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El documental Revolució 304 busca un anzuelo narrativo en la figura de un estudiante del barrio mataronense de Rocafonda, Bernat Muñoz, que se propone hacer un trabajo sobre su vecino más ilustre, Lamine Yamal. Con la ayuda de su tutor Ignasi Mangue, contacta con el Barça y con su ídolo. Pero este hilo argumental tiene las lógicas debilidades de un trabajo de aprendizaje y Lamine Yamal -amigable, humilde, entrañable- satisface cumplidamente el cómodo interrogatorio biográfico. El programa acude a otros personajes para completarse en el terreno de la tesis. Lo hace con apuntes sociológicos Mangue y lo hace otro nombre vinculado al Barça, el exfutbolista Lilian Thuram, cuya fundación enuncia una idea angular: No se nace racista, el racismo es una construcción intelectual, política y económica.

Completan el casting, además de debates entre estudiantes, la actriz Tamara Ndong, la cantante y actriz Yolanda Sey, el profesor de catalán Amine Toumi y el humorista Mohamed Lamine Wiz. Todos tienen algo de Lamine Yamal en la medida que han vencido, con distinta intensidad, un supuesto destino de marginación. Y ahí está el problema del documental, cada uno de los intervinientes mezcla explicaciones autobiográficas y breves mensajes sobre el racismo. Aparentemente iguales, sus historias son distintas y acaban medio explicadas. Solo está claro a donde han llegado, algo que en un nativo con ocho apellidos catalanes se vería sin énfasis.

El título del documental es excesivo. El 304 hace referencia al código postal del barrio de Rocafonda y Lamine Yamal lo recrea con las manos cada vez que hace un gol. Correcto. Lo que ya parece hiperbólico es hablar de revolución. Es realmente importante la figura de Lamine Yamal como referente para una comunidad que a las dificultades que una gran mayoría de ciudadanos tiene para prosperar y encarar el futuro se le añaden graves obstáculos como la xenofobia, que tantas administraciones públicas satisfacen con sus políticas. El resumen sería: hay salida…si hay suerte y la trabajas. Pero es difícil detectar un cambio cultural profundo o una sociedad comprometida sin grietas en la defensa y protección del otro.

El documental tiene abundancia de invitados y de mensajes desperdigados, enunciados brevemente que, en algún caso, se presentan elípticamente. Como cuando el responsable de La Masia del Barça cuenta que se acogió a Lamine Yamal con 12 años y que eso era un “privilegio” porque no se había hecho con ningún niño cuyos padres vivieran en Cataluña. “Pero”, prosigue, “sus condiciones familiares y vitales” influyeron en la decisión de que se incorporara a La Masia.

Desde luego, al margen de un desigual acierto, productos con las intenciones de Revolució 304 son muy convenientes para no desterrar la esperanza. Sobre todo cuando esa misma noche podía leerse en X mensajes en catalán como éste: En Revolució 304 nos quieren hacer creer que los extranjeros somos nosotros. Como dice un invitado del programa, el ejemplo de Lamine Yamal es fantástico, “pero necesitamos un Lamine Yamal médico famoso, un Lamine Yamal piloto de Fórmula 1…”.

El documental, muy trabajado, emitido en el espacio Sense Ficció es obra de Xavi Torres, Jesús Muñoz, Santi Padró, Àngel Rufí, Carles Comajuncosas, Maria Colomer y Marta Colàs, un equipo que fue premiado con un Ondas por su trabajo sobre otro futbolista, Juan Carlos Unzué.



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