legisladores oficialistas a provocar tensión dentro del recinto. “Los quiero gritándome, a los gritos, puteándome, nada de algo pacífico”, decía.
Con el paso de las horas y tras una larga ausencia de Menem, el debate finalmente se encaminó. Y pronto quedó claro que el Gobierno obtendría el respaldo a su negociación con el FMI: como se trata de un decreto, su vigencia queda ratificada con la mera aprobación de una Cámara parlamentaria.
Al voto favorable de los diputados oficialistas se sumó el de los legisladores del PRO —el partido conservador de Mauricio Macri—. Las bancadas de la centenaria Unión Cívica Radical y de Encuentro Federal mostraron divisiones y ofrecieron votos a favor, en contra y parte de las seis abstenciones registradas. “Una vez más, vamos a ayudar a un Gobierno que no integramos en un momento crítico” para “evitar que la Argentina tenga peores consecuencias”, argumentó el titular del bloque radical, Rodrigo de Loredo. También la Coalición Cívica y otros bloques menores aprobaron el DNU.
El principal rechazo corrió por cuenta del peronismo y la izquierda, cuyos legisladores remarcaron la ilegalidad del DNU dictado por Milei y que se haya incumplido la ley que exige que sea el Congreso el que defina un nuevo endeudamiento externo. También destacaron que el decreto omite información clave sobre el acuerdo con el FMI, del que solo indica que serán créditos con un plazo de amortización de diez años y un período de gracia de cuatro años y seis meses. “Esto va a fracasar y ustedes lo saben, lo que están haciendo es sacarse el problema de encima”, señaló el diputado Máximo Kirchner. El hijo de los expresidentes Néstor y Cristina Kirchner recordó que hace tres años el propio Milei, cuando era diputado, se había pronunciado en contra de tomar deuda del Fondo.
Tras la aprobación, Milei festejó desde sus redes sociales con su grito de guerra: “¡Viva la libertad, carajo!”. La negociación del Gobierno con el FMI se viene extendiendo desde el año pasado. Pese a la baja de la inflación y del déficit fiscal que logró la Administración ultra mediante su programa de ajuste, la necesidad de conseguir fondos frescos para fortalecer la débiles reservas del Banco Central fue creciendo. Milei se comprometió a eliminar este año las restricciones al mercado de divisas —hoy bajo el llamado cepo— y los funcionarios del Ministerio de Economía insisten en que no habrá una nueva devaluación del peso. En simultáneo, se multiplican los cuestionamientos a la decisión de mantener sobrevaluada la moneda nacional y los mercados financieros vienen exhibiendo desconfianza: en los últimos cuatro días, el Banco Central vendió 931 millones de dólares de sus reservas para intentar contener las cotizaciones financieras e informales de la divisa estadounidense. El Gobierno aspira a conseguir entre 10.000 y 20.000 millones de dólares del FMI y calmar las aguas. En un año electoral, corre contra el reloj.
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